Hola Pequeños Saltamontes.

Como dije: aquí esta el prólogo.

Para quienes no saben, este prólogo antes ya estaba publicado en el fic bajo el nombre: El Cerezo Marchito Que Pudo Renacer. Pero por ciertas circunstancias decidí borrarlo y empezar de cero bajo el nombre de: Senderos de luz.

El prólogo es el mismo, pero a medida que la historia va avanzando se notará la diferencia.

Y para los nuevos lectores, gracias por tomarte el tiempo de pasar por aquí.

Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, si no el Magaka Masashi Kishimoto-sensei. La historia y algunos personajes son completamente mías. No permito a nadie que las publique sin mi consentimiento (nada de: le pertenece a Alela-chan y quise compartirlo.) nada más esta aquí y en Wattpad. Si alguien lo ve en otro lugar avísenme por favor.

¡No al PLAGIO!


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Prólogo: Pensamientos indeseados

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¿Qué es la vida?

Es una maldita ilusión.

¿Desde cuando empecé a pensar así?

No sé, tal vez en el momento que perdí a la persona más importante que he tenido, a la persona que me dio su amor incondicional, que me protegió ante todo, quien me trajo a este mundo.

Y a la que maté sin desearlo realmente.

La vida siempre te dará golpes (y duros), solo hay que saber cómo esquivarlos. O mejor: como detenerlos.

No todos tenemos una vida fácil, no es el típico "camino de rosas" que deseamos emprender.

Sobre todo si eres un Shinobi. Porque en el sendero perderás a cada persona apreciada por ti, y entre las patas, perderás tu vida. Y si formaste alguna vez parte de ANBU de RAÍZ, las emociones ya no existen en ti como persona, lo negativo se vuelve normal y el dolor es un sentimiento cotidiano en tu cuerpo.

Y te va peor si eres mujer. ¿Qué tiene de malo serlo? Nada, pero si te topas con personas sin perjuicios y pensamientos retorcidos por cualquier ser que respire, tu vida será como una flor sin agua.

Se marchita lentamente.

Todos creen que mi vida ha sido fácil por el simple hecho de "no sufrir la muerte de un ser amado" o "por ser la sombra de mi equipo".

Pero se equivocan, no ha sido fácil.

No saben lo que he vivido, nadie lo sabe; excepto los que se encargaron de hacérmela difícil, de aplastar mi vida y apagar toda las posibilidades de existir.

Todos sufrimos algunos más que los otros. Sin embargo, siempre de algo malo emerge algo bueno.

Para mi, son aquellas luces que parpadean en mi sendero sin retorno, y que con la vista al frente, voy a empezar a recorrer esquivando las raíces sobresalientes de los árboles y los golpes de la ventisca brutal.

Por ellos pasaría el mismo infierno si es necesario, daría lo que me resta de vida por la suya, por su felicidad, que aunque es efímera, es efectiva para un corazón marchito.

La vida no es nada más que solo sobrevivir.

Pero…quién dijo que sería fácil?

Sakura Uchiha.

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¿Cuánto tiempo llevaba ahí desde que la desgracia de su familia empezó?

¿4 años era mucho tiempo?

Tal vez. Son muchos días.

Sin embargo no le importaba cuánto tiempo permaneció encerrada ahí, si no, lo que faltaba para que saliese.

Los largos cabellos negros, con unos cuantos mechones sobresalientes, bailaban al compás del viento. Uno fresco al grado de sentir la piel de sus brazos erizarse.

Dejó escapar un suspiro y el aliento por los labios, y se produjo una oleada de sensaciones negativas.

Sus desgracias se remontan desde la infancia, ante aquel ser que llegó a su familia para maldecirla con muerte.

Izuki Takeshi.

Apretó los puños por encima del vestido el cual le cubría del pecho hasta las rodillas.

Odiaba con toda su alma a ese ser, si pudiera odiarlo más de lo que podía lo haría sin dudarlo. ¿Odiar con el corazón destrozado, la mente perturbada y alma oscura no era suficiente?

