[¡Bienvenidos a este fanfic! Ante nada voy a dejar un aviso largo para el que desee leerlo porque a mi me encanta explicar bien las cosas para que luego nadie se me venga quejando, así que me disculpo con quien quiera leer la historia y no mis explicaciones de mierda xD. Puedes saltarte el tocho o leerlo si te apetece, no te vas a perder nada si no lo lees xD]

Supongo que hay de todo por fanfiction, y hay muuucho de Ladybug, tanto historias normales, como lemon (osea sexo por si alguien no lo entiende), AU's (Universos alternos), genderbend y cosas por el estilo, pues bien, esta historia es mitad AU y mitad normal porque salen Marinette y Tikki, pero también otros personajes no canon de la serie. Dejo bien claro, por si a alguien le molesta, que son OC's inventados por mi, aunque son como una especie de ''parodia'' antigua de los personajes reales de la serie, es una cosa muy rara pero espero que a los lectores os guste. Se entiende por parodia que es una mala copia de algo, pero a ver, este fanfic no es una parodia en sí como otros que he hecho que son de broma y cachondeo puro y duro, este va en serio, y es de aventura y romance como la serie original pero en la Sevilla de 1882, y los personajes puede que se parezcan a los reales pero con características y nombres españoles para dar un mejor ambiente. Es como cuando en alguna serie de la televisión cuentan una historia de antepasados o gente random de hace muchos años que les ponen casi los mismos nombres y se parecen mucho a los actuales, pues igual.
Aviso de que no es como lo del Antiguo Egipto, que según la historia real sí ocurrió y hubieron portadores de miraculous ahí, pero esta es totalmente inventada y no ocurrió de verdad (o al menos eso creo porque aún no se sabe mucho más sobre las Ladybugs del pasado, pero sinceramente es poco probable xD). Aún así, si no os gustan este tipo de cosas no lo leáis. Los que os decidáis quedaros disfrutad de la historia! He puesto todo mi empeño y he investigado mucho sobre muchas cosas de esa época, de modo que ojalá os guste n.n Ahora os dejo leer después de contaros mi puñetera vida xD.


Marinette estaba una noche en su cuarto leyendo un libro de historia del siglo XIX, y se había topado con una página de historia española. Tikki, que estaba a su lado lo observaba sonriente mientras recordaba su pasado. La adolescente miró a su kwami notando como parecía algo nostálgica.

-¿Te gusta la historia,Tikki?-Preguntaba sonriente Marinette.

-¡Por supuesto que me gusta!-Exclamaba la kwami mariquita.-Y mucho más habiéndola vivido. Este libro me está recordando a algo que ocurrió hace más de cien años en España. Yo caí en manos de una chica muy parecida a ti que fue otra Ladybug.

-¿Ah, sí? Nunca me cuentas ese tipo de cosas, ¿quisieras contarme esa historia? Quizá hasta aprenda para el examen de dentro de unos días y todo.

-Bien, te lo contaré, seguro que muchas cosas te resultan familiares...

Marinette se acomodó en su cama apartando su libro de historia para atender a su pequeña amiga, y esta empezó a relatar:

Narra Tikki para Marinette:

Nos remontamos al año mil ochocientos ochenta y dos, en Sevilla, España. Los miraculous de Ladybug y de Chat Noir habían llegado allí por diversos y extensos motivos en nuestra historia, y yo caí en manos de una humilde chica de quince años llamada María del Carmen Escobar, cuyos amigos y padres la solían llamar Maricarmen o Mari simplemente. Su tez era parcialmente morena, pero no demasiado, tenía ojos verdes como las olivas y su pelo era negro azabache brillante sin flequillo, recogido en un moño bajo que ataba con una cinta roja. Vestía un vestido de lo más simple para esa época: una blusa beige con mangas anchas, con un cuello no muy escotado redondo, luego tenía una cinta marrón oscura ceñida a la cintura y con una falda larga que le llegaba hasta los tobillos también beige con bordados de flores negras en la parte baja. Llevaba también unas medias blancas y unos zapatos de color negro.
El día que ella me encontró en su habitación pensó que yo era su ángel de la guarda o algo así, pero desde luego no se asustó tanto como tú, Marinette. El caso es que le encantó la idea de ser una heroína, aunque no le gustó su traje cuando lo vio puesto en ella... Sin embargo eso lo dejaremos para después, porque ahora voy a contarte un poco su vida ya teniéndome a mi desde hacía un mes:

Ella ya conocía al Chat Noir de entonces y eran grandes amigos siendo héroes, pero no conocían sus identidades reales a pesar de estar en el mismo instituto. En Sevilla Chat Noir se llamaba ''El Gato Negro'', y Ladybug como superheroína se llamaba ''Catarina'', más adecuado a su idioma, ya que en esa época aún no se había internacionalizado demasiado el idioma anglosajón.

