Ninguno de los personajes de Harry Potter son míos, todos le pertenecen a JKRowling.

Bienvenidos a mi nuevaaa historiaaaaaaaaaaaaaaaaaaa MUAJAJAJAJJA aquí yo molestándolos un rato más con mis ocurrencias, quiero dejar en claro que no dejaré la otra historia que estoy escribiendo "Siendo una Malfoy" Esta se me ocurrió mientras pensaba en que escribir para el cap 14 (que ya está colgado) Espero que les guste.

Resumen completo: Nuestra pelirroja favorita vive en un hermoso cuento de hadas. Novio perfecto, mejor amiga perfecta, notas perfectas, todo es perfecto, hasta tiene un enemigo perfecto. Una fiesta explosiva, un rubio oxigenado y una mezcla de hechizos harán que descubra que sus hijos no tienen el padre que ella desea. Total caos en la vida de Ginevra Molly Weasley y todo por un viaje en el tiempo. (No es mucho más largo, pero era mi idea del resumen perfecto)

Capítulo 1: La fiesta explosiva.

22 de noviembre de 1994,

Ginny Weasley y Draco Malfoy sancionados con un castigo de tres meses limpiando libros con la Sra. Pince todos los días sin falta desde el final de sus clases hasta las 8 de la noche, ni un segundo más ni un segundo menos. Si la Sra. Prince no necesita de sus servicios de limpieza, ambos muchachos deben ser vigilados por la misma mientras están JUNTOS en todo momento (Pueden llevar sus deberes o sacar algún libro y leer.) Todo este castigo se está llevando a cabo ya que los susodichos casi matan a, por lo menos 30, de las lechuzas del colegio, atacar gravemente al conserje del colegio, el Sr. Filch e incinerar a su gata y para ver si por fin logramos acabar con la rivalidad de estos dos muchachos. Por suerte no hubo ningún muerto. De no acatarse las normas establecidas el castigo se extenderá 2 meses más.

Atte. Sub dirección.

McGonagall terminó de escribir la carta sancionatoria y se la entregó al profesor Snape para que le diera la última chequeada, el cual asintió notablemente cambiando el dos del castigo extendido por un 4.

-¿No te parece un poco exagerado, Severus? – Inquirió Minerva levantando una ceja.

-Si lo dejas en dos meses no se portaran bien, la extensión debe parecerles una locura para que realmente se comporten. – McGonagall sonrió de lado y le dio un toque a la carta con su varita y esta se multiplico. Ahora tenía tres cartas, en una escribió. Albus Dumbledor y en las otras dos el nombre de los susodichos.

-Eres un reverendo idiota, Malfoy.

-Todo fue tu culpa, Comadreja. Si tuvieras media neurona en el cerebro esto no hubiera ocurrido.

Ambos se encontraban sentados en el piso afuera del despacho de la sub directora Minerva McGonagall por tercera vez en el mes. Se habían peleado tantas veces a gran escala que McGonagall ya no quería verlos y había decidido escribir una carta y después entregársela. La primera vez, Draco había dicho un comentario insultante a la pelirroja sin tener en cuenta que esta se encontraba en unos días del mes donde las mujeres no deben ser molestadas. Conclusión; el pasillo que da al comedor estuvo inhabitable durante un mes, castigo de 3 semanas. La segunda vez, Ginny le había mandado un vociferador con la voz de una muchacha diciéndole que la había decepcionado la noche anterior. Conclusión; pelea de comida en el gran comedor, castigo por 4 meses. Esta vez la visita al despacho de la profesora se debía a que…

FLASHBACK

Ginny se encontraba atando una carta a la pata de una hermosa lechuza negra, era la primera vez que veía a esa lechuza y se había enamorado de ella al primer momento. Le estaba enviando una carta a su hermano Charlie, pidiéndole pasar las vacaciones de invierno con él en Rumanía, hace mil años que no lo veía y lo extrañaba muchísimo. Aparte de todo no quería pasar navidad con su hermano y con sus amigos ya que eso implicaba ver más a Harry.

