Era domingo al mediodía. El teléfono en la residencia Pataki sonó. Miriam, descansando de su jornada laboral, contestó alegre.

-¿Diga?

-Buenos días señora Pataki... -pero lo interrumpieron.

-¿Cuantas veces te he dicho que me llames por mi nombre de pila? ¡Vamos Arnold! Ya nos conocemos desde hace mucho ¿O no?

-Lo siento señora, digo, Miriam. Deberé acostumbrarme, creo... -se sonroja del otro lado de la línea.

-No te preocupes -contestó alegre- Tiempo al tiempo. De todas maneras no llamaste para conversar conmigo ¿Cierto? -rió- Bien, no te quitaré más tiempo. Aguardame un instante que ya llamo a Helga.

-De acuerdo, muchas gracias Miriam -esperó del otro lado unos minutos.

-¿No es muy temprano para que me llames a esta hora, cabeza de balón? -se quejó una Helga somnolienta del otro lado del tubo.

-Siento interrumpir tu último descanso vacacional Helga, pero me temo a que es muy importante lo que quería decirte.

-Dime entonces...

-Estaba pensando en ir de compras al centro comercial esta tarde ¿Quieres acompañarme?

-¿Ir de compras? -se extrañó- ¿Tú?

-Pues claro, el próximo lunes empezarán las clases ¿Recuerdas? -lo había olvidado por completo. En una semana más los jóvenes empezarían el último año de escuela secundaria y Helga no tenía ni una hoja en blanco para llevar en su mochila. Del otro lado de la línea Helga se despertó rápidamente ante el aviso de Arnold, y abrió los ojos bien grandes.

-Supuse que te olvidarías por eso te llamé -continuó el cabezón sonriendo. Le causaba gracia conocerla tanto. Pero más le gustaba que no haya cambiado en nada.

-Tienes razón -se resignó la rubia tomando su cabeza con la palma de su mano- Bien ¿Cual es tu plan?

-Vamos al centro comercial a comprar lo necesario y... -se escuchan ruidos y gritos por detrás del rubio - Y luego la invitas a cenar a casa. ¡Hace mucho tiempo no tenemos noticias de Eleanor!

-Me gusta la propuesta de tu abuela -jugó la rubia sonriendo también- Dile que aceptaré.

-De acuerdo -y se dirige a Pookie- Abuela, vendrá a cenar.

-¡Yiiiija! -festejó alzando sus brazos- ¡Entonces tenemos que preparar la mesa especial para recibir a los reyes de esta noche! ¡Oye Phil, vamos a lijar los tronos y a bañarlos en oro para recibir a su majestad! Mientras tanto, esta noche, me complacerá servirles a ustedes -hace una reverencia ante un Arnold paciente, acostumbrado a ver a su abuela de esa manera.

-Bien, ya la oiste, te recibirán bien -sonrió- Pasaré por tu casa a las cuatro de la tarde.

-De acuerdo, te estaré esperando Arnoldo. Hasta luego.

-Te veré al rato -colgó.


A las tres y media de la tarde Helga cepillaba su cabello. Esa vez lo dejó suelto y con un gorro de lana fina encima color lila. Se puso unos jeans lavados, con una rotura en la rodilla. La combinó con una una musculosa color violeta , la cual resaltaba sus senos pero no de manera exagerada, y la acompañó con un fino saco blanco que combinaban con sus zapatillas blancas tambien. Quiso que Arnold la viese un poco diferente de la última vez. Si bien ella no era partidiaria de usar maquillajes, esa vez optó por utilizar solo un poco de rimmel para resaltar sus pestañas pero cuando fue a buscarlo al botiquin del lavabo no lo halló.
Pudo oir a Miriam tarareando una canción desde su habitación lo que le causó mucha curiosidad y se dirigió hacia allí. Al ingresar observó a su madre utilizando el rimmel frente al espejo, vestía un largo vestido rojo oscuro y ajustado. Se sorprendió por tal hecho y, finalmente, ingresó a la habitación en su totalidad.

