Alma
Kagome comenzó el día con su mejor sonrisa, atrás habían quedado los días de perseguir a Naraku, destruir demonios y sentirse sola, tres años iban del día que tomó la decisión de volver junto a Inuyasha y desde ese momento era plenamente feliz, la vida en el Sengoku era más difícil y básica, pero estaba junto a su amado Hanyou, su deseo se había vuelto realidad. Sin embargo una duda rondaba en su cabeza y se incrementaba con el tiempo, Rin; la protegida de Sesshomaru, no crecía.
La pequeña integrante del grupo del demonio-perro parecía esquivar los años con agilidad, entre esos días cumpliría los 14 y su imagen seguía siendo la de una niña, un poco más alta, pero niña al fin y al cabo, por más que conversaba lo extraño del tema con la anciana Kaede, ninguna de las dos daba con una explicación coherente con el dilema, no crecía y punto.
Sintió como un dolor de cabeza se comenzaba a expandir con tamaña interrogante y prefirió ponerse en marcha a sus obligaciones, el deber de una sacerdotisa era de 24 horas, y al ser sus conocimientos tan amplios como su poder, siempre llegaba alguien a pedir su ayuda, caminando por el pueblo vio a la joven de sus preocupaciones correr hacia el conocido bosque de Inuyasha, de seguro Sesshomaru estaba por los alrededores y ella iba a su encuentro, ¿sería bueno hablar con él?
«No» se respondió de manera inmediata.
Sesshomaru de seguro no se había percatado de el "no cambio", el demonio no tenía idea sobre humanos y poco se esforzaba en aprender de ellos, Kagome estaba convencida que para él, si Rin no crecía era mejor, pero el ciclo de vida de los humanos no era al gusto del consumidor, no podía detenerse sin motivo.
Un aldeano con cara de dolor llamó su atención y con una sonrisa comenzó su labor, sin Inuyasha se aburría, los viajes con Miroku eran cada vez más recurrentes y para compensar su ausencia por "trabajo" ella intentaba ocuparse con todo a su paso, la tarde llegó en un parpadeo con la presencia de sango que la buscaba, el no ver a su amiga en todo el día, era preocupante, sobre todo al estar ocupada con sus hijos y tareas del hogar, pero ya se había desligado de ellos unas horas y no perdería oportunidad de un momento de distracción.
— ¿Sango con quien dejaste a los niños? —Preguntó mientras preparaba te.
—Al no encontrar a Rin, la anciana Kaede se ofreció a contarles una historia —miró por la ventana, con una sonrisa de agradecimiento.
— ¿Rin aun no vuelve? —la sacerdotisa repitió con preocupación, al ver como se acercaba la noche.
—No, creo que Sesshomaru esta vez se quedará con ella unas horas más.
De pronto escucharon un estruendo en el bosque colindante, árboles milenarios caían como piezas de ajedrez y una conocida voz se alzaba entre toda la destrucción.
— ¡Qué demonios le hiciste Sesshomaru! ¡Maldito! —Inuyasha gritaba furioso y a lo lejos, la batalla entre los hermanos no pasaba desapercibida.
Sango y Kagome se miraron decididas corriendo al lugar de la pelea, en el encontraron a Miroku observando estupefacto un punto en particular, mientras que el demonio y el Hanyou detenían su lucha para tácitamente observar al ser que poco a poco dejaba de brillar.
— ¡¿Miroku que sucedió?! —preguntó asustada Sango.
Mudo el monje levantó un dedo en dirección hacia el río que alimentaba el pueblo, en él, una esfera de luz reposaba perdiendo su brillo dando paso a la silueta de una mujer.
—Rin... —fue el susurro de Sesshomaru al ver a la mujer que les daba la espalda, esta permanecía inmóvil, quizás demasiado serena.
