N/W (Notas Wolfram88): Este ficc no me pertenece, su verdadera autora es Aerith-Pink, la cual por problema pidio que le subiera sus ficcs.
Continuación de "Zaro, un campesino sin recuerdos."
N/A (Notas Autora): Espero que les guste y siento la demora del nuevo capitulo n_n
Capitulo 4: No quise decírtelo porque…
Justo tenían la tormenta encima, Sora seguía dando sus pequeños botes y Roxas simplemente lo abrazaba cada vez un poco más fuerte. Pasó el rato y la tormenta parecía llegar su fin pues los segundos entre relámpago y truena cada vez eran mayor. De un segundo a otro un relámpago nuevamente iluminó el lugar como si en pleno día estuvieran dando paso a un trueno casi tan sonoro como una explosión, lo que provoco el aterramiento de los caballos. El rubio corrió a calmar a los caballos dejando a un Sora asustado en un rincón, en pocos segundos Naminé llegó.
-¿Qué haces aquí?- Preguntó Roxas al percatarse de que su hermana le estaba ayudando.
-Tras el truena escuche a los caballos así que vine rápido. -
Entre ambos calmaron a casi todos los caballos exceptuando a un que rompió la madera de su cuadra de una patada y salió corriendo dios sabe donde. Al parecer Roxas tendría faena doble, arreglar aquella cuadra y buscar el caballo extraviado.
Una vez la tormenta hubo cesado por completo Roxas salió en busca de aquel caballo acompañado del castaño, el cual estaba avergonzado de su comportamiento durante la tormenta. Pasaron cerca de una hora buscándolo y ambos estómagos reclamaban ser llenados así que no tuvieron más remedio que regresar a la casa.
-¿Lo encontraron? - Cuestionó la madre de los hermanos.
-No. Mañana temprano saldré a ver. - Respondió rápidamente el rubio y tomo sitio en la mesa en la que ya estaban los platos listos.
-Espero que sea de tu agrado. - La madre sonrió débilmente mirando a Sora, el cual apenas se había movido de la puerta.
-¿Eh? Oh, claro. - Respondió aquella sonrisa, se deshizo de su sucia capa dejándola a un lado que no molestara y tomo asiento.
-A comer se dijo.. - Poco faltaba para que Roxas babeara ante la comida, su hambre era enorme y de seguro no tendría bastante con la acumulada en su plato.
Cenaron tranquilamente, entre charlas y risas por parte de los presentes. La madre de los hermanos llevo los platos a lo que era la cocina y los preparó para el día de mañana a primera hora poder ir a fregarlos al río. Los tres jóvenes siguieron conversando, dejando que la madre fuera a descansar como debía. Poco rato después, Sora parecía empezar a quedarse dormido, hasta que el cuerpo cayó vencido por el cansancio y se acurrucó en el mismo suelo hasta quedar profundamente dormido. Ambos hermanos lo miraron algo extraños pero pronto Roxas lo acurrucó en sus brazos y lo llevo hasta su cama. Tenía pensado ir dormir con su hermana cuando una mano lo sujetó de la muñeca, Sora, aún dormido, lo había cogido y poco a poco atraía aquella muñeca hacia sí, hasta cogerla como si fuera su almohada a la que cada noche abrazaba.
Roxas sonrió y acabó por acostarse en su propia cama, al lado del castaño que inconscientemente no soltaba el brazo del rubio. La luna ya estaba en lo más alto, filtrándose por las ventanas dejando ver lo justo y necesario a los ojos de un rubio que aún seguía despierto contemplando el rostro dormido del castaño que dormía pacíficamente a su lado hasta casi llegada el alba, momento en el que sus parpados se cerraron imitando al chico que yacía frente a él.
A la mañana, Roxas fue el primero en despertar a pesar de haber pasado la noche en vela. Almorzó rápidamente y salió con la misma rapidez en busca del caballo perdido.
Sora tardó en despertar, se levantó comprobando que estaba en una cama que no era la suya. Dio un pequeño respingo al recordar en donde estaba y que tal vez aquella sería la del rubio. Salió de la habitación y tomo tranquilamente el almuerzo que le esperaba sobre la mesa. Cuando hubo terminado, salió de la casa despidiéndose de las dos mujeres que se encontraban en ella y corrió como alma llevada por el diablo de nuevo al castillo, rezando porque nadie hubiera intentado despertarle.
Llegó y después de cambiar aquellos harapos por sus ropas reales caminó hasta el gran comedor, donde se encontraban sus padres charlando y almorzando con granadísima tranquilidad.
-¿Dormiste bien hijo?- Preguntó la reina al percatarse de la llegada de su hijo.
-Así es madre. - Con una leve reverencia tomo asiento frente a su madre, dispuesto a repetir un almuerzo para no levantar sospecha alguna.