-¿Qué diablos te sucede, Miriam? -preguntó extrañada.

-Solo me preparo para salir, hija -continuó tarareando.

-¿Saldrás con alguien? -Miriam la miró fijo.

-Si. -suspiró- Estoy saliendo con alguien desde hace un tiempo ya...

-¿Y cuando pensabas decirmelo? -se sienta en su cama- ¡Ahora cuéntame!

-Bien... -suspira y se sienta al lado de su hija- No quise decírtelo antes porque temía a que reaccionaras como cuando te enteraste que tu padre estaba saliendo con otra mujer.

-No me puse mal por enterarme. Me puse mal por conocer a esa mujerzuela -refunfuñó.

-¡Helga cuida tu vocabulario!

-Lo siento mamá... -se disculpó rodando los ojos.

-Bien. Se llama Jack y hace un tiempo que ya venimos saliendo. ¿Sabes? Él es genial. Me hace sentir muy bien, no me falta el respeto y me cuida como si no existiera un mañana -sonrió.

-¿Sabes algo? No me importa que tal sea o de que trabaje, lo único que quiero es que estés bien ¿De acuerdo?

-Helga, hija... -su madre la abraza- ¡Estás tan grande ya! -Se emociona- Yo estaré bien, no te preocupes por mi. Gracias por escucharme -le guiña el ojo.

-Es lo de menos, Miriam... -se acomoda para levantarse de la cama.

-¡Un momento! -la detiene su madre de un hombro- Ahora me parece que tú tienes que contarme a mi ¿No crees?

-¡¿Qué?! -se exasperó- ¡¿Sobre qué?!

-Una madre puede disimular muy bien, pero siempre sabe Helga. Ese muchachito, Arnold, llama siempre por teléfono, siempre aceptas sus invitaciones ¿Debo suponer que solo son amigos?

-¡Si, eso es lo que somos! -gritó incómoda y a medio sonrojar- ¡Como desde el primer día que nos conocimos en el kinder!

-¿Ah si? -su madre la miraba de forma sobradora.

-Si, eso es todo -respondió tratando de tranquilizarse.

-Y, solo por curiosidad. ¿Sabes cúal es su color favorito?

-Azul -respondió confundida pero más tranquila al fin.

-¿Cuales son sus pasatiempos? -continuó sonriendo.

-Gusta de hacer muchas cosas, jugar al baseball, escuchar música jazz, también sabe mucho sobre nuevas tecnologías. Su habitación está toda controlada por remotos que encienden o apagan las luces al igual que la música, incluso hace girar sillones -comentó entusiasmada.

-¡Vaya! Todo un erudito moderno.

-Si, es muy inteligente también. Y no solo eso -se entusiasma- sino que es amable con todas las personas. Él no puede pasar nada por alto. Es un completo samaritano ayudando a quien se proponga ¡Qué idiota! -fingió reir- De todas maneras ¿Sabes que es lo curioso? ¡Que siempre lo logra! ¡Es fantástico... -mira de reojos a su madre- que pueda lograrlo, es algo fantástico ¿No? -se vuelve a sonrojar.

-Que bien -festejó su madre- ¿Tiene novia? -la pregunta incomodó a Helga.

-¡Por supuesto que no! -frunció su uniceja- ¡¿Quien querría salir con un estúpido cabeza de balón?!

-No entiendo. ¿Primero es una excelente persona y luego un estúpido cabeza de balón? -Miriam ríe- Si es tu amigo y tanto lo quieres ¿Por qué no le presentas a una de tus amigas? ¿Que tal Phoebe?

-Mamá, Phoebe está saliendo con Gerald, precisamente, es el mejor amigo de él.

-¿Y qué tal Lila?

-¡¿Lila?! -se sobresaltó.

-Si, es una buena chica. Harían una pareja hermosa ¿cierto?

