Título: No me acuerdo de ti
Autor: Jerico Cacaw
Negativa (¡Hey! ¡Eso dice el diccionario!): No soy dueña de las Tortugas Ninja. En serio.
Resumen: Cuando de la noche a la mañana la familia crece en un miembro y nadie más parece darse cuenta de que no siempre fue así, corresponde a Leo el corregir las cosas. ¿El problema? Que no está seguro de los motivos que le mueven a hacerlo. Esta es una historia con una Quinta Tortuga, y un giro inesperado. O al menos esa es la idea.
Notas del Autor: Mientras escribía esto, Jessiy Landroz publicó una historia llamada Stop, en la que tiene lugar una conversación entre Mikey y Leo cuando eran pequeñas tortugas, la cual cae perfectamente en este universo en que escribo. Aunque puedo jurar que mi idea nació antes de que dicha historia llegara a tengo que reconocer que la Parte Uno cambió ligeramente debido a su existencia.
También debo decir que comencé a escribir esta historia en inglés (como I don't remember you), de hecho las Partes Uno, Dos y Tres van a ser traducciones del inglés al español; pero alguien (¡hola, Medeah!) me hizo notar que hay que apoyar a nuestra sección en español, y no podría yo estar más de acuerdo. Espero que esto se me dificulte un poco, porque estoy acostumbrada a pensar en las tortugas en inglés. Es esporádico el acceso que tengo al programa de TV, y lo que sé del tema es por la Internet; pero con su apoyo P sé que lo puedo lograr.
---
Parte Primera
Leonardo (1era persona)
---
Era una noche oscura y tormentosa.
Cualquiera pensaría que estábamos en medio una de esas ridículas películas de terror que tanto gustan a Mikey. Una falla en el suministro de energía mantenía en penumbras esta parte de la ciudad, la lluvia elevaba la humedad del aire que viajaba por las alcantarillas, y el murmullo de agua al escurrir tampoco era de mucha ayuda para cualquiera que intentara levantarse los ánimos.
El Maestro Splinter no se encontraba entre nosotros, por lo que me consideré afortunado cuando Raph estuvo de acuerdo en que ésta no era una noche para andar fuera. Terminamos los cuatro amontonados en el sofá mientras las velas a nuestro alrededor hacían palpitar las sombras; Donnie había propuesto que el generador únicamente se empleara para mantener funcionando el refrigerador, ya que no sabíamos con certeza cuanto tardaría en regresar la electricidad. Estuvimos de acuerdo: el desperdicio de comida es algo que nos molesta a todos por igual.
Sabíamos que ésta era la noche perfecta para una de aquellas pesadillas que tanto perturban a Mikey, razón por la cual nos encontrábamos acurrucados en un revoltijo de mantas y almohadas, tratando de distraerle platicando acerca de cualquier tema leve e insustancial que nos viniera a la cabeza. Me sonreí, preguntándome qué diría el Maestro Splinter si nos viera en este momento.
… probablemente prepararía té y hablaría con nuestro hermanito hasta que éste se relajara lo suficiente para conciliar el sueño…
Pero si Mikey se despertase asustado y gritando, seríamos Donnie, Raph o yo quienes fuéramos a consolarle; porque aunque nadie lo dijera en voz alta, sabíamos que ya no éramos unos críos. Sí, aún acudíamos a nuestro Sensei en busca de guía y consejo; ¿pero consuelo?
Esa era una historia diferente.
Él lo aceptaba sin reproche, aunque dejaba claro que esa parte de él siempre estaría ahí para nosotros.
En todo caso, tratábamos de actuar como jóvenes adultos, cada uno dentro de sus límites. Esto trajo responsabilidades adicionales pero al mismo tiempo implicaba algunos privilegios, como el que nos dejaran solos en casa durante una semana, mientras nuestro padre se iba a meditar a algún lugar en los alrededores de la ciudad de Nueva York.
Debo de reconocer que sería más feliz si pudiera dejar de preocuparme tanto por nuestro Maestro; pero si he de ser honesto, obsesionarme con lo que no está bajo mi control es una de mis debilidades, y aún no he encontrado la forma de hacer desaparecer los pensamientos más inquietantes. Aún así nada perdía con intentarlo, por lo que me propuse encerrarlos en un oscuro rincón de mi mente mientras me concentraba en nuestros alrededores.
Estaba yo en la esquina izquierda del sofá, con Donnie ligeramente recostado sobre mí y Miguel Ángel desvergonzadamente despatarrado sobre nosotros mientras platicaba felizmente. Raph estaba en la esquina contraria, tan lejos como podía estar en este sobre poblado sofá, retirando frecuentemente los pies de Mikey de su propio regazo.