Acudía un día como cualquier otro a las ocho a clase junto a su amiga Alba. Esta tenía la misma edad que ella y procedía de Marruecos, pero llevaba casi toda su vida en España y se entendía con los demás a la perfección. Esta llevaba unas gafas sencillas y una coleta baja y muy rizada de pelo marrón oscuro. Vestía un vestido verde claro y unos zapatitos blancos.

Iban entrando ya por la puerta del colegio y vieron en el jardín central, apoyados en una columna a otros dos alumnos que eran compañeros suyos de clase. El primero era un chico moreno con gafas, una gorra plana gris y un traje del mismo color, y el segundo era rubio, con una coleta baja atada con un lazo azul y un traje granate aparentemente más caro que el de su amigo y otros alumnos.

-Vaya, esta mañana hemos llegado algo pronto, casi no hay nadie.-Decía Alba a Maricarmen mientras ambas pasaban por delante de los chicos. El rubio se le quedó mirando a la muchacha de pelo oscuro, cosa que ella no notó por estar hablando con su amiga.

-Sí, además hace un calor de mil demonios para ser tan de por la mañana.-Contestaba ella, intentando abanicarse con la mano. Al ver a los chicos, ellas les saludaron con la mano sonrientes, pero no se detuvieron y entraron cuanto antes al edificio de piedra, ya que siempre se sentaban es uno de los bancos que había junto a la puerta de su clase.

Milo, que era el muchacho moreno, miró a su compañero llamado Alfonso, él parecía embobado mirando a Maricarmen, aunque yo después de aquello no me enteré de mucho más, iba en el bolso de Mari, sin embargo se intuía que Alfonso estaba enamorado de ella.
María del Carmen no se enteraba mucho de esto, debido a que estaba profundamente enamorada del héroe de Sevilla: El Gato, al cual aún no había podido declarar su amor, tan solo se conocían desde hacía un mes y era poco tiempo, pues en esa época las cosas iban un tanto despacio, creo. Además, a ella le caía un tanto mal Alfonso por diversos motivos que...

Inciso de Marinette:

-Pero... ¿Ese chico rubio tiene algo que ver en la historia?-Preguntaba Marinette, mirando a su kwami e interrumpiéndola un momento.

-Bastante, pero no puedo adelantarte nada todavía,-Contestó Tikki, riéndose.-cada cosa a su tiempo, se paciente.

-¿Y cómo sabes quién miró a quién si estabas dentro de un bolso?

-¡Yo lo sé todo, Marinette! Escúchame y deja de hacer preguntas hasta que acabe.

-De acuerdo... Continúa, por favor, ¿qué pasó entonces?

-Pues...

Volviendo a narrar Tikki:

Entraron todos a sus clases, las chicas a la suya y los chicos a otra distinta, puesto a que nunca se mezclaban a ambos sexos en la misma clase porque daban distintas materias aptas para cada uno. Las chicas por desgracia no tenían permitido estudiar muchas cosas que los chicos sí podían, así que Maricarmen y Alba entraron separándose de Milo y Alfonso. Entre ellos cuatro no había mucha relación en ese momento, pero luego habría mucha y muy liosa... Me dieron un chivatazo sobre lo que pasó en la clase de los compañeros masculinos ese día, y dado a que a nuestra protagonista no le pasó nada interesante te contaré la parte de Alfonso:
Estaban tan tranquilos en el aula mientras el profesor daba su materia, y sin previo aviso la puerta se abrió, sin haber llamado nadie antes y de allí apareció una mujer muy estirada con un lujoso vestido completamente negro, de lo más soso y apagado que podías ver, incluso por esos tiempos. Esta miró a Alfonso con cara de perro y se dirigió a su mesa, que estaba en una fila en la mitad de la clase. El chico rubio se asustó bastante, esa era su institutriz, es decir, era la persona que le daba clases desde pequeño en su hogar. Ella era una mujer adulta de unos treinta años aproximadamente que tenía un moño alto y un sombrero negro decorado con flores violetas.

