LA ESTRELLA DEL NORTE
¡Holitas! Antes que todo, y para no hacer que lean mi "Biografía Autorizada", quiero presentarme. Mi nombre, con el que prefiero que me hablen es Misao; ésta es la primera vez que escribo un fic sobre El Señor de los Anillos, ya que mi fanatismo por esta saga nació hace muy poco y por es quiero pedirles que me tengan un poquitín de paciencia, porque más de algún error podré cometer.
Bueno, ahora a lo importante. Mi historia trata, principalmente, de una joven que, aunque no es oficialmente de la Compañía o Comunidad del Anillo, presta mucha ayuda. Ella es originaria de un pequeño pueblo, casi desconocido, cerca de las Montañas Ered Mithrin y por las orillas del Río Gris, al Norte. Su nombre es Mislif, hija de Musolf, un valiente aventurero, bastante conocedor de la Tierra Media, pero que ha fallecido. Sin embargo, su aventurero espíritu pasó a su única hija.
Esta historia comienza con una muestra de la cotidiana vida de Mislif y su partida desde Pueblo Gris con un viejo mago, amigo de su padre.
Y ahora, sin más..., espero que sea de su agrado este primer capítulo y los que vienen y ojalá me dejen algún review.
CAPÍTULO 1
"LA DECISIÓN"
Año 3018; año 1418 de la Comarca.
Mientras unos pequeños hobbits partían temerosamente de su querida Comarca hacia el pueblo de Bree, corriendo grandes riesgos y escapando de los Jinetes Negros, los Nazgûl de Mordor, una enérgica y rebelde joven escapaba de un casi certero golpe de varilla. Allá en las frías, opacas y olvidadas Montañas Grises, volvía a nacer, a orillas del Río Gris, un pequeño pueblo.
A pesar de que el paisaje fuera un poco monótono y carente de color, tenía su encanto propio; pequeños matorrales castaños en las praderas daban paso a unas cuidadas y dulces tierras pobladas por personas alegres, tranquilas y casi excluidas de los problemas de la Tierra Media, como la Comarca de los pacíficos Hobbits, allá en el Oeste.
- ¡Ven acá, chiquilla malcriada!- gritaba iracunda una madre, dando ejemplo de que, a pesar de ser un pueblo pacífico, también tenían sus momentos de rabia acumulada.
- ¿Cómo no voy a ser así, si tú eres mi madre?- replicaba, con burlona malicia, su hija.
Esa era su forma de ser: siempre divirtiéndose a costa de los demás. Siempre igual a su padre había demostrado ser Mislif, hija del valiente y aventurero Musolf. Éste último había viajado mucho por la Tierra Media y tenía muchas amistades fuera de la raza de los humanos, demostrando así que cada lugar tiene su propio Bilbo Bolsón, algunos, eso sí, más conocidos que otros.
Pero volviendo al tema; Mislif acababa de dar un gran salto hacia atrás y esquivar un molesto golpe de varilla de su madre. Ambas estaban en el comedor de una modesta casita campestre, ubicada en una pacífica orilla del, entonces tranquilo, Río Gris.
- ¡¿Cuántas veces debo decirte que tu lugar es la vida de hogar, no esas amistades raras y masculinas?!- repetía entre gritos la madre.
- ¡Por Elendil, madre!- suspiró Mislif con pesadumbre.- Sólo continúo las relaciones amistosas de los conocidos de mi padre.
- ¡¿Qué Elendil, ni qué ocho cuartos?!- replicó la madre, enojándose más.- ¡Tú eres una joven demasiado respetable, como para que la gente te vea con esos magos de tercera, además de enanos raros!
- Yo soy amiga de quien quiera.- siseó Mislif, enojándose.- Apuesto a que si fuera por ti yo ya estaría casada y con una docena de niños.
- ¡Al menos serías una señorita, y no un hombre, en cuerpo de mujer! ¡Más encima, me enteré de que esos "personajes" te han estado enseñando a ocupar una especie de dardos asesinos!
- Sí, ¿y qué?- sonrió la joven con satisfacción. Era completamente cierto que le estaban enseñando una técnica para lanzar dardos de metal, poniéndose uno en medio de dos dedos, para luego lanzarlos con todas sus fuerzas (1).- ¡Ah, ya sé! La gorda y vieja "señorita" Tolfin ha estado husmeando otra vez.
- Sí, y gracias a ella que me he enterado en lo que pierdes tu tiempo- contestó la madre con cierta malicia-. En vez de hacer o aprender esas cosas, podrías tratar de conquistar a ese joven, amigo tuyo..., Olivorn, de la casa de... de los Fontes de Río Gris.
