I belong with you You belong with me
Autora: Rani Rogers
Pareja: Merthur (Merlin x Arthur)
Serie: Merlin BBC
Palabras: 2. 407
Disclaimer: Ninguno de los personajes en este fanfic me pertenecen a menos que yo lo diga, tan solo los tome prestados de BBC para hacer que Merlin y Arthur admitan de una vez cuanto se aman.
Nota: Bueno, este es mi primer fanfic Merthur. En realidad, es mi primer fanfic en mucho tiempo, así que tengan consideración. Pueden dejarme preguntas, criticas constructivas o algo que les gustaría ver en este fanfic, en las reviews. Ambiental pueden decirme si les gusto, si no les gusto, si lo amaron, si lo odiaron, etc.
Aclaraciones:
-En este AU Merlin tiene magia
-Si, aparecen los caballeros (No incluido Mordred... por ahora)
-Morgana no es mala, y dudo que en algún momento lo sea. Aun estoy pensando si debo hacer que tenga magia o no.
-En este AU, Morgana y Arthur son "primos", y Morgana vive con el y Uther debido a que sus padres fallecieron
-Posible Gwen/Morgana o Gwen/Lancelot
-Posible OOC
-El titulo esta inspirado en la canción Ho Hey de The Lumineers
¡Disfruten de la lectura!
Allí estaba. Después de horas de viaje en autobús, finalmente había llegado a Cardiff, y más específicamente, al departamento de Gaius. Este era un hombre de tercera edad, un viejo amigo de su madre, y su nuevo tutor por los próximos dos años. ¿Las razones? Merlin aun no estaba completamente seguro. Su madre había insistido en que si quería tener un buen trabajo necesitaría una mejor educación que la que podían darle en la única secundaria de su pequeño pueblo, pero la verdad era que su hijo aun no estaba muy seguro de que quería hacer con su vida. Jamás destaco particularmente en nada o no mostro mucho interés en algún tipo de asignación, tan solo estudiaba lo que tenía que estudiar y realizaba la tarea. Puede que tuviera cierta fascinación por el estudio de las plantas y los experimentos químicos, pero no era algo que amara lo suficiente como para dedicarse a ello el resto de su vida. Había pensado en comenzar a trabajar, juntar dinero, y viajar por todo el mundo, o casi todo.
En fin, aquel no era el mejor momento para pensar en ello, y quizás ese nuevo comienzo podría ayudarle a que organizar mejor su futuro.
Pasó su mochila a su otro hombro y entro al edificio. No llevaba mucha ropa, tampoco tenía tanta, pero su madre le había dado suficiente dinero como para que pudiera comprarse algunas sudaderas y un abrigo. Sin embargo, dudaba que su adorable madre estuviera enterada de la diferencia de precios del pueblo y Cardiff. Con suerte le alcanzaría para una camisa simple.
Subió al ascensor hasta llegar al quinto piso, donde se encontraba su nuevo hogar. Busco con la mirada la puerta con el número "14" sobre ella, y la encontró al fondo de un pasillo a su derecha. Soltó todo el aire que estaba reteniendo desde que llego al piso debido a los nervios, y alzó su mano derecha para tocar la puerta. Entonces notó que esta estaba abierta, así que coloco su mano en la perilla y lentamente la abrió.
Dentro se encontró con lo que parecía ser una sala equipada con un sofá para dos personas con una televisión algo vieja en frente, una mesa de madera que suponía era para las comidas y una pequeña cocina en el fondo a la derecha, la cual consistía con una heladera, una hornalla blanca y dos pequeñas alacenas de madera. En resumen, era un lugar simple con objetos que debían tener casi la misma edad que su propietario. Hablando de él, ¿Dónde se encontraba?, se pregunto Merlin.
Avanzó hasta quedar en el centro de la sala. Desde allí noto que había dos puertas a su izquierda y una a la derecha, las cuales debían corresponder a su habitación, la de Gaius y al baño, respectivamente.