No lo he mencionado antes, pero Alfonso era hijo de un hombre llamado Juan Alberto Avilés, un millonario excéntrico que tenía un enorme cortijo andaluz* con viñedos, tierras y una empresa de vinos muy caros, pero que valían la pena, y era bastante famoso por ello y por sus distintos contactos con la realeza. Este señor tenía a su hijo muy explotado, como Adrien, pero mucho, mucho peor... Alfonso no tenía que posar para fotos o aprender un idioma complicado, tenía que aprender a ejercer de torero, y al pobre chico no le gustaba dañar a los animales, sin embargo este hecho lo mantenía en estricto secreto porque su padre le prohibió contar nada por no manchar su reputación, y aún así le obligaba a hacerlo. Juan Alberto siempre quiso ser un torero, pero su camino se desvió y nunca lo fue, entonces aquel sueño cayó en su hijo, pero ese no era su sueño, es más, él no tenía ninguno, no le habían dejado pensar en ello, tan solo estudiaba y trabajaba para su padre, quería algo de libertad para decidirlo, pero nunca le dejaban respirar. Lo peor de todo era que nadie sabía lo que el chico estaba pasando y pensaban que disfrutaba de ello y por eso era bastante popular entre las chicas jóvenes.
Había estado practicando para ser torero en sus parcelas o en la misma plaza de Sevilla, pero nunca había hecho una corrida real con un toro de verdad, siempre con vaquillas que no le hacían demasiado daño, y ese día iba a cambiar, puesto a que se acercaba su decimosexto cumpleaños y ahí tendría que empezar a hacerlo en serio.

La institutriz del joven rubio se acercó a él con unos papeles impresos en la mano. Ni siquiera le había pedido permiso al profesor para hacer eso puesto a que más veces en el curso había interrumpido esa mujer en el aula para notificar cosas a Alfonso, ella nunca esperaba a que acabara la clase, debido a que tenía muchas más cosas que hacer en el cortijo de Don Avilés.

-Alfonso, esta tarde tu padre quiere que hagas tu primera corrida de toros.-Informaba la mujer en un tono lo bastante alto como para que los demás alumnos de la clase la escucharan.-Te ha preparado para ello justo para este momento, como entrada a tus dieciséis años.

-¡¿Qué?!-Preguntó el chico en bajo para que nadie más escuchara, con apuro y nerviosismo.-Natalia... ¡No puedo! ¡Yo...!

-No hagas un escándalo aquí, tu padre no estaría de acuerdo... Tan solo sonríe, di que sí e invita a alguien directamente a verte, los palcos van a estar llenos solo para verte a ti. Toda Sevilla querrá verte en acción, Alfonso.

El joven suspiró, asintió y sonrió falsamente como bien podía, aunque realmente solo tuviera ganas de irse corriendo. La institutriz se dio media vuelta y empezó a repartir papeles por las ocho mesas de alumnos que había en el aula, y tras ello dio una al profesor y se marchó diciendo un seco adiós.
Los jóvenes miraron a Alfonso y muchos aplaudieron orgullosos de que fuera a hacer su primera corrida de toros, y él trataba de mantener su cara feliz tanto como era capaz.
El profesor llamó la atención a los adolescentes que continuaban emocionados y entonces prosiguió su clase hasta la hora del recreo. Una vez sonó la campana todos abandonaron sus asientos y salieron al jardín interior del edificio donde todos los alumnos descansaban y tomaban su almuerzo de media mañana para reponer fuerzas.
Allí Alfonso salía con su bolsa con la comida junto a su amigo Milo, que era el único que sabía lo mal que lo estaba pasando, pero prometió guardarle el secreto, estaba dispuesto a ayudarle y apoyarle mientras durara su tortura emocional.

Ahora vamos a centrarnos en María del Carmen un poco:

Ella salía junto a su amiga Alba de su correspondiente clase. Las dos reían contándose alguna cosa graciosa, cuando de pronto vieron que Alfonso y Milo se acercaban a ellas. El rubio tenía en sus manos uno de los folletos en los que venía el anuncio de la corrida de toros, la hora y el precio de las entradas entre otras cosas. Él estaba dispuesto a invitar a Maricarmen, aunque sabía su opinión sobre lo que él hacía, pero necesitaba que esa preciosa muchacha acudiera a darle ánimos, era lo único que necesitaba, su amor.
Maricarmen se quedó quieta al ver que Alfonso se ponía frente a ella con una tímida sonrisa. Parecía seguro de lo que hacía, pero estaba algo nervioso, no solo por lo que ella respondería, si no también porque un montón de chicas le empezaban a rodear, y Milo hacía lo posible para alejarlas mientras repartía panfletos de la corrida.