- ¡Por Elendil, madre!- exclamó Mislif, con gran sorpresa.- ¡Oliv es mi mejor amigo! ¿Cómo piensas que voy a coquetearle o...?- su voz se apagó con un gesto de asco. No era que Olivorn, de la casa de los Fontes de Río Gris, fuera poco atractivo, sino todo lo contrario; pero, para una chica como Mislif, el sólo hecho de pensar en "esa cosa cursi, llamada amor" le producían náuseas.
- ¡Será tu mejor amigo, pero eso no le impide a sus padres verte como un buen partido para él!- comentó la madre con orgullo.
- ¡Ya! ¡No lo soporto más!- exclamó Mislif, tras una pausa.- ¡Si vas a seguir sin aceptar mi forma de ser y vas a obligarme a hacer algo para lo que no nací, me iré!
- ¿Sí? ¿Y a dónde?- preguntó la madre burlona.
- ¿Realmente quieres saberlo?- sonrió Mislif, volviendo a su antigua y maliciosa burla.- Pues, te lo diré: Hasym, ese mago de tercera, según tú, se marchará con algunos enanos de viaje y yo iré con ellos.
- ¡¿Te volviste loca?!- bramó la mujer, horrorizada.- ¡¿Viajar con unos locos, igual como lo hizo tu padre?!
- Sí- limitóse a contestar Mislif.
- ¡No, no y no! ¡No volveré a ser el hazmerreír del pueblo!- gruñó la madre con desdén y con un escalofrío, al recordar tiempos pasados.- Tu padre ya me causó bastantes vergüenzas en el pasado.
- ¿Ah, sí?- murmuró la joven, fríamente.- ¿Sabes por qué creo que murió mi padre? Porque tú lo obligaste a hacer algo que nunca quiso: quedarse a vivir en un sólo lugar. Tus padres lo obligaron a casarse y a "sentar cabeza", así enfermó y al tiempo murió; pero yo lo recuerdo bien, muy bien. Recuerdo sus palabras y su nostalgia por poder volver a salir. Llegué a pensar que su estancia en este maldito pueblo era por culpa mía, por ser una responsabilidad para él, pero me equivoqué: eras tú la que le impedía ser libre y poder viajar, como tanto amaba. No hablo en vano, porque en más de una ocasión me prometió que algún día saldríamos de viaje juntos y...- nuevamente su voz se extinguió, pero esta vez no fue por asco, sino por tristeza; aquella tristeza que la invadía cada vez que recordaba lo ocurrido: la promesa sin poder llegar a cumplirse de su padre, su muerte y el inevitable "encierro" de ella, en Pueblo Gris.
Su madre no replicó; aquellas palabras habían sido demasiado fuertes y dolorosas. El silencio que hubo luego le permitió a Mislif salir silenciosamente de la estancia, hacia el fresco campo del Norte.
- Muy bien, lo hice de nuevo.- suspiró con pesadumbre la joven.- Ahora estará llorando tres días y yo tendré que suplicarle perdón. Aunque... - con la cabeza gacha, Mislif, continuó.- debería ser ella quien me pidiera alguna vez perdón. No soy cómo ella quiere, pero no es culpa mía.- Entonces le vino una frase que siempre le repetían: "Eres igual a tu padre, Musolf". Y sin darse cuenta, la había pronunciado en voz alta, siendo oída por alguien que pasaba cerca.
- No veo nada de malo en ser cómo él; deberías estar orgullosa pequeña.
- ¿Qué¡Ah, buenos días, Hasym!- exclamó Mislif, recuperando su habitual alegría y ánimo. Hasym era un mago, nada famoso como Gandalf el Gris o Saruman el Blanco, pero aún así, mago. ¿Color? Pues, no era de color definitivo, aunque en el Consejo u Orden, o cómo se llamase, solía ser Hasym el Castaño. Sin embargo, él siempre tomó "El Castaño" como una especie de ofensa, al parecer tan poco importante, así que prefirió abandonar todos aquellos nombres y ser sólo un mago, una mago llamado Hasym. "- Prefiero dejarle espacio a Radagast el Pardo, que creo está en el Bosque Negro" solía decir.
- ¿Así que nuevamente discutiendo?- preguntó el mago con la risa bailándole en su almendrados ojos; ojos cubiertos por algunos cabellos rubios cenicientos, con algunas canas, que daban muestra del paso de los años; y bajo unas pobladas cejas del mismo color. También tenía barba, pero no extremadamente larga; y sus ropas era sencillas, del mismo color que sus cabellos, y con una humilde vara de apoyo, tanto físico, como mágico.
- ¿Así que nuevamente espiando?- replicó con gracia Mislif. Ella era alta, más bien de piernas largas; delgada, con el cabello rojizo, recogido en dos grandes colitas, a cada lado. Y le brillaban, en el pálido rostro, unos alegres ojos color verde claro.
