Felicidad eso es lo que tu me das.{8}

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Maka Pov's

Una mañana, como cada día, caminaba a duras penas obligada esa era la obligación de una persona como yo.

¿Una princesa? No… es mucho decir, soy solo una muñeca de esta sociedad y mi familia en total. Unos arrogantes que solo desean que pronto el poder pasé a mi, ya que yo soy la única y la elegida para ser la expectante novia del Príncipe Ox Ford. Según todo el mundo la mejor decisión que pude haber tomado, según yo la obligación más terrible de mi vida.

- Princesa… ¿está cansada? –

- Princesa ¿desea un poco de té? –

- Princesa ¿quiere comer algo? –

- Princesa –

- Princesa –

Sus palabras taladran mis oídos y yo solo las miro con ira y cansancio, ¿no pueden dejarme sola? Creo que es la única acción que necesito para sentirme un poco mejor en este frío lugar. Un suave viento se levanto haciendo mecer mi cabello al compás de su sopló y como era de esperar todas las sirvientas aparecieron con mantas y abrigos para mi, dispuestas a complacerme. En lo que ellas creían era lo correcto.

Parecía una muñeca, un títere, lo que fuera. Siempre igual, sonriendo por que o si no mis padres lo encontraban contradictorio. ¡Como me gustaría ser libre como mis antiguos amigos! Los cuales ya no puedo volver a contactar.

Ordenes estrictas del príncipe.

Pero para poder sonreír siempre El estaba aquí, a pesar de que sea una insensatez, era la única persona en todo este enorme castillo que se preocupaba por MI y no por el dinero y lo demás. Simplemente por ser el, pude darme cuenta de que con quien uno podía sentir la felicidad absoluta.

Pero como siempre cantan las melodías, el destino no siempre quiere lo que nosotros deseamos.

Es una meta tan difícil de conseguir, soy una mujer encadenada a un matrimonio forzado que solo mi familia y mi prometido creen que es algo bueno. Hasta la familia del príncipe cree que es una loca idea de el y pronto se le pasara. Pero al parecer no es algo que este cercano a suceder.

Me gustaría ser libre, tan libre como una mariposa al viento. Tan libre como un pez en el agua. Tan libre, simplemente tan libre como una suave poesía.

¡PERO NO ES ASÍ!

Y mi alma es solo un trozo de canción, una canción encerrada y sin letra la cual solo el puede cantarla junto a mi, por que el solo se sabe la melodía y tiene la letra grabada en su corazón. Nadie ha podido descubrir la extraña sinfonía que mece mi alma, pero el SI.

Y eso es realmente lo único que importa.

- Princesa, es hora de entrar –

Solo asiento ¿qué más puedo hacer? ¿Negarme? No… eso es algo de lo cual no podría ni pensar. Me siento tan perdida en este lugar, es como si no fuera mió y no lo es, realmente no es mió. Mis pasos de princesa son suaves, mis gestos de princesa son tranquilos, mis pensamientos de princesa están rotos y corrompidos. Pero es lo único que nadie puede cambiar en mí.

Por suerte

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En mi habitación el silencio sepulcral es lo único que me anima, la necesidad de un nuevo día no es algo que quiera en este momento.

La sonrisa en mi rostro era algo inventado, el largo vestido solo servia para acompañar y devolverme a mi fría realidad. Todo era como una pesadilla de la cual no podía despertar, inversamente solo quería yo sumirme en un sueño y no volver a encontrar todo esto. La cara de mis padres, la sonrisa perturbante de Ox, ni nada de eso… esperaba que NUNCA más pasara.

Mi armario era solo mió, detrás de las cabinas estaba mi mayor secreto: pastillas.

¿Qué podían ser? Solo somníferas, pero después de algunas dosis el corazón también dormiría conmigo y ambos volaríamos felices fuera de aquí hasta el.