Si alguien me lo preguntase, podría jurar que un minuto atrás la plática consistía en combinaciones de pizzas poco probables, por lo que no tenía ni la más mínima idea de cuando cambiamos de tema.
"Mikey, eso es prácticamente imposible," decía Donnie. "Ella tendría que haber mutado al mismo tiempo que nosotros, ya que las propiedades de esa producción de mutágeno eran las más estables. Y de haber ocurrido lo que dices tendríamos que estar enterados. Piensa en ello, Bishop no estaría tras de nosotros a cada rato si tuviera otros sujetos disponibles."
"Sí, ¿pero que ocurre si ya no están disponibles? ¿Qué tal si los disecaron o los voltearon al derecho y al revés tantas veces que ya no se encuentran en buenas condiciones? ¿No tirarías tú los sujetos, ahh, estropeados, y escogerías unos nuevos?"
Era obvio que Raph buscaba fastidiar a Donnie, y la cara de este último corroboraba su éxito.
"¡Raph, no seas bruto! Estas hablando de tu familia y de criaturas como nosotros. ¡Podrías al menos mostrar algo de respeto!"
"Además, ¿qué podríamos hacer con una chica tortuga si estuviera estropeada?" añadió juguetonamente Miguel Ángel, ganándose una mirada de desaprobación y una sonrisa de autosuficiencia por parte de nuestros hermanos.
"Así es, Mikey, ¿que podrías hacer tú con una chica tortuga, estropeada o no?" señaló Raph, sus gestos demostrando que el doble sentido de sus palabras no era casual.
No me agradaba el giro que le estaba dando a esta conversación. Estoy de acuerdo, el que ya no fuéramos niños pequeños significaba que el tema del sexo no era extraño en nuestras pláticas, pero la idea tácita de esta noche era que ayudaríamos a Mikey mientras nos permitíamos actuar un poco infantilmente de nuevo. Por fortuna, mi hermano pequeño no le siguió la corriente.
"¿No sería eso grandioso, tener una hermanita? Y sí escuché lo que dijiste, Donnie, pero así es como me la imagino. La cuidaríamos, y veríamos las caricaturas juntos. Tú podrías enseñarle muchas cosas, y estoy seguro de que ella sería capaz de convencer a Raph de cualquier cosa con un guiño de sus bellos ojos."
"Deja que lo intente," gruñó Raph. "Pero estoy de acuerdo en que las mujeres son unas malditas manipuladoras, aún las más chiquitas."
"Y las estadísticas señalan que las niñas son más maduras que los niños," dijo Donnie, ignorando deliberadamente las groserías de Raph. "¿No te agradaría eso, Leo?"
Se volvieron a mirarme, esperando una respuesta que no quería compartir; porque, a diferencia de ellos, yo parecía estar tomando este asunto muy en serio, lo que me fastidiaba bastante.
"Bueno, no sabría decir. Tener otra persona madura en casa sería una bendición," coincidí, lo que les hizo sonreír ya que evidentemente esperaban que dijera algo por el estilo. "Pero eso de que sea más joven que nosotros, eso puede convertirse en un problema."
No esperaba réplica de su parte, considerando lógico que ellos supieran a qué me refería. Nuestras vidas eran un peligro tras otro, y tener un niño pequeño en ella solo elevaría el riesgo para toda la familia. Aún no logro entender como fue que el Maestro Splinter pudo arreglárselas solo con nosotros cuatro, aunque debe decirse que los Ninjas del Pie y los Dragones Púrpura no formaban parte de nuestra vida cotidiana por aquella época.
"Así que dices no porque no quieres otra responsabilidad sobre tus hombros."
Déjale a Raph el encontrar un ataque en todo lo que digo. Pero viendo a Mikey y Donnie me di cuenta de que ellos parecían estar de acuerdo con lo que nuestro hermano dijo, así que me tomé unos momentos para pensar mis próximas palabras, tratando de hacerlas lo más claras posibles.
"Chicos, ustedes no son una carga, nunca he pensado en ustedes de esa forma," comencé. "Pero piensa en lo que propones, Mikey. Nosotros nos teníamos el uno al otro mientras crecimos; ella no tendría niños de su edad cerca, no en la familia y ciertamente no como amigos."
Se mantuvieron en silencio, lo que aproveché para continuar con mi pequeño discurso.
