Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. La canción tampoco, es de Ha-Ash, pero la historia sí es mía así que deisfruten.


EX DE VERDAD

Los rayos de sol entraron por su ventana, haciendo que sus ojos poco a poco se fueran abriendo, hasta conseguir que la bella pelinegra se apartase de la comodidad que su cama le proporcionaba. Se estiró perezosamente como un gato, para que después con gracia se parara de la cama. Miró hacia los lados, tratando de ver si su amiga aún estaba o ya se había dio, seguramente ya estaba en su trabajo, era tarde. Fue hacia el baño, quería darse una larga ducha y así quitar el desagradable olor a licor que tenía por la estúpida fiesta a la cual su mejor amiga y compañera de piso le había obligado a ir ayer.

Aunque si era del todo sincera al menos le había servido para despegarse un rato de todas las responsabilidades que tenía con la empresa de sus padres. Aunque claro, como no todo es perfecto, la fiesta también tenía un problema, los idiotas que se le acercaba con ganas de tener un lío con ella. Y aunque al principio estaba bien y le servía para olvidarse de las cosas, ahora ya no les encontraba la gracia a esos insulsos chicos.

Ojo, no era como si no le interesase tener una noche de pasión con algún chico atractivo, no era eso, no; pero se había cansado de lo mismo, parecía como si todos los hombres hubieran sido cortados por la misma tijera, sin una pisca de imaginación como para hacer algo innovador e espontáneo, algo que a ella la volviera a entusiasmar y le diera ganas de pasar más tiempo con ellos.

Recordó al guapísimo pelirrojo que toda la noche había estado intentando conquistarla y aunque por momentos se sentía tentada a aceptar su invitación se echó para atrás cuando el chico comenzó a hablar sobre sus idas al gimnasio, cuan entrenado tenía su cuerpo, sobre el tatuaje que tenía en su espalda y otras cosas más, cosas que a ella le parecían demasiado banas. Por lo que sencillamente terminó también rechazándolo.

Sin querer su mente recordó un viejo recuerdo, pero rápidamente lo desechó de su mente, reprendiéndose nuevamente por pensar en él. Hacía mucho que no sabía nada de su exnovio, y en parte sentía que era bueno, después de lo que había pasado no sabía que cara poner si lo tuviera delante. Después de todo había sido su culpa que ellos rompieran, se había visto cegada por los celos y había dicho y hecho cosas que en verdad no sentía.

Abrió la llave de agua fría, intentando que esta le despejase cualquier pensamiento del peliazul de su cabeza, no tenía sentido recordarlo, no podía hacer nada, lo hecho, hecho estaba, no existían los hubiera y no servía de nada romperse la cabeza por ellos. Cerró la llave, y se colocó la toalla para después ir a su armario, escogió un par de vaqueros azules ceñidos, una blusa de tirantes negra y unas bailarinas blancas. Miró la hora, las once y media de la mañana, había dormido mucho tiempo. Cogió su móvil y suspiró con cansancio al ver las llamadas perdidas de su hermana mayor, estaba segura que le echaría la bronca por volver a faltar a la cena en la casa de sus padres, pero ahora eso poco le importaba, no tenía ganas de escuchar ningún reclamo, ya les llamaría más tarde y les pediría disculpas, como siempre hacía.

Tomó su bolso, sin una dirección fija, vagando por las calles, que estaban llenas de gente porque era domingo. Caminó un poco más y vio la cafetería donde su rubia mejor amiga trabajaba, y aunque no quería nada en especial podría ir a ver a Naruko y molestarla un rato, ya que como ayer se había ido bastante tarde estaba segura que la ojiazul estaría muy cansada, con unas ojeras increíbles.

¿Por qué…? hoy en mi tranquilidad

Si es tan grande esta ciudad hoy te tuve que encontrar

Eran las siete de la mañana y Naruko estaba segura que en cualquier momento colapsaría, estaba demasiado agotada, ahora se arrepentía demasiado de no haber hecho caso a Satsuki antes y haberse ido antes de la fiesta. Rio negando, seguramente la próxima vez haría lo mismo, se dirigió a una de las mesas vacías, para limpiarla. En cualquier momento los clientes empezarían a llegar así que mejor tenía todo listo antes de que su jefe le dijese algo. Ella se llevaba bien con el viejo Senju, pero aún así prefería no ponerlo de mal humor, además si quería conseguir la paga extra lo mejor era hacerlo todo perfecto, quería comprase ese bolso que había visto.