La ventana sonaba con el rugir del viento, pero entre tantos repiqueteos uno no pareció real, escondí una vez más el pequeño frasco blanco y cerré el mueble de madera de arce. Corrí casi como una desesperada hasta la ventana y la abrí.

Mi corazón saltó tan rápidamente, cuando me tope con tus brillantes y grandes ojos, eras tu… la única razón por la cual me encontraba viva y por la cual no tenia ganas de morir cada segundo. Tú eras la medicina para todo este veneno.

Sonreí con toda la felicidad guardada por mucho tiempo, era una sonrisa sincera de las cuales ya no había en mí, ahora solo me importaba esto. Solo esto.

- Maka… Princesa… - tu voz sonó tan ahogada que solo suspire.

- Soul – fue lo único que pronuncie. Eras la persona que hacia cantar a mi alma y la única que quería en toda mi vida – Soul - ¿para que emitir más palabras? No había por que hacerlo, todo cabía en la necesidad de un silencio y nuestras miradas llenas de gozo una contra la otra.

- Perdón, ayer me fue imposible venir por que… - moví mis manos, no tenias que dar explicaciones eran solo estupidas palabras.

Abrí mis brazos, mientras sonreía con toda la naturalidad del mundo, entendiste tan bien que me regalaste un abrazo que me lleno desde la punta de los pies hasta la coronilla de mi cabeza, me sentía tan llena, llena de felicidad, amor y todas esas hermosas emociones que solo TU podías provocar en este débil cuerpo.

Siempre has sido tu, la única persona, desde que te conocí, solo has sido tu.

Tus labios persiguieron los míos tan pasibles como siempre, casi no podía respirar por la emoción de este momento el cual NO podía ser todo de ninguna manera.

Tu mi amante secreto, mi galán de las estrellas, el alma de mi alma. Solo mí querido Soul.

Caímos sobre la suave cama de mi cuarto, la cual solo era tocada por mi cuerpo por las noches, la pasión era solo una compañera más en este tren hasta el fin del mundo, tus manos locas y calidas viajan por mi espalda con tanta suspicacia, mi cuerpo se encorvaba y se movía con la sintonía de tus contactos. Éramos dos jóvenes llenos de amor, entregándose por que sabíamos que no había más tiempo con el cual contar. Tus labios bajaron buscando mi desnudo cuello y yo solo deje salir un gemido de placer de mis labios, estaba tan a gusto entre tus brazos, tus calidos brazos y tú solo me sonreías cada vez que te alejabas para ver mi rostro. Hundiste una vez tu suave lengua en mi boca y yo te seguí el juego como una pequeña niña, cada sensación, cada momento estaba guardado en mi corazón el cual se alimentaba de estas cosas tan hermosas y llenadoras. Suspire molesta cuando te alejaste de mi cuerpo y te levantaste, solo reíste bajo para demostrar que no era algún problema.

- Soul…? – susurre confundida, incorporándome para estar frente a ti y tu ser.

- Yo… tengo que decirte algo, es breve – dijiste apenado, tu voz sonaba ronca y extrañamente nerviosa.

- no… no digas nada – susurre acercándome a ti, y hundiendo mi cara en tu ropa – eres la alegría más grande en mi vida, cuerpo y corazón. Mi alma solo tiene vida gracias a ti y eres el único que canta mi sintonía de canción – dije apegada a ti, sentí tus manos rodearme y yo suspire alegre.

Era la sensación más placentera que podía existir en mi cuerpo.

Pero, soy una princesa y tú un simple criado. Nada podía salir bien de eso.

La puerta se abrió con brusquedad, me aleje de ti a toda la velocidad posible, me voltee casi al segundo y ahí estaba Ox, el príncipe Ox y algunos de sus soldados. La cara de furia de el era una muestra más de que sabia de nuestro libre romance y que no estaba en nada de acuerdo con el.
Sentí como si algo se trizara en mi y sentí todo pasar tan rápido frente a mis ojos. Los soldados malvados te tomaron, tu gritaste, pateaste, estabas desesperado y yo estaba en shock… ¿Qué paso? ¡Que fue lo que salio mal!, mi mente gritaba, mi corazón gritaba, mi cuerpo gritaba.

