Esté es un intercambio que estaba en planes desde el 2013-2014 con mi amiga Robyn Raven, anteriormente participamos en un reto del foro: El diente de León. Robyn dijo que ya era hora de que realizáramos el intercambio XD Está idea la tomé de una de sus opciones. ¡Así que espero que te guste!

Los personajes pertenecen a Suzanne Collins y la trama a mí. Sólo adapto con fin de entretenimiento.


Tan agotado estoy que mis piernas ya no me responden, al menos una, dado que perdí una cuando estuve en los juegos del hambre. No es algo que me gusta estar recordando pero las pesadillas siempre se encargan de recordarme el sufrimiento que viví en los juegos.

El enojó que se apodero de mi cuando mataron a una niña de doce años fue tan grande que yo no tuve piedad para detenerme y asesinar a aquellos jóvenes que buscaban la gloria para sus distritos. ¡Era solo una niña! Ella no se podía defender como lo hicieron ellos.

El caso es que me di la oportunidad de casarlos, la mayoría eran profesionales, yo estaba en desventaja. Ellos tenían armas, yo sólo una lanza y con eso me basto al menos para asesinar a dos, fui un cobarde cuando mate a la chica del dos cuando dormía. Su compañero casi me mata cuando estábamos en la cornucopia, yo ya no tenía fuerzas, uno de los "mutos" había mordido mi pierna, perdí todas mis energías tratando de reprimir los gritos que salían de mi boca.

Por un descuido, lo empuje y los mutos se encargaron de lo demás.

Me convertí en vencedor. Un honor para mí distrito, dado que desde 24 años atrás que nadie ganaba uno.

Llevo más de medio año siendo vencedor, la gira de la Victoria acabo por fin, sólo dos días atrás. Y estos últimos dos días he estado asistiendo a fiestas donde apenas puedo sentarme y cuando llego a casa ni dormir puedo. Es una tortura ser vencedor, no te dan ni un maldito minuto es privacidad.

Tengo que descansar por lo menos una hora, por la mañana tendré que acompañar al presidente Snow a un desayuno con su mejor amigo, según me comento, no lo he escuchado, ni visto en fotos, su apellido es: "Meerer"

—No vas a un funeral, Peeta —dice Portia, mi estilista al ver mi traje negro.

—No, pero tampoco a una fiesta —digo de mal humor, siempre terminando teniendo problemas por la forma en la que me vestiré, si voy bien o mal, si combina con mis ojos o no, aunque Portia es la que se encarga de mi vestidor, también quiero usar algo que me resulte cómodo—, el negro me gusta mucho —miento. Es el color que más odio.

Ella pone los ojos en blancos.

—Yo mando aquí —dice con autoridad—. Usarás el traje gris. Ese te quedara mejor. Y si tanto amas el color negro, deberías maquillarte los labios también.

—Eso quisieras —susurró, me quito el sacó y me desabrocho el cinturón. Me observó al espejo y me veo mucho más formal de lo que espero. Veo las ojeras que siguen creciendo bajo mis parpados y sé que necesito dormir más.

Johanna, una vencedora del distrito siete, me comento que existe una especie de droga, llamada "Morfina" que esa te hace soñar hasta las cosas más extrañas que uno jamás puede imaginar en su vida, te atrapa, te hace sentir mil cosas pero así mismo también te deja dormir. Después de hoy, pediré una dosis.

Un carro ha aparcado en el centro de entrenamiento, ha llegado mi hora. El maquillaje que me ha insertado Portia es discreto pero no me cubre del todo las ojeras, sólo espero que esto baste. Nadie podría pensar que las ojeras son productos de las pesadillas, me han tomado tantas fotos en fiestas que la gente ha especulado que de ahí provienen.

Si supieran…


La mansión es de la familia Meerer es grande, solo que algo más pequeña que la de Snow, estuve investigando algunas cosas y esté hombre para nada era rico, era la mano derecha de Snow y bueno, tener a sus conocidos puedes tener una ventaja como la de él. El gran portón se abre, el carro en el que estamos se detiene frente a la entrada, tras el espejo puedo ver que la familia ahí está, esperándonos.

Soy el primero en bajar cuando la puerta se abre, la sostengo hasta que el presidente sale y saluda a su amigo con un abrazo que a mí ver, es fingido.

—¡Peeta Mellark! —Dice el hombre con mucho entusiasmado—. ¡Rye Meerer! Un gusto conocer al vencedor de los juegos del hambre —me estrecha la mano, no me queda de otra que sonreír.

—El gusto es mío, señor Meerer —digo soltándome del agarre de su mano.

—Llámame Rye, Coriolanus me dijo que me iba a encantar conocerte. Y para ser el primer encuentro ha sido estupendo —pronto me olvida y se acerca a Snow, lo veo susurrarle algo, al final ambos sonríen.

—Encantado de verte Liana —le dice Snow a la mujer que le da un abrazo, ella le saluda del mismo modo, agregando un beso en la mejilla, me saluda con el mismo entusiasmo que su esposo.

—Pasemos al estudio para poder tomar una taza de té —ahora se comporta como una anfitriona y nos conduce a todos a una gran sala, veo lo amplia que está la casa y me sorprendo enojándome porque ellos no compartan algo con las personas de los distritos más pobres.

