Rivales.

I.-Primer día de clases.

Yagami Light caminaba por las calles de Tokio mientras se dirigía a clases. Era su primer día en el bachillerato, pero no estaba muy entusiasmado. Sabía perfectamente cómo sería ese año, y el siguiente, y el siguiente. Su desempeño escolar sería óptimo, los profesores lo pondrían de ejemplo para todo. Sería un excelente jugador de tenis y ganaría algún torneo. Toda su vida había sido así, tan perfecta que irritaba… cansaba.

Se paró en la esquina esperando a que el semáforo le permitiera pasar. Tamborileó con aburrimiento sobre el tirante de su mochila. A su lado, un tipo de honradez dudosa, no dejaba de observar el bolso que sostenía distraídamente una señora ocupada en regañar a su hijo. El semáforo le dio el paso y el joven avanzó. No había nada bajo el sol, el mundo seguía siendo un asco, completamente podrido y lleno de maldad.

Llegó frente a la puerta cuando una voz entre titubeante y alegre lo llamó:

-¡Eh, Light kun!-era su primo, Matsuda. Iban juntos en la escuela desde que Light tenía memoria, y generalmente andaban juntos pese a ser polos opuestos.

-Buenos días, Matsuda – Light prescindió del "kun".

-Etto… ¿Vamos al gimnasio para la bienvenida?- propuso Matsuda algo nervioso ante la frialdad con la que fue recibido. No era que fuera extraño, sabía que Light no lo hacía por ser grosero, sino porque su carácter era así, pero de cualquier modo no dejaba de sentirse un tanto incomodado por ello.

Una vez en el gimnasio, tomaron asiento en las primeras filas de la orilla. El discurso comenzó como todos los discursos de inicio de clases (parece que siguen un patrón, todos dicen lo mismo XD) instando a los alumnos a estudiar y sobresalir, y felicitándolos y dándoles la bienvenida a los de nuevo ingreso.

-A continuación, quiero reconocer a los primeros lugares entre los que obtuvieron mayor promedio en el examen de admisión. En tercer lugar, tenemos a Mihael Keehl, y a Takada Kiyomi que obtuvieron 95% de aciertos – hubo unos aplausos corteses cuando un joven rubio y una muchacha de cabello negro se pusieron en pie, la mayoría de los presentes bostezaban. Alguien con un promedio tan alto debía ser un marginado social matadito. Sin embargo, al verlos, al primero con una camiseta negra de algún grupo de heavy metal, un pantalón con rasgaduras y botas rockeras; y a la joven, realmente bonita y como sacada de un programa de TV, se replantearon su concepto de matadito–En segundo lugar, tenemos a Nate River, con un 96% de aciertos…-solo los de hasta adelante pudieron notar como el rubio, Mihael, fulminaba con la mirada al despreocupado joven de cabellos blancos. Hubo algunas risas y chiflidos al ver como el mencionado Nate, parecía un niño de primero de secundaria. Sin embargo, él no se inmutó en absoluto. Light se preparó para levantarse. Sabía que su examen había sido perfecto. El primer lugar era para él, no había duda. – En primer lugar, tenemos al señor Yagami Light con un total de 100% - todos voltearon a verlo con cara de WTF??? Pero el colmo fue cuando el director añadió- y empatado, también con un examen impecable, tenemos al señor L Lawliet…- una vez recuperados de la impresión de que no solo uno, sino dos alumnos habían sacado 100%, los demás no pudieron dejar de notar el contraste entre Lawliet y Light. Light vestía un traje, podría pasar por una persona normal, pero la verdad era que imponía de inmediato. Lawliet en cambio, era un joven desaliñado, con ojeras bajo los ojos y postura un tanto encorvada. Ambos se miraron con curiosidad, Light sobre todo, ya que era la primera vez que se topaba con alguien que tuviera el mismo promedio que él. Se sentaron nuevamente, sin dirigirse la palabra ni sonreírse.

-Vaya, creo que este año tendrás competencia ¿No Light kun?-comentó Matsuda cuando más tarde se dirigían a clases. Light permaneció inescrutable, ante lo cual Matsuda siguió hablando – AL menos podrías ser su amigo…- eso sí que le prestó atención Light, ya que de inmediato volteó a ver a su primo, el cual se intimidó un poco- Bueno, ya sabes… el está a tu nivel, tal vez así no te aburrirías tanto…

Light le dedicó una mirada amable a su primo, tal vez no fuera tan listo, pero tenía sus momentos. Quizás ese era uno de ellos, quizás ese Lawliet pudiera ser alguien con quien pudiera ejercitar su intelecto…

-Bueno, yo me quedó aquí…- se despidió Matsuda cuando llegó frente a su salón. Light le deseó suerte y se dirigió hacia el suyo: el 42. Entró y vio que apenas se estaba llenando el salón, por lo cual pudo elegir cómodamente un lugar junto a la ventana y en medio, ni muy adelante ni muy atrás. Las bancas comenzaron a llenarse. Podía oír los cuchicheos de sus, ahora compañeros de clase, al referirse a él como "el que sacó 100%". Al principio se sintió halagado, pero terminó por fastidiarse. Comenzaba a creer que en efecto, sería un año como todos los anteriores, cuando vio entrar nada más y nada menos que al desaliñado Lawliet. Sus compañeros se quedaron en silencio, hasta que una chica rubia comentó:

-¡Están los dos en nuestro grupo!