- ¡SOUL! – grite dejando toda la cordura de lado, Ox me miro con el odio marcado en cada expresión.

- ¡CALLATE! – me grito y su fría mano golpeo mi mejilla izquierda, fue tan rápido que solo sentí el aire y luego el dolor me ataco, puse mi mano sobre el dolor. Baje la cabeza con tanta furia, solo era una débil chica que no podía hacer nada - ¡DECAPITENLO! – grito tan fuerte como pudo, levante la cabeza y vi a mi amado caballero blanco frente a mi, tenia la mirada rota y yo sentí las tibias lagrimas bajar por mis ojos, salir y salir.

Pero el solo me sonrió, como un amante enamorado.

- te amo – susurro, mientras los soldados de lo llevaban y yo rompí a llorar con toda la histeria y el dolor que existía en el aire.

- SOOOOOOUL! – mi voz estaba seca, y mi grito pareció solo rasgar la existencia, nada más, caí al suelo desaliñada, muerta y rota. El dolor dentro de mi era insoportable y no podía evitar llorar como si el mundo acabara.

Para mí, todo se iba con su vida.

Ox, no se había ido como yo creí, estaba parado frente a mi mirándome, me tomo del brazo con fuerza y me tiro sobre la suave cama a pesar de eso su brutalidad consiguió dañarme, se tiro sobre mi y comenzó a romper mi vestido con la furia de un animal hambriento, tenia miedo, estaba completamente aterrada. Gemí de dolor y miedo, después de terminar con mi ropa, lanzo la suya al suelo y se posicionó sobre mí.

Temblaba, lloraba, me destruía.

Sentí como entro dentro de mí, sin mi permiso, y un fuerte dolor físico lleno mis ojos de más lágrimas y mi garganta de gritos los cuales no podía cesar. Era insoportable, se movía con furia y lujuria, estaba completamente excitado y yo no podía ni pensar en fingir que también.
Era horrible, mi cuerpo era como su maniquí personal. Después de unos largos e interminables minutos salio de mi y me volvió a dar una bofetada pero esta vez en la mejilla derecha. Las lágrimas no dejaban de salir y estaba segura que me secaría si seguía así.

Se vistió y salio de la habitación, cerrando todas las puertas. Me moví haciéndome un bollito y comprobé que las sabanas de la cama estaban completamente ensangrentadas. La sangre de mi felicidad se fue allí.

Como un zombie, las lágrimas aun perforaban mis ahora rojas mejillas, llegue hasta mi dulce armario y saque de su hermoso escondite las pastillas de mi felicidad. Si el no existía ¿cuál era mi necesidad?. Abrí casi como desesperada el frasquito blanco de las desechas, las eche a mi boca. TODAS. Y con un poco de agua las pase.

En mi suave cama, tome un papel y un lápiz, y en mis últimos minutos escribí una hermosa carta. Donde podía contar todo lo que pasaba por mi mente. La cual solo tenia un remitente, mi amado Soul.

Sonreí complacida con mi acto, deje la preciada carta sobre el armario y saque la única fotografía en la cual estaba feliz, el único recuerdo de que el y yo fuimos algo más que un simple corazón. El sueño pesaba mis parpados, me puse la única prenda que tenia de mi antigua vida, un vestido blanco, simple y veraniego, me recosté en mi cama, aun ensangrentada abrazando la pista de mi existencia.

Nunca pude pedir una vida mejor, estoy segura que al escribir mi destino algo no salio bien.

Pero la poca felicidad que sentí, la cual fue de verdad fue con el.

Aquella persona que cantaría conmigo la canción de mi alma…