Muchas gracias por deteneros a leer esta nueva serie. Por así decirlo es la continuación de "La vida de un soldado". Como vi que mucha gente me pedía que lo continuase, y, además, un amigo lo leyó y me dijo lo mismo, decidí continuarlo. Esto va a ser un prólogo para introducir como va a ir ahora la historia.
Disclaimer: No poseo Snk, pero como mi boda (según muchas de las personas que leen este fic) con Isayama está próxima, creo que haré división de bienes.
Si crees que Rivaille se tiraría del muro Shina antes que pensar en Hanji como una mujer y viceversa, mejor que no sigas leyendo.
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La multitud se agolpaba en el angosto patio. Ese año había habido muchos graduados. Y debido a la caída de la muralla Maria, cada vez más soldados habían querido unirse al la legión de reconocimiento para ser héroes en la lucha contra los titanes.
Ella era una chica algo indecisa que consiguió graduarse con bastante suerte. No destacaba en el entrenamiento. Ni por sus habilidades ni por su fuerza ofensiva.
Aparte, tampoco podía superar a sus compañeros debido a su escasa estatura. Acostumbraba a mirarles desde abajo. Eso le deprimía. Observó a su alrededor aquellas caras conocidas que había visto durante los últimos 3 años.
Había otras chicas que habían decidido alistarse en aquel sitio. Pero no parecían mucho más convencidas que ella.
- Quizás debería haberme unido a la policía estacionaria...- Sacudió su cabeza con fuerza y eliminó ese pensamiento de su mente.
No entraba entre sus planes abandonarse a aquella debilidad tan fácilmente. Comenzó a caminar entre sus compañeros avistando más y más caras desconocidas. Su delgado rostro no parecía despertar interés en ellos.
La puerta de un edificio cercano se abrió y salieron varios soldados que ya portaban ese escudo tan característico. Una chica bajita que le recordó a ella con cabello cobrizo, una chica rubia de cabello corto, un chico que parecía algo angustiado y él.
El sargento Rivaille.
Todo el mundo dentro de las murallas había oído hablar de él. Pertenecer a su reducido escuadrón era todo un logro. Significaba que eras lo mejor de tu promoción. Ella solo podía soñar con eso.
Examinó minuciosamente al resto de los soldados, debían de ser los segundos responsables de su escuadrón. Seguramente los más fuertes de su escuadrón tras su líder.
Por lo general, aquella ceremonia era puro trámite, pero, tras la caída de las murallas, no pretendían perder valiosos soldados, por lo que se veían obligados a mandar a algunos de sus mejores soldados para dar un espectáculo motivador.
Aunque el soldado más fuerte de la humanidad no parecía dispuesto a ello. Mientras todos sus compañeros a su alrededor se ordenaban en filas, pudo constatar que el pequeño hombre se sentó en una silla con cierta aprehensión.
La marea de gente la desestabilizó y perdió el equilibrio. Cuando iba a caer al suelo unos brazos la sujetaron por detrás y la ayudaron a erguirse.
- ¡Te tengo, Okappa-chan! - reconocería al autor de ese mote en cualquier lado.
- Llamame por mi nombre, por favor.
- Lo siento, Nifa.
Se giró y contempló el reflejo de sus gafas. Realmente, él no necesitaba usarlas en combate, pero al parecer había un soldado al que admiraba que las usaba siempre. Le daba un aspecto bastante divertido y sanguinario.
Cuando se estaban movilizando el destello del cristal le impedía ver su expresión, por lo que no podía saber lo que pensaba.
La chica de cabello cobrizo tosió en voz alta cuando todos los soldados hubieron terminado de colocarse. Con su mayor esfuerzo intentó hablar en voz alta mientras caminaba entre los nuevos reclutas.
- Ante todo, os damos la bienvenida a la tropa de exploración – se aclaró la garganta y siguió – Como bien sabéis, hace pocos meses fuimos testigos de la caída de una de nuestras murallas. Lo que ha puesto a la humanidad cada vez más en peligro.
Sus pequeños pies avanzaban con decisión evaluando a cada una de las personas que se encontraban ante ella.
