Hola gente (: ¡! Les traigo una nueva idea, me inspire a hacer esto por una historia que me contaron el otro día, (aunque realmente no recuerdo bien donde la vi) pero no podía evitar imaginarme a Sasuke como el personaje principal, así que aquí les dejare el primer capítulo, déjenme su opinión, mándenme reviews, agréguenme a favoritos y esas cosas :P!
No entraremos en muchos detalles porque será una historia corta, pero todo empieza con el arrogante hotelero, Sasuke Uchiha. (Esta historia esta ambientada en Australia).

-Bueno, ¿Que sucede?- le pregunto Sasuke Uchiha a su contador en el momento que la limusina se detenía ante el restaurante.
Suigetsu miraba sus notas.
-El verano pasado compramos el edificio, la inquilina se llama Naruko Uzumaki. Hasta ahora, ha rechazado dos ofertas nuestras para marcharse, de modo que le hemos subido el alquiler. Ahora esta luchando para no tener que cerrar. De modo que creo que en esta ocasión firmara-.

Sasuke frunció el seño. Apenas llevaba unas horas en Australia después de llegar de sus oficinas en Verona, pero ya empezaba a cuestionar el modo de Suigetsu de llevar negocios.

-Debería haber sido una compra sin problemas- gruño-. Y llevamos seis meses de retraso… ¿A que estás jugando?-.

El contador se ruborizo y se paso una mano por el cabello.

-Todo esta bajo control, te lo aseguro- musito nervioso-. Sé que hemos tenido unos pequeños problemas…pero…-

Sonó el celular de Sasuke y freno los tartamudeos de disculpa de Suigetsu en mitad de una frase al ver el numero de su abogado en el aparato. En ese momento tenía problemas más urgentes que la sencilla adquisición de un restaurante insignificante.
En ese momento, todo el futuro de su empresa pendía de un hilo mientras su hermano intentaba representar la más extraña y ridícula charada con el fin de imponerse en la lucha de poder que mantenía con él.
Apretó los labios enfadado. Mientras abría el teléfono, pensó que nadie le decía lo que tenía que hacer. Nadie… y menos el único hombre en el mundo por el que solo sentía desprecio.
-Jugo, ¿tienes noticias para mí?- al hablar con el abogado recurrió a su italiano nativo.
El silencio en el otro extremo de la línea fue respuesta suficiente.
-He repasado todas nuestras opciones un millón de veces, Sasuke- repuso al final el abogado con voz de pesar-. Y no hay mucho que podamos hacer. Podemos llevarlo ante los tribunales…pero en mi opinión lo único que eso crearía seria un maremoto periodístico. Estarías metiendo el negocio personal de la familia en el terreno de la indiscreción, abriendo el abismo que hay entre tu hermano y tu ante el escrutinio del mundo, y al final es muy probable que no ganemos. El hecho es que es posible que tú le hayas dado a la empresa el éxito del que disfruta hoy, pero tu hermano sigue siendo el propietario del sesenta por ciento de Uchiha Enterprises. Es suya para hacer con ella lo que le plazca-.

Los ojos oscuros de Sasuke centellearon con fuego. No le importaba si el resto del mundo se enteraba de lo que pensaba de su hermano, pero si le preocupaba que pudieran someter el nombre de sus padres a la humillación del pasado… y eso no podía hacerlo. Ya había sufrido suficiente por culpa de su hermano. El recuerdo de ellos debía permanecer digno.
Se pregunto cómo podía llevar esa situación. Su aguda mente empresarial entro en acción en busca de una respuesta. No iba a dejar que su hermano ganara esa batalla. Itachi Uchiha podía ser el presidente de la empresa, pero en esos tiempos no era más que una figura decorativa…él era el cerebro, el que había convertido la pequeña cadena provincial italiana de hoteles de su hermano en un éxito global. Sonrió para sus adentros, ya que había hecho muchas cosas en contra de la voluntad de su hermano.
Itachi no había querido que la empresa se expandiera…le había gustado ser un pez gordo en un estanque pequeño, capaz de controlar y manipular a todos. Pero Sasuke había impuesto su voluntad al heredar las acciones de sus padres, había hecho avanzar a la compañía y disfrutado en el proceso… había disfrutado viendo a su hermano cada vez mas fuera del entorno que dominaba hasta convertirse en un hombre indeciso.
En ese momento podía ver el farol de su hermano, vender su cuarenta por ciento y largarse, dejando a aquel para que cumpliera la amenaza de vender el resto de la empresa. Descubriría que no valía tanto sin el al timón. Pero era algo que no pensaba hacer después de tantos años dedicados a levantarla.