Una delicada lágrima recorrió su mejilla. La limpió rápidamente, había jurado nunca más volver a llorar por Harry Potter, si él quería estar con Cho Chang a ella no tenía ni por que importarle. Ella lo quería, él lo sabía, solo quedaba esperar.

-Comadreja, deja ahora a esa lechuza donde la encontraste. – Ginny volteó asustada hacia donde provenía la misteriosa voz, al descubrir quién era el susodicho tranquilizó su mirada y continuó atando la carta a la pata de la lechuza.

-No me molestes, Malfoy. – Sentenció Ginny. Draco se acercó peligrosamente a ella y tomó la mano con la que estaba atando la carta. Ginny lo miró con odio. – Suéltame, me estás haciendo daño.

-Aún no me las pagas por el vociferador. – La voz de Draco irradiaba veneno, nunca nadie lo había humillado de esa manera. Ginny emitió una risa fingida y se zafó del agarre del Malfoy.

-Mira, rubio oxigenado… El hecho de que mi cabello haya terminado con más jugo de naranja que mi vaso creo que es suficiente venganza por algo que ni siquiera yo hice. ¿Acaso no es posible que alguna de tus asquerosas conquistas arrastradas no haya terminado del todo satisfecha?

Draco se volvió a acercar peligrosamente a la pelirroja, pero esta vez no la tocó, solo se aproximó tanto a su rostro que sus narices casi chocaban, logrando que ella se pusiera algo nerviosa. O eso era lo que él creía.

-¿Acaso quieres comprobar que ninguna se quejaría? – Ginny sonrió de lado y murmuró algo. De pronto Draco se vio bañado de moco. - ¡Eres una maldita comadreja! Me las pagaras.

Y así se desencadeno una de las peleas más grandes de Hogwarts dentro de la lechucería

FINFLASHBACK

-No tenías por qué tocar mi lechuza. – Murmuró Draco molesto cruzándose de brazos.

-¿Cómo planeabas que supiera que era TU lechuza? No dice tu nombre, idiota. Realmente haces que me hierva la sangre. – Draco la miró asqueado.

-¡Aj! No gracias, no tengo ganas de generar absolutamente nada en ti.

-¡Idiota! Tú jamás generaras algo en mí. – Respondió Ginny totalmente asqueada.

-Hago que te hierva la sangre, por lo tanto genero odio en ti…

-No mereces ni mi odio.

-Tú no mereces ni siquiera poder pensar en mí, eso ya es demasiado para ti.

La puerta se abrió justamente cuando Ginny amenazaba a Draco con lanzarle otro mocomurcielago si seguía diciendo tal cantidad de tonterías. El profesor Snape los miró duramente, saco las cartas que McGonagall había escrito para ellos pero antes de entregárselas le dio un toque con su varita.

-Sus castigos. Oigo media queja y se aumenta un mes más. – Se las entregó y continuó caminado hacia las mazmorras. Ambos muchacho se miraron asustados y después miraron asustados sus cartas.

Nunca en toda su estancia en Hogwarts les habían dado un castigo por escrito, eso debía significar que los profesores no querían escuchar sus quejas.

-Esto no se ve nada bien, Wesley. – Musitó Draco rompiendo delicadamente el sobre con su nombre. Ginny había destruido el sobre y leía rápidamente la carta.

22 de noviembre de 1994,

Ginny Weasley y Draco Malfoy sancionados con un castigo de cuatro meses limpiando libros con la Sra. Pince todos los días sin falta desde el final de sus clases hasta las 8 de la noche, ni un segundo más ni un segundo menos. Si la Sra. Prince no necesita de sus servicios de limpieza, ambos muchachos deben ser vigilados por la misma mientras están JUNTOS en todo momento (Pueden llevar sus deberes o sacar algún libro y leer.) Todo este castigo se está llevando a cabo ya que los susodichos casi matan a, por lo menos 30, de las lechuzas del colegio, atacar gravemente al conserje del colegio, el Sr. Filch e incinerar a su gata y para ver si por fin logramos acabar con la rivalidad de estos dos muchachos. Por suerte no hubo ningún muerto. De no acatarse las normas establecidas el castigo se extenderá seis meses más.