-¡Por supuesto que no! -se levantó de la cama de un santiamén- ¡Lila es muy zopenca para alguien como Arnold! -trinó los dientes.

-Pero, según tu descripción Arnold también pareciera ser un zopenco ¿No? -jugaba su madre sin cesar.

-Si pero, pero... -Helga se había quedado sin palabras. Su cerebro trabajaba a cien mil para poder darle una explicación certera y, sobretodo, creíble- ¡Pero no es un chico para ella y listo!

-¿Y para quién sería? ¿Alguien como tú quizás?

-¡¿Qué?! -se quita su gorra de lana. Repentinamente tenía mucho calor- ¿Por qué alguien como yo, la gran Helga G. Pataki se interesaría en un zopenco como él?

-Pero...

-¡Suficiente Miriam! Arnoldo y yo somos amigos, fuimos amigos y seremos amigos por el resto de la eternidad -dijo esto último cruzando los dedos detrás.

-De acuerdo. Creeré en tus palabras hija -le sonrió.

-Asi me gusta más -volvió a colocarse su gorra y se marchó de la habitación tras la mirada pasiva de su madre, cómplice de haberla visto cruzar los dedos en el reflejo de su espejo.


Luego de comprar todos los materiales necesarios, Arnold invitó a Helga a tomar un milkshake para pasar un rato a solas juntos antes de regresar a su casa para la cena caótica donde su abuela los recibiría con mucho cariño y locuras extravagantes.

-¿Cómo puede ser que siempre lo olvides? ¿Cuanto hace que vas a la escuela Helga? -se burló Arnold de la olvidadiza mente de la chica.

-Es que cuando estoy de vacaciones olvido los días, cabeza de balón. Ni siquiera tengo noción de las horas.

-Me di cuenta por lo que duermes -se volvió a burlar paciente y con una sonrisa.

-Me gusta mucho dormir ¿Cual es el problema?

-Ninguno. Solo te estaba marcando un detalle... -Helga frunció su entrecejo ante la sonrisa de su amado y se concentró en su helado batido.

Nada podría decirle incluso si estuviese equivocado. Ella también perdía noción del tiempo cuando estaba junto a él. Al verla algo incómoda, el rubio intentó romper la tensión. Delicadamente tomó un poco de la crema batida de su Milkshake y lo colocó en la punta de la nariz de la chica. Helga cruzó los ojos, poniéndose bizca, para ver lo que el muchacho habia hecho y luego dirigío su mirada hacia él quien se reía levemente de su travesura.
Helga volvió a fruncir el entrecejo demostrando algo de enojo, pero detrás de esa cortina tan tenebrosa, su alma bailaba de alegría. Y esto Arnold lo sabía, por eso ya no temía lo que ella pudiera hacerle.

-Pagarás por esto camarón con pelos ¿Sabías?

-Lo imaginé. Incluso imaginé que sería ahora mismo.

-No -le sonrió sin dejar de fruncir su entrecejo- Por un momento había pensado en esa posibilidad, pero creo que me armaré de paciencia y me inventaré una mejor venganza.

-Suena tenebroso...

-Deberías estar rezando y, si no sabes, deberías aprender al menos -volvió a amenazar mientras con una servilleta se quitaba la crema.

Arnold rió y se acercó hacia ella hasta sentarse a su lado. Pasó su brazo por uno de sus hombros para abrazarla y acercó su boca para robarle un dulce beso. Helga lo miró sonrojada, él no paraba de sonreir. Fue entonces cuando ella tomó su crema y, sin ser demasiado bruta, se la refregó en sus labios. La rubia comenzó a reir a carcajadas y esta vez fue él quien frunció el entrecejo.

-¿Sabes qué? Tu me manchaste, tu me lo quitas...

-¡Oye, no es justo! ¡Yo me limpié sola!

-Tú no me has pedido que te lo limpie... -fue mucho más sagaz que ella.