Después de unos minutos la puerta se abrió y sonó la campanilla, indicando que había llegado el primer cliente. Ella los saludó con entusiasmo y les guió hacia su mesa. Y así siguió así, atendiendo a cada uno de ellos. Entonces, cuando era el reloj marcó las once y media de la mañana llegó un cliente que la rubia no había visto en mucho, pero mucho tiempo, aunque lo conocía bien.

—¡Hinata-kun! —exclamó sorprendía, se acercó dudosa a él y lo saludó un tanto nerviosa, pero el peliazul la abrazó y le dio dos besos.

—Hola—dijo él con una cálida sonrisa haciendo que la Uzumaki se relajara un poco más, aunque no lo podía del todo, ya que temía que en cualquier momento su amiga apareciese. Así, que con mucho cuidado lo guió a la parte más alejada del local, cerca de la ventana trasera, intentando que, aunque viniera la Uchiha no lo viera. —Gracias por todo Naruko-chan—dijo con otra hermosa sonrisa que esta vez sí sonrojó a la muchacha, que todavía no daba crédito a que el peliazul estuviera allí.

Aunque había reconocido fácilmente al chico por sus particulares ojos perlados, lo notaba muy cambiado, ya no era aquel chico delgado y tímido, los años le habían sentado de maravilla, se había convertido en un hombre con todas las letras, parecía una estrella de cine. Ya que notaba como varias chicas del local no dejaban de comérselo con la mirada y en parte entendía por qué, estaba muy atractivo.

Suplicó a los cielos porque hoy su mejor amiga no apareciera hoy, pero parecía que sus súplicas no se habían visto escuchadas ya que después de unos minutos apareció la azabache por la puerta. Cuando la blonda vio a su mejor amiga todo su cuerpo se tensó, de verdad no entendía porque su suerte siempre era la peor, no sabía que más hacer. Comenzó a hiperventilar y rápidamente fue al mostrador para intentar disimular un poco, estaba segura que se iba a montar la gorda cuando la azabache se diera cuenta de quien más se encontraba en el local. Y aunque en parte temía por su trabajo, sabía que Satsuki aún no superaba lo que había pasado con el Hyuga.

Satsuki se aproximó hacia donde estaba su amiga, que limpiaba como loca el mostrador. Ella solo giró los ojos, de verdad que muchas veces la blonda le parecía demasiado rara, preguntándose nuevamente como era que ambas eran amigas cuando sus caracteres era tan distintos. Se sentó en un taburete y pidió un americano bien cargado, igual que siempre. La Uzumaki le sonrió con nerviosismo, consiguiendo que su amiga alzase una ceja en señal de desconfianza, preguntándose qué era lo que estaba tramando.

—¿Se puede saber porque me miras así, ocurre algo? —preguntó enfadada la morocha, solo haciendo que la ojiazul riera secamente, maldiciendo internamente a todas las deidades del universo por ponerla en una posición tan comprometedora.

Con cuidado prepara el café de la Uchiha, pero esta no le quitaba la vista de encima, sabía que tenía que tranquilizarse si no quería que la morocha se diera cuenta de quien estaba allí, así que un poco temblorosa prosiguió a responderle.

—¿Mirarte? Te lo imaginas, no pasa nada. ¡Que va a pasar! —decía riendo, mientras dejaba la taza de café en la mesa con nerviosismo y de vez en cuando miraba a un punto en específico, rogando porque el Hyuga tampoco viera a la pelinegra, pero aquello fue un error, ya que la Uchiha era demasiado perspicaz, además de que la blonda era demasiado exagerada cuando se encontraba nerviosa y no era falta ser un genio como para notar que no la miraba solamente a ella.

Satsuki al ver esto rápidamente recorrió con la vista el local, buscando lo que la rubia miraba con tanta insistencia y nerviosismo. Pero su corazón se estremeció y su respiración se detuvo al ver porque su amiga se comportaba de aquella manera. Quiso voltear la vista, pero los perlados ojos del chico chocaron con los suyos, consiguiendo que el nerviosismo aumentase en ella y él se sorprendiera.

¿Por qué…? tu sonrisa despertó

Sentimientos que guarde con candado en un cajón

¿Por qué…?

Cuando Hinata había visto a Naruko, estaba seguro que también se acabaría encontrando con Satsuki, después de todo ellas eran mejores amigas, además Sakumo le había dicho que las dos chicas vivían juntas. El pelirosa muchas veces le había insistido en que lo mejor era enfrentarla de frente, pero no era como si tuviera muchas ganas, temía que ella aún siguiera enfadada con él, que lo siguiera odiando y maldiciendo, después de todo jamás habían podido solucionar el problema que los llevó a su ruptura, nunca se lo pudo explicar correctamente. Entonces recordó que el ojiverde había sido quien le había dado la dirección de la cafetería, seguro que él solo había planeado todo eso.

