The Powerpuff girls no me pertenece, es propiedad de Craig McCracken, sin embargo, la trama y personajes secundarios (Oc´s) son de mi completa autoría. El plagio total o parcial de esta historia está prohibido. No autorizo su edición, manipulación, continuación y/o re publicación en esta u otra plataforma. ATRÉVETE A COMETER PLAGIO EN MI CONTRA Y TE REVIENTO A PALOS 3
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Capítulo 1
[TIEMPO]
El tiempoavanza de manera inexorable y no hay nada que podamos hacer para modificar su curso. Es imposible lograr que se desarrolle más lento o más rápido, o pretender guardar un poco para el futuro.
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Dedicado a MisguidedGhosts04
Eran las 7 de la noche, y a sus 16 años, quería morir en ese instante. O por lo menos que la tierra se abriera, se la tragara y llevarse a su hermana gemela con ella. Porque la iba a matar, la iba a degollar. Desmembraría sus órganos y lanzaría todos los restos a los cuervos. Luego iría a por ella al infierno y la volvería a matar.
Brittany intentó encontrar una razón sólida que justificara la mayor estupidez de su corta vida, haberle pedido a su gemela, Bridgett, que le ayudara con su cabello. Realmente no existía razón alguna porque sabía de antemano que era su culpa por siquiera pensar que Bridgett era la persona más apta para encomendarle semejante tarea y creer que no lo estropearía.
Entonces llevó ambas manos a la zona afectada. Cuando sus dedos sintieron el calor abrazador sobre su azabache melena, abrió los ojos con horror. No, esa no era solo una zona afectada. En ese momento llegó a considerar que todo en ella era radioactivo. Estaría en cuarentena hasta nuevo aviso. Pero mientras tanto…
—Oh, Bridgett.
Si en algún momento llegó a sentir angustia y pena por algún ser vivo que ella conociera, esa era Bridgett. Era consciente de la mala fortuna que envolvía a su hermana y peor aún, sabía que ni ella misma podía evitarlo. Pobre de su gemela. No solo tenía mala suerte rodeándola siempre, en ese momento algo muy grave le iba a pasar.
—Yo... —Bridgett susurró quedamente al momento de dar dos pasos hacia atrás. En una mano tenía la plancha para cabello con restos del mechón quemado y en la otra sostenía el cepillo, pero al ver el reflejo de su hermana en el espejo soltó ambas cosas y se apresuró hacia la puerta sin quitarle la mirada a Brittany— Pe-perdona, creo que puse mucha crema y te… ¡Te dije que aún estaba húmedo! —tartamudeó mientras avanzaba en retroceso. Cuando su espalda chocó la dura pared, tragó en seco.
—Has hecho la última torpeza en tu vida, dulce y estúpida gemela mía… —Brittany giró con brusquedad y en un parpadeo se levantó y fue a por ella. No estaba muy segura de dónde provenía la locura irracional que salía a brote cada que se enfadaba, pero sabía que en ese momento no era consciente de lo que hacía. Por obviedad, si una persona, como ella, cometía un asesinato causado por la estupidez de su hermana, no habría prueba de su culpabilidad. Obviamente solo era una víctima más de su locura momentánea.
—¿Qué piensas hacer? Po-podemos arreglarlo… ¡Aún faltan 2 horas para que ellos lleguen! Yo te ayudaré… —quiso defenderse mientras tanteaba distraídamente la manilla de la puerta— Podemos…
—No. —la interrumpió— Tú no harás nada, no saldrás de esta habitación y jamás volverás a ver la luz del día —se levantó. Bridgett ya no respondió y solo se limitó a abrir la puerta con rapidez y huir por el corredor hasta llegar a algún lugar seguro— ¡MADRE, VOY A MATAR A TU HIJA!
Buttercup cerró los ojos y suspiró con desgano. Los gritos de sus hijas se podían escuchar claramente en toda la casa, y ese era el peor momento para que ellas decidieran iniciar una pelea. Acababan de avisarle que cierto — Estúpido, imbécil, idiota cara de… ¡Argh! — súper tonto había sido visto esa misma mañana. Él estaba de regreso en la ciudad y eso solo significaban problemas. No tenía humor, ni ganas, para soportar los problemas adolescentes de sus hijas.
—Seguro es una estupidez…—murmuró.
Era suficiente con la tempestad que se estaba formando con el regreso de Butch. Tenía un asunto mucho más importante del que preocuparse. Break, el menor de sus hijos varones, había huido de casa en el momento que se descubrió un secreto muy personal, y la evitaba. Buttercup juraba que en el momento en el que Butch se enterara, iba a enloquecer. A ella le tomó un par de días asimilar la situación, y otros tres días le tomó debatirse, culparse, llorar y luego sufrir la contradicción de sus emociones, pero al final de esa semana se limpió las lágrimas, recordó cuanto amaba a su hijo y se hiso a la idea. Luego de que intentara hablar con Break para hacerle saber su apoyo e incondicional amor de madre, se vio completamente rechazada por su hijo durante dos largos meses. Butch no iba a ser tan emocional, simplemente iba a estallar.
Mientras la puerta de su habitación era aporreada por las gemelas, Buttercup terminó de cambiarse con rapidez. Aunque aún faltaba 1 hora para que su turno iniciara, no pensó dos veces en adelantar su guardia. Quería largarse lo más rápido posible de ahí y de la segura catástrofe que estaba iniciando. Después de asegurarse que no le faltara nada, cerró el cierre de su chaqueta y abrió la puerta. Las gemelas se gritaban mutuamente, pero al mirar la cabeza de Brittany supo de inmediato el motivo.
—Le daré créditos a Bridgett por originalidad.
Su pequeña siempre fue torpe, desde bebé todo le salía mal, parecía tener manos de mantequilla y la peor de las suertes, pero a pesar de todo ella se las arreglaba para solucionar los problemas que su torpeza involuntaria ocasionaban—. Sin embargo… —volvió a mirar el espacio de cabello faltante— Ese si es un récord. —No podían culparla, todos sabían que, aunque ella no lo quisiera, las cosas no siempre le salían bien a la primera. La solución era clara; la culpa era de Brittany, ella mejor que nadie conocía la mala suerte de su gemela.
Ambas gemelas tenían el cabello negro como la noche y les llegaba a media espalda, pero en el caso de Brittany un gran mechón del lado izquierdo estaba quemado y arrancado, dejando un gran espacio visible e imposible de cubrir.
—¡CÁLLENSE! —gritó para silenciarlas.
—¡Mira mi cabello!
—¡Le dije que aún no podía alaciarlo!
—¡Eres una tonta torpe!
—¡Es tu culpa, yo te lo dije!