Atte. Sub dirección. Y el profesor Snape

Snape había incrementado notablemente los números del castigo al ver que seguían casi matándose fuera del despacho de McGonagall y había pasado de ser un castigo horrible a ser uno realmente despiadado.

-¡Esto no puede ser posible! – Gritó Ginny rompiendo la carta en mil pedazos.

-Que la rompas no quita que tengas que hacerlo, comadreja.

Ginny bufó de indignación y comenzó a caminar hacia su sala común totalmente molesta. ¡¿Qué se creían esos malditos profesores para darle un castigo de esa magnitud? Y ese maldito Malfoy, un idiota. Ahora no podría irse con Charlie a Rumanía, ni con su familia en navidad, era simplemente un asco.

-¡Nos vemos mañana en el castigo, Weasley! – Gritó Draco molestando a la pelirroja, no era que a él le agradara el castigo, pero molestar a la pequeña Weasley se había convertido en algo muy divertido.

-¡Piérdete Malfoy!

Si la pelirroja creía que ese año iba a ser uno bueno, pues ahora se había dado cuenta de que iba a ser uno de los peores de toda su existencia. O tal vez nuestra querida amiga se equivocaba y ese castigo solo significaba el comienzo de algo hermoso

09 de enero de 1994,

Draco odiaba cada día más el castigo, ni siquiera había podido molestar a la Weasley por que la desquiciada Sra. Prince los mantenía toda la tarde trabajando, limpiando libros que no eran limpiados desde 1600 y trapeando el piso de la sección prohibida, bajo su atenta supervisión. Ese día por suerte había tenido que ir a atender unos problemas con los libros del despacho del director, por lo que los había dejado solos pidiéndoles que leyeran o estudiaran. Prometía ser un día de castigo hasta podría decirse que divertido, cuando nuestro rubio favorito escuchó unos sollozos en uno de los pasillos de la biblioteca, no había visto a la Weasley llegar al castigo, por lo que podía deducir que ella era llorando.

-Demonios. – Murmuró levantándose del cómodo sillón, odiaba ver a las mujeres llorar, le recordaban a su madre cuando era maltratada por su padre. Sacudió la cabeza, no debía pensar en ellos, no debía seguir sufriendo.

Avanzó siguiendo los sollozos hasta el último pasillo antes de la sección prohibida, y lo que vio lo impactó de una manera sobrenatural, no porque fuera algo fuerte, sino por la forma en la que sucedía. Ginny se encontraba llorando en silencio, sentada en el alfeizar de la ventana del final de pasillo. Intermitentemente emitía los débiles sollozos que Draco había logrado escuchar. Se quedó paralizado el principio del pasillo, las imágenes de su madre llorando de la misma manera empezaron a fluir en su mente y a inundarla. La pelirroja seguía llorando y los recuerdos seguían emergiendo, debía detenerlo en ese mismo instante.

-Para de llorar. – Más delicado no podía haber sido. Ginny volteó a verlo asustada. Él no debía estar viéndola así, denotaba debilidad y ella no era débil.

-Déjame, Malfoy.

-Mira, Weasley… - Se le hacía muy difícil tratarla mal estando ella en ese estado. – No me interesa por que estés llorando, solo quiero que dejes de hacerlo. No lo soporto.

-Mira, idiota, no necesito tus malos tratos en este momento. Así que déjame en paz. – Ginny no necesitaba más idiotas a su alrededor, tenía los suficientes.

Ginny seguía llorando y a Draco comenzaba a oprimírsele el corazón, recordaba el día en que su madre… Ni siquiera podía pensar en ese día, simplemente ella se veía igual a esa maldita pelirroja llorona que debía estar mal por cualquier tontería que no valía la pena.