Jamás. Su cuerpo se unía a ello por todas las heridas físicas que le ingirió. Por las cicatrices que porta en el estómago y brazos.

Desvío sus orbes jades a la pequeña y única ventana de la celda donde se asoma la Luna llena dando toda luz propia.

El exterior era un lugar peligroso y lleno de cosas hermosas. No, el mundo era hermoso y repulsivo a la vez, como las dos caras de una moneda. Lo bueno y lo malo, la justicia e injusticia.

La vida y la muerte.

Muerte.

Sus hermanos muertos no regresarían, tampoco sus padres y todas esas mujeres que capturó en el pasado.

Ahora solo queda el presente y, con ello, las personas que todavía le importan y que están con vida.

Se llevó las manos al pecho agarrando el collar entre sus dedos, donde tenía un abanico de color rojo y blanco.

Cerró los ojos ante el pensamiento de verlo muerto pero no se permitió pensar que lo estaba. Seguiría pensando lo mejor con él.

«¿Sasuke estará bien?», no podía dejar de angustiarse por él.

Takeshi prometió con no tocarle ni un pelo si se alejaba de Sasuke, aunque confiar en ese bastardo...

Bufó ante sus pensamientos.

Ni siquiera confiaba en su propia sombra, le había traicionado un par de veces al verse fuerte y capaz de todo.

Capaz de defender a quien amaba y se esfumaron a la nada llevándose unas lágrimas saladas sobre ellas. Su felicidad, que la hacía sentir desdichada y alegre, sin penas y culpas. Y proteger a su pequeño que quien sabe donde y como estará.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta sin aceite abriéndose, y unos pasos sonoros ingresando a su pequeño espacio personal.

El hombre se adentró estando relajado, a diferencia de la chica que seguía tensa de pies a cabeza.

Él sonrió de forma retorcida mostrando un brillo de maldad en sus ojos grises.

—Veo que estás ocupada —se burló de forma gélida cruzándose de brazos. Ladeó el rostro al escuchar un «lárgate» salir de los labios contrarios—. Y yo que vengo de buen humor...

—¿Qué mierda quieres, Takeshi? —le cortó Haruno por fin, lanzando una mirada fría de infinito odio.

El aludido cerró la puerta haciendo que la chica dieran un brinco de la cama y se incorporara de su lugar estando alerta.

El hombre sonrió con gracia ante su reacción y, sin más, se apoyó contra el metal frío, y su semblante cambió drásticamente a uno serio e indiferente.

—Saldré a una misión de reconocimiento —informó para luego mirarla directamente a los ojos transmitiéndole una amenaza muda en ellos, pero cual manifestó al instante—. No estaré por unas semanas... Espero que no ocurra ni una otra de tus tonterías... Esta vez las consecuencias podría ser dolorosas.

¿Qué no lo sabía?, escaparse tres veces eran demasiadas consecuencias, las cuales cuanto se arrepentía...

Pero ahora no. Escaparía de cualquier manera, total, todas las personas que quería estaban muy bien protegidos.

La chica no dijo nada, solo se limitó a soltar un monosílabo y sentarse nuevamente en la cama pero sin quitar su compostura tensa y mostrándose precavida.

Él solo sonrió ante su respuesta. Esa chica realmente lo odiaba con todo su ser, pero eso para él era más fascinante.

—Uh… —murmuró bajando la mirada a las piernas descubiertas de ella, y, al instante, se irguió sobre su estatura—, pero no me iré sin antes... —dejo las palabras al aire al sentir algo cálido recorrer por su mejilla derecha. Cuando llevó los dedos a dicho lugar, lo sintió húmedo, al verlo con sus ojos comprobó que era sangre.

Echó una mirada sobre su hombro solo para descubrir un kunai clavado en la esquina de la puerta.

Regreso su mirada a la persona que tenía enfrente de él, observando que tenía el brazo izquierdo extendido, dando a entender que fue ella quien le había lanzado el arma.