—¡Eres muy estúpida, nada haces bien y…!
—¡MALDITA SEA, BASTA! —Buttercup gritó nuevamente provocando que sus hijas callaran inmediatamente.
Lo mejor de ser ella era que a pesar de los años, su dominante carácter seguía intacto. Y era de esperarse, después de criar a tantos hijos y sola… Sin embargo, no era la única en su gran familia con ese carácter del infierno. Si algo sabía muy bien de todos sus hijos, es que no se lo pensaban dos veces para irse de puños contra cualquier individuo que los molestara, aún más hacia los miembros de su propia sangre. Debía detener aquella pelea y pronto, ambas gemelas llegaban a ser muy duras entre si cuando discutían, sobre todo cuando lo que más las herían eran las palabras venenosas que se dedicaban cuando cosas, como esa, sucedían. —Gracias por tus genes de mierda, Butch —pensó. Luego recordó que de ella también—. ¡Pero más de él! —talló sus ojos y resopló.
—Aquí se acaba o las castigaré… Y si no mal recuerdo, hoy no es el mejor día para que sean castigadas.
Ambas chicas se miraron entre si y negaron rápidamente.
—Lo sentimos. —Bridgett murmuró.
—Genial, asunto arreglado. Ahora vayan a ver si no asustaron a sus hermanas. Ya las imagino debajo de la cama, muertas del miedo… —murmuró y salió de la habitación. Al cerrar la puerta, escuchó el sollozo de Brittany quien caminaba lentamente por el corredor mientras acariciaba los restos de su cabello quemado— Ven acá —le ordenó.
—Olvídalo, no pienso salir de esta casa hasta que vuelva a crecer. Me veo espantosa —Brittany tenía los ojos enrojecidos y las lágrimas comenzaban a resbalar sobre sus mejillas. Sí, tenían un carácter del demonio, pero seguían siendo chicas sensibles.
Buttercup abrió la puerta de su habitación y ambas entraron.
—Te he dicho mil veces que no uses productos químicos hechos con energía azul. Esa porquería artificial no es confiable, nadie sabe de dónde salió… —la reprendió— A tu edad no me interesaba como me veía la gente, me daba igual porque solo me importaba sentirme bien conmigo misma. Tu padre se fijó en mí porque yo era natural, no pretendía impresionar a nadie. No me agradaba el maquillaje, ni como lucia mi cabello, era muy ruda y algo masculina, pero de alguna forma que aún no logro explicar, él podía ver mi belleza y eso es algo que solo los buenos hombres hacen. Aunque claro… tu padre es un idiota, pero de momentos tenía lucidez y cordura.
Brittany sonrió mientras escuchaba a su madre.
—Papá es genial… aunque este loco, me agrada.
—Si, eso dicen todos hasta que lo conocen en verdad. —susurró— Bien, veamos… —Buttercup se acercó a su hija y acarició el largo y maltrecho cabello. Luego de acomodarlo y peinarlo, lo juntó y a una medida que sintió correcta, y cortó todo el cabello.
—¡Mamá! —chilló horrorizada cuando sintió el calor abrazador cerca de su nuca. Su madre había utilizado su visión laser para cortarle el cabello.
—Quieta, o cortaré de más. Es mejor emparejarlo a que lo tengas así.
—Pe-pero… —tartamudeó y rompió en llanto.
—Quédate quieta. —Buttercup recortó un poco más de cabello en la parte trasera, justo por encima de la nuca y dejó las puntas delanteras en un largo que le llegaba por debajo del mentón— Perfecto… —observó el rostro lloroso de su hija y fue como si el tiempo hubiese dado marcha atrás. Era su mismo reflejo. Cuando ella tenía 17 años tenía ese mismo corte de cabello. Brittany pegó otro chillido, salió corriendo y se encerró en su habitación.
Buttercup exhaló y también salió. Cuando llegó a la sala, Bridgett estaba sentada en el gran sillón de la sala llorando quedamente mientras abrazaba a sus hermanitas menores de 4 años, dos gemelas idénticas a ella, a su hermana y a su madre.
—Tengo que irme, en un rato vendrá el idio… Boomer, y no estoy muy segura, pero Brick dijo que vendría. Espero que se comporten. Si todo está en orden, regresaré temprano… Uh, Bridgett, si tu hermano Break viene, llámame de inmediato, pero que él no se dé cuenta. ¿Entendido?
—Si mamá.
Buttercup se acercó a sus pequeñas y les dio un sonoro beso en las regordetas mejillas a cada una.
—Espero que te disculpes con Brittany. Cuídense y si no quieren salir, pueden quedarse aquí, hay botanas y películas. Y por favor, asegúrense de no despertar a tus hermanas cuando se hayan dormido.
—Gracias mamá… pero no creo que Brittany quiera salir, mejor llamo a los chicos para que ya no vengan.
—Tienen el carácter de su padre, gracias al cielo, —susurró— no creo que acepten quedarse de brazos cruzados solo por el berrinche de tu hermana… Como sea, si deciden salir o quedarse, avísame. Me voy. No quiero encontrar la casa hecha polvo cuando regrese así que Brandy y Brenda, controlen sus poderes…
—¡Si mami! —Ambas pequeñas respondieron al unísono y se despidieron de su madre con la manita alzada mientras la veían salir por la amplia ventana.
Buttercup emprendió el vuelo observando el atardecer. El sol comenzaba a caer acentuando levemente los matices nocturnos sobre la ciudad. En el cielo podía divisarse la luna en espera de su turno para dominar la oscuridad y unas cuantas estrellas se asomaban para dejar en claro que era hora de brillar. El aire fresco del verano soplaba deliciosamente mientras ella volaba en completa calma por el cielo de Saltadilla.
Ese día era el turno de Puff rosa liderar la ronda nocturna, pero dado que Blossom había decidido —pegarse al caliente y degenerado de su marido— retrasarse,Buttercup no vio mucho problema en adelantar su turno. Aunque no estuvo muy de acuerdo en un inicio, aceptó porque necesitaba un descanso de su rutinaria vida.
—Joder, necesito más rondas…
Ella era la menos interesada en cuidar de la población menos responsable que se escapaba de sus hogares en horarios no seguros, pero además de ser su único escape para tomar un respiro, ella no tenía otra opción. Blossom realmente se comportaba como una loca y llegaba a ponerse insoportable cuando alguien le llevaba la contra.
—Brick está igual de loco por meterse con esa mujer. —Negó al momento de recordar el motivo principal por el que habían adelantado su ronda.
Blossom y la calentura de su esposo era siempre la razón por la que a veces tenían que adelantar o atrasar rondas. Cuando llegaba el turno de los rojos, casi nunca están disponibles.