-Habrá un modo de solucionarlo- dijo en voz baja casi para sí mismo.
-Pues si lo hay, yo no lo veo. He leído la correspondencia que te ha mandado tu hermano y el mensaje final es que si no estás casado y has tenido un hijo para cuando cumplas los veintiséis años, Sasuke, venderá las acciones que posee. Considera que al ser el único hermano que tiene, tu deber es asegurar el futuro de la familia Uchiha. También dice que desea verte felizmente casado.

¡Que hipócrita! Ese era el hombre que lo había abandonado después de la muerte de sus padres cuando el solo contaba con 16 años. Por entonces, el compromiso familiar le había importado un bledo.

-Parece muy decidido- añadió su abogado con suavidad.
-Si, bueno, pero no tanto como yo a frustrarle los planes-.
-Mmm…- un momento de silencio-. La buena noticia es que si aceptas sus deseos, de inmediato transferirá todas sus acciones de la empresa a ti. Lo tengo por escrito-.

Su corazón se helo. Muy bien, si su hermano quería entregarse a esos juegos, aceptaría el desafío. Pero no lo dejaría ganar. Encontraría un modo de obtener el control de todo…y entonces lo haría lamentar el día en que había intentado dictarle condiciones.

-Y yo estaré encantado de tomar el control de sus acciones, pero no haciendo exactamente lo que él quiere-.
-La verdad es que yo no veo otro modo. Tu hermano quiere que te cases y tengas un hijo. Y, de hecho, te lo ha anunciado y concedido dos años para ello-.
-Hay solución a todos los problemas Jugo. Mándame por correo electrónico o por fax toda la documentación necesaria para que pueda analizar lo que ha puesto por escrito y después hablare contigo- colgó y miro al hombre sentado enfrente-. ¿Por dónde íbamos…?- dijo, pasando a un ingles perfecto y centrándose en el asunto que en ese momento le ocupaba.
Suigetsu miro con cautela. No había entendido ni una palabra pronunciada por su jefe, pero había visto la ira en esos ojos y supo que debía ir con cuidado. Sasuke Uchiha tenía fama de ser justo en los negocios, pero también implacable cuando se trataba de deshacerse de las personas que no llegaban a los patrones altos por los que él se regía o no lo satisfacían de algún modo.
-Yo…decía que arreglaría la compra del restaurante…-.
-Ah, sí- cortó Sasuke-. Esto se esta alargando demasiado, Suigetsu. Y, con franqueza, empiezo a cuestionar tu modo de llevar la situación-.
-Comprendo que esta tardando más de lo que te gustaría, pero te aseguro que llevo el asunto de la mejor manera posible. Por ejemplo, me he asegurado de que la señorita Uzumaki desconozca que esta involucrado en el negocio. He recurrido a Madara, tu empresa subsidiaria, para todos los contactos que he mantenido con ella.
-¿Y que sentido tiene eso?- entrecerró los ojos-. Yo no hago negocios por la puerta trasera, Suigetsu.
-¡Puedo garantizar que es perfectamente legal!-se irguió-. Lo que he conseguido así es mantener el precio bajo, ya que ella desconoce la importancia estratégica que tiene para nosotros su edificio-.
-Aumenta la oferta Suigetsu, y cierra el trato- le dijo con displicencia. Tenía cosas más importantes de las que ocuparse.
-Con todo el respeto, no necesitamos incrementar la oferta. Creo que la indecisión de la señorita Uzumaki a vender se debe al hecho de que tiene un vínculo emocional con el edificio…aparte de que le preocupa que sus empleados pierdan el trabajo-.
-Bueno, entonces arregla que los redistribuyan en alguna parte de mi empresa. Voy a abrir un hotel nuevo al lado de ella, por el amor del cielo. Lo dejo en tus manos- recogió el maletín y llevo la mano al pomo de la tanto, almorzare aquí-.
-¿Aquí?- pregunto Suigetsu sobresaltado.
-¿Porque no? Parece un restaurante bastante decente y estoy justo delante. Sugiero que vuelvas a la oficina, hagas números y cierres el acuerdo esta tarde.