Como aun no había rastro de algún tipo de vida humana en el lugar, supuso que el anciano debió haber ido a comprar algo o hacer cualquier otra cosa que harían las personas de su edad, y que no tardaría mucho en regresar. Decidió recorrer la sala con más detenimiento, después de todo aquel era su nuevo hogar.
Un jarrón que lucía bastante antiguo le llamó bastante la atención, mas no entendía bien el porqué. Se acercó a donde se encontraba el objeto y lo observo detenidamente. Tan solo era un jarrón viejo y de color negro, ¿Por qué le interesaba tanto?
Trago con fuerza y se atrevió a tomarlo entre sus manos, para luego levantarlo. Se sentía extraño y sentía un hormigueo en sus brazos.
-¿Qué se supone que estás haciendo? –inquirió una voz detrás suyo que lo tomo por sorpresa, haciendo que soltara el jarrón… pero este no toco el suelo.
Los ojos de Merlin dejaron de ser azules y se tornaron en un brillante dorado. Ahora se encontraba frente a un sorprendido hombre, que seguramente era Gaius, y con el jarrón flotando a la altura de sus rodillas.
Dándose cuenta en la incómoda situación que estaba, el joven no pudo pensar en nada mejor que poner sus brazos detrás de su espalda, causando que sus ojos volvieran a la normalidad, y por ende el jarrón cayera contra el piso de madera y se rompiera en miles de pequeños pedazos.
Al mismo tiempo, Merlin y Gaius levantaron la vista del suelo hasta que sus miradas se encontraron. El joven abrió la boca pero la cerro a los pocos segundos porque no tenía ni idea de cómo explicar lo que había acabo de suceder, mientras que Gaius arqueó una de sus cejas y se quedo mirándolo fijamente por varios segundos.
No parecía tan sorprendido como Merlin esperaba, sino que se podría decir que lucía algo molesto porque su jarrón fuera roto. ¿Acaso su madre le había contado de su "don"? ¿O puede que aquel hombre supiera acerca de…
-…magia –fue lo primero que Merlin, quien lo estaba mirando algo confundido, logro escuchar de la boca de su nuevo tutor- Tienes magia –aclaró con un tono bastante serio.
-S-si –tartamudeó, incapaz de salir por su asombro- Nací con ella. Pero, ¿cómo es que sabes que yo-
Entonces los ojos de Gaius se tornaron dorados, y luego de murmurar unas extrañas palabras, los pequeños trozos de comenzaron a moverse, juntándose de nuevo, arreglándose. En cuestión de segundos, el jarrón se encontraba en perfecto estado sobre el suelo, como si nada hubiera pasado.
-Aunque seguramente no soy tan bueno como tú, después de tantos años sin utilizarla ya casi no recuerdo ningún tipo de hechizo –explico con tal normalidad que uno podría decir que estaba hablando del clima- Creo que no es necesario decirte que debes mantener tu don como un secreto, o podrían tomarte como un loco –colocó el jarrón en su lugar y se giró para ver a Merlín, que estaba esbozando una pequeña sonrisa.
-Claro que sí, no se preocupe –Merlin entendía mejor que nadie que su magia era un secreto que se llevaría consigo hacia la tumba, o que quizás se lo confesaría solo a aquellos que fueran demasiado cercanos a él. Por ahora solo lo sabía su madre, Gaius, y Will, un amigo de la infancia que vivía en el pueblo y era su vecino.
Gaius prosiguió a explicarle algunas cosas que debía saber ahora que vivían bajo el mismo techo. Por ejemplo, que debía ayudar con las tareas del hogar y que las luces debían estar apagadas a las diez de la noche. También se enteró que el hombre trabajaba como enfermero en la preparatoria a la cual Merlin asistiría a partir de mañana. Al cabo de unos veinte minutos, Gaius lo dejo tranquilo para que pudiera desempacar y ponerse a gusto en su nueva habitación, que se encontraba al lado de la suya.
