Digimon no me pertenece ni su historia y personajes. Esto lo hago solo por hobbie.


El Bromista y el Ladrón


Prologo

Puedo sentir como la adrenalina recorre cada fibra de mi cuerpo mientras hago el cambio de velocidad en mi auto deportivo. Por el retrovisor diviso a la poca distancia un grupo de cuatro patrullas pisando mis talones; y no puedo evitar sonreír.

El motor del vehículo me indica que estoy excediendo la velocidad de la cuarta velocidad, y con un movimiento coordinado de mi pie pisando el embrague con mi mano hago el cambio a quinta.

—Veamos de que están hechos.

Con una excitación que hace tiempo no tenía esquivo un tráiler y me meto entre un par de autos que son como obstáculos en una carrera. Por el retrovisor de mi derecha veo como las patrullas no conseguían lo que yo y frenan para no estamparse contra los vehículos.

Estoy satisfecho por conseguir eliminar a mis perseguidores, pero esto no termina. Escucho como sobre mi cabeza el viento se rompe en un ruido que solo las hélices de un helicóptero pueden producir.

—Apoyo aéreo.

Sonrió ante el nuevo reto, y sé que esto solo es el comienzo de todo.

—Veamos que opinan sobre esto.

Bajo el vidrio de mi vehículo y saco mi brazo derecho, extiendo todo lo que puedo para que vean como de mi puño sale el dedo de en medio. Los estoy insultando de una manera que se ellos lo único que querrán es atraparme y demostrar que a ellos no se les burla.

Acelero a todo lo que mi vehículo puede llegar, y esquivo los vehículos que la autopista me va mostrando.

El sonido de las sirenas vuelve hacerse presente, y veo como del otro lado la autopista se acerca otro grupo de cuatro patrullas. Están listas para embestirme. Si quieren seguir jugando les daré uno que no olvidaran, bajo la velocidad lo necesario y con giro del volante me introduzco en la terracería que divide las autopistas.

La primera patrulla viene directo hacia mí a toda velocidad, y yo no accedo el camino. El protocolo indica que me deben detener de cualquier manera, y eso incluye usar las patrullas para embestir. Sin embargo, la velocidad con la voy y la que lleva mi oponente son tal que ninguno sobrevivirá en el momento de la colisión.

Me sujeto con mis manos al volante con tal fuerza que mi piel se hace más blanca de lo normal. No cederé el paso, y eso lo dejo claro cuando no cambio el trayecto.

No alcanzo a ver el rostro del oficial en la patrulla enfrente de mí, que se acerca peligrosamente, pero sé que está asustado. No cedo ni el cede, pero conforme nos vamos aproximando al otro puedo ver titubear la patrulla. Y en el último segundo se saca de mi camino con un movimiento del volante brusco que evita nos estrellemos.

Y la victoria es mía por el momento, porque detrás de la primera patrulla esta una segunda y tercera. En esta ocasión me van a querer llegar por los costados, pero no saben lo bueno que soy en el volante y cuando me van a colisionar doy ligero freno y con un movimiento del volante dejo a las patrullas colisionen una contra la otra.

Sacando a tres de las cuatro patrullas solo me queda una que he dejado atrás y ahora me persigue por la retaguardia, pero lo veo por el retrovisor.

—Solo quedas tu amigo.

Estoy por acelerar cuando un pitido irrumpe mi emocionante juego, bajo mi mirada solo para encontrarme con mi celular en una base cerca de la palanca de cambios. Suspiro ante el mensaje que me ha llegado, me estaba divirtiendo tanto con todo el embrollo de la persecución que es una lástima tener que dejarlo.

Con mi pie presiono el pedal de freno y con un ligero movimiento en el volante hago girar mi vehículo, que queda de costado hacia la patrulla. Y de la nada no solo tengo rodeando mi automóvil la patrulla que me perseguía sino a cinco más que se estrellan conmigo para no dejarme ir.

Una vez atrapado levanto mis manos en forma de rendición, pero los policías están ardidos y al bajar de sus patrullas me apuntan con sus armas. Sonrió de forma burlona y me cercioro que lo ven.

—Baja, hijo de puta —dice un oficial.

—Me encantaría, pero su patrulla se estrelló en mi puerta —le indico con un movimiento de mi cabeza—. Alguien tendrá que pagar por esto.

—Hijo de…, será mejor que bajes.

El oficial me toma por la ventana y me jala hacia afuera, me sorprende la fuerza con la que hace tal acción.

Termino rendido en el suelo con dos oficiales sobre mí doblegando mis brazos para ponerme unas esposas en las muñecas. Un tercer agente federal, de cabello pelirrojo, me está leyendo mis derechos y todo ese estúpido protocolo que tienen en la fuerza policial.

—¿Entiende sus derechos?

—Al pie de la letra.

Me levantan del suelo y con empujones me dirigen hacia la patrulla, y en mi camino voy saludando a los oficiales que me miran con rencor. Incluso le coqueteo a una oficial que no está nada mal, le pido que me llame y le lanzó un beso al aire; se sonroja y eso eleva mi ego.

—Será mejor que tengas una buena historia por todo lo que has hecho.

Asiento al entender que no solo se refiere al embrollo de la persecución, porque esta historia tiene un trasfondo. El agente cierra mi puerta y la patrulla arranca cuando este da un golpe al capote, voy en camino a la comisaria del estado donde seré interrogado y no puedo más que pensar en la grandiosa historia que tengo que contar.


Después de no cuanto tiempo sin escribir hoy vengo con una nueva historia que espero les agrade. Me gustaría aclarar que por mi falta de tiempo los capítulos serán cortos, un tanto más largos que este que es el prologo. Y esto lo hago para no dejarla olvidada ni estancada como mis otras historias que son de capítulos largos y que no veo justo escribir capitulo cortos que mal contrasten con lo que venían siendo. En fin, espero que disfruten de la lectura y nos estamos leyendo .

Au revoir.