-Mira pelirroja, no soporto verte llorar, no soporto ver llorar a una mujer, así que por favor cálmate. – Draco se aproximaba poco a poco hacia la pelirroja, no quería invadir su espacio ni estar muy cerca de ella. Por más que fuera una traidora de sangre, una Weasley, una griffindor era una muchacha que lloraba y eso él no lo iba a permitir.

-Tú no entiendes nada. – Dijo Ginny mirando los jardines del colegio perdidamente.

-No quiero entenderlo, solo quiero que te calmes. – Ginny volteó a mirarlo con el rostro surcado por lágrimas.

-¿Realmente no te interesa? – Lo que a ella siempre le había molestado de llorar en público era que le preguntaran que le sucedía. Era SU problema, no el de las demás personas. Draco negó rotundamente y llegó hasta su lado. – En verdad es una tontería, no debería llorar por tonterías ¿No crees?

Draco no podía seguir viendo esas malditas lágrimas en las mejillas de esa muchacha, la hacían ver tan vulnerable pero a la vez tan fuerte. Gracias a su madre él había aprendido que llorar de débiles, llorar significaba que eras lo suficientemente fuerte como para expulsar todo lo malo de tu cuerpo a través de esas gotitas traslucidas y saladas. Pero él no las soportaba.

-Ves pelirroja, las cosas nunca son tan malas como parecen. Con una linda sonrisa se arregla todo. – No podía creer que él, Draco Malfoy, le estuviera diciendo eso a ella, Ginny Weasley. Ginny le sonrió de manera tierna y se limpió las lágrimas de las mejillas, suspiró aliviado de no tener que ver esas gotas tan desagradables, las pocas que ella no pudo limpiar él se atrevió a hacerlo.

-Gracias. – Musitó ella, Draco la miró extrañado y pregunto por qué – Por no preguntar, realmente me habría dado mucha vergüenza que supieras por que lloraba de esa manera, es algo bastante estúpido. Por eso, muchas gracias, Draco.

Draco dio un débil respingo, ella lo había llamado Draco. Momentos antes lo llamaba idiota o rubio oxigenado y ahora era Draco. Un sentimiento de calidez le embargó el pecho haciendo que la opresión desapareciera en un dos por tres, nunca la desesperación por su madre había desaparecido tan rápidamente. Esa pelirroja tenía algo especial, era tal vez que irradiaba una calidez increíble o una dulzura incomparable. Solo por eso, dejaría que le dijera Draco.

-No hay ningún problema pelirroja, toma este momento como un tregua, no mas destrucción en Hogwarts por parte nuestra. – Draco le extendió la mano, Ginny la tomó pero en vez de sacudirla lo abrazó por unos instantes. Draco era el único que había logrado que uno de sus mayores problemas, Harry Potter y Cho Chang, se viera como el ejercicio más fácil de trasfiguraciones y eso nadie lo había logrado.

-Dime Ginny. – Ambos sonrieron, habían encontrado a alguien que cambiara totalmente sus percepciones de ciertas cosas como nadie lo había logrado. Habían encontrado lo que buscaban en la persona menos esperada.

22 de febrero de 1994

El castigo por fin había terminado y gracias a dios, McGonagall podía sospechar que su deseo se había cumplido y las guerras entre esos dos muchachos por fin habrían terminado.

La biblioteca estaba reluciente y Ginny por primera vez en todos sus años en Hogwarts había pasado todos los exámenes de pociones con la mejor nota, y todo eso gracias a un rubio oxigenado. Las cosas habían mejorado entre ellos después de la extraña situación llorosa de la pelirroja, ella le había explicado todo lo referente con Harry y su extraña relación con Cho Chang mientras que él se sentía completamente tranquilo al contarle sus anécdotas dolorosas familiares. Ginny sabia escuchar, al igual que Blaise, pero él no sabia dar los concejos que solo una mujer sabe dar.

-Está bien Ginny, tienes permiso de sentir cosas por mí. – Dijo Draco cuando salían de su último día de castigo rumbo a los terrenos de Hogwarts para poder disfrutar de una noche estrellada.