Su habitación era tan simple como todo el departamento, y eso estaba bien para Merlin, no esperaba nada más que eso. Las paredes estaban pintadas de un azul oscuro, los pisos eran de madera, mas una diferente a la de la sala. Los únicos muebles que habían era una cama de una plaza, la cual se encontraba pegada a la pared opuesta de donde estaba la puerta, con una pequeña mesita de luz a su lado, luego había un pequeño armario en la esquina del fondo izquierda y no muy lejos de este había un estante, el cual suponía era para poner sus libros. Camino hacia la única ventana que había en la habitación, en la pared del lado izquierdo, y en eso noto que había un viejo escritorio de roble, sobre el cual destacaba una lámpara de metal roja que parecía ser lo más moderno en toda la habitación. Nada de esto le molesto, ni tampoco lo encontró aburrido o anticuado como muchos chicos de su edad harían, además de que era aun mejor y más grande que su habitación en su pueblo natal.
Luego de que se aseguro de que toda su ropa estaba guardada y todo se encontraba en orden, se sentó sobre la cama y soltó un suspiro. Aquel era su nuevo hogar, y tendría que aprender a acostumbrarse a el, y también a su nueva preparatoria, con más del triple de alumnos y tamaño que la pequeña secundaria y primaria del pequeño pueblo. No es como si estar en una multitud de gente o socializar le asustara o incomodara, tan solo no estaba acostumbrado, pero no podía ser muy diferente a su vida allí ¿verdad?
Eso fue lo que creyó en ese instante, y con ese pensamiento se recostó en la cama y dejo que el sueño lo llevara, sin preocuparse por la cena o si debía preparar algo para su primer día.
La Preparatoria Camelot era una de las más grandes preparatorias de la ciudad, y tenía tan buen nivel educativo como una escuela privada. Era conocida por su equipo de fútbol, que desde el año pasado había ganado mucha popularidad debido a que el hijo del director se transformó en el nuevo capitán del equipo. Aunque a Merlin realmente no le interesaba el deporte, y aun menos el fútbol, estaba feliz de poder asistir a un lugar como ese.
Las clases comenzaban a las ocho de la mañana, pero el ya se encontraba allí cuarenta minutos antes. Tenía puesta una campera bordó, y unos jeans junto con unas viejas y gastadas zapatillas Converse. No pudo evitar suspirar y sentirse abrumado por el tamaño del edificio, que era tres veces más grandes que su antigua escuela o incluso más.
Llevaba la mochila colgada en su hombro derecho, y al ver que ya había algunos estudiantes caminando por los pasillos, se aventuró a cruzar esas grandes puertas de cristal. Una vez dentro, se sorprendió por la cantidad y la longitud de los pasillos y temió poder perderse. Por ahora trataría de encontrar su locker, aunque no tenía ni idea de por dónde empezar a buscar.
Después de caminar unos minutos, sin tener éxito en su búsqueda, divisó a una chica morocha, con cabello oscuro y rizado, sacando algunos libros de un locker. Le pareció agradable, o al menos no le intimidaba como algunas otras personas que andaban por allí, así que decidió acercarse.
-Um… disculpa –dijo para llamar su atención.
La joven se dio vuelta, y le sonrió. Merlin le devolvió la sonrisa.
-¿Puedo ayudarte en algo? –preguntó con total amabilidad.
-Soy nuevo, y la verdad es que ando perdido y me preguntaba si podrías ayudarme a encontrar mi locker.
-Claro, no hay problema –se dio la vuelta para cerrar su locker y volvió su mirada al joven que tenía en frente- Me llamo Guinevre, pero puedes decirme Gwen –y luego de decir esas palabras, estiró su mano.
-Soy Merlin. Encantado de conocerte, Gwen –se presentó mientras tomaba la mano que Gwen le ofrecía y la estrechaba.