A pesar de que se encontraba sorprendido le sonrió, dejándola todavía más nerviosa, consiguiendo que fuera otra vez esa chica de 17 años, devolviéndola a esa época en la que compartieron muchas primeras veces, descubriendo etapas de la vida. Ella sencillamente hizo un pequeño gesto de saludación con la cabeza y se giró otra vez hacia el mostrador, fulminado con la mirada a la rubia, como pidiéndole una explicación, pero ella se encontraba igual que la Uchiha, no sabía ni cómo ni porque el ojiperla se encontraba en esos momentos allí.

Naruko suspiró con cansancio, no era como si ella hubiese planeado aquello, sencillamente había sido una simple casualidad o el propio destino, no lo sabía. Pero ella tampoco se esperaba que Hinata estuviera allí, según lo que le había dicho Sakumo el Hyuga aún seguía en el extranjero. Aunque claro, podía ver que eso no era cierto, sino no estaría allí en esos momentos, metida en un lío como ese.

—No me mires así, yo no he tenido nada que ver—dijo a la defensiva, pero la morocha seguía mirándola mal. —¡Oh, vamos! —refunfuñó con un puchero. —Él entró aquí de repente, no fue cosa mía. ¡¿Qué quería que hiciese?! ¡Que lo echase! —dijo malhumorada.

—¡Sí! —bramó molesta ella, haciendo que la ojiazul se sobara su sien, no sabía porque tenía que aguantar sus reproches.

—No entiendo porqué debería hacerlo—dijo la rubia con altanería. —Después de todo quien quiso romper fuiste tú, no él. No le dejaste explicar nada y luego descubriste que era lo que en verdad ocurrió—soltó la chica avergonzando a su amiga que no pudo decir más.

Satsuki maldecía internamente a la blonda, con amigas como ella no le hacían falta enemigos, la ojiazul también se sintió mal después de lo que le había dicho, no tenía la intención de decir aquello, pero es que, al estar tan cansada, lo había dicho sin pensar.

—Perdona—dijo arrepentida y la azabache solo suspiró, no es que pudiera culpa a la Uzumaki de que se encontrase con él.

—No importa—contestó más tranquila haciendo que la rubia sonriera con alivio, era verdad que muchas veces podían pelear, pero siempre se apoyaban en los momentos más vulnerable de la otra, incondicionalmente.

Y, aunque ahora Satsuki ya estaba más tranquila aún no podía dejar de pensar en las palabras de la rubia, ella misma había hecho que su relación con el Hyuga se fuera a pique, lo sabía muy bien, ella había ocasionado su ruptura. Pero es que sencillamente no pudo escuchar ninguna excusa del peliazul ya que ella misma había visto como Kira lo estaba besando, no otra persona se lo había dicho, ella lo había visto. Sí, posiblemente tuvo que ver que luego de un rato el ojiluna la había apartado diciendo que solo tenía ojos para la pelinegra, pero sencillamente el dolor que tenía, el sentirse traicionada habían hecho que saliera corriendo sin que quisiera escuchar o ver nada más. Su estúpido orgullo había sido más importante.

Hinata notaba como la azabache se encontraba tensa, se sentía tentado a solo pagar e irse, no quería seguir incomodándola, no quería volver a ver en su hermoso rostro una mueca de dolor, pero sencillamente verla otra vez le hacía querer estar más con ella, saber que había hecho todo el tiempo que habían estado separados, que era de su vida, después de todo antes de ser novios habían sido muy buenos amigos. Tenía tantas preguntas que ansiaba por hacerle, pero no estaba seguro si ella también deseaba hablar con él, no quería ser una molestia para ella. Se levantó de la silla y se acercó al mostrador, iba a pagar el café que la rubia le había servido e irse, esa era la idea, pero cuanto más se acercaba y veía la delgada silueta de su exnovia sencillamente más ganas de quedarse aumentaban en él, aunque sabía seguramente que eso no era lo mejor.

De repente la azabache sintió como un cuerpo estaba atrás suyo, con ese característico aroma suyo, una mescla de menta y canela, por lo que rápidamente lo pudo reconocer, solo podía tratarse de él. Hinata…

—Gracias por el café Naruko-chan—dijo el muchacho con una dulce sonrisa, que la rubia devolvió. —Hola, Satsuki-san—dijo él amable, pero un poco más formal, consiguiendo que la chica lo mirase con una pequeña muestra de reproche porque no le hablaba con tanta familiaridad.