- Así que vuestro apoyo es bien recibido en este grupo. No obstante, deberemos de incorporaros a cada uno de vosotros en un escuadrón en base a vuestras habilidades en batalla, inteligencia, estrategia...
- Perdona, pero, yo quedé 4º en mi promoción, ¿no debería de entrar directamente en uno de los mejores escuadrones? - El hombre que permanecía sentado chasqueó su lengua con desaprobación.
- T-todos los escuadrones son igualmente válidos. No tenéis porqué- intervino Nanaba.
- Eso no es cierto – otra voz en la lejanía – Es evidente que hay una élite en cuanto a escuadrones se refiere. Y el escuadrón del sargento Rivaille es el mejor. Todos nosotros queremos entrar en él.
Seguía aburrido mientras escuchaba aquellos argumentos. Llevaba años negándose a aceptar nuevos miembros en su plantilla. Los que tenía eran suficientes para desempeñar su trabajo a la perfección.
- C-como ya hemos dicho, se calificará vuestras aptitudes físicas y mentales y se os incorporará al escuadrón donde mejor encajéis.
- ¿Y qué ocurrirá si se nos asigna a uno que no queramos?
- Sí, eso es cierto. Circulan rumores de líderes de escuadrón tan débiles que sus subordinados mueren intentando protegerlos. ¡Me niego a trabajar para alguien tan inútil!
La agrupación comenzó a romperse y una horda de discusiones afloró en la zona. Había personas que coincidían con las condiciones que se imponían pero eran minoría frente a los muchos que les desagradaba la actitud de ciertos capitanes.
- C-creo que una vez conozcáis a vuestros superiores ese problema no parecerá tan grande. Todos son personas respetables que- Por mucho que lo intentase, Petra no conseguía acallar la ira de los jóvenes reclutas.
- ¿¡Acaso crees que aquella mujer de veras es una buena líder!? ¡Todo el mundo sabe lo que ocurrió hace meses! - un silencio sepulcral se hizo en torno al soldado que había hablado – Esa mujer... estuvo presente en el momento que cayeron las murallas...
- ¡Sí, es cierto! ¡Yo lo oí! ¡Dijeron que se volvió neurótica en medio de todo aquel caos!
- Yo oí que asesinó a una mujer embarazada...
Los murmullos eran cada vez más y más audibles. Rumores y más rumores. Levi cerraba los ojos con fuerza soportando todos aquellos comentarios. Sabía perfectamente de que mujer hablaba.
- ¡Seguro que yo sería mejor capitán que ella! - Suficiente. Había oído suficiente, se levantó de su silla y se acercó de manera amenazante hacia el sitio de donde provenía la voz – S-sargento R-rivaille... y-yo.
- No quiero oír más monsergas. Por lo visto te crees muy valiente y decidido como para criticar a los superiores que han arriesgado su vida más veces de las que tú lo harás.. Tan solo debería echarte ahora mismo de aquí para no verte jamás – sus ojos titilaban con furia – Pero... creo que haré algo mejor.
- Disculpe, sargento a la capitana no creo que le importe...- Moblit se había acercado a la escena y se interponía entre el soldado y su sargento. Levi lo apartó con su brazo y continuó amenazando al muchacho.
- Haremos algo mejor. Pareces muy seguro de tí mismo. Hagamos una apuesta. Parece sentir cierta aprehensión por la capitana Zoe. Así que te propongo un trato – extendió su mano hacia él – Si consigues tumbarla, te permitiré entrar en mi escuadrón, ¿te interesa?
El chico, algo extrañado por aquel reto tan sencillo dudó unos instantes, pero alicientado por sus compañeros estrechó la mano con seguridad de su superior.
- Trato hecho.
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- Zoe-san se enfadará si sabe que ha hecho ese trato sobre ella. No le gusta mostrarse de esa manera ante los soldados – Moblit caminaba al paso que su superior que a pesar de su cortas piernas avanzaba más rápido que él.
- Ella misma se lo ha buscado. Lleva ensimismada desde entonces, si de verdad se ha convertido en una inútil, ahora podrá demostrar que no es cierto.
- Heichou, no creo que deba de molestarla, a Hanji no le gusta pelearse y-
- ¡Que os calléis! - avanzó más rápido y los dejó atrás.