- Créeme que lo único interesante que he encontrado en mi estadía en este pueblo, ha sido espiar tu hogareña vida.- contestó Hasym, ligeramente sonrojado.
- Y tú debes creerme que lo que más deseo es poder salir de aquí y de esta hogareña vida.- suspiró Mislif pensativa.
- Sólo el Viento sabe que sucederá.- sonrió Hasym.- Confía y verás. Musolf, tu padre, confiaba en que volvería a salir de viaje..., y lo que consiguió cuatro veces. Luego..., bueno, ya lo sabes.
- Murió.- repuso fríamente Mislif.- ¿Sabes qué, Hasym? Tomé una decisión: todo el mundo me ha repetido hasta el cansancio que soy idéntica a mi padre. ¡Pues, bien! Haré lo mismo que él: viajaré. ¡Sí, eso haré! Nadie podrá detenerme, ya verás.
- Confío en que los Cielos cuidarán de ti, pequeña Estrella del Norte.- contestó tiernamente el mago.
- ¿Estrella de qué...?- preguntó, sorprendida la joven.
- Estrella del Norte.- respondió Hasym, acentuando su sonrisa.- Musolf te llamaba así.
Mislif le devolvió la sonrisa. Luego, comenzaron a pasear tranquilamente por el campo. Un agradable Sol otoñal calentaba sus cabezas, que habían estado frías por las brisas de aquella época. Sin embargo, no sólo el clima era frío. Habían llegado extrañas noticias, perturbadoras noticias del Sur; de un Sur muy lejano, casi desconocido, pero que había causado más de algún comentario entre los habitantes del pacífico Pueblo Gris.
"Sombras, sombras extrañas se mueven en el Sur", solían decir extranjeros y los más conocedores. Aunque aquello no interrumpía la monótona vida del lugar, causaba más de alguna expectativa de futuros problemas; y de eso trató la siguiente conversación de Mislif y Hasym, bajo un frondoso árbol, extrañamente gris.
- ¿Dices que irás al Bosque Negro?- preguntó la joven curiosa.
- Debo ir.- contestó sombríamente Hasym.- Me he enterado que ahí está Radagast el Pardo, con quien necesito conversar larga y pausadamente.
- El Bosque Negro...- murmuró Mislif pensativa. Aquel lugar era hogar de elfos; la Hermosa Gente, invisible para algunos y perdida para otros. Aun así, Mislif sabía perfectamente que existían, puesto que su padre había ido a aquel lugar con anterioridad, y con él, llegaron muchas maravillosas historias acerca de los elfos.- Me encantaría ir contigo.- comentó, ligeramente ceñuda.
- Podrías, sí. Sólo depende de ti.- dijo Hasym exhalando una bocanada de humo de su vieja pipa.
- Y de mi madre.
- Creo recordar que una vez, una lejana mañana, dijiste "Haré lo mismo que mi padre: viajaré. ¡Sí, eso haré! Nadie podrá detenerme, ya verás".- dijo, riendo, el mago.
- Lo sé, pero no puedo dejarla sola.- replicó Mislif.
- Tienes toda la razón. A veces me dejo llevar por mis ideas rápidas.
- Aunque...¿sólo será por un tiempo, verdad? Tú sólo irás a hablar con Radagast, o como sea que se llame, y luego volveremos¿no es así?- preguntó Mislif animada.
- Exactamente.- contestó Hasym, pensativo, mientras seguía fumando de su pipa.
- ¡Entonces, no importa!- exclamó la joven, poniéndose de pie de un salto.- ¡Iré! Y, tal vez, ni le avise a mi madre.
- No, eso sí que no.- gruñó Hasym con el ceño ligeramente fruncido.- Aunque sean tan sólo unos días, debes avisar.
- ¿Puedo dejar una nota?- preguntó Mislif tímidamente.
El viejo mago lanzó un gruñido de asentimiento y siguió fumando, sumido en sus pensamientos. Mientras tanto, Mislif, trataba de contener la alegría que le provocaba salir de viaje, como tanto soñaba. ¡Vería a los Hermosos Elfos del Bosque Negro¡Sería fantástico! Por fin, por fin cumpliría el sueño de su padre y el suyo.
- ¿Cuándo piensas partir?- preguntó la joven, al cabo de unos minutos. Pero descubrió que Hasym no le respondería, porque parecía haber caído presa de un tranquilo sueño. Sin embargo, Mislif descubrió que no estaba durmiendo, sino escuchando atentamente.- ¿Pasa algo?- preguntó tímidamente.
- Es la voz de Radagast el Pardo.- contestó Hasym, sin abrir los ojos.- Me habla a través de las aves.- efectivamente, se oían aves en lo alto. Hubo una pausa y continuó.- Hay problemas- dijo -, y quiere que vaya al Bosque Negro lo antes posible. Como lo sospechaba, en el Sur la Sombra Negra se está extendiendo cada vez más.