Mientras la Puff volaba bajo, logró divisar un grupo de jóvenes en el parque central, con la novedosa patineta gravitacional que juraba y garantizaba diversión extrema y sin límites. — En mis tiempos las ruedas era la onda y no corrías el riesgo de romperte la cabeza tan fácilmente.
— ¡Hey tú, el imbécil! —detuvo su vuelo levemente sobre un árbol que estaba justo al frente del área de rampas gravitacionales, donde los jóvenes —idiotas— se retaban y competían por demostrar quién era el mejor, y cruzó los brazos— ¡El tarado de playera gris, te vas a romper el cuello si continúas haciendo eso! —rodó los ojos al escuchar las risas y bromas de los jóvenes, se aproximó a una rama del árbol y se sentó, esperando el momento justo para que el sujeto se rompiera alguna extremidad y ella tuviera que ir a su ayuda. Pero dado que necesitaba algo de diversión, probablemente le rompería otra extremidad con el único propósito de enseñarle una lección. De pronto, su intercomunicador comenzó a vibrar, Buttercup levantó la mano, acercó la muñeca a su boca y respondió.
—Boomer, espero que no llames para darme malas noticias, ¿todo en orden?
—La loca de tu hija es un mar de llanto. Incineró mi videojuego cuando entre a su habitación, ahora está encerrada y no quiere abrir.
—Ella lloraba, pero estaba tranquila… ¿Qué le dijiste, idiota?
—Le dije que se veía igual de horrible que tú a su edad… Pero no es para tanto.
Buttercup cerró los ojos y contó mentalmente hasta 10. Boomer no dejaba de ser estúpido con la edad, parecía que se empeñaba en ser aún más tonto con el tiempo. Resopló y luego respondió— No entiendo qué diablos vio mi hermana en ti… ¡Boomer, pedazo de imbécil! ¿Cómo te atreves a decirle eso a tu sobrina?
—Pero es la verdad, no se me da bien mentir, lo sabes… Como sea, tus pulgas están destrozando la habitación de juegos.
—De tu bolsillo saldrá todo para pagar lo que ellas destruyan. ¡CONTROLALAS! Se supone que tú eres el adulto ahí.
—Si, bueno… querrás decir del de Bubbles. Fue ella quien me obligó a venir.
—Cualquiera tendría un poco de consideración humana con su esposa ¡EMBARAZADA!
—No soy humano.
—Se nota… —Buttercup exhaló— Espero que Brick no tarde en llegar para poner orden. ¡ACABAS DE LLEGAR Y YA PERDÍSTE EL CONTROL!
—Tus hijas están locas y eso no es mi culpa… Y Brick no va a venir, está fallándose a la caliente de tu hermana así que olvídate de la ayuda.
—Boomer, ese no es mi problema. No me interesa saber cómo lo harás, solo, o con ayuda, pero debes controlar a esas niñas si quieres evitar que te rompa las bolas por inútil. Solo asegúrate que las pequeñas se vayan a dormir y ya. ¡Eres un imbécil!
—¡También te quiero!
Buttercup ladeó los labios al escuchar la última oración del rubio antes de colgar.
— Perfecto. Ya no se puede confiar en la familia —susurró y luego lamentó haber aceptado el cambio de turno en primer lugar. Se suponía que Bubbles cuidaría de sus pequeñas, pero la rubia tenía 8 meses de embarazo y era insensato ponerla de niñera. Blossom se ofreció para cuidar de sus sobrinas, pero ella también tenía hijos pequeños que aún la necesitaban cerca de ellos, así que prefirió enviar a Brick como ayuda y refuerzo para Boomer. —Caliente inútil —se quejó— Los tres son igual de idiotas… —sonrió por lo bajo. Fue inevitable para ella recordar el pasado, y la ocasión en la que Blossom y Brick decidieron unir sus vidas.
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El golpeador.
Cuando los Rowdyruff boys cumplieron 11 años, descubrieron que destruir la ciudad comenzaba a ser aburrido, poco a poco fueron abandonando su desastrosa vida y comenzaron a buscar su propio camino. Un día se vieron envueltos en un gran problema, un gigantesco bicho alienígena amenazaba con incinerar a toda Saltadilla y ellos socorrieron a las Powerpuff girls. En agradecimiento, el alcalde les ofreció un empleo como héroes, ellos se ofendieron ante tal cosa, pero luego de meditar en su futuro por unos días, aceptaron. Brick obligó a sus hermanos y a él mismo a estudiar, pusieron a trabajar sus ganancias como héroes y las cosas con las Powerpuff girls mejoraron un poco, ya no eran enemigos, pero tampoco eran grandes amigos. Brick estudió una carrera administrativa, Butch estudió ingeniería en robótica y Boomer estudió para Chef y después se especializó en repostería fina.
A los 19 años Blossom comenzó a salir con Dexter, compañero escolar de toda la vida de la Powerpuff rosa que conoció desde la infancia pero que, francamente, no se notó hasta después de los 15 años cuando el tipo se hiso el interesante. Dexter se animó a pedirle una cita a la mujer más imposible de ligar, Blossom aceptó pues en aquel entonces ella se había resignado y dejó de esperar por Brick. Con el tiempo ambos se acoplaron. El ruff rojo ignoraba el asunto, o eso parecía.
Dexter se convirtió en un científico muy importante de Estados Unidos, obtuvo un excelente empleo y múltiples reconocimientos, Blossom estudio derecho Penal y también logró un buen puesto en una de las mejores firmas de abogados de Saltadilla, sin embargo, se dio cuenta de que ella defendía mejor a su amada ciudad como heroína. A los pocos meses de haber ingresado a la firma, se retiró. Como el gobierno le pagaba a cada Powerpuff girl y Rowdyruff boy una muy buena suma de dinero por sus servicios como súper héroes, por cuestiones monetarias ninguno de ellos se preocupó.
Después de 8 largos, y aburridos años de noviazgo, Dexter le pidió matrimonio a Blossom. Ella aceptó porque sentía que él podría hacerla feliz y 4 meses después, luego de un acontecimiento que la confundió y decepcionó, decidió que el momento había llegado y organizó su boda.
El día de la gran boda de Blossom con el científico reconocido de la ciudad, a Brick no le quedó de otra más que golpearse el orgullo y hacer ver su opinión al respecto sobre la —puta— boda de Blossom. Decidió ser sensato por una vez en su vida y reconocer lo que había ocurrido 4 meses atrás cuando se anunció el compromiso de Blossom. Aquel acontecimiento fue suficiente para aceptar su mayor derrota ante la Powerpuff líder.