El calor lo golpeo como un néctar cálido después del frescor del aire acondicionado del coche. Era agradable estar en el exterior después del largo viaje desde Europa, agradable estar lejos de Suigetsu. Realmente se trataba de un hombre voraz. Pero se recordó que este era el motivo por el que lo contrataba. Necesitaba hombres que supervisaran cada operación en cada lugar, y Suigetsu era su hombre en Sídney. El objetivo que tenia era el de mantener a la compañía en forma y capaz de sobrevivir al duro clima económico. Y en general realizaba un gran trabajo. Se habían expandido; ese era el decimo hotel que tendrían en Australia.
Sin embargo, había que controlarlo. En ocasiones su ego parecía disfrutar demasiado del poder que ostentaba. Con ritmo pausado, cruzo la amplia acera al tiempo que observaba todos los aspectos del restaurante. No cabía duda de que la señorita Uzumaki había elegido un buen emplazamiento. El local se hallaba en una calle principal junto a un parque frondoso, pero lo bastante cerca del mar como para disfrutar de esas vistas desde la terraza superior. Era una pena que prácticamente estuviera incrustado en el edificio que el acababa de comprar.
Si alzaba la cabeza podía ver el nuevo hotel Uchiha levantándose detrás del restaurante, ocupando más de dos manzanas de la calle de Sídney. Estaba haciendo que rehabilitaran todo el lugar sin ahorrar en gastos. El nombre Uchiha era sinónimo de lujo y elegancia y ya estaba reservado al completo dos meses antes de que lo inauguraran.
La señorita Uzumaki era, literalmente, una espina clavada en su costado. Su restaurante tenía que desaparecer para hacerle sitio a algunas boutiques de marca y una nueva entrada lateral.
Al entrar en la zona de recepción noto con cierta sorpresa que los suelos de parque estaban barnizados y los sofás pálidos estratégicamente situados para que dieran a la vegetación del parque.
La señorita Uzumaki tenía buen gusto. El trazado y el diseño del local eran impresionantes. Y por lo que podía ver de la parte principal del restaurante, se hallaba bastante ocupado, con una clientela que parecía consistir principalmente de hombres de negocios. Pero había algunas mesas libres.
No había nadie detrás de la mesa de recepción y estaba a punto de entrar en el restaurante cuando se abrió la puerta detrás del escritorio y salió una mujer joven. Llevaba unas carpetas en una mano, un bolígrafo en la otra y parecía enfrascada en lo que fuera que ocupaba su mente.
-Buenas tardes, señor, ¿Puedo ayudarlo- pregunto distraída y sin mirarlo mientras dejaba las carpetas en la mesa.
-Si, quisiera una mesa para comer-.
-¿Cuantos serán?- siguió sin mirarlo; parecía buscar algo entre las carpetas.
-Solo uno- la observo lentamente. Adivino que tenia ventipocos años, aunque el traje oscuro que llevaba correspondía a una mujer mayor y no favorecía en nada su figura esbelta, mientras la blusa de abajo estaba abotonada seguramente hasta el cuello.
Divertido, pensó que parecía una profesora anticuada o una bibliotecaria del siglo XIX. Llevaba el largo cabello rubio retirado con severidad de la cara sujeto en un moño y lucia unas gafas de montura negra que parecían demasiado pesadas para su rostro pequeño.
Naruko encontró el archivo que buscaba y alzo la vista, interceptando el detallado análisis al que estaba siendo sometida. Y de pronto se ruborizo.
Y a había llegado a la conclusión de que era italiano y con un acento sexy que llegaba hasta la medula, pero el hecho de que también fuera increíblemente atractivo hizo que se sintiera mucho mas abochornada. ¿Porque la miraba de esa manera? ¡Como se atrevía!
-¿Cree que puede encontrarme un sitio?- pregunto con neutralidad.
-Quizá…un segundo y echare un vistazo- sabía muy bien que tenía varias mesas libres, pero no hacia ningún daño farolear un poco-. Si…- con el dedo trazo una línea imaginaria en el cuaderno de reservas-. Si, tiene suerte-.
Al oír eso, se mostro divertido. Y ella tuvo la impresión de que sabía muy bien que no había necesitado consultar las reservas.
Ella llego a la obvia conclusión de que era un hombre muy irritante. Y esos ojos atrevidos y penetrantes la estaban poniendo muy nerviosa.
Llevaba un traje de marca y caro y tenía el físico más perfecto y poderoso que había visto.
Estaba fuera de su alcance…era evidente que un hombre como ese solo saldría con las mujeres más hermosas del mundo, y, desde luego, ella no figuraba entre ese grupo.
Además, tenía cosas más importantes en las que pensar, como tratar de salvar su restaurante. En una hora tenía una reunión en su banco y debía ser capaz de convencerlos de que podía sobrellevar esta recesión, de lo contrario…bueno…lo podía perder todo.

-Hare que alguien lo acompañe a su mesa- miro alrededor en busca de la recepcionista, Temari, pero no la vio.
Ansiosa, se pregunto dónde estaba. No quería abandonar la seguridad del escritorio.
Sus ojos se encontraron por encima de la mesa.