-Ya veo... -sonrió maléficamente- ¿Con que quieres jugar eh? -Arnold tuvo un poco de miedo- De acuerdo, yo te lo quitaré.

La muchacha tomó del rostro al cabezón y, mientras lo besaba, le quitaba la crema de sus labios. Que el destino sea preciso nunca fue sorpresa: justo en ese momento Timothy y Lila ingresaron a la misma heladería y lo primero que observó el muchacho fue a dos rubios pasandola muy bien. El violinista ya no estaba impresionado de que esto fuera asi, pero nada haría apagar el huracán de furia en su interior.

-Hola chicos -saludó una pasiva Lila- ¿Cómo están?

-Hola Lila -saludó Arnold sonriéndole. Por detrás de ella un sombrío Timothy se acercaba lentamente- Hola Timothy -volvió a saludar el cabezón.

-Hola Arnold -respondió el muchacho fríamente. Acto seguido miró a Helga para saludarla también- Hola Helga...

-Hola idiota -le respondió ante una mirada reprochadora de su amado -¡¿Qué?! -se excusó ante su mirada levantando sus manos en expresión.

-¿Quieren acompañarnos? -propuso el rubio. Helga lo codeó por debajo de la mesa y Arnold se sobresaltó del dolor en sus costillas.

-No es una molestia para mi, todo lo contrario -sonrió Lila mirando a Timothy para que éste le responda positivamente. Pero el muchacho no hizo más que sentarse al lado del cabeza de balón. Lila, confundida, también tomó asiento. -¿Interrumpimos una cita?

-Para nada Lila, solamente estabamos tomando un Milkshake de paso,en realidad volvíamos de comprar los útiles escolares -explicó Arnold pacíficamente.

-Dejame adivinar -dijo la pelirroja- Pasaron por aquí y la tentación pudo más ¿Cierto?

-Exactamente -sonrió el cabezón- Más que nada por Helga, se que ama estas cosas -y agregó pícaramente- Sobre todo su gusto favorito: fresas.

-¡Helga odia las fresas! -expresó Timothy al fin. Arnold lo miró atónito.

-Tu cerebro de mosca supera todas mis expectativas. ¡Era una broma, zopenco!

-Tranquilízate Helga, por favor -Arnold la miró dulcemente a los ojos, suplicándole que lo hiciera. Ella, obedeció perdiéndose en ellos una vez más.

-Lo siento, por un momento creí que tú no lo sabías -refutó Timothy. Arnold se giró hacia el con una expresión seria.

-Dime Timothy ¿Realmente lo creías o en verdad deseabas que yo no lo sepa?

-¡¿Qué dices?! -preguntó el músico algo molesto.

-Lo que oyes. ¿Sabes? Yo apenas te conozco, y por eso no me permitiría jamás prejuzgarte. Sin embargo cada vez que me acerco a ti, cada cosa te hago o digo te resulta irritante. ¿Cual es el problema? Si tu tampoco me conoces...

-¿Crees que no te conozco? !Se mucho más de ti de lo que tu crees! -se pone de pie- ¿Sabes cual es el problema? ¡Eso es el problema! -señala a Helga quien lo miraba con furia -Tu vienes y me la quitas, y ella es mia. ¿Entiendes?

-¡Protesto! -Helga se pone de pie golpeando la mesa- Yo no soy tuya, ni de Arnold, ni de Lila, ni de mi madre siquiera. ¡Yo soy mía! ¡Yo me pertenezco! ¡No soy objecto de nadie estúpido cara de murciélago!

-Helga, por favor... -Arnold volvió a mirarla de la misma manera y ella, algo molesta, tomó asiento nuevamente apoyando los codos en la mesa y, sobre sus manos, su rostro. Arnold se volvió a girar hacia Timothy y continuó- En este caso, estoy a favor de Helga. Tiene razón, ella no es objeto de nadie.

-Bien, entonces si nadie le pertenece... -Timothy se acerca a Helga- Puedo besarla ¿tal vez? -jugó.

