Afuera helaba. El vapor que despedía el hogar empañaban los vidrios de tu habitación. Tus ojos castaños permanecían cerrados, ajenos al peligro existente afuera. Quizás no eras ajena a la situación actual pero si podías conseguir la paz dentro de tus sueños.

¿Cómo era posible que tu puedas dormir cuando yo estoy aquí, velando de tus sueños, con los ojos rojos de cansancio?

Pronto me iré de aquí y no sentirás el chasquido de la puerta al cerrar. Te darás cuenta a la mañana que algo ha cambiado en tu mundo. Mi mente se tortura pensando si ¿Te darás cuenta rápidamente qué es lo que falta allí?

Mi ante brazo me alerta que todos estamos en peligro. Aquella marca que ha cambiado mi vida arde y se vuelve a cada minuto más negra. Pronto estará aquí y destrozara el mundo que tu has logrado reparar. Destrozara mi mundo otra vez.

Jamás podría compararte con ella. No me atrevo. Soy cobarde para hacerlo. Soy orgulloso para admitir que he estado equivocado cuando dije que ella era perfecta. Y lo fue. Claro que lo fue, y aunque me ha herido y decepcionado, aquí estas tu para solucionarlo.

Has suspirado y sonreído, y yo me pregunto si ¿me odiaras mañana? Cuando veas que te he dejado. Si me odiaras como yo me odio ahora.

La luz de la luna se ha colado por la ventana, reposando sobre aquella piedra que llevas en tu dedo, brillando tanto como las estrellas de aquella nebulosa que lleva tu nombre. Tu sagrado nombre. Mi mente me traiciona y no puedo evitar pensar lo hermosa que luces, con tu castaño cabello revuelto y con esa suave sabana acariciando tu pálida piel.

No dudes por un segundo que no he pensado en ser egoísta con mis sentimientos y no huir. He sido idiota pensando que el podría aceptarte por tu status de sangre, pero no. Él no lo hará, porque es rencoroso y un traidor es un traidor.

Albus me ha dicho que "el sombrero seleccionador puede equivocarse al seleccionar una casa." Viejo loco. Queriendo hacerme creer que yo debí ir a Gryffindor cuando no puedo ser valiente ahora. No puedo evitar llorar aquí, en el marco de tu habitación.

¿Cómo me has podido amar? ¿A mi? Un ser despreciable, al que todos odian.

Ahora marcharé a mi destino. Al último que haré. Sé lo que me espera y no temo. No tengo miedo, excepto de perderte. De saber que lloraras por mi, por alguien que no lo vale.

Andrómeda, mi amor, no llores que yo siempre velaré tus sueños. No diré que eres a la única mujer que he amado porque mentiré, pero si te diré mis últimas palabras sinceras. Las últimas palabras sinceras que diré en este mundo. Andrómeda, Yo siempre te amaré.

Nadia, encanto. Esto es para vos. Gracias por todo. Por estar siempre presente.

Atte: Una persona que te valora mucho. SB/SS