-¿Disculpa? ¿Quién dice que yo tengo planeado sentir cosas por ti Malfoy?

-Weasley, realmente creí que habían neuronas… no me refiero a que te enamores de mi perdidamente, cosa que no es muy difícil ya que soy irresistiblemente hermoso. – Se ganó un golpe en el brazo. – Me refiero a que ya puedes odiarme por lo menos.

-Créeme cuando te digo que te odio hasta lo más profundo de mí ser. – Se sentaron al bode del lago y observaron como el calamar gigante levantaba sus tentáculos y después los volvía a meter en el fondo del lago.

-No es tan malo ser tu amigo…

Ginny se divertía estando con Draco, lo miró y le dedico una extraña mirada picara y divertida.

-¿Quién dice que somos amigos? – Esta vez Draco fue el que la miró pícaramente.

-Tu mirada. – Ambos sonrieron.

31 de octubre de 1997

-Oh vamos pelirroja, es solo un inocente besito nada comprometedor… a menos que después tú me lo ruegues después.

-¡Basta Malfoy! No vas a tener ni medio besito mío. Yo soy la futura señora Potter.

Draco bufó aburrido, llevaba media hora molestando a Ginny con que lo besara y esta lo único que sabía responder era que ella iba a ser la futura esposa del idiota cara-rajada. Se encontraban ambos en la fiesta anual de Halloween que los alumnos de Slytherin de 7timo año les brindaban a los que fueran bajo su propio riesgo de ser atrapados. Este año había adecuado una mazmorra anti-profesores y la habían decorado de morado, naranja y negro. Típico de los Slytherin's; mucho alcohol (muggle y mágico), mucha música, mucho dinero invertido y la temática de ese año era vestir de los mismos colores que la decoración. Miles de hechizos silenciadores y de aviso por si aparecía o Filch o algún profesor.

Era el tercer año consecutivo que la pelirroja asistía, pero este año el trio de oro le había negado rotundamente que fuera si ellos no iban.

-Pueden ir pero bajo su propio riesgo. – Les respondió guiñándoles un ojo cuando ellos preguntaron si podían asistir sin ningún tipo de invitación.

Los tres habían decidido ir solo para vigilar que Ginny no fuera devorada por ninguna de las serpientes, ella les había avisado que aunque fueran su hermano, su mejor amiga y su novio, esa era su noche y no planeaba pasarla con ellos. Era la única noche del año que podía hacer lo que ella quisiera teniendo en cuenta que si algo le ocurría estaría ahí Draco Malfoy para protegerla.

-En eso aun te faltan neuronas, Ginn. No entiendo cómo puedes estar con él. – Draco señaló a Harry, quien estaba parado en una de las esquinas de las mazmorras junto con Ron y Hermione. Los tres tenían una cara de asco increíble.

-Solo han venido para asegurarse que no me mates, serpiente. Harry es buena persona, pero totalmente diferente a ti, supongo que por eso se odian. – Draco se encogió de hombros y terminó su Whiskey de Fuego. Volvió a intentar besar a la pelirroja entre risas de ambos. – Si Harry te ve intentando besarme te matará y las fiestas de Halloween se van a suspender hasta el 2050.

-No te preocupes, según los muggles el mundo se acaba en el 2000. – Y en ese momento de risa Draco se aprovechó para robarle un beso a la pelirroja, la cual por seguirle el juego correspondió.

-¡EXPELLIARMUS!

Draco salió disparado contra la pared de la mazmorra, la música se detuvo. Harry se encontraba junto con Ron y Hermione señalando a Draco con su varita, todos los Slytherin's de la sala los miraron mal. Ginn y corrió hacia donde estaba Draco.

-¿Estas bien? – Preguntó ella algo asustada.