Había cruzado todo el patio exterior buscándola. Aunque sabría donde estaría. Como cada día, visitando aquella tumba improvisada. La única flor que era distinta al resto.
Al cruzar la esquina, en aquella pequeña explanada encontró su figura arrodillada sobre la tierra con la mirada perdida.
Se detuvo a varios metros de ella. Los nuevos reclutas comenzaban a llegar tras ellos, rodeando la escena con curiosidad. Aquel soldado egocéntrico se acercó al sargento siendo vitoreado por sus compañeros.
- Muy bien, ahí la tienes. Túmbala y entras en mi equipo – Petra miraba al chico con un sentimiento de culpa. Rivaille le puso la mano en la cara antes de que intentase detenerlo – Adelante.
- P-pero sargento... golpear a una mujer indefensa es un poco...
- No me importa, si quieres entrar, túmbala.
El chico se acercó tranquilamente a la mujer para no levantar sospecha. Parecía vivir en otro mundo. Los rumores acerca de su necedad no eran tan distantes de la realidad. Parecía estar susurrando a una flor, como si le relatara su día a día.
Patético. Miles de pensamientos ahondaron su cabeza. ¿Cómo una mujer tan extraña había arañado ese puesto? ¿Tan necesitados estaban allí de líderes que ascendían a cualquiera? De ser así esperaba llegar a comandante en menos de una semana.
Hanji se levantó y observó extrañada al chico que se encaminaba hacia ella. Su andar le recordaba al de un animal al que llevaban al matadero sin saberlo. Sus ojos recorrieron el lugar y advirtió algunas sombras entre los arbustos.
Una de ellas era excesivamente conocida. Sonrió para sí y al momento, supo de que se trataba aquello.
Disimulaba realmente mal. Tan solo le faltaba silbar y mirar hacia un lado mientras balanceaba sus pies.
- Tengo que ir a ver al instructor dentro de poco. Menudas piezas deja graduarse – pensaba entornando la vista.
Tal y como había previsto el chico se arrojó sobre ella asiéndola de las solapas de su chaqueta. Llegando a elevarla cerca de 30 cm del suelo. Pudo oír los gritos de admiración de sus compañeros.
Mientras el chico se pavoneaba ante ellos, Hanji resopló con resignación.
Levantó su rodilla con fuerza y la hundió en la mandíbula del chico sin apenas esfuerzo.
Él la soltó al instante y se llevo la mano a la sangrante zona maldiciendo en voz alta.
- Serás hija de...- Se abalanzó de nuevo sobre ella con ambos brazos abiertos y sus manos simulando ser garras para apresarla.
Ella resopló con fuerza y levantó su pierna justo cuando se encontraba a escasos centímetros de su cara, impactando con su rodilla directamente en su entrepierna.
El chico se retorció de dolor cayendo al suelo mientras Hanji posó un pie sobre su costado y apretó con fuerza hacia abajo.
- Deberían enseñaros modales durante el entrenamiento... ¿Qué manera de maldecir es esa? - disminuyó la presión sobre el costado y dejó escapar al soldado que aún sostenía entre sus manos la dolorida zona.
La muchedumbre comenzó a desvanecerse con extraño disimulo. Solo dos personas se quedaron mirando a la mujer de cabellos castaños que volvió a recostarse en el suelo mientras hablaba sola.
– ¡Definitivamente, quiero entrar en su escuadrón! - miró hacia la chica bajita que permanecía a su lado asombrada – Eh, Nifa , ¿vendrás conmigo?
- ¡P-por supuesto!
Esa era la única mujer que lideraba un escuadrón en la tropa de reconocimiento. Siempre se había preguntado de que manera había alcanzado ese honor. Pero después de ver aquella demostración de fuerza le había quedado bastante claro.
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No le apetecía entrar en aquella habitación. Pero no le quedaba más remedio. Y menos después de haber tenido que acompañar a aquel ingrato a la enfermería.
Tamborileó con sus dedos en la madera de la puerta, indeciso. Realmente, deseaba estar en cualquier lugar excepto aquel.