Justo cuando ella estaba por decir sus votos, frente al sacerdote y su futuro esposo, Brick abrió, por no decir que destrozó, la puerta de la iglesia. Entró levitando, rozando levemente sus pies sobre el suelo alfombrado. Blossom estaba estupefacta, quiso reaccionar y gritarle cuanto insulto se supiera por interrumpir así su boda, pero Brick fue más rápido y se acercó a ella, la tomó de la cintura y le plantó el beso más caliente, honesto y sensual que pudo dar.
Ella intentó resistirse, pero a los 2 segundos se dejó vencer.
Frente a todos, Brick le acaricio la espalda, luego deslizo sus manos hasta el rostro de Blossom y cuando les hizo falta aire, se separaron levemente. Ella estaba en shock, sin saber qué hacer o qué decir.
—Mierda, Blossom, eres tan exquisita…
Antes de que ella reaccionara, nuevamente la besó. Brick deslizó sus labios por sobre los de Blossom, acariciándole el cuerpo y el alma. Cuando sus lenguas se encontraron, él la acunó entre sus brazos y se pegó a su cuerpo. Con una mano tocó suavemente la espalda de Blossom y con la otra acarició el rostro de la Powerpuff. El tiempo se detuvo, se congeló. No solo desaparecieron los invitados de la boda, sino que cientos de periodistas y miembros honorables de la sociedad, del gobierno de Saltadilla y el país, también dejaron de existir.
Solo fueron ellos dos.
Fue como si todos los años que se ignoraron mutuamente se hubiesen ido al diablo. Las escasas, muy fuertes y profundas discusiones que tuvieron por celos y reclamos durante toda su… eso, lo que existiera entre esos dos, cobró sentido.
—Yo soy el único digno de ti y lo sabes... Tú me perteneces a mí, como yo a ti. —la miró fijamente a los ojos. Blossom, quería hablar, decir algo o exponer su opinión al respecto, pero simplemente estaba atónita, cuando por fin pudo sacar los que sus labios retenían, permitió que sus ojos lagrimearan.
—No puedes jugar conmigo de esa manera, Brick. No soy tu juguete.
—¿Lo quieres oír? Maldita sea, te creí lista.
—¿Qué?
—Mierda, lo sabes, no lo niegues… —gruñó— Sé que lo sabes desde hace mucho, ¿por qué crees que te odiaba tanto?
—No entiendo…
—Ese estúpido sentimentalismo déjalo para la porquería humana que habita este apestoso planeta. Pero si necesitas oír algo cercano a lo que provocas en mí… está bien.
—Brick…
—Te amo, Blossom. Joder… siempre te he amado y estoy condenado a hacerlo por el resto de mi maldita existencia. Fui creado para ser tu contraparte, para estar junto a ti. Y tú, para amarme solo a mí…
En el momento en el que Brick supo que Blossom salía con Dexter, un sentimiento incómodo le atacó. Cuando se topaba a la "feliz pareja" simplemente daba media vuelta y se largaba de ahí. Pero un día no aguantó y le reclamó a Blossom el meterse con un —asqueroso— humano. Blossom no se quedó callada, le recordó a todas las mujeres que se había llevado a la cama, era muy hipócrita de su parte decir esas cosas. De momentos no se hablaban más que como líderes y en momentos extremadamente necesarios. En otras ocasiones y cuando ambos estaban de humor, pasaban horas y horas hablando y bromeando. Era como si el mundo dejara de existir solo para darles lugar a ellos dos. Cuando las bromas y risas se detenían, cuando los conocimientos ya no eran suficientes para alardear sobre su propio ego y el incómodo silencio se hacía presente, solo ahí salía a flote lo que ambos sentían. Era tan evidente que se daban cuenta de inmediato. Brick se aclaraba la garganta y en un bajo murmullo— Tengo que irme. —interrumpía el momento y ambos se marchaban de ahí.
El día que Blossom hiso público su compromiso con Dexter, los medios de comunicación explotaron eufóricos. La noticia corrió con rapidez y en pocas horas todos supieron del gran acontecimiento. Blossom estaba feliz, no lo podía negar, hacía ya mucho tiempo que se había resignado, además, en verdad le había tomado cariño a Dexter. Pero esa noche, después de la fiesta improvisada que se realizó entre sus amistades para celebrar la futura boda, subió a su habitación a descansar. Dexter, amigos y familia ya se habían marchado y el desorden esperaría unas cuantas horas más para ser limpiado.Blossom entró con pereza a su habitación, estaba muy cansada y necesitaba un baño rápido antes de dormir. Ni siquiera encendió la luz, simplemente comenzó a desnudarse mientras caminaba hacia el baño. Cuando estaba por abrir la puerta, una voz que ella reconoció inmediatamente le hiso sobresaltar por la sorpresa.
—No lo harás.
—¡¿Brick?! ¿Qué?... ¡Dios mío, casi me matas del susto! —Blossom regresó sus pasos en busca de las prendas que se había quitado para cubrir su desnudes, pero en el momento de encontrar su blusa, Brick se la arrebató impidiéndole cubrirse.
—¡¿Te has vuelto loco?! ¡DÁMELA!
—No lo harás —siseó.
—¿De qué hablas? ¡La-lárgate de mi casa! —Blossom se cubrió con las manos, sabía que no necesitaba de la luz para que él la viera. Muchos poderes salieron a flote conforme iban creciendo y uno de ellos era la habilidad de ver claramente aún en la oscuridad. Por eso, mientras notaba como era acorralada, vanamente intentaba taparse.
—No lo harás —repitió.
Blossom tragó en seco al chocar su espalda contra la pared. Brick estaba a escasos centímetros de ella, respirando pesadamente y cubriéndole las salidas con sus fuertes brazos y manos.
—¿Qué haces?
—No lo harás —murmuró— Ese humano marica no te merece. No está a mi altura, ni siquiera me llega a los talones…
—¿Qué?
—Jura que no te casaras, Blossom.
—Ni-ni siquiera deberías estar aquí y… —Brick la interrumpió al apoderarse de sus labios.
No hubo marcha atrás, ella le correspondió inmediatamente y toda esa tensión sexual que había entre ellos fue liberada esa noche. A los pocos segundos ella emparejó las cosas al quitarle la ropa a Brick, en cuanto él estuvo completamente desnudo la cargó y la llevó al baño. Quería asegurarse de que ella se quitara todo rastro de aroma y tacto de Dexter. Bajo el agua Brick la tomó y por primera vez en sus vidas ambos supieron que era placer, verdadero placer. Cuando se cansaron del agua, fueron a la cama, y se hicieron cosas que jamás pudieron olvidar. Se besaron y tocaron hasta el alma, no hubo centímetro en ellos que no fuese acariciado por el otro. Lo que se calló por muchos años salió a la luz esa noche y en esa cama.Para las 11 de la mañana decidieron que era suficiente pues el hambre comenzaba a hacerse evidente. No habían hablado sobre nada, todo se lo hicieron saber con besos y caricias, con jadeos, gemidos y orgasmos liberados, sin embargo, Blossom quería oírlo, lo había notado, lo sabía, ella también sentía lo mismo por él, ahora estaba segura.