-Hola, Mari, Alba.-Saludó él con confianza a las chicas, sujetando dos panfletos, iba a invitar también a la chica marroquí para disimular, no quería desvelar que Maricarmen le gustaba.-Esta tarde es mi primera corrida de toros de verdad. Me gustaría que acudieseis vosotras también, si no es mucha molestia y no tenéis nada que hacer.-Él les entregó los papeles y las dos, sin decir nada lo leyeron, adoptando un serio gesto después de haberse estado riendo.

Mari levantó la cabeza, y con molestia miró a Alfonso devolviéndole tranquilamente el papel.

-Lo siento, no soy partidaria de todo esto...-Contestó tratando de parecer lo más educada posible, aunque aún dentro tenía algo de rabia que supo contener.-Creo que no me gustaría ver ese tipo de espectáculos en el que torturan animales...

-Sí, a nosotras no nos va eso de ver a un famosete matar a un toro.-Dijo despectivamente Alba, poniéndole el folio impreso en el pecho al rubio bruscamente. Él lo agarró y la miró mal.-Esto te lo quedas tú, ¡lechuguino!

-Alba, no seas tan malencarada, es una tradición y un arte algo peculiar, pero debemos respetar a quien le guste y lo practique, ¿vale?-Maricarmen miró de vuelta al chico, con una cara un tanto decepcionada.-Que se te de bien todo esta tarde, pero... no cuentes con nosotras.-La chica del moño se dio la vuelta con su amiga morena y entonces se marcharon las dos algo rápidamente.

Mientras, Milo había visto la escena cuando acabó de apartar a las fans de Alfonso. Estas por supuesto también lo oyeron y muchas comenzaban a quejarse de que a ellas que querían ir no las invitaba y a las otras que no querían sí o cosas así.

-Alfonsito mijo, esa chica es educada hasta para mandar a freír espárragos a alguien.-Comentaba en tono de broma el moreno, apoyándose en el brazo de su amigo, que se había quedado entre triste y enfadado, mirando como las dos chicas se alejaban.

-Soy un inepto...-Mascullaba Alfonso tristemente mientras rompía los folletos que le habían dado las dos chicas, apartaba a su amigo y se iba dentro del edificio, a un lugar apartado de la gente. Por fin las fans se habían dispersado y Milo se fue con él para tratar de animarle.-Jamás me ganaré su amor, ella me odia...

-No des por hecho que te odia.-El moreno se sentó en un banco junto al rubio y se colocó la gorra.-Si te odiara te hubiera estampado el panfreto en la faz y te hubiera dejado las letras de calcamonía.

-No es momento para chascarrillos Milo... ¿Qué debo hacer con ella? ¡No quiero nada de esta bazofia emponzoñada con la que me ha tocado convivir!

-Míralo por el lado positivo; eres rico mijo.

-¿Otra vez con eso? Me da igual ser rico, ¡lo que quiero es ser libre y poder ser como soy de verdad con mi amada María del Carmen!

-Deja de excederte tanto, lo que deberías hacer es contárselo, tu padre no lo sabrá, ¡ni nadie!

-No puedo decírselo a más gente... Estoy entre la espada y la pared...

-Lo siento, no puedo serte de más ayuda por desgracia...

-No importa Milo, ya haré algo al respecto como buenamente pueda, gracias por apoyarme tanto.

Ambos amigos intentaron desviar el tema y merendaron tranquilamente. En el fondo, Alfonso recordó algo que podría ayudarle, y de hecho pensaba en escabullirse de su responsabilidad y no acudir a la corrida de toros con ayuda de alguien, y ese no era Milo, si no Plagg, su kwami y mi compañero.

Continuará!

[*Un cortijo andaluz es una casa muy grande apartada de la ciudad situada en mitad del campo (generalmente por la zona sur/suroeste de España, osea, Andalucía, Extremadura y raras veces Castilla la Mancha) que posee muchas estancias o pocas dependiendo de qué tipo sea. Es decir, que es como una mansión rural en la que a veces se pueden llevar a cabo trabajos agrícolas y un montón de cosas, como es el caso de la Hacienda Avilés, que posee una fabrica de vinos junto al edificio y unas extensas tierras cubiertas de viñas.]