-Bueno Merlin, ¿cuál es el numero de tu locker? –inquirió, comenzando a caminar
-Es el…. –sacó un papel arrugado de su bolsillo y lo desenvolvió- …221 –respondió con una sonrisa.
-Bien, no es muy lejos de aquí.
En el camino comenzaron a hablar de trivialidades. Más que nada, Gwen le preguntó a Merlin de donde venia, su edad, y el porqué se había decidió por esa preparatoria. El joven le preguntó cosas similares a Gwen, además de otras preguntas que tenia acerca del edificio o como eran las clases allí. Al parecer ambos tenían 17, estaban en segundo año, pero en distintas divisiones. A diferencia de la escuela donde asistía Merlin, allí las aulas se dividan por año y luego en tres divisiones debido a la cantidad de alumnos. Gwen asistía a la división A, mientras que el iba a comenzar en la B. Aun así, tenían casi los mismos profesores, así que ya estaban planeando en juntarse para estudiar en alguna ocasión. En resumen, Merlin ya había hecho una amistad con tan solo veinte minutos allí.
-Gracias Gwen, me siento un poco menos perdido –agradeció mientras abría su locker y guardaba dos libros.
-No fue nada Mer-
Pero entonces Gwen fue interrumpida por el griterío de unos jóvenes a tan solo unos metros de distancia de donde se encontraban.
-Dios, no… -murmuró Gwen por lo bajo, rodando los ojos.
Un grupo de cinco jóvenes, de segundo y tercer año, con las camisetas del equipo de fútbol de la preparatoria, molestaban a un chico de primero. No le estaban golpeando, ni insultando, sino que realizaban algo tan infantil como ir lanzándose entre ellos la mochila del chico, tratando de que no la agarrara.
Gwen levantó la vista, pensando en decirle a Merlin que se largaran de allí, pero el ya no estaba frente a ella, sino que se encontraba caminando hacia el grupo del equipo de fútbol.
-¡Merlin! ¿Qué demonios estás haciendo? –dijo entre dientes, tratando de detenerlo, pero este solo hizo oídos sordos y continuo.
El joven hechicero tomó la mochila en el aire, cuando el más alto de los jóvenes se la lanzaba a uno de cabellos largos hasta casi el hombro.
-¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! –preguntó uno de cabello rubio.
Merlin lo ignoro y le devolvió la mochila a su dueño, quien le agradeció con la mirada y luego se echo a correr. Pretendía volver a donde estaba Gwen, pero el mismo joven rubio de antes lo tomó por su hombro derecho y le obligo a darse vuelta, viéndose cara a cara.
-Te hice una pregunta –dijo con un tono molesto.
-Deberían meterse con alguien de su tamaño –se limitó a responder Merlin. No quería problemas en su primer día, pero tampoco podía permitir que tal injusticia pasara y quedarse cruzado de brazos.
-¿Qué? ¿Alguien como tú? –el joven no pudo evitar soltar una carcajada, a la cual el resto de sus amigos se unieron.
-Sí, ¿por qué no?
Al parecer esto molestó al joven, quien no esperaba una respuesta de este tipo. Merlin no se dio cuenta de eso, y pensando que ya todo había acabado, se dio vuelta con la intención de irse. No obstante, fue estampado con fuerza contra los lockers.
-¿Sabes con quien estás hablando? –inquirió en un tono agresivo, observando con rabia a Merlin, sin soltarlo.
-Oh… ¿con el director en del colegio? –nuevamente ese tono burlón que tanto le había molestado al joven rubio. Aun así, lo soltó
-No. Con su hijo, Arthur –le dedicó una sonrisa de victoria y se dio la vuelta, marchándose junto con el resto de sus amigos, quienes comenzaron a reír por lo bajo.
Definitivamente, así no era como Merlin había imaginado su primer día allí. Sin embargo, ese era tan solo el comienzo.
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