-Lo siento…solo será un minuto-.
-Quizá debería acompañarme usted- dijo con un tono apremiante- Tengo una agenda apretada-.
-Oh…si, por supuesto- irritada consigo misma por ser tan patética, alzo el mentón y se puso en marcha.

No sabía que le pasaba. Uno de sus puntos fuertes era su habilidad para tratar con la gente. De hecho, sus clientes habituales se mostraban encantados cuando era ella quien estaba en la recepción, porque siempre los recordaba y era capaz de entablar conversaciones con ellos sobre sí mismos.
Sasuke la observo rodear el escritorio y guiarlo por el restaurante lleno. Llevaba zapatos bajos que no resaltaban nada sus piernas. Pero noto que tenía los tobillos bonitos y unas piernas bastante decentes…o al menos lo poco que podía ver de ellas. Para una mujer joven, quedaba claro que iba demasiado formal y seria. Era como si temiera que un hombre pudiera mirarla de cualquier modo que tuviera algo de sexualidad.
La idea lo intrigo.
Cuando ella se volvió para apartarle una silla, capto el modo en que la miraba y de inmediato recorrió una oleada de rubor al verse sometida al escrutinio de esos ojos negros, tal como había imaginado.
Quedaba evidente que la consideraba una mujer simple y de poco atractivo. Se dijo que eso importaba poco. No tenía tiempo para esas cosas; no obstante, no pudo evitar que le doliera.

-Llamare a una camarera para que le tome el pedido- musito.
-No- con firmeza, la detuvo antes de que pudiera marcharse-. Como ya he dicho, tengo prisa. Así que
usted puede apuntar lo que deseo-.

Lo observo abrir el menú. Una parte de ella quiso marcharse e ignorar esa orden. Pero por las buenas relaciones con los clientes, su parte sensata se lo impidió.

-De acuerdo- intento adoptar una actitud de trabajo y olvidar todo lo demás-. Le puedo recomendar los especiales del chef. Los Penne Arrabiata y los cannelloni-.
-¿Si?- volvió a estudiarla.

Probablemente, recomendarle comida italiana a un italiano no era su mejor decisión.

-Están muy buenos- alzo el mentón; sentía la máxima confianza en su chef-. Mejor que mi pronunciación de los platos, se lo aseguro-.

El rio.

-En realidad, no he pensado que su pronunciación italiana fuera demasiado mala. Solo tiene que mover la lengua alrededor de las palabras un poco mas- pronunciando los nombres de la comida con un tono lento y suave.

No supo que eso hizo que le hirviera la sangre. Distraída se pregunto cómo podía lograr que dos platos corrientes de un menú sonaran como una especie de preludio a un acto amoroso. [La magia de los acentos].

-Bueno…lo…lo...tendré en consideración- repuso con rigidez.
-Si, hágalo- una vez más sus ojos reflejaron un destello de diversión antes de centrar su atención en el menú.

Desconcertada, no supo porque la hacía sentir torpe e insegura…y consiente de sí misma como mujer.
Sasuke alzo la vista y percibió un destello de vulnerabilidad en esos ojos azules. Duro unos segundos, antes de ocultarlo detrás de esas pestañas largas con la típica expresión reservada y velada.

-¿Se ha decidido?- le pregunto, y jugo nerviosamente con las gafas que llevaba en la punta de la nariz.
Le extraño que pudiera haber impulsado esa expresión en ella, ya que no le interesaba. No era su tipo.
Cerró el menú y se lo entrego.
-Si, aceptare su recomendación y tomare los Penne Arrabiata-.
-¿Y para beber?- empujo la lista de vinos en su dirección.
-Agua, gracias, necesito mantener la mente despejada para realizar negocios esta tarde-.
-De acuerdo- fue a marcharse, pero él la detuvo.
-A propósito, ¿esta su jefa hoy en el restaurante?- pregunto.
-¿Mi jefa?- lo miro.
-Si. La propietaria del establecimiento- expuso con claridad.
-La tiene delante- la sorpresa que vio en sus facciones atractivas la divirtió.
-Usted es Naruko Uzumaki?-.
-Así es. ¿Quería hablar conmigo sobre algo?-.
-No, en realidad, no- por algún motivo, había esperado que le señalara a la mujer que en este momento se encontraba de pie en la recepció más joven de lo que esperaba que fuera-.
-¿Si?- se mostro desconcertada-. Tengo veintidós años. Lo siento, pero… ¿porque esta interesado?-.
-Simple curiosidad- sonó su celular y lo saco para contestar-. Gracias por la recomendación para el almuerzo- le dedico una sonrisa fugaz y se concentro en la llamada.