Pero Brick nunca habló.
Después de marcarse hasta la conciencia, el Ruff emprendió vuelo y ella no volvió a saber nada de él. Días después Blossom entró en una profunda y fuerte depresión. Canceló la boda pensando que haría bien, había quedado claro que Brick la amaba y ella a él, pero con su desaparición solo pudo pensar que él se había burlado de ella. Después de que Dexter la convenciera de continuar con los planes matrimoniales, pues nunca supo lo que ocurrió entre ambos líderes súper poderosos, ella dedicó todo su tiempo libre en organizar la boda para evitar pensar en Brick.
El ruff le quitó el ramo de las manos y lo aventó al suelo, luego tomó a Blossom entre sus brazos y antes de tomar el vuelo, le habló a Dexter— Aléjate de mi mujer. ¿Te queda claro, idiota? —Dexter afirmó con la cabeza y tragó en seco cuando notó los ojos del Rowdyruff sobre él. Brick ladeó los labios y salió volando de ahí con Blossom entre sus brazos.
—:—
Buttercup sonrió sin poder evitarlo. Brick era un depravado y aunque Blossom protestara quejumbrosa cada que intentaba "huir" de él, nadie le creía. Esa sonrisa que traía de oreja a oreja todos los días la delataba. A pesar de los años, ambos seguían muy enamorados. Así como se demostraban su amor físicamente, también discutían y a lo grande. Pero al final todo lo solucionaban en la cama, como siempre.
La Powerpuff verde ladeó los labios ante el recuerdo. La mañana anterior Brick había llegado a su casa para darle las quejas de su hermana, —la loca obsesiva compulsiva de la limpieza— pues lo había enviado a dormir al sofá la noche anterior solo porque había dejado un par de prendas fuera del cesto de ropa sucia, y sus zapatos mancharon levemente la alfombra cuando llegó a casa. Blossom por su lado le llamó por la tarde para quejarse de Brick y su nulo interés por mantener su hogar ordenado y limpio, dejando sus calzoncillos sucios por todos lados y ensuciando todo el piso con barro sin consideración alguna. Para la noche, Buttercup llamó a Blossom solo para preguntar si necesitaba ayuda para cuidar a sus hijos mientras realizaba su guardia, pero después de 3 llamadas que nadie respondió, Blossom contestó sonando muy agitada. Ella solo pudo responderle entre jadeos y grititos, que no logró disimular, que llegaría un poco tarde a la ronda.
Buttercup estaba por reclamar cuando la voz de Brick se escuchó agitada al otro lado de la línea. —Cuelga esa mierda y date la vuelta. —Buttercup gritó y colgó horrorizada.
Por lo que Boomer le había dicho recientemente, ese par seguía pegado. Nuevamente Buttercup sonrió y negó con la cabeza, pero pronto se le borró cuando logró vislumbrar a una pareja de novios que se estaban manoseando en pleno parque frente a todos.
—¡Lárguense a un motel! —gritó. Ellos rieron, pero ante la mirada penetrante de la Puff verde callaron y se fueron de ahí. Algunos metros más adelante comenzaba una riña. A uno lo llamó Estúpido gris, el otro fue Sin importancia.
Luego de observar por unos minutos los patéticos golpes que ambos se lanzaban y los gritos y reclamos de otra desconocida, se supo que la chica había coqueteado con Estúpido gris frente a Sin importancia, su novio.
Testosterona y ganas de marcar territorio cual animal en celo… Glorioso dulce néctar de los Dioses que solo traían desdicha y dolor a los humanos. Pero para ella eso solo era un espectáculo para entretenerse por unos minutos. Después de la patética derrota de Sin importancia, las chicas comenzaron a rodear a Estúpido gris, idolatrándolo y de paso causándole nauseas a Buttercup.
—Por todo el cielo, ¡no es posible! —refunfuñó. Ella había visto esos derrames de testosterona durante toda su larga vida. Sus hijos eran dominantes, sobre todo los varones. Los descendientes de su sangre habían heredado ese complejo de amo y señor de su padre, nada podía hacer, pero estaba harta de ver lo mismo una y otra vez.
Los miles de problemas en los que se veían involucrados sus hijos, cuando de chicas se trataba, fue el pan de cada día de Buttercup por muchos años. Fue una gran noticia cuando supo que estaba embarazada de sus primeras hijas 17 años atrás pues estaba cansada de que todos los demás fuesen hombres. Necesitaba un cambio radical en su vida porque estaba segura de que, si ese embarazo concluía con un varón, igualmente amado y querido como el resto, había considerado seriamente recluir a su vástago en alguna academia militar cuando las hormonas empezaran a hacer de las suyas en él. Pero además de saber que sería inútil enderezar un árbol que ya estaba retorcido desde la primera célula, su embarazo concluyó con dos bellas y temperamentales niñas. Así que conocía de primera mano aquellos incontenibles deseos de marcar territorio en los jóvenes, sobre todo cuando había féminas involucradas.
Buttercup ladeó los labios.
¿Quién pensaría que el peor de los territoriales era Boomer?
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El tonto de los tontos.
Bubbles había tenido ya 16 novios para cuando cumplió 21 años. Sin entender la razón, después de pocos días de empezar a salir con algún chico, éste simplemente la terminaba. Realmente no le daban explicaciones sensatas o justas, solo decían estupideces sin sentido y pretextos tontos e inútiles que confundían aún más a la rubia.
Un día, luego de que otro chico la terminara después de 2 días de haberle pedido salir con él, ella le plantó una cachetada que envió al sujeto al suelo y Bubbles salió volando. Mientras sentía como el aire se llevaba sus lágrimas, Bubbles descendió hasta la azotea de un edificio.
—¿Qué está mal conmigo? Soy buena… —sollozó y se dejó caer al suelo, tomó sus piernas, las flexionó y hundió el rostro entre el espacio de sus muslos cerrados— ¿Por qué nadie quiere amarme? Si tan solo me dieran la oportunidad, tengo tanto para amar… —su voz se quebró mientras ocultaba su rostro.