- Pasa – dijo una voz proveniente del interior
- …..- Entró en la habitación y observó el viejo escritorio de madera. Buscó su asiento habitual y se recostó sobre él.
- Parece que has provocado una pelea – Rivaille esquivó su mirada – No deberías involucrarla en tus desacuerdos con los nuevos reclutas. Ellos son la nueva esperanza de la humanidad, te recuerdo.
- ¿Acaso pretendías que soportase oír como la insultaban? Se merecían algo de disciplina – sus dedos jugaron con el tapizado del sillón sobre el que se encontraba.
- No obstante, hay otras maneras. Sabes bien que ella no está en buena condición últimamente. Forzarla a pelearse...
-...
- Y, respecto al resto de reclutas, ¿ha habido algún soldado destacable?
- Me sorprende que no los hayas nombrado "especímenes" - su voz sonaba afilada mientras salía de sus labios.
-...
- Ninguno que pueda servirte hasta que te mueras. Tendrás que seguir conformándote con nosotros
- Ya veo... Es una lástima – se incorporó de su asiento y se encaminó hacia la ventana. La vista que obtenía desde allí era demasiado cruel.
Si bajaba su vista hacia el suelo podía ver aquel siniestro jardín coronado de lirios blanco. Incluso a pesar de la distancia podía adivinar perfectamente donde estaba situada aquella diminuta flor amarillenta.
- Hanji me odia – afirmó. Sus brazos se cruzaron en su espalda sin mucho pesar – Tampoco creo que tenga derecho a pedir lo contrario.
-...
- He intentado hablar con ella en innumerables veces. Tan solo se dedica a leer el papel de las órdenes y a asentir – Rivaille suspiró con aburrimiento por su historia – Echo de menos su sonrisa.
- Yo también.
Se giró ante el comentario y observó sus ojos. Siempre penetrantes, pero parecía percibir cierta melancolía ante el recuerdo de ella.
- ¿Aún la...?
- No pienso satisfacer tu ego personal respondiendo a esa pregunta – Se levantó de su sillón y se giró hacia la salida – Si no me necesitas para nada más, me voy. Petra te traerá el informe de los nuevos cadetes mañana.
- Espera – abrió el primer cajón del escritorio y sacó una pequeña carpeta – Creo que quizás quieras echarle un vistazo a esto.
Arrojó la carpeta hacia su subordinado que la captó al vuelo. La abrió, y comenzó a leer la primera hoja.
- "Plan de recuperación del distrito de Shigashima", ¿qué es esto? - señaló con el amasijo de papeles al comandante que le observaba impasible con sus cristalinos ojos azulados.
- Órdenes – respondió.
– ¿Hanji está incluida en este plan? - comenzó a pasar poco a poco las páginas leyendo por encima, fijando sus ojos en determinados detalles que llamaban su atención.
- No. No puedo permitir que ella salga de aquí tal y como está ahora. Sería peligroso.
- Nunca te lo perdonará si la obligas a quedarse aquí dentro. ¿Acaso quieres que te odie aún más? - sus puños se cerraron mientras Rivaille hablaba.
- Cometeré ese riesgo. No tenemos suficiente personal, pero disponer de ella en esta posición podría diezmar aún más nuestras filas.
-¡Ella está perfectamente! ¡Ha derribado a un soldado mucho mayor que ella sin apenas esfuerzo! - golpeó el suelo con impotencia - ¿Acaso no es eso suficiente?
- No puedo arriesgarme. Además... - cerró sus ojos mientras meditaba sus palabras – Puede que Hanji no pueda volver a salir más en misión.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Quieren que la expulse del ejército.
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(Aclaraciones, edit: conseguí saber el nombre de la chica que sale en su escuadrón, pero el del chico con gafas sigue siendo un misterio, así que de momento tendré que dejarsolo el nombre de Nifa).
En fin, este capítulo ha sido como un prólogo que comienza con los cadetes recién graduados. Tengo muchas ideas que quiero desarrollar y espero que las leáis.
Y tranquilos, va a seguir muriendo gente. Así que si me conocéis. No os encariñéis con nadie.
Muchas gracias por apoyar y leer esta nueva serie y espero vuestros reviews!
Nos leemos.
