Disclaimer: George R. R. Martin es amo y señor de toda su obra. Me suena algo de venderle derechos a HBO para una serie pero a mí no se dignó a darme a nada. No cobro por escribir, lo cual es una pena.

Este fic participa en el especial navideño del foro Alas Negras, Palabras Negras, tu mejor foro de Canción de Hielo y Fuego en español. Es necesario haberse leído Danza de Dragones (y tal vez alguna otra cosa ... ).

Para Lara.


Fangs

El hocico es un completo mapa plagado de detalles y singulares características olorosas. Es el olfato una memoria perfecta, con ínfimo espacio para el error, un depósito excepcional, extraordinario, amplio, preciso, casi matemático; es capaz de rememorar infancias enteras, sucesos lejanos y recuerdos vagos y posee el talento y la agudeza oportunos para evocar al más exuberante de los valles, al más idílico de los oasis y al más puro de los lagos. El olfato vuelve sobre sus pasos a boscosos terrenos y a eternos días de caza, rastrea la esencia humana, el aroma de las flores, la poderosa fragancia de la apresurada primavera y el delicioso perfume de la sangre, tan exquisitamente penetrante que pronto se ejecuta la salivación en las fauces y el apetito se despierta sobresaltado y demandante.

El olfato de cualquier animal, en especial el del huargo, es de una potencia tan colosal que ofende a cualquier hombre.

...

Fue una caída en picado hacia el más frío de los inviernos.

Fue una colisión de catástrofes.

La tormenta lo acuchillaba en el vientre y entre los omóplatos y un torrente de humo blanco lo envolvía en el centro de un rojizo huracán. No sentía hambre ni dolor, los pensamientos no acudían a su cabeza, no existían ni la angustia ni el malestar. Allí, en el corazón del desastre, era más ligero de repente, había quedado reducido a una sustancia etérea y transparente, volátil pero activa, pujante. Resultaba alarmantemente sencillo confundirse con las ráfagas de viento, elevarse sobre el mundo con la destreza de las aves y mimetizarse con el paisaje.

Había pasado un segundo, había bastado un segundo para recibir el violento empujón de la muerte y precipitarse a los brazos de una nueva vida.