Bubbles estaba enamorada de la idea del amor, del que leía en tantos libros rosas y veía en cientos de películas románticas. Quería enamorarse y ser amada, pero nadie le daba una oportunidad. Lo máximo que le había durado una relación había sido 8 días. Ni siquiera había disfrutado de un beso digno de llamarse beso, mucho menos del calor de estar entre los brazos de un hombre y en su cama—. ¡Moriré sola, y virgen! —se lamentó al recordar que en pocas semanas cumpliría 22 años.
—¡Soy tan patética! —gritó al momento de estallar en llanto sin percatarse del espectador que la observaba a sus espaldas.
—No lo eres, Bubbles.
Aquella voz la sorprendió, pero estaba tan harta de todos que dejó de llorar de inmediato.
—Déjame en paz, Boomer. Vete —se levantó y sacudió su falda, dispuesta a salir volando de ahí lo más pronto posible—. Suficiente tengo con sentirme miserable como para que vengas a fastidiar y burlarte de mí —limpió su rostro.
—No lo hago. Yo… se que lo arruiné, pero déjame demostrarte que cambié. Te extraño y me di cuenta de eso cuando dejaste de hablarme, de mirarme... Y sé que es tarde, —Boomer cerró los ojos y masajeó el puente de su nariz. Sabía de antemano que ella lo mandaría al infierno— pero si me das una oportunidad…
—Ahórratelo.
—Ni siquiera puedo estar con otra chica. Solo te quiero a ti…
—No te creo… —lo observó detenidamente por unos segundos. Podía ver sinceridad en su mirada y en sus gestos, también en sus palabras, pero recordó que eso mismo había visto en él años atrás cuando dijo amarla solo para burlarse de ella— Jamás lo haré. Déjame en paz. —se alejó y emprendió el vuelo sin mirar atrás.
Él la observó alejarse, cuando Bubbles se perdió de vista, Boomer bajó la mirada. —Te demostraré que cambié, lo haré… —juró.
Boomer cometió la mayor estupidez de su vida a los 16, cuando apostó con algunos de sus amigos de la secundaria que lograría llevarse a la cama a Bubbles para antes de finalizar el año y como solo le quedaban dos meses para que eso pasara, rápidamente se puso a trabajar.
Si bien ellos eran buenos amigos, pues constantemente trabajaban en equipo para salvar la ciudad, su relación no había avanzado a más pues Boomer mantenía una relación sexual con la menor de las Powerpunk girls, Brat, y aunque Bubbles tenía sentimientos amorosos hacia el Rowdyruff azul, él alardeaba sin pena alguna que Brat y él tenía sexo desenfrenado desde siempre. Bubbles no se permitía pensar en Boomer de otra forma que no fuese como un amigo, pero después de jurarle que todo había terminado entre él y Brat, Bubbles aceptó salir con él para conocerse mejor.
Sin embargo, Bubbles acabó enterándose del sucio juego del rubio. Jamás se volvió a ver a Bubbles tan malditamente furiosa, y dolida. Fue aún más salvaje que Buttercup en sus peores días, y más letal que Blossom cuando se proponía enserio dañar a alguien. Boomer casi muere en sus manos, lo soltó solo porque lo dejó inconsciente pero después de eso, le retiró la palabra y jamás se dirigió hacia él, ni siquiera cuando luchaban en equipo defendiendo la ciudad. Lo ignoró por completo.
Los años pasaron y Boomer maduró. Vio desfilar a un sin fin de chicos atrás de Bubbles, todos hacían lo imposible por una mirada de ella y cuando uno realmente bueno lograba pasar al siguiente nivel, sin pensarlo dos veces, lo acorralaba, lo hostigaba y amenazaba, algunos se resistían, pero bastaban unos cuantos golpes para hacerlos cambiar de opinión. Había ahuyentado a todos los buenos chicos que pudieron darle felicidad y amor verdadero a Bubbles, pero era egoísta y la quería solo para él, para nadie más.
Se enamoró de Bubbles cuando sintió la indiferencia de la Puff azul tiempo después de haberse descubierto su plan de seducirla y engañarla. Ese día, Boomer entendió que pagaría con sangre por su error y así fue. Esa indiferencia, su silencio y el que no lo mirara, causaron en Boomer una serie de sentimientos extraños, unos que no reconoció sino hasta después de que la viera sonriéndole a otro chico. La ira lo embriago, y aunque no supo inmediatamente la razón, poco tiempo le tomó entenderlo. Sin embargo, no pudo hablar, tuvo que callar sus sentimientos y solo observar, verla de lejos y alejar a los pretendientes de Bubbles.
Pasaron 5 años después de aquella escena. 5 años en los que las citas de Bubbles no pasaban de ser solo 1 cita. Estudio Psicología, pero continuó con su trabajo de heroína. Por un tiempo obtuvo noches medianamente placenteras de vez en cuando, pero nada se concretaba después una noche junto al sujeto en turno.
Boomer no se dio por vencido y trató de acercarse a ella por medio de poemas y cartas, y aunque no estaba seguro de que ella las leyera o no, igual le escribía. Un par a la semana, a veces 3 y en ocasiones muy especiales le escribía diariamente por semanas. Le contaba todo, lo que ocurría en sus clases, el cómo sus hermanos lo molestaban por haber escogido ser chef, también confesaba cuando no aguantaba la abstinencia y tenía que recurrir a alguna chica, pero que nunca dejaba de pensar en ella y como sentía que la necesitaba cada vez más. Le decía lo hermosa que se veía con tal ropa o que su cita de tal noche era tan poca cosa para ella y que debía mandarlo al diablo. Sin embargo, había algo que Boomer nunca le escribía; era el responsable de que todos y cada uno de los pretendientes de Bubbles desistieran de su objetivo. Siempre evitaba dejar marcas en sus víctimas, calculaba muy bien sus movimientos y, sobre todo, dejaba muy claro el mensaje.
Pero todo intento por encubrir sus fechorías se fueron al diablo cuando Mac, un ex compañero de la universidad de Bubbles, que había partido a otra ciudad en cuanto se graduaron, regresó a la ciudad y en la primera oportunidad que tuvo buscó a Bubbles y comenzaron a salir. Boomer dejó salir su frustración en una habitual carta, mencionando que se estaba hartando de advertir muy sutilmente a puñetazos a su cita que dejara de rondarla, que Mac no era lo suficientemente bueno para ella, y que, si las cosas seguían igual, haría a un lado la sutileza y le haría sentir el infierno en carne propia. Porque ya había "hablado" con Mac 3 veces, pero el tipo aquel parecía no entender el mensaje. Había demostrado interés en Bubbles, mucho más que cualquier otro y a pesar de la paliza que Boomer le había propinado, seguía firme con su intención de buscar a la Powerpuff azul. Boomer no tenía intención de enviar aquella carta, solo la había utilizado como desahogo. La carta de ese día, dirigida a ella, ya estaba elaborada y posaba sobre el escritorio, esperando a ser llevada al buzón, pero Boomer derramó un poco de café en el escritorio y confundió las hojas. Al final, la carta que no planeaba enviar llegó a sus manos.
