POKÉMON no me pertenece. Escribo esto por diversión :)

Casual

Ikhny Shy

AN: La historia transcurre en una especie de AU en donde Ash sí creció! Además no viajó por otras regiones que no sean Kanto (así que no aparecerán personajes de las temporadas posteriores)
Dentro de las funciones de Maestro Pokémon tendrá un molesto trabajo de oficina y un poder absoluto sobre los Gimnasios.

Capítulo 1: Encuentro

Los sonidos se escuchaban desde el pasillo. Antes de poner la llave en la cerradura, podía adivinar lo que estaba sucediendo dentro de su propio departamento.

La ira se arremolinaba en su interior como un torbellino de fuego que se extendía desde su estómago, pasaba por su pecho y se anidaba con un nudo en su garganta. Pero el calor abrasador que sentía por dentro no le impidió pensar con claridad.

Quería sorprenderla en el acto, sin posibilidad que le mintiera en la cara.

Nunca más.

Al entrar, cerró cuidadosamente la puerta para no hacer ruido y se quitó los zapatos lentamente. Dentro de las paredes de su hogar los sonidos se hacían más intensos, el roce de las sábanas, los gemidos, los nombres pronunciados con fervor.

Apretó los puños al costado de su cuerpo y avanzó con sus pies descalzos sobre el piso alfombrado hacia la habitación.

La puerta estaba entreabierta. Cerró los ojos reconociendo la voz de su novia exclamando un nombre que no era el suyo y al abrir...


Miró el reloj de su computadora y suspiró agotado. Siendo ya las 13hs podía darse el lujo de almorzar algo antes de seguir leyendo las interminables peticiones que le llegaban a su correo electrónico.

Descolgó su abrigo del respaldo del asiento, tomó su celular del escritorio y salió de la oficina sintiéndose abrumado.

Cada vez que le tocaba trabajar lejos de la arena de combates, Ash sentía que lo habían engañado toda su vida. Leer mails, responderlos, administrar el funcionamiento de los Gimnasios y los distintos torneos que organizaba la Liga no parecían ser el trabajo divertido que le habían prometido cuando era un niño.

Él no servía para esas cosas, estaba hecho para las batallas.

Como Maestro Pokémon que llevaba defendiendo el título por más de 8 años, Ash tenía más responsabilidades de las que estaba informado en sus tiempos de viajero. Todo lo que no tuviera que ver con los combates le resultaba tedioso.

Todo excepto rechazar cruelmente las peticiones que llegaban de cierto Gimnasio especializado en pokémon acuáticos. Ni siquiera se tomaba las molestias de leerlas, pensando que las hermanas debían saber cómo manejar sus asuntos sin su ayuda.

Tal vez darles la negativa era lo que realmente mejoraba su humor cada vez que debía trabajar con la PC en lugar de con sus amados pokémon.

Llegó a un restaurante modesto al que le gustaba ir todos los mediodías. Era un lugar acogedor, pequeño, tranquilo, donde se aseguraba de pasar la hora de almuerzo sin ser acosado o abordado por nadie. Saludó con un movimiento de cabeza al encargado que acomodaba las tazas en la barra y se dirigió a la mesa que elegía siempre, escondida a un costado del mostrador, lejos de la puerta, con la suficiente distancia de las ventanas para que entrara luz y no lo reconocieran fácilmente desde afuera. Era su mesa, su lugar...

Pero ese día, estaba ocupado por otra persona.

Gruñó por lo bajo, frustrado, hasta que sus ojos volvieron a la persona allí sentada y una oleada de vértigo lo atacó de pronto.

Comenzó a caminar hacia ella lentamente, oyendo sus aceleradas palpitaciones retumbar dentro de sus oídos. Sus ojos se fijaron en el manto de cabello anaranjado que caía sobre los hombros expuestos de la mujer que todavía le daba la espalda. Tragó saliva nervioso mientras pasaba a su lado. Las manos cerradas en puños firmes al costado de su cuerpo que comenzaron a sudar.

La miró de frente, ella tenía su cabeza baja, con la vista concentrada en un libro abierto que reposaba sobre la mesa.

Ash todavía sentía el pulso acelerado y mientras se decidía por llamar su atención, se encontró a sí mismo deseando que cuando levantara la vista, sus ojos no fueran del color del océano...

— Disculpa... — Ella levantó la cabeza y al cruzar sus miradas, Ash sintió que se le atoraba el aire en la garganta. Las iris verde-azuladas se fijaron en las propias con una expresión que denotaba curiosidad y molestia.

— ¿Sí? — Preguntó finalmente, luego que él se quedara petrificado observándola. Saliendo del trance, se aclaró la garganta con un sonido ronco.

— ¿Nos conocemos? — Ella pareció meditarlo un poco, sus ojos claros buscando en su rostro con una expresión que lo ponía más nervioso.

— No lo creo. — Respondió, acentuando la negativa al mover la cabeza levemente y luego volvió su atención al libro. Había algo despectivo en su forma de responder, claramente quería que se fuera de su mesa.