"Y somos Ninjas; podemos cuidar de nosotros mismos, y lo mismo aplica al Maestro Splinter. Pero ella, siendo más joven, no sería capaz de hacer lo mismo. Uno de nosotros tendría que permanecer a su lado todo el tiempo, especialmente porque nuestro Sensei no se está volviendo más joven. No creo que sea justo hacerle responsable de un niño otra vez." Miré a cada uno de mis hermanos, deseando que entendieran. "Y tampoco sería justo para ella el crecer en medio de nuestras circunstancias actuales. Nosotros disfrutamos de una infancia hasta cierto punto estable, pero no seríamos capaces de ofrecerle a ella lo mismo en este momento de nuestras vidas."
Mikey gesticuló durante un rato, pensando en algo que decir. Entonces sus ojos brillaron y una sonrisa regresó a su cara.
"¿Pero, y si ella fuera de nuestra misma edad?" propuso. "Como dijiste, Donnie; si ella mutó al mismo tiempo que nosotros, entonces tendría quince años también."
"Dije que era más probable que ocurriera de ese modo, Mikey; no pongas palabras en mi boca, porque yo no he dicho que eso realmente ocurrió," le regañó Donnie.
"Además, el que tenga quince años no significa que pueda defenderse a sí misma," añadió Raph, ¿y no era extraño que yo estuviera pensando exactamente lo mismo? "Mira a Abril, ella es mayor que nosotros pero de todas formas hemos tenido que salvarle el pellejo más de una vez."
"Pero puede ser Ninja también, ¿no es así?" dijo Mikey, estirando el cuello para mirarme directamente a los ojos.
"¿No sería eso altamente improbable, otra tortuga mutante con conocimientos de Ninjitsu?" pregunté, y Donnie movió la cabeza afirmativamente. "Más aún, no sabemos si quien la entrene sería amigo o enemigo, ella podría terminar peleando contra nosotros."
"Hombre, te encanta complicar las cosas." Mikey puso los ojos en blanco mientras Raph se reía de su comentario. "Siendo nuestra hermana, no hay forma de evitar que ella sea Ninja y uno de los chicos buenos, como nosotros."
"¿Estamos hablando de posibilidades reales o solo de teorías insensatas?" fue la contribución de Donnie. "Porque Leo parece estar refiriéndose a lo primero mientras que tú andas fantaseando con lo segundo."
"¿Es que no pueden dejar de sobre analizar todo ustedes dos?" gruñó Raph, empujando las piernas de Mikey nuevamente, esta vez con un poco más de fuerza que la necesaria. Solo mi intervención y la de Donnie evitaron que nuestro hermanito cayera al suelo.
"¿Qué tienen de malo las fantasías?" dijo, una vez que estuvo nuevamente acomodado. "Es decir, podemos imaginar cómo sería ella, y pretender que es real y ha sido parte de la familia desde siempre."
Esto me pareció bastante improductivo, pero Raph parecía dispuesto a participar.
"¿Qué, como esto? Digamos, ella es verde y tiene quince años," dijo burlonamente.
"Es una tortuga Ninja," bromeó Donnie a continuación. "Oh, y nuestra hermana también; no es algo que podamos olvidar."
"Sí, sí. Ya nos habíamos puesto de acuerdo en eso," interrumpió Mikey. "Ella es tan bella y divertida como yo."
"No, demonios. Pobre chica," Raph detuvo una patada de nuestro hermano, quien no parecía realmente ofendido.
"Es curiosa e inteligente, y entiende las cosas sin necesidad de explicarselas una y otra vez," continuaba Donnie.
"Pero sabe cuando mantener la boca cerrada," añadió nuestro propio amargosito. "Y es una peleadora de muerte, que puede darle fácilmente una tunda a Leo."
Y los cerdos vuelan.
"¿Qué hay de ti, Leo? ¿Qué puedes decir de nuestra hermanita?" preguntó Mikey y los tres voltearon a verme. Otra vez.
"Uh …" dudé.
"¿Sí?" dijo Mikey, invitándome a continuar.
"Ella es…" me detuve nuevamente, y suspiré antes de seguir. "Ella no es real. Lo siento, Mikey. No puedo hacer esto."
La decepción que se reflejó en su rostro me hizo arrepentirme inmediatamente de mis palabras, pero ni aún así encontré algo que decir.
"Y yo que me preguntaba cuándo se presentaría el Señor Diversión," murmuró Raph. Donnie compartió conmigo un remedo de sonrisa, lo que me hizo sentir aún peor.