Bubbles leía todas y cada una de aquellas cartas más de 3 veces cada que llegaban, con el labio inferior entre sus dientes e intentando no sonreír como tonta enamorada, pero jamás lo admitiría. Cuando se topaba con el Ruff azul lo ignoraba olímpicamente, no le dirigía ninguna palabra, mucho menos una mirada. Y aunque él presentía que la rubia de ojos azules incineraba las cartas con su visión de rayos laser en cuanto estas llegaban a sus manos, al menos creía ganar puntos por persistencia.
Pero una noche Bubbles llegó dispuesta a partirle la cara, lo sorprendió saliendo de la ducha, una toalla se envolvía alrededor a su cintura y dejaba al descubierto el marcado cuerpo del rubio. Boomer reconoció inmediatamente aquella sensual y conocida silueta en su habitación, supo que estaba a punto de definirse aquel asunto entre los dos, y a su parecer, el desenlace no lucía muy favorecedor. Bubbles parecía estar endemoniadamente furiosa. Muy furiosa.
—¡HAS SIDO TU TODO ESTE TIEMPO! —acusó.
Boomer no entendió en el momento, dirigió la vista hacia los documentos que estaban sobre su escritorio, buscando la carta que, se suponía, contenía su frustrante desahogo. Al ver el sobre manchado con un poco de café, supo que no tenía escapatoria. Había entregado la carta equivocada.
—Si —suspiró con resignación. Estaba seguro de que ese sería el fin de cualquier esperanza que almacenara respecto a ella— He sido yo.
—¡¿TIENES IDEA DE LO MAL QUE ME HE SENTIDO CONMIGO MISMA?! ¡CREYENDO QUE HAY ALGO MAL EN MI! —vociferó furiosa— ¡¿TIENES IDEA DE CUANTO HE LLORADO POR PENSAR QUE ESTABA CONDENADA A LA SOLEDAD?!... ¡QUE NADIE QUERRIA AMARME!... ¡¿TIENES UNA MALDITA IDEA, BOOMER?!
—Te he escuchado llorar en todas y cada una de aquellas situaciones, después de que te han dejado he estado ahí, en la sombra. —respondió al momento de caminar con tranquilidad hacia la dirección de Bubbles— Así que sí, me hago una idea. Y antes de que preguntes, no, no me arrepiento. —añadió.
—¿Qué?...
—No me arrepiento. —tomó otra toalla de su closet y comenzó a secar su cabello. Aparentemente estaba relajado, pero por dentro sentía la furia de Bubbles sobre él, lo sentía perfectamente y por ello estaba intentando resignarse.
—¿Qué demonios pasa contigo, Boomer? ¿Qué pretendes? ¿Esto es tu venganza?
—Pasa que te quiero solo para mí y no pretendo otra cosa más que tenerte a mi lado. —Al diablo los secretos.—¿Venganza? Vamos mi amor, si de venganzas hablamos, no es de ti de quien la necesito, sino de todos los idiotas que te han tocado.
—¡Estas muy mal de la cabeza!
Boomer ladeó los labios. Se suponía que el loco de los Rowdyruff boys era Butch, pero dado que eran familia, quizás se le había pegado un poco de aquella peligrosa demencia. Todo lo que había hecho, asegurándose de que los pretendientes de Bubbles entendieran el mensaje de NO DISPONIBLE, habían sido actos de locura, de celos, de rabia y de frustración.
Porque la amaba y ella no le creía, porque con su indiferencia le hacía saber que jamás lo perdonaría. Y no la culpaba. Si estuviese en el lugar de Bubbles, él se hubiese rebanado el cuello por haber pensado siquiera en lastimar de aquella forma a la única mujer que estaba destinada para él. Así que si, estaba loco, celoso y enamorado hasta el tuétano, y no se arrepentía por dos cosas:
La primera, además de la locura, era que, de no haber jugado con Bubbles, no se hubiese dado cuenta de lo maravillosa que era y de lo inútil que él se sentía sin ella. La segunda es que, en todos esos años de espionaje y acoso, conoció a una Bubbles oculta para el mundo. Era perfecta para él en todos los aspectos, y tenía sentido, eran contrapartes. A pesar de lo mucho que la gente decía conocer a la más tierna y sensible de las Powerpuff girls, Bubbles no mostraba ni la quinta parte de quien era realmente. Fuerte, lista, ruda y salvaje, aquellas características que sobresalían en sus hermanas, también vivían en ella, a su estilo y manera, pero estaba ahí. No solo era una chica emocional, también era resistente, valiente e intrépida.
Era perfecta para él.
—Si… digamos que un poco. —levantó la mirada y la observó. Por unos segundos llegó a temer por su vida, pero dado que ya no tenía nada que perder, tomó valor de donde no tenía y se acercó aún más a ella. — Eres tú, el motivo de mi mal… —La rubia había salido de su departamento improvisadamente, vestía un top blanco sin mangas pegado a su torso, un holgado, cómodo y corto short azul cubría sus caderas, estaba descalza, con el cabello suelto y desordenado. La vio completamente provocativa— Enojada eres aún más sexi… —Bubbles estaba enojada, sí, pero también estaba sonrojada. Teniéndola así de cerca, pudo notar el calor sobre sus mejillas y labios, indicándole que ahí pasaba algo— Lo haces solo para provocarme… —Boomer se pegó a ella y ante el inminente nerviosismo de la rubia, sonrió.
—¡E-estas equiv…! —antes de que ella pudiese terminar la frase, Boomer la tomó de la cintura y la besó con desesperación.
Ella intentó soltarse y separarse, incluso lo golpeó para poder tomar un poco de aire, pero Boomer no detuvo su agarre. Sus labios la tenían prisionera, ni siquiera se movían, solo estaba fuertemente unidos a los de ella. Para cuando Bubbles se cansó de luchar y de resistirse, Boomer dejó de abrazarla con fuerza y pasó a ser más suave con ella. Sus labios empezaron a rosarse quedamente y por la superficie, Bubbles dudó, no sabía qué hacer porque si bien ella nunca había dejado de quererlo, tenía miedo.
—No… —Bubbles se alejó levemente, sus ojos aún se mantenían cerrados— No puedo, tengo miedo.