-¿¡Ginny me puedes explicar que acaba de suceder entre ti y esa alimaña! – Todos habrían esperado una pregunta así por parte de Ron, pero había sido Harry el que había lanzado la inquisitoria hacia la preocupada pelirroja. Draco se levantó del piso y vio a Ginny casi con lágrimas en los ojos. No iba a permitir que llorara de nuevo.

-Todo fue mi culpa, imbécil, estaba molestándola y sin querer la bese.

-Draco no tienes que… - Draco miró a Ginny diciéndole que no continuara, él no iba a permitir que su futuro estuviera en peligro.

-¡Deja que ella hable! – Volvió a gritar Harry totalmente herido. La gente los miraba curiosos, todos sabían que Draco y Ginny eran amigos, pero al parecer los únicos en ignorarlos eran el gran trio de oro.

-Harry, basta por favor… - empezó Ginny pero volvieron a cortarla al verla al borde de las lágrimas.

-No entiendo por qué lloras si fue algo que tú permitiste, Ginevra.

Esa fue la gota que rebalsó el vaso, Ginny rompió en llanto, jamás debía haber permitido que Draco la besara aunque fuera solo de juego, eso era más de lo que Harry podía soportar y era algo normal, ella tampoco hubiera soportado que Harry besara a alguna chica, pero él no entendía que Draco era como su hermano ahora. Draco no se iba a quedar tranquilo viendo a Ginny llorar. Si no la había dejado llorar hace años tampoco la dejaría llorar ahora.

-Discúlpame, pelirroja, fui un idiota… pero por favor deja de llorar. – Murmuró Draco abrazando a Ginny, cosa que hizo que a Harry le hirviera la sangre.

-¡EXPELIARMUS! – Volvió a gritar Harry, pero un protego de Blaise Zabini, mejor amigo de Draco, lo detuvo. Ahora era una guerra, habían intentado atacar a un Slytherin que protegía a una Gryffindor…

-¿Por qué no te vas, Potter? No eres bienvenido.

-Blaise, por favor… - Murmuró Ginny tomando el hombro del morocho. – Déjame que hable con él.

-¡No tengo nada de qué hablar contigo, Weasley! – Gritó histérico Harry.

-¡Hey! Yo también estoy molesto, pero no tienes por qué tratar así a mi hermana, Harry.

Harry empezó a lanzarle hechizos a diestra y siniestra al morocho y a Draco y ahí la batalla se desencadeno. Algunos Hufflepuff ayudaban a Harry a derribar a los Slytherin's, al igual que algunos Ravenclaw's, pero era una fiesta organizada por Slytherin's, por lo tanto ellos eran la mayoría.

-No puedo creer que todo esto haya pasado por que besaras a la Weasley. – Le grito Theodore Nott a Draco mientras ambos lanzaban expeliarmus contra el desquiciado de Potter, cuando de pronto una calabaza cayó al costado del morocho. Ahora también se había convertido en guerra de comida. Típico del alumnado.

-¡Draco has que todo esto pare! – Le gritó Ginny algo asustada mientras miles de hechizos y calabazas pasaban rozándole el cabello.

-¡¿Tú crees que si no supiera como no lo haría?

-Todo esto es tú culpa, si no me hubieras besado nada de esto estuviera pasando.

-Pues tú no lo impediste ¿O sí?

-¡Te detesto, Draco Malfoy! No entiendo como pude ser tu amiga.

-¡No puedo creer que estés diciendo todas estas tonterías, creí que te importaba más!

-No me importas más que Harry. Yo a él lo amo, entiendes, ¡LO AMO! Y tú acabas de arruinarlo todo.

-¡Vete con San Potter, son un par de retrasados hechos el uno para el otro!

-¡Pues por lo menos yo tengo alguien que es perfecto para mí!

Mientras se gritaban el uno al otro, una gran cantidad de hechizos desviados les impactó de lleno, haciendo que desaparecieran rápidamente dejando una nube de polvo, extrañamente, rojo tras ellos. Todos se quedaron estáticos frente a la extraña desaparición.

-¿¡Dónde está mi hermana! – La voz de Ronald Weasley resonó en toda la mazmorra.