¿Por qué no podía seguirles la corriente, aunque fuera con el único propósito de mimar a mi hermanito? No pude resistir el impulso de explicarme, aunque fuera para que dejaran de pensar que era yo tan patético como creían.
"Es que no creo que necesitemos una hermana."
"¿Por qué es una chica?" preguntó Donnie; no pude creer lo que estaba insinuando.
"¡Vamos, Don! ¡Tú me conoces mejor que eso!" me defendí. "Que sea hombre o mujer no significa nada para mí; es más, no me importaría si alguno de ustedes fuera una chica."
"Ese tendría que ser Raph…" se mofó Mikey, cambiando de opinión al ver la reacción de Raph, "o Donnie."
Mikey terminó en el suelo, circunstancia que aproveché para levantarme del sofá. Me estaba cansando de esto; ser atacado a altas horas de la noche por mis propios hermanos no ayudaría a mejorar nuestra relación. Don y Raph tendrían que ser suficientes para Mikey, porque yo no podía soportar un segundo más junto a ellos.
"Leo, por favor quédate," Donatello me agarró el brazo. Miguel Ángel estaba todavía en el suelo, tratando de liberarse de la trampa de cobertores con la ayuda de Raphael. "Me disculpo, ¿de acuerdo? No era mi intención ofenderte."
"¿Y porqué debería quedarme, Don? Es obvio que no pensamos lo mismo, y cualquier cosa que diga terminará en discusión."
"Podrías mantener la boca cerrada y simplemente disfrutar la compañía," refunfuñó Raphael, jalando un cobertor con fuerza, y haciendo que Mikey rodara y se desenredara con un gritito.
"¿Qué crees que he estado haciendo los últimos diez minutos?" Me liberé de Donnie, acercándome a rápale más de lo sanamente aconsejable. "¡Eso es exactamente lo que he estado haciendo, y no tengo ganas de continuar!"
"Bien, entonces di lo que sea que tengas que decir," se acercó, sin ocultar el desagrado en su voz.
"Adivina qué, Raphael, ya lo hice," señalé, y mis próximas palabras salieron claras y lentas como si fuera la única forma en que ellos pudieran entenderlas. "No. Creo. Que. Necesitemos. Una. Hermana."
"Hey, chicos, no hay problema; hablemos de cualquier otra cosa," dijo Mikey, aunque sin atreverse a separarnos.
"Aún no, Migue," declaró Raph, si apartar la vista de mí. "Nuestro Valeroso Líder aún tiene que explicar quién lo nombró Dios para decidir acerca de esto."
"No necesito que nadie lo haga, Raphael; soy parte de esta familia y eso me da derecho a decir lo que pienso, ¡aún si tú no estás de acuerdo!" No era esta la forma en que comúnmente me comportaba, lo sabía, pero eso no me detuvo. "Nuestra familia es perfecta tal cual es, y no me parece que necesitemos una hermana u otro hermano o cualquier otro integrante que se les pudiera ocurrir, excepto…"
Logré callarme antes de que las próximas palabras dejaran mi boca, pero el daño ya estaba hecho. Con el enojo abandonándome, guardar silencio era la única forma de mantener el poco orgullo que me quedaba.
"¿Excepto qué?" preguntó Raphael, cruzándose de brazos en una pose puramente Raphael.
"¿Una novia?" ofreció Mikey.
"Mikey, por favor no ayudes," rogó Donatello, enterrando la cara en una almohada. Emergió segundos después, más compuesto. "¿Decías, Leo?"
"No es nada," negué con la cabeza y empecé a retirarme. "Me voy a la cama."
"Oww, vamos, Leee-o." Mikey gimoteó, con ojitos de cachorro y todo. "¿Porfis?"
Hombre. Para creer que Mikey es una inocente criatura necesitas no haberte encontrado con él antes; es un pequeño manipulador… Usualmente puedo ver a través de sus maniobras, pero ya había tenido demasiado esta noche. Así pues, admití la derrota.
"Iba a decir que una mamá estaría bien." Mis hermanos guardaron silencio, sorprendidos por mi confesión. No era esa la reacción que estaba esperando. "¿Ven? Sabía que no comprenderían. Solo… olvídenlo."
Me retiré a mi habitación, dejando que se encargaran de sus propios asuntos, rogando que hicieran caso a mi última solicitud. Tal vez yo debería olvidarme de ello también, los problemas que de por sí traigo en la cabeza son más que suficientes. Y dormir estaba fuera de cuestión, así que esperaba que la meditación fuera de alguna ayuda.