—No sé a quién le hablas demonio —la voz sonó distinta, parecía asqueada— mi nombre no es Rin, y no vuelvas a dirigirte a mí con familiaridad, si hay algo que detesto es el hedor a demonio.
Kagome quiso intervenir, ¿esa era Rin? ¿Qué había pasado con ella?
—Rin... —comenzó a hablar Kagome pero fue interrumpida por Inuyasha, quien llegó a su lado para protegerla en cosa de segundos.
—Ya no es Rin; Kagome, ni siquiera es humana.
La mujer ignoró las palabras de los presentes, era más interesante simplemente observar sus manos y como volvía a sentir con ellas, su cuerpo estaba tal y como la última vez que lo utilizó, sus sentidos en cosa de segundos se normalizaban y afinaban, ¿cuánto tiempo había pasado? ¿Su castigo había sido levantado?
— ¿Dónde estoy?, responde demonio —Sesshomaru la observó en silencio, ¿estaba ordenándole?
— ¿Que te pasó mocosa? —todos giraron a mirar a Jacken quien pálido y choqueado, caminaba hacia la mujer, esta giro un poco su cabeza para observar su osadía, nadie debía dirigirle la palabra si ella no daba su consentimiento, menos llamarla mocosa.
Se iba a dar vuelta para matarlo; dejando ver su completa desnudes, cuando Sesshomaru apareció frente a ella con su haori en mano; colocándolo sobre sus hombros, tan solo lo miró con enojo y retiró de su cuerpo la prenda impregnada con su olor.
—Creo haberte dicho que odio tu hedor demonio.
La prenda cayó y por sus manos corrió un brillo, este hizo reaccionar el agua que en forma de pequeños torbellinos que comenzó a cubrir su blanca piel, haciéndose cada vez más espesa y menos transparente, transformándose en una especie de kimono que dejaba poco para la imaginación, ya que el escote de su pecho estaba demasiado abierto y el de sus piernas igual.
Sesshomaru estático por lo acontecido y con la cercanía alcanzó a observar el cuerpo de la mujer antes de ser cubierto, nada quedaba de su pequeña Rin, la mujer de curvas definidas, cabello negro y ojos avellana la había devorado en la transformación.
Kagome seguía sin entender pero Inuyasha con expresión de tristeza le dio la explicación.
—No sé qué hizo Sesshomaru, pero algo le dio y Rin comenzó a brillar convirtiéndose en esto, de seguro lo planeó para no esperar más por ella.
—Rin, ¡si estás ahí, responde! —Gritó con esperanza la sacerdotisa.
La mujer rolo los ojos aburrida con tanto grito e innecesaria preocupación.
—Al parecer le tenían aprecio a mi antigua forma, pero eso ha quedado atrás, sacerdotisa; yo soy la pequeña Rin, he estado encerrada en ese cuerpo de humana no sé cuánto tiempo, pero será mejor que lo olviden, mi verdadero nombre es Ran.
Y sin prisas comenzó a caminar. Observando a su fiel Isonade que había vuelto a sus manos, colocó en su cuello la cadena que tenía un colgante en forma de gota de agua y sonrió, en unas horas estaría lista para su venganza.
— ¿Eres un demonio? —Preguntó Miroku preparando sus pergaminos.
— ¿Yo, demonio? —Detuvo su andar— Tal ofensa debería ser castigada con la muerte —su ceño fruncido al enfrentar la mirada de Miroku demostró que hablaba en serio. « ¿Que me impide matarlos, el no poder controlar a Isonade aun, o...?» —Eres un humano con suerte monje, hoy no te mataré, quizás mañana… —decoró la amenaza con una malévola sonrisa.
La mujer retomó su camino, a paso lento se perdió entre la oscuridad del bosque, y al desaparecer ella, también desapareció la tensión entre los presentes, los cuales casi al unísono respiraron hondamente, pero ¿qué sucedería ahora?