—Ni se te ocurra tocarme, idiota —le ofendió la chica—, no sabes de lo que soy capaz ahora, ya no me dejaré esta vez, y hazle como quieras pero pondré toda la resistencia que sea necesaria —le amenazó la pelinegra. Ya no se dejaría como antes.

No… eso se acabó.

—No me gusta forzarte —sonrío él, hipócrita.

A ella solo le dieron ganas de estamparle el puño cargado de chakra en su «linda cara» ante su hipocresía, pero sabía que no podía matarle, no estaba a su nivel.

Aún.

Pronto lo estaría.

Solo tenía que salir de ahí y quitarse ese maldito collar que retenía su verdadera fuerza.

—Uh, rebelde. Eso me gusta —sonrió el hombre de medio lado con satisfacción al escuchar a la pelinegra soltar un gruñido—. No estoy para juegos, volveré en un mes —dijo caminando hacia la puerta abriéndola en el proceso y, sin voltear, agregó—: Y... la próxima vez no tendrás tanta suerte como hoy, agradece que estoy de buenas —finalizó cerrando la puerta justo en el momento en que un kunai se clavó donde segundos antes estaba su cabeza.

«Malnacido», pensó la chica al ver no alcanzado su objetivo, su mirada se dirigió de nuevo a la Luna. «Un mes. Tiempo suficiente para largarme de aquí, solo queda esperar que ese idiota este lo bastante lejos como para que no se dé cuenta a tiempo de mi huida.»

Debía tomar las precauciones necesarias, está vez no se volvería a equivocar. Si fallaba, nuevamente le dolería demasiado las consecuencias.

Se acostó en su cama con ese pensamiento hasta que cayó en los brazos de Morfeo.

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Se alejó dando grandes pasos de donde la tenía encerrada, debía ser muy cuidadoso al tratar con esa chica y poner a varios ninjas vigilándola. La última vez que había escapado causó varios problemas cuales le perjudicó.

Solo había pasado para probar su suerte, pero no pensó que se pusiera a la defensiva y lo atáquese.

Era una caja de sorpresas. Por ello le había advertido que si nuevamente se le ocurría escapar, ésta vez mataría a uno de sus hermanos (de los cuales seguían con vida) o bien a ese malnacido Uchiha. Incluso a ese "escuincle", todos eran golpes bajos para ella.

Tenía que darse prisa o llegaría tarde. Su socio no era una persona paciente después de todo, pero dudaba llegar a tiempo si la mercancía se resistía.

—Izuki-sama —le llamó alguien a sus espaldas.

Paró su caminata y sonrío retorcidamente. Aquél era uno de sus más fieles subordinados.

—Taro —dijo el pelirrojo, y se giró para verlo.

Delante de él estaba un hombre joven y guapo, se veía que no pasaba de los 15 años; tenía el cabello blanco corto y liso, sus ojos de color verde oscuro. Sus pequeños hombros eran cubiertos por una camisa blanca de manga larga, acompañado de un cinturón amarrado alrededor de su pantalón café, y sobre éstos, unas botas negras cubrían sus pies.

—¿Ya se va? ¿Quiere que lo escolte? —preguntó el muchacho.

—Sí, ya me voy. Y no, no es necesario que me escoltes —contestó—. Mejor te encomendaré otra misión.

El muchacho solo rezaba internamente de no llevar a cabo algo sanguíneo cuales comúnmente realizaba, y consistía principalmente en matar a la gente que intervenía en los planes de Takeshi y, sinceramente, a él no le gustaba matar a las personas inocentes.

No le era fiel a su jefe, más se lo hacía a cabo las misiones por el bien de su hermana. Ese hombre la tenía escondida en quién sabe dónde y si no lo obedecía, su hermana correría por el mismo destino que todas las mujeres de ese lugar.

Él no quería eso para ella, conocía lo que padecían cada una.

Por eso cumplía las órdenes sin replicar.

—Necesito que vayas a encargarte de la mercancía en Aldea de La Nube. A nadie muerto, todos intactos —le ordenó—. Tarda el menor tiempo posible porque quiero que regreses y la vigiles —Taro sabía perfectamente a quién se refería—. No estaré por aquí en un buen tiempo.