---
Horas más tarde, todavía no puedo creer lo que dije, especialmente porque las cosas no se desarrollaron como me lo imaginaba. No fue tan embarazoso como podría haber sido, pero ello podía atribuirse al hecho de que salí corriendo de allí antes de que Raph y Mikey se recuperaran de la sorpresa. Nada podría hacerse para evitar las burlas a las que someterían, pero no era eso lo que me preocupaba en este momento.
Era algo completamente diferente.
Por primera vez en muchos días traía dentro algo más que ira, ya fuera contenida o no. Era una tristeza que nunca había sentido con tal intensidad, relacionada con la última cosa que cualquiera esperaría de mí. Algo que he anhelado a pesar de comprender que nunca lo tendré. Una mamá.
Estoy seguro de que mis hermanos han pensado en ella al menos una vez en su vida, pero nunca nos hemos sentado los cuatro a hablar de ello. En cambio, recuerdo una ocasión cuando el tema surgió entre Mikey y yo, pero era principalmente él quien hablaba, preguntándose si nuestra madre nos extrañaba. Para él, ella estaba ahí afuera, aún si se encontraba en un lugar lejano. Para él, ella era real; sus palabras lo demostraban, con esa inocencia de la que aún conserva un poco, entre sus rasgos el que más envidio.
Yo no soy como él. Aún cuando tenemos la misma edad, en ese entonces yo ya había entendido que la madre con la que Mikey soñaba nunca había existido y nunca lo haría. No podía pensar en nosotros de la forma en que él quería porque, aún si estuviera viva, no había en ella rastro alguno de aquella inteligencia que hacía la diferencia entre animales y humanos (o semihumanos). Tan difícil como fuera admitirlo, ella no tenía un alma como las nuestras. Podía ser nuestra madre biológica, pero eso no significaba nada en realidad.
Me hace sentir enfermo cada vez que pienso de esta forma. Racista es la primera palabra que viene a mi mente, y no puedo evitar comparar mis propios sentimientos con los de quienes nos consideran menos que humanos.
Chauvinismo, xenofobia, prejuicio.
Intolerancia, discriminación, segregación.
Más de una vez no he dormido por mi necesidad de encontrar una excusa, la que fuera, para hacerme sentir menos sucio. Pero todo lo que logro es ser más consciente de mi propio egoísmo, sabiendo que todo el respeto y amor que siento hacia el Maestro Splinter, simplemente no sería lo mismo si él fuera una rata común y corriente. Sí, tuvimos una madre, pero ella no era la madre que yo necesitaba. Y pensar en la madre que deseaba se sentía como una traición hacia la verdadera, así que no me permitía hacerlo.
De la misma forma que no me permitía pensar en una hermana que nunca existió.
Nosotros somos la evidencia de que los humanos y los animales no son tan diferentes, después de todo; porque no importa qué tan asombroso sea el mutágeno, aún no puede jugar el papel de dios. Nos mutó pero no nos hizo ser, no nos dio un alma. Ya teníamos una de esas, la sustancia únicamente hizo que ésta evolucionara en lo que ahora somos. Y antes de que ello ocurriera no había nada que nos hiciera especiales; podía haber sido cualquier otra criatura en nuestro lugar. Pensar en todos aquellos que pudieron haber sido solo incrementaba la culpa. Me fue dada una oportunidad que muchos nunca recibirían; su número, millones de billones, es tan grande que no entiendo como sobrevivo bajo tanto peso.
No hay forma en que pueda hacer lo suficiente de mi vida para demostrar que merezco esto.
No hay forma en que pueda dejar de intentarlo.
Para mis hermanos, el juego de Mikey es solo eso, un juego. Lo único que puedo hacer es esperar que sigan siendo así, de la misma forma en que espero que alguien venga y haga que mis preocupaciones desaparezcan. Sé que tenemos al Maestro Splinter, pero algo me dice que esto es algo que solo las madres pueden lograr.
Entonces pienso en mi madre, una pequeña criatura que nunca sabrá que somos sus hijos, y mi alma llora por la mamá que nunca tendré.
---
NA: Amablemente les invito a que lean y revisen; trataré de actualizar esta historia tan rápido como pueda y sí, sé que me estoy metiendo en camisa de once varas al tratar de publicarla en inglés y español al mismo tiempo. Si alguien de los que lea esto está esperando una actualización de alguna de mis otras historias (en inglés), ¡no se preocupen! Estoy trabajando en ellas. Y, uh, ¿cómo le dicen a Mikey en español, Miguelito? La verdad, no sé.
---