- ¿Sombra Negra?- preguntó la joven intrigada.- ¿Saurón?
- ¡No pronuncies ese nombre en estas tranquilas tierras!- exclamó Hasym, dando un respingo de molestia.- Suficientes problemas hay ya, para que su Ojo se pose aquí.
- Lo siento.- se apresuró a decir Mislif, asustándose.- ¿Tan grave está todo?
- Así parece..., y está recién empezando.- contestó el mago sombríamente. Hubo otra pausa, esta vez más larga, y al fin, y trabajosamente, Hasym se puso de pie.- Debo preparar todo.- anunció.- Si vas a venir conmigo arregla todo para esta noche; yo haré lo mismo. No marcharemos con los Enanos, ellos tienen otra misión.
- ¿Otra¿De qué se trata?
- Irán a la Montaña Solitaria.- contestó Hasym con indiferencia; pero luego vio la mirada inquisitiva y anhelante de la joven y agregó.- Darán aviso a los Enanos de allá de lo que ocurre. Tal vez, Elrond realice un Concilio.
- ¿Concilio¿Elrond?- quiso saber Mislif.
- Ya haz preguntado demasiado, jovencita.- gruñó Hasym con desdén.- Si vas a ir conmigo, será mejor que te arregles cuanto antes.
- ¡Muy bien!- exclamó, levantándose de un salto. Luego de despedirse rápidamente del mago, salió corriendo en dirección a su hogar, hasta que una duda la asaltó. Retrocediendo sobre sus pasos, llegó hasta Hasym y le preguntó.- ¿Debo llevar mis dardos?
- Creo que será lo mejor, puesto que ya estás capacitada para usarlos.
- Jeje. ¿Ves que, de todas maneras, igual terminas respondiéndome más preguntas?- rió la joven. Luego echó a correr nuevamente, presa de gran emoción, hasta su hogar. Una vez dentro, encontró a su madre conversando con una mujer gorda y bastante vieja, la llamada "señorita" Tolfin.
- ¡Oh, buenas tardes, joven Mislif!- saludó la mujer con sus sonrojadas mejillas y con una sonrisa idiota.- ¿Paseando a estas horas?- preguntó con un fulgor de astucia.
- Al menos tengo una vida.- susurró Mislif enojándose. Aquella respuesta causó la indignación de su madre y el nuevo color granate del gordo rostro de la señora Tolfin. Mislif subió, a toda prisa, las escaleras y en quince minutos ya tenía un bolso listo con todo lo que necesitaba; además del traje de viaje que Olie le había obsequiado para su cumpleaños. Junto al traje estaban los dardos y unos guantes especiales para lanzarlos, que llegaban hasta el codo.
A las diez de la noche, y bajo una enorme luna, que extrañamente había salido entre las densas nubes de las Montañas Grises, apareció Hasym bajo la ventana de Mislif. Ésta última no había salido de su habitación y sólo había escrito una breve nota para su madre, que decía: "Voy y vuelvo. Mislif". La escritura nunca había sido su punto fuerte.
- ¡Hey, Estrella del Norte!- susurró Hasym desde abajo.
- Voy enseguida.- contestó la joven con alegría reprimida. Era demasiada emoción, que sentía que, en cualquier momento, estallaría. Se puso rápidamente una capa de viaje y tomó su bolso, nada grande, sobre los hombros. Además se colocó, con entusiasmo, los guantes con dardos.
Bajó las escaleras en unos segundos y, cuando ya estaba en el umbral de la puerta, miró hacia atrás, sintiendo una extraña nostalgia. ¿Por qué sería, si sabía que regresaría dentro de unos días¿Sería un presentimiento? Si fue aquello, era un pensamiento bastante oscuro, porque sintió que una sombra de miedo le cruzaba por la mente. Como no consiguió respuesta, suspiró y cerró, silenciosamente, la puerta tras sí.
- ¿Estás lista, pequeña?- sonrió Hasym, una vez que la joven estuvo a su lado.
- Completamente.- contestó Mislif, sin poder evitar responderle la sonrisa.
- Muy bien. ¡En marcha!
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(1) Si alguno de ustedes ha visto Rurouni Kenshin, o Samurai X, etc, conocerá la forma en que Misao Makimachi lanza sus dardos. Se me ocurrió que Mislif hiciera lo mismo (tal vez sea algo poco original, pero bueno...).
Bueno, este ha sido el primer capítulo de mi historia. Nada emocionante, pero base e inicio para lo que vendrá. Espero leer algún review de su parte y/o conocer su opinión, crítica, lo que sea.