Ash frunció el ceño, reconociendo que no solo la apariencia le resultaba familiar, la actitud también le era reconocible. Los nervios se acrecentaban, la ira amenazaba en su interior, pero todavía existía la posibilidad que no se tratara de quién él sospechaba. Debía sacarse la duda. Avanzó un paso largo, quedando solo la mesa entre ellos.

— Tu rostro me es familiar... — Comenzó algo dudoso. — De casualidad, ¿Eres de Ciudad Celeste? — La mujer pareció tensarse al escuchar su pregunta, pero no apartó la vista de las páginas frente a ella.

— No. — La respuesta fue concisa y cortante. Ash sintió un gran alivio dentro suyo y apoyó ambas manos sobre la mesa, atrayendo la atención de ella, quien sólo alzó la mirada observándolo con desconfianza.

— Es bueno saberlo. — Le sonrió y se atrevió a guiñar un ojo. Luego dio media vuelta para buscar otro sitio para comer.

Eligió una mesa del fondo, a una distancia considerable de la pelirroja y tomó el menú para ver las opciones de almuerzo.

Los nervios se había lavado completamente, dejando que se sintiera relajado. La idea de encontrarse con ella le había traído un estrés que no creyó que podría sentir. Hacía muchos años que había decidido no volver a verla, el solo pensar en su antigua amiga le traía dolor y recuerdos de rechazo.

Una nube oscura pareció invadir su mente al evocar épocas que mantenía enterradas en la memoria. Épocas donde como un tonto enamorado había creído en falsas promesas y donde una ilusión infantil lo había llevado a creer que sus sentimientos eran correspondidos.


Misty levantó la mirada disimuladamente al hombre sentado unas cuantas mesas alejado de ella y no pudo evitar fruncir el ceño al verlo. Él le sonreía amablemente a la camarera mientras le indicaba algo del menú, ajeno a la atención que recibía de su parte.

La mentira que le había dicho daba vueltas en su cabeza.

Se conocían y ella tenía una vaga sospecha de quién debía ser él.

En el momento, en que le preguntó si era de Ciudad Celeste, el pánico la invadió. Decirle la verdad podía confirmar que ante ella estaba parado ni más ni menos que el "señor" Maestro Pokémon, quien estaba convirtiendo su vida en un infierno al negarle sus peticiones del Gimnasio Celeste. No quería confrontarlo, no podía...

En todos esos años distanciados no había podido enfrentarse a él de otra manera que no fuera a través de los fríos métodos escritos... por carta al principio, por mail en la actualidad.

Pero no se había atrevido a volver a hablarle ni siquiera por teléfono. No podría escuchar su voz fría y distante otra vez.

Su pecho se encogió de dolor al recordar la forma en que él le habló la última vez que se vieron, el veneno que había resbalado de sus labios, el desprecio en su mirada y la crueldad de sus palabras cuando la echó de la fiesta donde se celebraba su reciente título de Maestro Pokémon.

Ash no solo la había apartado de su lado, en esa oportunidad, se había asegurado de humillarla frente a todos los amigos que conocieron en el camino.

Misty aún sentía el filo del desdén cortando su pecho como una espada helada que atravesaba su piel solo con pensar en aquel día.

Levantó la mirada a él y sus ojos se encontraron. Él le sonrió con simpatía y ella giró su cabeza avergonzada.

El miedo a ser herida nuevamente no era lo único que sentía al verlo.

El joven se mostraba agradable y simpático, con una sonrisa confiada, ojos amables y ese cabello alborotado que lo hacían ver algo infantil. Estaba segura que frente a ella debía estar Ash Ketchum.

Bajando la mirada a su libro, lo cerró dando por finalizada la lectura y llamó a la camarera dispuesta a irse del lugar antes que otro encuentro pudiera darse entre ellos.

CONTINUARÁ...

AN:

Hace muchos, pero muchos años que no escribo algo de este par de loquitos testarudos y por fin decidirme a hacerlo ha sido un golpe de nostalgia! Muy merecido por cierto :p

Realmente me gusta escribir de ellos y siento que los extrañaba aunque no me había dado cuenta de eso antes.

Originalmente este fic lo estaba publicando con otro nick "Amber Mist" pero perdí toda posibilidad de acceso a esa cuenta. (La constraseña en FFnet, luego me dieron de baja el mail y el Blog donde publicaba escenas también fue dado de baja... es como si nunca hubiera sido mío, qué frustrante!)

Me doy cuenta que esa historia publicada hace más de una década atrás está mejor redactada que ésta... pero siendo sincera... no la pude terminar de releer para continuarla... me pareció sumamente aburrida! Así que empecé de nuevo. En esta versión habrá menos conflictos y ya de entrada Ash sospecha quien es ella y Misty ya se dio cuenta quien es él (originalmente no sabían quien era el otro hasta que estaban bien enganchados)

Gracias a quienes estén leyendo este fic reciclado! No sé qué tan vivo esté el fandom después de tanto tiempo...