Ella lo veía con insistencia, consiguiendo ponerlo más nervioso, aún tenía ese efecto en él. Pero es que ella sencillamente aún no podía creer que lo volvía a tener en frente. Seguía igual de guapo que lo recordaba, incluso más, se había dejado el cabello un poco más largo, pero le quedaba demasiado bien, casi dándole un aspecto salvaje, diferente al peliazul que recordaba y tanto extrañaba.

—¿Puedo sentarme? —preguntó y la pelinegra solo se limitó a asentir, ya que casi no podía articular palabra.

Eres el peor amor que he conocido

Tan perfecto que no te olvido

En verdad la morocha se quería ir, no quería hablar, le dolía tanto estar frente a él, porque aquello solo le recordaba que en todo el tiempo que había pasado sencillamente no lo había olvidado, no había podido dejar de pensar en él, en su sonrisa, en lo que le había hecho sentir. Que él era la causa, su recuerdo era el porque ella no había podido salir con otro chico; y, aunque odiase admitirlo no encontraba a nadie más perfecto que él. Si, tenía fallos, como cualquier otra persona, pero sencillamente para ella él era perfecto en todos los sentidos, la mitad que le faltaba, con la que se sentía llena, pudiendo actuar como ella misma. Solo él había sabido sobrellevar su duro carácter, haciéndola sentir querida y aceptada.

Recordó la primera vez que lo había visto, tan callado y reservado, pero con un aura ligeramente misteriosa, que hizo que se interesara en él, y no había sido la única, ya que Kira, la castaña mejor amiga del peliazul también sentía algo por él. Claro que al final ella había ganado, había obtenido el corazón del Hyuga, al menos hasta que tal aquella fatídica tarde los vio besarse y todo cambió, separando sus caminos para siempre.

Tal vez en parte había sido su karma, ya que había empezado la relación con el peliazul por un simple capricho, más luego lo amó como nadie.

Y allí estaban ellos dos, hablando como en los viejos tiempos, recordando todo lo que habían pasado, consiguiendo que, aunque una parte de ella se sintiera feliz de verlo otra no podía evitar molestarse consigo misma por haber sido tan tonta como para haberlo dejado ir.

Aún recordaba como cuando él había ido a pedirle disculpas y explicarle que era lo que había sucedido realmente, además de tratar de explicarle que se iba a ir al extranjero por un tiempo, pero ella sencillamente le había gritado que se perdiera, que no necesitaba a un débil chico a su lado, alguien en quien no podía confiar, que no podía estar con alguien con el que solo había salido por pena. Cuando eso no era verdad.

Cuando él le había pedido salir se había sentido muy feliz, después de mucho trabajo había conseguido que el chico la mirara con otros ojos.

Había llorado tantas noches recordándolo, y fue peor cuando se enteró por Sakumo lo que en verdad había pasado con la Inuzuka, realmente siempre recordaría la larga bronca que su amigo le había dado, aunque sabía que se la merecía, se había comportado muy mal con el ojiperla.

Desde que lo había dejado había intentado de todas las maneras sacárselo de su mente, saliendo mucho más, acostándose con chicos de los que en otra ocasión tal vez ni siquiera les hubiera dado la hora. Pero lo necesitaba, para que por lo menos por un rato lo olvidase. Claro que a todos los demás les decía que estaba bien, que lo había olvidado, mas eso no era verdad. En su piel se había tatuado su contacto y su olor, marcándola por siempre.

Pero, ahora que lo tenía en frente podía admitirlo abiertamente, nada le había servido, no lo había podido olvidar. Por más que estuviera con otros chicos no hacía más que compararlos, ya que ninguno la había tratado de la manera tan especial que él lo hacía. Ahora mismo se sentía un tanto ridícula, ella había hecho de todo para intentar olvidarlo, pero no lo había conseguido, ni un poco.

Tal vez era porque ella misma había ocasionado su ruptura, porque en sus hombros recaía las dudas y la culpa de lo que podría haber habido entre ellos dos mas nunca fue. Tal vez aquellos eran los factores que no le permitían olvidarlo y se mantenía tan anclada al pasado.

Piensa en mí, ayúdame a odiarte

Haz las cosas que hacen los cobardes

No me trates bien ni sonrías más

Pues mi alma sigue sufriendo

Se un ex de verdad y trátame mal,

Ayúdame con eso

Miraba intensamente su rostro, tratando de no perderse ningún detalle, grabando hasta la mínima arruga, aunque no lo admitía se alegraba de verlo.

