Otra tabla para Duelo Literario, que pretendo terminar -si manejo bien los tiempos- cerca del día 15 de este mes.
Disclaimer: todo aquello relacionado con Harry Potter es propiedad de J.K. Rowling.
Y
Desde que Luna Lovegood tenía conciencia, nunca había sido tratada como a "una más". Sus compañeros de casa en Hogwarts la veían como a un bicho raro y no se hacían problemas en cuanto a hacérselo saber. Cuando por las vacaciones iba a visitar a su padre, la gente del pueblo demostraba lo poco disimulada que podía llegar a ser. Siempre se había visto ensombrecida por los prejuicios de los demás, suspicaces ante cualquier cosa distinta.
Sin embargo, cuando estaba en casa, Xenophilus se encargaba de darle toda la correcta atención que le faltaba en el colegio. Aun habiendo forjado lazos con el ED durante su cuarto año en Hogwarts, las relaciones eran muy contrarias como para no notarlo.
Con su padre realizaban excursiones en busca de nargles y otros seres aún no reconocidos por la sociedad de magos; cuando estaba con sus amigos, de seguro la mera mención de ellos llevaría inevitablemente a un cambio drástico de tópico o miradas cómplices entre los demás.
Y Luna, aunque muchas personas no lo creyeran, se daba cuenta de todo aquello. El gran detalle que nadie nunca notó es que las opiniones que ellos pudieran tener no le importaban realmente… Bueno, al menos la de la mayoría.
Tenía que admitir, sí, que ahora que se hallaba encerrada en una pequeña habitación junto al señor Ollivander, extrañaba a sobremanera a los Weasley y a Harry; incluso le habría caído bien una pequeña muestra de escepticismo de parte de Hermione Granger, o los nervios de Neville ante sus supuestas excentricidades.
Podría decirse que ellos eran las únicas personas que no la miraban en menos por pensar por sí misma y no dejarse llevar por la falta de pruebas. Si algo le debía agradecer a su madre y a su padre era aquella actitud que habían dejado en ella.
Si buscaba un Snorkack de Cuernos Arrugados, no dejaría de hacerlo porque otros le dijeran que era una invención de su padre.
Por supuesto, no era que guardase rencor a los demás. Eso le parecía casi infantil, de hecho. Simplemente eran cerrados de mente, y no había nada que ella pudiera hacer al respecto. Una lástima.
Desde la captura en el tren, ya había perdido la cuenta de los días, pero estaba segura de que una semana al menos habría transcurrido. Un par de veces Draco Malfoy fue el encargado de llevarles comida o de buscar al señor Ollivander, pero ella nunca le dirigió la palabra; solía mirarlo atentamente y tararear Weasley es nuestro rey, nunca demasiado fuerte pero sí lo suficiente como para alterarle los nervios al rubio.
En una ocasión, Ollivander le preguntó si acaso su padre no había pensado en detener la publicación de El Quisquilloso, dados todos los eventos recientes.
—Oh, no, eso ni pensarlo —había respondido ella, totalmente seria—. ¿Cómo haría la gente para enterarse de los métodos de evasión de los wrackspurts? Se desataría un caos, eso seguro.
Para realzar su convicción en el asunto, afirmó con la cabeza.
—¿Pero es que acaso no hay mención del joven Potter? —indagó el fabricante de varitas—. Ruego me disculpes, pero hace mucho tiempo que no sé nada de afuera.
Tosió.
—Por supuesto que habla de Harry —respondió ella—. De hecho, bastante más de lo que solía hacerlo… —Su rostro tomó cierta expresión soñadora, como pensando en algo muy profundo y relevante—. Creo que El Quisquilloso debe ser el único periódico que aún lo hace.
—Vaya… Debo decir que eso no me lo esperaba, señorita Lovegood.
Ahí estaba de nuevo: la sorpresa. Sin embargo, era evidente que el hombre lo decía sin intención de hacerle notar la peculiaridad, así que no le dio mayor importancia.
—¿Usted cuánto lleva acá? —se atrevió a indagar.
—Suficiente como para hacerme a la idea de que me queda un buen tiempo más acá —se limitó a decir.
—Yo creo que saldremos pronto —comentó Luna en tono alegre (dentro de lo alegre que se puede estar encerrado y sin varita).
—Espero que así sea.
Tan simple como eso, la conversación se dio por terminada, dando pie al silencio nuevamente.
Luna había dicho con total convicción que pensaba salir pronto; no fue un intento de calmar al anciano ni un comentario desesperado dicho en un momento de angustia, en el que lo único que deseas es ser rescatado. No. Estaba segura de que lograrían salir, aunque fuera más tarde que temprano.
Era esta una certeza que habitaba su mente desde que fue llevada a aquel lugar, y por ella no había caído aún en las sombras de su propia mente. No sabía como, ciertamente. ¿Rescatada? ¿Un escape riesgoso? ¿Aparición sin varita? Quién sabría.
Tras darle muchas vueltas al asunto, como llamados por Merlín aparecieron Ron y Harry. ¡Y Dean! Qué equivocada había estado, pensó, ella que había creído que no los atraparían. Pero aparentemente tenían un plan —o algo así— para salir, así que les hizo caso en lo que pidieron y no preguntó más de lo debido.
Una vez en Shell Cottage pudo relajarse un poco más, pues se sabía protegida bajo una buena cantidad de encantamientos. Aunque nunca supo qué había pasado exactamente en la mansión de los Malfoy ni cuáles eran sus planes futuros, tampoco hizo cuestionamiento alguno. Sólo preguntó por su padre y conocidos de la familia.
Confiaba en ellos y con motivos suficientes. Porque con ellos se había sentido aceptada en Hogwarts, y ahora les habían salvado la vida tanto a ella como a su único familiar.
No, Luna Lovegood nunca había sido considerada una persona normal, siempre opacada por la aserción de otros; y sin embargo con aquel reducido grupo de personas podía permitirse ser ella y sólo ella, hubiera cacería de Snorkacks o no.
Con su padre y sus amigos, Luna brillaba.
Sobre la Viñeta: Pues, no mucho que decir... Es mi primera incursión en la mente de Luna, así que no tengo idea de cómo me encaminé xD Además, no sé si quedó claro el "y" correspondiente, pero confiaré en que sí.
Opiniones serán agradecidas x)