—Dame una oportunidad. Solo una. —Boomer acarició la espalda de la rubia, sentía el cálido y dulce aliento de la chica entre sus brazos, muy cerca de su rostro. Unió su frente a la de ella y espero respuesta.
—No es sencillo. Me has lastimado en tantas formas…
—Lo sé, y he pagado muy caro por eso. Dame la oportunidad para demostrarte que he cambiado, Bubbles. No soy el mismo, maduré. Solo te pido una sola oportunidad…
—Boomer… —abrió los ojos y el rubio hiso lo mismo. Ambas azuladas miradas se encontraron, una corriente eléctrica recorrió el cuerpo de ambos, y Bubbles vio un brillo distinto en él— Yo… necesito tiempo.
—Te daré todo el que necesites, pero por favor, ya no me ignores.
—Seamos amigos, es lo único que puedo ofrecer, por ahora. Yo necesito tiempo…
—Está bien… pero dile al imbécil de Mac que te deje en paz, o lo voy a matar.
Bubbles se alejó un poco y sin poder evitarlo, soltó una sonora carcajada. Para cuando pudo controlarse, limpio las pequeñas lágrimas de sus ojos y habló ante la expresión enfadada de Boomer.
—Ahora comprendo, él dijo que lo habían asaltado 3 veces y creí que solo era mala suerte… Incluso le enseñé un par de golpes y movimientos —sonrió— Mac me ha buscado porque necesita consejos, se va a casar y no sabe cómo decírselo a su familia, sobre todo a su hermano mayor…
Boomer sintió alivio rápidamente, pero su rostro hiso la pregunta más obvia tan rápido que Bubbles le respondió antes de que él siquiera abriera la boca.
— ¡Mac es gay!... jajajaja
—Genial.
Boomer siempre se las arreglaba para hacer honor a su título.
—:—
Buttercup ladeó los labios.
Recordó a la perfección aquella vez pues Bubbles le llamó excitada para narrarle todo lo ocurrido entre ella y Boomer. Al terminar, Buttercup le aconsejó que fuera cautelosa, después voló hacia el departamento del rubio y tras una serie de golpes, patadas y amenazas, se encargó de hacer prometer al ruff azul que se comportaría como todo un señorito correcto con su hermanita menor. Boomer recibió aquella sutil llamada de atención con mucho gusto y durante los siguientes meses se dedicó a demostrarle a Bubbles que había cambiado. Fue mucho tiempo para él, pero valió la pena porque si bien Bubbles aún no lo aceptaba del todo, al menos le permitía hablarle y salir con él. Pero el tiempo pasó y un día que ambos sintieron la necesidad de satisfacerse físicamente, todo quedo olvidado y en la cama de Boomer, después de horas interminables y satisfactorias de unirse una y otra vez, decidieron iniciar una relación formal.
Un mes después, se casaron.
Buttercup odió con toda su alma aquella boda pues, a diferencia de Blossom que no le insistió por usar un vestido el día que dejaron plantado a Dexter en el altar, Bubbles si le insistió y rogó, suplicó y finalmente la obligó a ponerse un vestido que se pegó a su cuerpo como una segunda piel, causándole sonrojos y vergüenza por todos los halagos que recibió en aquella memorable fiesta.
—… ¡¿VIERON ESO?!
El grito eufórico de Estúpido Gris, el sujeto loco que nuevamente estaba haciendo piruetas en el aire, captó la atención de Buttercup, sacándola de sus pensamientos una vez más.
La Powerpuff verde observó el intercomunicador en su muñeca, llevaba casi 2 horas ahí sentada y Estúpido Gris aún seguía sin fracturarse un hueso. — Debería adelantar un poco las cosas… —pensó.
—¡Idiota, te vas a romper algo! —Buttercup gritó desde la copa del árbol cuando Estúpido Gris intentó saltar, otra vez, de una rampa considerablemente alta sobre la patineta de energía azul. —Esa porquería… Ojalá se rompa el cuello, o una pierna… en varias partes. ¡Si! En 5 partes.
—¡Vamos nena, puedo hacerlo y si me ocurre algo, tu vendrás a ayudarme!
Buttercup descendió hasta estar frente a él. Rondaba los 20. Vestía de manera casual y deportiva. Alto, andrógino, con la piel blanca, ojos color miel y labios carnosos… No era ciega, el sujeto lucía muy atractivo. Si él se portaba bien y dejaba salir las palabras incorrectas, tal vez consideraría hacerlo su nuevo amante, por unos cuantos días, solamente.
—Tal vez logre hacerte feliz por un rato en agradecimiento…
—Jamás. —Buttercup desechó la idea inmediatamente— Demasiado estúpido para mí… —luego de ver cómo le sonreía "coquetamente" y le guiñaba el ojo. Sus amigos comenzaron a silbar, aplaudir y palmear su espalda en señal de respeto. No cualquiera estaba lo suficientemente mal de la cabeza como para atreverse a decirle semejante cosa a una de las heroínas líder del mundo. Sobre todo, a "la salvaje" Buttercup, quien era conocida por hacerse respetar de una manera muy —¿Única, violenta, salvaje, sanguinaria? Sobre todo, violenta, si y sanguinaria también, mucho. —peculiar. La puff verde había enviado a alguno que otro idiota al hospital por haberse atrevido a silbarle o decir un piropo poco caballeroso hacia su persona, así que era un milagro que el sujeto aun siguiera con vida. Buttercup cruzó los brazos y después de soltar una carcajada sonora, respondió.
—¿Cómo te llamas?
—Steve.
—Idiota Steve, —afirmó— ¿Qué harás si te doy la oportunidad? No soy cualquier mujer, tienes que tenerlo muy resistente para poder satisfacerme, de lo contrario se te va a quebrar. Además, no me gustan las pequeñeces y por lo que veo… —escaneó el cuerpo completo del Steve con su visión de rayos x— No das la talla.
Los gritos y burlas no se hicieron esperar. Los amigos de Steve ya los rodeaban, la mayoría estaban sorprendidos pues era la primera vez que Buttercup reaccionaba más que bien ante una insinuación de tal magnitud. No perdieron oportunidad para reír y burlarse de su amigo.
—Vamos, te demuestro lo contrario justo en este momento, But… —Antes de que Steve terminara de hablar, una estela verde oscuro pasó rápidamente frente a él, tomándolo del tobillo y llevándoselo consigo hasta sobrepasar los edificios más altos de Saltadilla mientras el chico chillaba y gritaba del pánico.
—¿Qué dijiste, marica humano hijo de puta? —Butch gruñó al momento de elevar el tobillo de Steve y ponerlo al nivel de su rostro— ¿Acaso no sabes que ella es mi mujer?
…
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