— ¡Sesshomaru…! —Grito Inuyasha pero el demonio perro ya había desaparecido, en su lugar quedaba solo Jacken sentado en el pasto, con una expresión de tristeza y confusión infinita, Inuyasha se acercó a él para interrogarlo por lo ocurrido, pero Kagome lo detuvo con la mano en su hombro.
—Jacken, ¿Qué le ocurrió a Rin?
Jacken demoró unos minutos en mirarla y luego con un suspiro resignado respondió.
Mi amo y yo volvíamos de derrotar a unos demonios poderosos en el norte, estos al ser nómades son difíciles de rastrear pero muy peligrosos y destructivos, la batalla se alargó un poco más de lo planeado, pero vencerlos significó un gran paso para el amo, no cualquiera los destruye, era por eso que se consideraban una de las razas más antiguas, incluso; quizás más antiguos que los demonios-perro, ni siquiera el gran Inu no Taisho pudo con ellos en su momento, por ende la victoria del amo fue más que cualquier otra cosa el superar a su Padre… —Jacken hizo una pausa para observar el lado y recordar mentalmente a la pequeña Rin— el amo nunca toma los tesoros de sus rivales, si no son armas poderosas que puedan serle de utilidad pero esta vez entre los cofres que poseían, encontramos aquel dije con forma de gota y como se acercaba el cumpleaños de Rin, decidió regalárselo, cuando llegamos acá, ella llegó casi de inmediato, no nos preguntamos cómo supo de nuestro arribo, se veía normal, feliz, sonriente, pero cuando el amo se acercó a ella y entregó el obsequio… bueno… sucedió lo que sucedió.
Todos guardaron silencio luego de la explicación, hasta que Kagome acotó.
—Quizás el dije la poseyó, si la encontramos y lo destruimos, ella vuelva a la normalidad.
Los ojos del pequeño demonio se agrandaron con la promesa de una posible esperanza.
—Sera difícil encontrarla… —comentó Inuyasha— ella no despedía olor alguno.
—Pero Sesshomaru si —dijo Kagome con alegría—si seguimos a Sesshomaru podremos encontrarla.
—No es seguro que el amo este en su búsqueda ahora… —comento Jacken perdiendo la esperanza.
— ¡Claro que sí! ¿Realmente crees que él dejaría ir así a Rin? Todos estos años ha estado al pendiente de ella, no subestimes la voluntad de un macho, no la dejara ir fácilmente…
—Kagome, Sesshomaru no tiene sentimientos…
—Si los tiene, solo que aún no lo sabe.
Sango y Miroku; quienes se habían mantenido en silencio, se miraron incomodos entre ellos, Kagome al notarlo, los liberó de su dilema.
—Ustedes deben permanecer en la aldea, no podemos dejarla sin protección, no se aflijan, sabemos que están preocupados por Rin, pero su obligación principal es con sus hijos y los aldeanos.
—Cuídate mucho Kagome, yo le contaré todo a la anciana Kaede, rezaremos juntas para que vuelvan con bien —dijo Sango tomando sus manos y dándole ánimo.
—Cuídala mucho Inuyasha —dijo Miroku antes de irse con su esposa.
Y sin más palabras el grupo se separó cada quien a su camino, Kagome e Inuyasha se miraron fijo y en los ojos del otro pudieron notar la chispa de la emoción, una vez más viajarían en busca de una aventura como en los viejos tiempos. Jacken los miraba confuso pero afligido,
« ¿Realmente el amo ha ido en su búsqueda? Y si la encuentra, ¿Qué sucederá con Rin?»
Un golpe en la cabeza lo sacó de sus preocupaciones.
—Andando Jacken; no hay tiempo que perder, ¿o acaso no quieres volver pronto con el bastardo de tu amo?
Las palabras de Inuyasha le sonaron distintas, ¿acaso intentaba darle animo?