«Eso es mejor que matar» pensó el ojiverde, aunque tampoco le gustaba la idea de encargarse de la «mercancía». Si no querían ir por las buenas entonces irían por las malas. Y bueno... el método no era agradable del todo, pero obedecería, el bienestar de su hermana estaba en juego.

—Puedes partir y llevarte a los ninjas que necesites.

Taro hizo una reverencia muy marcada antes de esfumarse en una nube de humo.

El pelirrojo sonrió complacido, la misión saldría con éxito estando él a cargo.

Continuó su camino por los pasillos oscuros del calabozo, ya iba retrasado. Sin embargo no importaba ya que su retraso distaba desde la visita que le había hecho a la chica.

Sonrío sádicamente al recordar cómo había sido la primera vez que la había tomado.

Y así siguió en sus pensamientos hasta perderse en las penumbras que se extendía frente a él.

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3 años después.

Metió la katana a la vaina después de lanzar el cuerpo inerte sin vida al barranco donde éste rodó por el suelo bruscamente hasta perderse entre los árboles, cuales sus ramas recibieron una fuerte embestida ante el aire húmedo que pasó por el lugar, y de igual manera le alboroto su cabellera desorientada.

Dio media vuelta impulsándose a las ramas de éstos con brusquedad.

La misión no había sido del todo fácil a diferencia de la tarea de haberle otorgado la muerte a ese bandido. Aún lo recuerda, como le habían temblado las manos al enterrarle el arma en el cuello provocando el sangrado masivo al retirarlo.

No comprendía sus reacciones, si la mitad de su vida consistió en quitarle la vida a alguien por la suya. No debía flaquear ante nada.

Llegó al borde del río, que con anterioridad había divisado, y caminó a la orilla retirándose la máscara de tigre.

Unos grandes y apagados ojos jade se reflejaron en el agua pues carecían de sentimientos. Parecían no tener vida. Al igual que su rostro, su silueta se refleja en el agua. Su ropa no era nada abrigadora sino todo lo contrario.

Aquella blusa azul de cuello de tortuga sin mangas, y ceñido al cuerpo, dejaban al descubierto sus brazos por donde se veía su piel levemente erizada por el clima frío. Al igual que la piel de la rodilla para abajo donde solo un short azul cubría lo demás, junto con unas botas negras que le llegaba abajo de sus rodillas.

Se puso de cuclillas, apoyando los ante brazos en éstas y se propuso observar el agua con si fuese lo más interesante del mundo.

Metió sus manos, cubiertas hasta los nudillos por guantes negros, sintiendo el frío del agua por la piel de sus dedos descubiertos.

Se inclinó hacia adelante para sumergir más sus manos y refrescarse el rostro, dejándolas un momento sobre éste buscando serenarse mientras dejaba escapar un suspiro.

Debía admitir que estaba cansada.

—Sakura-san —escuchó la voz de una mujer detrás, a sus espaldas—, nuestra parte fue un éxito —informó la ANBU. La máscara que portaba era de dragón y su cabello era de color verde.

La líder del escuadrón se irguió agarrando la máscara sin ponérsela nuevamente.

—Regresemos —ordenó con seriedad, y la de cabellos verdes no se detuvo a preguntar de más al percatarse de la sangre en sus vestimentas.

Las dos se deslizaron por la noche oscura y helada de Febrero, donde los copos de nieve caían perezosamente del cielo y se fundían con el suelo.

Al ver aquello, Sakura cerró sus ojos dejando que, por primera vez en meses, los recuerdos hermosos llenarán su mente y su corazón solitario.

No debía flaquear. No debía confiar en nadie si quería que siguieran con vida. No debía alejarse de sus planes.

Pero lo que no sabía es que su vida daría una vuelta de 180 grados con la llegada de una persona, que cambiaría por completo sus planes.


Esperen el primer capítulo con ansias ;)

Esta historia no sigue ninguna cronología de las novelas literarias o se pega completamente al manga y anime.

¿Algún review de apoyo? :v eso hace al escritor feliz :3