-Cállate, Misa.-le susurró otra chica, rubia también.

-¡Gommen, Wedy! ¿Crees que me hayan oído?

-Es un hecho que no disimulas…-comentó la otra sacando un cigarrillo. Light oía su conversación, pero el mundo para él se había congelado. Debido al casi respeto que le tenían sus compañeros, la única banca libre era la que estaba a su lado, la cual fue ocupada de inmediato por Lawliet, lo cual le provocó un nudo de aprehensión en el estómago. No recordaba la última vez que se había sentido así, entre nervioso e interesado por otra persona.

Light lo observaba de reojo, y Lawliet igual, hasta que de improviso, el pelinegro se volteó hacia él bruscamente. Estaba sentado en cuclillas, de forma bastante peculiar, y teniéndolo a su lado, Light pudo notar que el joven estaba demasiado pálido, su persona era un desastre, desde el vestuario hasta el peinado, sin contar las ojeras… sin embargo, un destello de inteligencia se vislumbraba en sus ojos, y cuando sonrió, Light pensó que era una de las sonrisas más curiosas y sinceras que había visto. De hecho el único que podía competir con una sonrisa tan genuinamente inocente, era Matsuda, pero la sonrisa de Lawliet además, parecía divertida, como si lo reconociera como su cómplice en una broma que nadie más conocía.

-Yo soy L, mucho gusto-se presentó.

-Light, un placer- ahora fue el turno de L de examinarlo. Era su antítesis, ya que el traje estaba impecablemente planchado, la camisa blanca, el nudo de la corbata perfectamente simétrico. Bajo los cabellos color caoba, perfectamente peinados, L descubrió el mismo destello de inteligencia que su compañero había visto en su propia mirada. Su sonrisa se amplió y finalmente consiguió arrancarle una sonrisa discreta a su interlocutor. El profesor entró interrumpiéndolos antes de que ninguno de los dos dijera nada.

El timbre anunció la hora del receso, y los alumnos salieron en desbandada. Prácticamente nadie en el grupo a excepción de ellos dos, había puesto demasiada atención en clase, sino que se pusieron a socializar, siendo que para el recreo, ya se habían formado grupitos. Light se sorprendió al ver que solo quedaban él y L. Titubeó un poco, después de todo, él sabía muy bien lo que se sentía que te aislaran por ser inteligente.

-Oye… he quedado con mi primo para almorzar ¿Vienes?-ofreció tranquilamente.

-Me encantaría.

Matsuda no disimuló la sorpresa que le causó ver a Light acompañado de L.

-¡Te lo dije!-alardeó mientras estaban en la cafetería. Matsuda pidió una hamburguesa con papas fritas, Light un café, y L un café, pastelitos de distintas variedades, chocolates, dulces y varios paquetes de galletas.

-¿Comerás eso?-preguntó Light al ver la bomba de Carbohidratos que su compañero se disponía a consumir. L asintió con esa cara que lo hacía sentir partícipe de su broma privada (aunque aún no sabía cuál era).

La siguiente clase, fue matemáticas. La profesora era muy estricta, a pesar de ser joven. Después de presentarse, les aplicó un examen de evaluación, y acto seguido, sin compasión, y sin darles un descanso, escribió en el pizarrón una ecuación de esas que uno tarda media hora en resolver.

Light la resolvió de inmediato. Sus compañeros sufrían y maldecían a la maestra. Iba a levantar la mano cuando vio otra levantarse. La de L.

-Profesora Lidner, he terminado.- Sus compañeros lo vieron con reverencia. Una extraña molestia comenzó a invadir a Light. Fue amargo para él alzar la mano en segundo lugar para decir que él también había concluido.

-¿Y? ¿Cómo te fue con L?-preguntó Matsuda más tarde, cuando caminaban a sus casas. Light suspiró. Sin embargo esta vez no era un suspiro de aburrimiento, sino un suspiro de resignación.

-Es… alguien interesante…-decidió no entrar en detalles, ¿Qué pensaría su primo si le decía que le había molestado el hecho de que alguien estuviera a su nivel? Lo tildaría de egoísta, de loco, de egocéntrico…

Una vez en el edificio que habitaba, la casera lo llamó y le avisó que su compañero de cuarto había llegado. Light asintió y se dirigió a su apartamento. No sabía quién era su compañero, pero no esperaba encontrarse a la persona que vio ahí:

-¡¿TÚ?!-Light no pudo evitar levantar la voz, ese día iba de sorpresa en sorpresa.