—Iré por Ah-Un y partiremos, el amo lleva una gran ventaja…
—No lo creo —comentó Kagome—Rin, se veía muy pausada, posiblemente la transformación la agotó o simplemente tiene que aun adaptarse a su forma.
—Sea lo que sea —Interrumpió Inuyasha— vámonos.
Sesshomaru se desplazaba sigiloso, más sigiloso que el viento, la mujer a unos metros de él avanzaba lento, parecía distraerse con todo a su paso, en una de esas pausas, del interior del demonio; se escapó una inquietud demasiado grande para ser ignorada ¿sería verdad que Rin ya no existía, que no hubiera existido jamás?
—No entiendo porque insistes en seguirme demonio… —Sesshomaru guardó silencio —pero ya que estas acá, responde por favor… —ese "por favor" se sonó completamente caprichoso y falso.
—Que eres —se adelantó a preguntar Sesshomaru, no sería utilizado por ella ni por nadie.
Al escuchar su voz y sentir su cercanía, Rin tuvo una serie de Flash, recuerdos donde el demonio predominaba con su presencia.
—Soy una Tenshi del agua, mi nombre es Ran «Lirio de agua»—comenzó a contar la mujer a un desorientado Sesshomaru que no creyó recibir respuesta, para ella, el demonio la observaba en silencio con cara de nada — soy la hija preferida de mi padre, bendecida fui con fuerza, valentía, coraje, astucia, pero maldecida con sed de conquista y poder, para mi todos los seres que me rodeaban eran débiles, por eso debía protegerlos como hija del líder que era, libre varias batallas y de todas salí airosa; autoproclamándome un ser supremo, pero la batalla más importante la perdí, perdí contra mí misma y la ambición que me consumió, es por eso que fui exiliada de mi mundo, y por si fuera poco, mi amado Padre me condeno a vivir entre y como los humanos; una más entre ellos —poco a poco se fue acercando al demonio, los comenzó a rodear una densa niebla y la vista de Sesshomaru se volvió blanca luminosa, necesitó parpadear, pero cuando lo hizo; sus ojos tenían frente a si, una serie de imágenes, todas de la mujer que le relataba su historia.
Ella de joven siendo apreciada y admirada por sus virtudes en combate.
Ella siendo la vencedora en las batallas que mencionó.
Ella intentando reclamar el trono de su padre por la fuerza.
Ella siendo detenida y transformada en una bebe humana, con el aparente dolor de los que la rodeaban, abandonada en el mundo de los humanos.
«Mi amada hija, esto me duele más a mí que a ti» escuchó a una voz masculina impregnada de dolor.
La niebla se disipó y Sesshomaru ya conocía casi todo de ella.
—No recuerdo más… —dijo aparentando indiferencia —de ahí en adelante aun no lo recuerdo.
Sesshomaru consideró que si con su buena vida anterior ya era una mujer peligrosa, no quería saber cómo reaccionaría al recordar todo lo vivido de humana.
—Que buscas —Preguntó con la calma que lo precede.
—Volver a mi mundo y reclamar mi lugar —se acercó aún más a él quedando escasos centímetros entre sus rostros—no te recuerdo aun, pero sé que fuiste importante en mi vida, para ser demonio eres muy bello y considerado, es por eso y lo que hiciste por mí; que perdono tu vida, pero no intentes cruzarte en mi camino, la siguiente vez que me enfrentes; te mataré —y dándole la espalda pretendía retomar su camino.
Sesshomaru sonrió ante la amenaza y desenvainando a Bakusaiga declaró.
—No deseo esperar otra oportunidad y jamás he evitado una batalla.
—Si así lo deseas… Sesshomaru-Sama…
Hola, ¿qué les parece? ¿Rin mala, de verdad? Muajajajajaja si quieren que la continúe me avisan, (puro y vil chantaje para conocer sus opiniones) y con respecto a Trazando destinos Paciencia por favor sufro de un fuerte bloqueo mental, pero sigo intentando darle forma besos chao.