Sabia que la estaba despidiendo y agradecida se habría marchado en el acto, pero antes de poder moverse lo oyó decir: Si, Sasuke Uchiha.
Sasuke Uchiha. Permaneció rígida donde se hallaba. ¿Era el mismo Sasuke Uchiha que había comprado el hotel que había al lado de su restaurante?
Al ver que ella seguía sin mostrar atisbo alguno de moverse, tapo el auricular y alzo la vista.

-Gracias, pero me gustaría que me sirvieran la comida lo más rápido posible- expuso con sequedad.
-Si…si, desde luego- recuperándose, se marcho a hacer el pedido a la cocina.
-Todo listo para la reunión en el banco, Naruko?- le pregunto Teuchi, el chef, mientras depositaba dos platos sobre la encimera. Listos para que se los llevara una de las camareras.
-Si, tengo todo el papeleo en orden-.
-Llevas unos años dirigiendo un negocio con éxito. No pueden decir que no sabes lo que haces-.
-No, eso no lo pueden decir- sonrió. Cuando Teuchi había ido a trabajar con ella hacía un año y medio, la había tratado con una especie de desdén cauteloso. Pero un día, parte del personal no se había presentado y ella se había puesto a trabajar codo a codo a su lado. Desde entonces se habían llevado muy bien. Y recibir ese comentario era ciertamente un halago si salía de la boca de su temperamental chef.

-Estoy seguro de que todo irá bien- añadió el.

La tensión que se había sentido toda la mañana se reavivo. No quería decirle a Teuchi que no era tan optimista como él. Acababa de ser padre de una hermosa niña y necesitaba el trabajo…pero lo mismo sucedía con el resto del personal. Aunque eso al banco le iba a importar bien poco. Como tampoco le importaba que ella misma fuera la madre soltera de una niña de dos años y que prácticamente se quedaría en la miseria si su negocio cerraba. Para el banco, no era más que un número en un papel.
Y en ese momento los beneficios había bajado y los gastos se iban incrementando bastante… gracias al nuevo propietario, Madara. Lo que le inspiraba la sensación horrible de que la visita que iba a realizar al banco no sería agradable. Y dada la situación económica general, no creía que fueran a extenderle el préstamo.
Lo que significaba que o vendía a Madara o se enfrentaba a la bancarrota.
La sola idea le revolvió el estomago. Antes habría preferido vender a un monstruo devorador de seres humanos que a la empresa que adrede había intentado ahogarla. Pero si el banco decía que no, entonces Madara era su única alternativa viable.
A menos que…
Fue a las puertas de la cocina y miro por una de las ventanillas hacia la mesa de Sasuke Uchiha.
El podía ser su salvación.
Había creado un plan de negocios nuevo en torno al hecho de que el hotel Uchiha abriría junto a ella. La sencilla premisa era que el local seria un punto de acceso ideal a su hotel. Recibía mucho negocio de paso de la ajetreada avenida, mientras que el hotel estaría aislado entre jardines. Llevaba tres meses intentando ponerse en contacto con Sasuke Uchiha para contarle su plan y exponerle algunas ideas…que le darían a sus clientes un acceso lateral a su hotel a cambio de que ella pudiera seguir dirigiendo el restaurante ya había un patio que los conectaba. Solo tendrían que abrir las puertas para ofrecer acceso.
Le había escrito correos electrónicos a él y al presidente de la empresa, Itachi Uchiha, casi todas las semanas. Incluso les había adjuntado hojas de cálculo con números estimados de los ingresos que obtendrían. Pero sin éxito…no habían contestado a ninguna de sus cartas.
Pero en ese momento ahí lo tenía, a punto de comer en su restaurante.
Quizá fuera el destino. O quizá había leído sus ideas y le habían gustado. Después de todo, había pedido ver a la dueña del restaurante…había conocido su nombre.
Uff! Bueno, fue un primer capítulo algo largo, antes de que la gente empiece a decirme "Esa historia ya existe". Yo se que existe, la había leído antes, solo que no recuerdo donde, por esa razón no queda la idea de que sean dos ninjas con esa clase de nombres en medio de Australia, pero simplemente no pude evitar la idea de Sasuke y Naruko enganchados en una historia así.
Tratare de subir siguiente capítulo lo más pronto posible, pero también estoy tratando de graduarme así que lo subiré en cuanto tenga algo de tiempo libre.
Hasta el próximo capítulo!