—¿Y dónde está Brooke? —pregunta Snow cuando le entrego la taza de té. Yo tomo la mía y bebo un poco.

—Mi muchacha se encuentra entrenando en estos momentos. No podía negarle nada, así que le contrate un instructor que supiera usar el arco y las flechas. Pero parece que ella no está muy contenta con él —comenta con un eje de tristeza que me parece actuado.

—Siempre despotrica contra sus maestros pero le queremos dar todo, así que si no le gusta contratamos otro que sea de su agrado —conteste la madre, tomando un pastelillo—. Esa niña a veces es un poco rebelde.

—Liana, Brooke no es ninguna rebelde, simplemente necesita estar con nosotros, necesita que pasemos tiempo con ella y por eso se comporta de ese modo —le reprime su esposo—. No es nada Coriolanus.

—Sí ella es un problema, simplemente tienen que decírmelo —la voz de Snow ha cambiado ahora los mira fijamente y puedo sentir que ellos están nerviosas.

—De ser así te lo consultaré. Volviendo al tema de los maestros, ellos no son buenos, K… Brooke es muy buena con el arco. Simplemente es superior a ellos —Presume Rye con orgullo.

Snow comienza reír y después a toser. Yo simplemente no aparto la mirada de ellos. Siento la tensión que hay aquí en ellos cuando hablaron de la hija. Como si mantuvieran un secreto. Observo bien a la pareja y me doy cuenta que el hombre tiene el cabello rubio y unos ojos verdes, su rostro es algo extraño y tiene la nariz puntiaguda, la mujer también es rubia y sus ojos son igual de verdes. En su juventud debieron ser una de las parejas más hermosas.

—¿Y sólo tienen una hija? —pregunto, adentrándome en la conversación, Liana me mira, Snow asiente.

—Así es, Peeta —me contesta con una sonrisa y se inclina a decirle algo a su esposo, su mirada posa en mí y sonríe. Snow sigue bebiendo de su té, ignorando el gesto de la pareja.

—¿Nos permiten un momento? —se adelanta Snow y con un movimiento de cabeza Rye se levanta y juntos desaparecen.

—¿Dije algo malo? —me siento torpe, fue solo una pregunta inocente.

—Para nada, Peeta —contesta Liana.

Se levanta con la excusa de que irá a revisar que el desayuno ya esté. Me levanto y comienzo a ver la habitación, hay muchas fotos de ellos dos, están las fotos de la que debe ser su hija Brooke, mismo cabello rubio y ojos verdes, igual que sus padres, hay muchas fotos de bebé, conforme voy viéndolas va creciendo y las fotos terminan supongo que a la edad de los ocho años, ya que no hay más.

Me acerco a la chimenea, ya que ahí hay más marcos con fotos y me quedo sin palabras cuando veo que los ojos de la chica ya no son verdes, ahora son de un color gris pero su cabello sigue siendo rubio, aunque ya no como las primeras fotos, como si estuviese teñido.

El color de sus ojos no son como los de los Capitolinos, son parecidos al de la gente del distrito doce, los de la veta. Sus ojos me recuerdan al cazador que le lleva ardillas a mi padre pero ya sin que la flecha esté en el ojo, mamá se quejaba porque ahora se tenía que limpiar la ardilla y quitarle la sangre seca.

—Me tienes que explicar porque estás sosteniendo mi foto —dice una voz a mi espalda. Un escalofrío me recorre por la espalda, la voz se me hace familiar.

La chica de la foto ahora está frente a mí, vestida de una manera que nadie en el Capitolio vestiría, una chaqueta de cuero, una blusa negra y pantalones cafés con botas. En su mano sostiene un arco y la imagen de una chica viene a mi mente. Una que no he visto en años.

—Lo lamento —contesto y dejo la foto en su lugar, esto no puede ser verdad o yo estoy demasiado afectado por las pesadillas que ya imaginó cosas—. Me han dejado solo y no quería quedarme sentado.

Ella guarda silencio, mirándome con rencor. ¿Por qué me tendría rencor? Me siento como un tonto el no saber qué hacer o decir, esto nunca me ha pasado, ya que las palabras son mi don. Así que tomo la iniciativa.

—Peeta Mellark —estrecho mi mano pero no la toma. Ella entre abre los labios cuando le he dicho mi nombre, la expresión que hace se me hace familiar…

Ella se ha quedado callada como si no pudiera asimilar mi nombre. Sus ojos grises se cristalizan como si las lágrimas fueron a aparecer en ellos...

—Yo soy… K… —se escucha un grito a nuestras espaldas y ella no acaba la palabra.

—¡BROOKE! —Grita—. Ve a cambiarte inmediatamente. Parece que estás vestida como indigente —la toma del brazo y la obliga a subir las escaleras.

Ella me lanza una mirada, una que espera que yo descifre. O es mi imaginación o con su mirada me está pidiendo ayuda, no creo que sea eso, ya que la chica tiene todo lo que uno pueda desear. Liana murmura disculpas, una y otra vez, sobre el aspecto de su hija, le digo que no se preocupe y pronto soy guiado al comedor.


Esté es el primer capítulo de cuatro. Y bueno, ¿que te ha parecido? xD

¿Hay alguien más a quién le llamó la atención?

¡Nos leemos!