En cierta casa de cuatro pisos, que se alzaba sobre la villa de los sayas . Un joven miraba desde el balcón.

-No gracias, no me gustan los malvaviscos –el joven del balcón volteó hacia la casa al escuchar eso y sonrió. Otro chico se hallaba acostado en una cama y hablaba entre sueños.

-Kakarotto –El chico del balcón avanzo hacia a la cama y se inclinó un poco al lado del chico que dormía y le habló al oído suavemente. El otro chico sólo lanzó un quejido, se dio la vuelta y tapándose con las cobijas siguió durmiendo -. Vaya –abrió un cajón y sacó algunas cápsulas y sirvió en un vaso un poco de agua –Kakarotto –ahora lo movió ligeramente.

-Mmm –de nuevo el otro se quejó y esta vez medio abrió los ojos.

-Tienes que tomarte tus medicinas –se las pone en una mano y en la otra el vaso con agua.

-No quiero –le devolvió las cosas y siguió durmiendo.

-No se trata de que quieras o no –de nuevo lo incorpora.

-Ay, no – se quejó y Vegeta sonrió.

-Mira, tómate estas pastillas y podrás seguir durmiendo –de nuevo le da el vaso con agua y las medicinas.

-Bueno –se las comenzó a tomar en lo que Vegeta lo contemplaba. Son Gokú poseía una belleza extraña y una cara preciosa, la cual se acentuaba aún más con sus ojos y su sonrisa, pero sobre todo era de sentimientos frágiles (aunque nada llorón) y todos sus amigos lo sabían.

Gokú le regresó el vaso y siguió durmiendo, mientras Vegeta consultaba su reloj.

- Las 8:30 –dijo el príncipe y bajó la muñeca -, bueno, sí no puedes contra él. Únetele –se metió en la cama -. Después de todo aún es muy temprano –se tapó con las cobijas y abrazando a Gokú, se quedó dormido.

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Por otra parte, una nave bastante extraña aterrizó en al tierra y de ella bajó una chica, que, para sorpresa de todos, era una saya.

Su cabello era largo y sus ojos castaños y fríos.

-Por fin he llegado, espera amado Vegeta –alzó el vuelo y con un rastreados comenzó a buscar a Vegeta –Por todos los santos, hay mucha gente con poder en ese planeta.

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Dieron las 10 de la mañana y ahora el otro chico fue el primero en ponerse en pie.

-Ajum – se estiró un poco y se dirigió al ventanal y quitó la pared de simulación -. Hace un dia hermoso y creo que me daré un baño –ahora camina hacia el cuarto de baño.

Se sumergió en la tina de agua caliente y rcargó al espalda con cuidado en uno de los bordes.

-Se nota que este día será bieno –pobre, no lo que se le espera.

-¿Asì lo crees? –Gokú giró la cabeza y vio a Vegeta parado a un lado de la puerta del baño.

-Buenos días –lo saludó Gokú.

-Buenos días a tí también –Vegeta cerró la puerta detrás de él y se acercó a la tina.

-Disculpa si no me desperté antes –Gokú se sumergió para buscar el jabón.

-No te apures –Vegeta se metió también en la tina.

-Aquì está –sacó el jabón -. Que bueno que me perdones, Milk no lo hubiera hecho.

-No se me hace extraño –tomò una esponja y le comenzó a recorrer el cuerpo a Gokú –Nunca supo amarte.

-Puede que tengas razón –volteó hacia la ventana.

-Milk se casó sólo por casarce. Créeme que si ese mismo día hubiera llegado otro chico y no tú. Ella le hubiera hecho prometer que se casarían –Gokú asintió ligeramente.

-Muy propio de Milk –Gokú decidió olvidar el tema.

-¿Quieres algún desayuno especial? –Vegeta s epusó de pie y le dio a Gokú una bata.

-Gracias, pues unas salchichas y un pure de papa –Vegeta siente y después de ponerse la toalla, salió del baño.

-¿Nadamas eso? –Gokú asintió -¿Y de tomar? –le pide un licuado de melón.

Gokú decidio ponerse unos pants de color azul y una camisa blanca.

-Te ves bien cuando vistes una ropa diferente a tu ropa de entrenamiento -Vegeta se giró a verlo.

-Gracias –Gokú se acomodó la playera.

-Voy a preparar tu desayuno –Vegeta salió de la recámara y se dirigió a la cocina.

Al terminar de vestirse. Gokú nuevamente se diriió al ventanal y lo abrió, camino hacia el balcón y miró hacia el jardín.

-Es un día realmente hermoso –Vio fiajamnete l jardí, Vegeta le había puesto un pequeño estanque artificial, con la condición de que no aceptara los lirios que Cell le iba a dar - Ja que ideas tan locas tiene Vegeta –sonrió parasí y su sonrisa era como siempre: encantadora.

Se llevó una mano al pecho justamente al lado del corazón y dio un suspiro suave. Hace apenas casi unhmeasbía sido operado por un médico que vino desde el futuro, y que había sido traido por Mirai Bulma.

-¿Te ocurre algo? –Gokú se quitó la mano del pecho y giró un poco la cabeza y vio de nuevo a Vegeta detrás de él.

-No, nada –se acercó a tomar su desayuno –Sólo quería saber como iba mi recuperación –jala un poc la pequeña mesa que estaba en el balcón.

-Si te llegaras a sentir mal de nuevo. Me avisas –Vegeta se sentó frente a Gokú.

-De acuerdo. Pero recuerda que el doctor dijo que la recuperación iba a ser lenta y un poco dolorosa . Aparte de que si no me cuido bien, podría tener otra recaida –le puso un poco de catsup a sus salchichas.

-Cierto –Vegeta le pasó los cubiertos.

-Gracias –se dispuso a comer su desayuno. Las salchichas contenían grasa de soya, que era especial para el corazón.

-Parece mentira que una persona tan joven como tú, tenga estos problemas cardiacos –Vegeta se había decidido a desayunas unos huevos con tocino.

-¿Pues qué quieres? A mi no me hace ninguna gracia, el que esté enfermo. Tú puedes comer lo que sea, yo no –le ponía pure de papa a su salchicha que cortó.

-No te estaba reprochando eso –Vegeta tomó un poco de pan -¿no quieres? –le acercó la canasta a Gokú.

-No gracias –seguía comiendo sus salchichas.

-¿A poco te enojaste? –Vegeta lo vio a los ojos –Je, je, quita esa cara, si te enojas, podrías dañarte –le sonrió.

-Hump –Gokú se cruzó de brazos y se giró molesto.

-Ja, ja, ja –Vegeta rió de buena gana.

-Síguete burlando –Gokú lo veía de reojo.

-Es que te vez comiquísimo cuando te enojas, Kakarotto. Definitivamente el estar enojado no va con tu personalidad –sirvió dos vasos con jugo.

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Continuará.

Ambos chicos reciben una visita y Gokú recibe un regalo.