A medida que hablaban los sentimientos de la azabache no hacían más que volver, igual que fuertes olas en un día de tormenta, casi ahogándola. No entendía porque se comportaba así con ella, tan dulce y amable, como si lo que había pasado años atrás jamás hubiera ocurrido. Prefería mil veces que le reprochara, que le dijera que se había comportado como una niña mimada y se había equivocado, pero el Hyuga no parecía enfadado. Seguía con esa maldita sonrisa en su rostro, comportándose como todo un caballero.

Se preguntaba si él le hablaba porque ya no sentía nada por ella, si ya no le interesaba ni le dolía lo que había pasado. Tenía tantas ganas de preguntárselo, pero sencillamente las palabras no le salían, tenía miedo que le respondiera que sí, que la había olvidado.

Pero es que de verdad que no lo entendía, ella le había gritado, insultado y llamado de todo, cuando en verdad no había sido culpable de nada. Así que no sabía porque se comportaba de esa manera con ella. ¡¿Es que él no lo entendía?! La estaba lastimando, la hería con cada sonrisa, siendo el chico perfecto que cualquier chica desease, porque solo hacía que se reprochara por su error, por sus obsesivos celos.

Sería posible que la… ¿estuviera castigando?, la idea le parecía descabella, conocía el carácter del peliazul, sabía que él jamás se vengaría o dañaría a alguien, incluso si se trataba de ella. Aunque era gracioso, en verdad con todo eso la conseguía lastimar más de la cuenta, así que a pesar de que no lo intentase lo había conseguido, la había herido.

¿Por qué…? te atreviste a saludar

Con un beso sin pensar sin ver mi fragilidad

No sabía porque no actuaba como cualquier otro, alejándose de ella, o ni siquiera saludándola, no entendía porque no podía ser así. Para ella ese caluroso comportamiento era un peor castigo, porque no se sentía merecedora de su amable actuar.

Con cada dulce actitud de él solo hacía que sus ilusiones crecieran, pero sabía perfectamente que aquello sencillamente no podía ser, él ya no la amaba.

Hinata había notado como con el paso de la conversación la pelinegra se apagaba más y más, consiguiendo hacerlo sentir culpable, él se había dicho a sí mismo que no deseaba indisponer a la Uchiha.

—¿Quieres que me vaya? —dijo de repente con una sonrisa triste, sorprendiendo a la morocha.

Ahora mismo tenía tantas ganas de abrazarlo, de darle un cálido beso como años atrás lo hacía, solo dejándole ver a él su parte más vulnerable, pero sabía que no podía, no tenía ese derecho. Además, temía que él ya pudiese estar saliendo con otra persona.

—No es eso—dijo tranquila. —Es solo que ayer me acosté muy tarde y me encuentro algo cansada—aquellas palabras solo consiguieron entristecer más al peliazul, de verdad que era una carga para la chica.

—Entonces será mejor que me vaya—dijo con otra sonrisa amable, que casi parte en dos el corazón de la muchacha.

Lo miró con pesar, no quería que se fuera, no quería dejarlo ir, pero parecía que había llegado el momento de la despedida.

—¿Nos veremos otra vez? —preguntó él en tono taciturno y ella solo asintió, sin poder ni siquiera mirarlo a los ojos, solo observando su taza fría de café que hacía horas había pedido, viendo cómo se encaminaban hacia la puerta.

Se volteó nuevamente al mostrador cuando el chico se hubo marchado, pero sintió como la arrastraban hacia la puerta. Su rubia amiga la jaloneaba.

—¡No seas idiota, ve por él! ¡Aún lo amas, no cometas el mismo error dos veces! Aquella vez debí insistir más en que fueras al aeropuerto, pero esta vez no pienso dejarte actuar por tu cuenta. ¡Ve boba, ve! —exclamó la Uzumaki haciendo reaccionar a su amiga.

Y sé que mañana yo seré la culpable de esperar

Dejarte escapar sin preguntar

¿Por qué…?

Satsuki se limpió las lágrimas que comenzaba a derramar, y salió como loca en busca del muchacho, esta vez sería sincera, le diría como se sentía, como siempre se había sentido. Recorrió las calles, tratando de ubicarlo, pero no lo veía por ninguna parte. Entonces el miedo se apoderó de ella al no ser capaz de encontrarlo, ¿es que había vuelto a llegar tarde? Más lagrimas comenzaban a empañar sus ojos, lo había vuelto a perder.

Había vuelto a dejar que se le escapara de las manos, había vuelto a perder su oportunidad.


Notas de la autora: Hola, llevo casi tres semanas sin publicar nada, pero para mi defensa diré que no tengo tiempo de nada, espero que les haya gustado este songfic y si les gusta mucho podría continuarlo jijiiijiji.

¡Dejen sus reviews!

Gracias por leer.