-Que bueno. - Aerith sonrió y sin más golpeo la mano de Zack que amenazaba con robarle una de sus mazorcas de maíz.- Es mía esta, tu ya te terminaste la tuya.-
-¡Auch! - El pelinegro sobó su mano tras la pequeña bofetada en ella. - Tengo hambre y las mazorcas me gustan, la tuya lleva rato ahí quieta y ni siquiera te la miraste. -
Nuevamente hizo el intento de robar aquella mazorca que parecía que lo llamara a gritos, que esperara porque le hincara el diente pero como era de esperar la mano de Aerith interfirió en el camino golpeándole la mano y por si no le quedaba claro que aquel alimento era suyo con la punta del zapato golpeo la espinilla del pelinegro, el cual amenazaba con echarse a llorar en puro berrinche infantil.
Sora por su parte observaba la escena que actualmente formaban sus padres, suspiró cansadamente y una de las sirvientas llegó a servirle el almuerzo, con una sonrisa y un leve movimiento de cabeza hizo que la sirvienta se retirara tras dar una pequeña reverencia. Un plato lleno de alimentos, un plato demasiado completo para su apetito pero no tubo más que empezar a devorar aquello que le acababan de ofrecer, teniendo la misma suerte que su madre.
Zack dejo de lado la mazorca de Aerith para ahora disponerse a atacar a la de su hijo, pero si Aerith se la pasaba golpeándole la mano su suerte con su hijo parecía empeorar. Sora lo miró de reojo, llevando un poco de aquella carne a sus labios para luego amenazar a aquella mano con el tenedor, dándole a entender que si ponía una mano sobre aquella mazorca rápidamente aquellos tres dientes serian clavados de mala manera en su larga mano. Tras aquella pequeña (o gran) amenaza, el pelinegro suspiró y dio por terminada su pequeña misión de arrebatar una segunda mazorca. Se aposentó galantemente en su actual aposento y con aires de rey miro a la que era su reina, su amor.
-No hermanos… padre.- Sora había atrapado antes aquella mirada.
-Hijo ándate callado y comete la maldita mazorca.
-¡Zack! .- La reina frunció el ceño tras aquellas palabras.
Nuevamente el rey tenia que retirarse de su misión, hoy definitivamente no iba a ser su día.
Mientras tanto en casa de Roxas, este llegaba con el caballo y una amplia sonrisa.
-¿Qué ocurrió hijo? - La madre que recién llegaba del río de lavar los platos y las ropas sucias vio aquella sonrisa que le llamo la atención.
-¡Encontré el caballo y con el un pequeño trabajo! - El rubio saltaba de alegría, al fin podría ayudar a su familia sin necesidad de robar.
-Que alegría hijo, ¿puedo preguntar de que?-
Ambos se sentaron en la mesa dispuestos a tener una pequeña conversación a la cual pronto se reunió Naminé.
-Cuando fui en busca del caballo me encontré una chica que por haciendo unas compras, esa chica parecía conocer a Zaro pues un día vino corriendo y este fue corriendo hacia ella llamándole Kairi, así que me le acerqué llamándola por su nombre y me respondió así que le hable. Poco después me dijo que ella trabajaba en las cocinas del castillo y que anoche un caballo extraviado había atravesado las puertas de este y sin más salí corriendo al castillo para recuperarlo. Allí me encontré con unos guardias que me trataban muy mal pero después vino un chico joven y los detuvo, me preguntó amablemente que hacia allí y le dije que se me había escapado un caballo y que me habían comentado que se encontraba allí. Me lo trajo sin problema alguno y cuando ya me iba me comento que el hombre que cargaba los sacos y cosas pesadas en al cocina y ayudaba a los caballeros a ponerse las armaduras estaba por retirarse por ser de mayor edad y me ofreció el puesto, así que lo acepte. - Sonrió todo lo que podía, algo le hacia pensar de que Zaro se encontraba en el castillo por la manera en la que conocía aquella chica, la chica que trabajaba en las cocinas de ese.
-¡Que buena noticia hijo! - La madre se alegraba porque su hijo había encontrado trabajo en uno de los mejores sitios que podían existir. - ¿Cuándo empiezas?
-En un rato, me dio tiempo a traer el caballo de vuelta y avisaros.-
En el castillo, Sora caminaba hacia su habitación y sin motivo aparente un largo escalofrío recorrió su cuerpo.
-¿Qué será esta sensación? - Preguntó para si mismo mientras miraba por una de las ventanas con cara de preocupación.
Cada tres días subire capitulo hasta que quede terminado n_n
Cualquier review es bien recibido, asi animará a la autora a seguirlo y a mi a subirlo n_n
Ja Ne!