-¿Por qué lo harías? -Arnold se molestó- En primer lugar, ella no quiere hacerlo. En segundo lugar creo que tú confundes las cosas. El amor no se trata de poseer, sino de liberar.

-Por eso mismo, Helga es libre, entonces la tomaré -La paciencia de Arnold se colmó y esta vez fue él quien se paró de su asiento.

-¡Hablas de Helga como si fuera una cosa, como si ella no tuviera sentimientos, como si tuviera un valor material! Puede que ella no demuestre sus sentimientos, pero los tiene y puedo dar fe de ello. ¿Y sabes qué? Helga es mucho más importante que un objeto, que un valor material. ¡Ni se que diablos estoy diciendo! ¡El verdadero valor de Helga no se puede comparar con el de nadie! ¿Y tú deseas tomarla como si fuera un mueble? ¡Creo que deberias pedirle disculpas, es una falta de respeto lo que haces con ella! -Arnold se veía realmente enojado, incluso agitado.

-¡Idiota! -Timothy desbordaba de furia, sabía que Arnold tenía razón pero jamás iba a reconocércelo- ¡Tu no eres quien para decirme que es lo que tengo que hacer o no! -se da la media vuelta y se retira del lugar.

-¡Tim! -llamaba Lila- Tim, espera.

-Creo que lo mejor es que vayas con él, Lila -dijo Arnold tomándola de un hombro- Evita los saludos, solo vé -le sonrió. Por un minimo instante Lila descubrió todo ese encanto que poseía Arnold que hacía amansar a la mismísima Helga. Finalmente reaccionó, le devolvió la sonrisa y corrió en la búsqueda del violinista.

Helga se levantó de su asiento y fue hacia donde Arnold. Lo tomó de un hombro y éste volteó a mirarla. Curiosamente, un rostro totalmente iluminado apareció tras los ojos del muchacho. Se sorprendió por tal hecho, era la primera vez en su vida que veía a Helga de esa manera.

-Arnold... -finalmente suspiró- Arnold, eres increíble. Lo que has dicho de mi hoy...

-Vamos Helga -se sonrojó- No fue nada de otro mundo, es realmente lo que pienso.

-¡Por eso! ¿Y que más me hace feliz que escuchar eso de tu boca y no porque te lo han contado, sino porque realmente lo crees asi? -lo abraza brusca y apasionadamente- ¡Cielos, me encanta como eres! -Arnold estaba anonadado. Tampoco nunca había visto un ataque de dulzura de Helga, y menos de semejante índole.

La rubia se apartó de él para mirarlo a los ojos con ternura, y le regaló un extraordinario beso francés más dulce que la mismísima azucar. Finalmente se alejó de él y lo volvió a mirar a los ojos. Los de ella se encontraban vidriosos por toda la emoción que se le generaba en su pecho. Arnold la miró tiernamente, creyó que para el tiempo que ya había transcurrido, ese ataque de dulzura finalizaría, pero no fue asi. Eso lo hizo sonreir mucho y lo hizo sentirse muy bien consigo mismo. Finalmente Helga está comportandose tal cual es. Finalmente estaba floreciendo.


Hooooola mis zopencoooos!

¿Como les va tanto tiempooooooo?
Desaparecí del mapa, tuve mis motivos y razones. Pero aqui estoy! Como les prometí ¡NO LOS ABANDONÉ! Digamos como que me tomé unas vacaciones de fanfiction(? pero aquí estoy. Los motivos de mi desaparición estarán en breve detallados en el epílogo de "una chica de ciudad 2" Regalándoles un capitulo de yapa por esta ausencia y, ademas, se enterarán de que está publicada esta nueva historia ;)
Bienvenidos una vez mas a esta última parte de esta historia que compartimos y bueno... espero que la disfruten!
Abrazos gigantezcos para todos y muchas buenas vibras!

JeanePataki-