Gravedad

Capítulo 1: El asesinato de un policía

Disclaimer: Dragón Ball y sus personajes no me pertenecen ni me pertenecerán jamás. Pertenecen a Akira Toriyama y a Toei. Yo sólo hago esto con afán de diversión y sin fines de lucro.

La calificación es por lenguaje, sangre y sexo. Algo nuevo para mí.

Editado 29 de mayo 2018, correcciones menores de redacción.


Corre.

Corre más rápido.

No dejes que te alcance.

El hombre de cabello negro corría a toda velocidad. El aire se le hacía escaso mientras trataba de huir de aquel encapuchado monstruoso que lo perseguía. Estaba agotado. No era la primera vez que debía huir en una de sus misiones encubierto, pero nunca había sentido tanto miedo.

Su perseguidor era un asesino perfecto. Una maquina de muerte.

Lo había descubierto mientras espiaba un intercambio de drogas, algo que debía ser habitual en su trabajo. Sólo debía huir antes que lo atrapasen.


Era medianoche y el Parque Metropolitano de Satán City estaba silencio, algo que era contrario a la situación de día de aquel lugar. Definitivamente era una noche perfecta para cometer algún delito. Las farolas del lugar parpadeaban mudas e impotentes, como si supiesen lo que iba a ocurrir, tratando de alertar al hombre y que huyese del cruel destino. Los arboles indómitos le daban al hombre la sensación de estar siendo visto desde todos ellos. Instintivamente se desordenó el cabello como reflejo del nerviosismo que lo embargaba. Él sabía que algo malo iba a suceder, una extraña corazonada molestando en su interior, pero aun así debía cumplir con su trabajo. Se lo debía a su mejor amigo.

Cuando joven no había sido un muchacho ejemplar. Huérfano y abandonado por el resto de su familia, se había metido en muchos problemas y sólo su amigo había confiado en él cuando lo conoció en una de sus travesuras. Lo defendió firmemente a pesar de verse involucrado en sus problemas. Ese día supo lo que era no estar solo por primera vez en su vida. Los dos habían perdido a sus familias y se tenían el uno al otro mientras crecían y su círculo de amigos iba en aumento, gracias al buen corazón de su mejor amigo, de su hermano del alma. Al crecer y madurar, juntos quisieron hacer de su mundo un lugar mejor para la gente, especialmente para huérfanos como ellos, por lo que, cuando tuvieron la edad suficiente, se unieron a la Policía.

Con sigilo se acercó temeroso al intercambio, tratando de apartar los sentimientos de tristeza que lo embriagaban al recordar sus viejos días, pero no supo si por la distancia o por la penumbra que lo envolvió, no logró reconocer los rostros de los involucrados. Eso no era bueno, debía concentrarse y hacer su trabajo. Consiguió ver a un encapuchado monitoreando el lugar, por lo que fue aún más precavido al avanzar. El hombre oculto debía de ser un guardaespaldas y no revelaría su identidad bajo esa capucha. No era su prioridad aún, él necesitaba identificar a los involucrados. Poco a poco, lentamente, dio pequeños pasos hacia el objetivo. Sólo debía seguir siendo cuidadoso y todo saldría bien.

Un paso.

Un paso a la vez.

Un crujido.

No.

El encapuchado ya no estaba en su sitio.

El encapuchado venía por él.

Corre.

Sólo debía ser rápido, debía ser veloz. No podía permitir que el monstruo lo atrapase. Se lo debía a su amigo, se lo debía a su esposa, se lo debía a su hija.

Goku.

Dieciocho.

Marron.

El aire ya no era suficiente. Los músculos cansados de su cuerpo ya no podían seguir en esta vertiginosa carrera. Podía sentir en su cuello el aliento de la muerte.

Un último pensamiento antes que la oscuridad lo dominara y el dolor punzante atravesase su pecho.

El recuerdo de dos amigos pequeños en un abrazo sonriendo.


8 horas después – Videl Satán.

Mi móvil comenzó a sonar temprano ese día, mucho más temprano de lo usual. Había tenido una noche agitada en el club Satán con un muchacho y los tragos se me subieron a la cabeza. Recuerdo encerrarme en el baño con aquel hombre mientras lo besaba de manera vertiginosa y apasionada, estar encima de su cuerpo, contorneándome con él, dándole algo que yo no pude obtener, para luego alejarme sin siquiera preguntar su nombre. No me interesaba. Lo había usado tal como él me había usado a mí. Por esa noche era suficiente, debía irme a casa. Erasa estaría enojada conmigo nuevamente por dejarla sola, pero ya no me importaba.

El teléfono volvió a sonar mientras intentaba sentarme en la cama. Todo daba vueltas. Todo era un caos. El alcohol aún no salía de mi organismo.

- Hola, aquí la detective Satán – contesté aturdida intentando reprimir la agobiante sed que me invadía - ¿Qué ha ocurrido? – pregunté intentando despertar mis sentidos.

- Asesinato a un oficial activo en el Parque Metropolitano – respondió mi jefe con voz cortada – debes venir inmediatamente.

Un asesinato a un policía.

Esto iba a ser bastante grave.

Me levanté lo más rápido que mi confundido cuerpo me permitió y comencé a asearme rápidamente. No podía perder el tiempo con una ducha como hubiese querido y me preparé un café mientras buscaba mi uniforme. Mi jefe jamás me pedía para un caso, y menos para un asesinato de policía.

Dos paracetamol ayudarían con mi dolor de cabeza y el café auxiliaría con la falta de sueño. Un asesinato a un policía movilizaría a todo el cuartel exigiendo la cabeza del responsable.

Gracias a Kami que no debía batallar contra mi cabello corto. Hubiese sido un fiasco arreglarlo con lo apurada que estaba.

Busqué mi placa, mis llaves del automóvil y una botella de agua para hidratarme, confiando en que la molestia que sentía pasaría con las horas.

Que equivocada estaba.

El cuerpo del occiso se encontraba en medio de los juegos infantiles. Un corredor matutino lo había encontrado esta mañana y llamado inmediatamente a la policía. Cuando llegué, el lugar ya estaba repleto de patrullas y cámaras fotográficas de periodistas de la crónica policiaca. O como nosotros los llamamos, los carroñeros de crímenes. Tuve que empujar a unos cuantos antes de encontrar a mi jefe, sintiendo una estúpida sensación de victoria personal.

El Inspector Jefe Vegeta se encontraba con el ceño fruncido y su mirada perdida. En mis años a su cargo, puedo decir que jamás había visto a este hombre así. Siempre se encontraba gruñendo por nuestra falta de motivación para el trabajo, con odio fulminante en sus ojos. Sabía que odiaba a mi padre y odiaba trabajar conmigo, por lo que trabajé duro para ser la mejor detective en el departamento de delitos a la propiedad a su cargo. Tenía la esperanza de algún día poder cambiar al departamento de homicidios. Mi orgullo necesitaba demostrarle que yo era Videl Satán, la inspectora detective, y no la hija del Comisario Principal Mark Satán. Yo podía con una investigación de un homicidio.

Al acercarme, sentí el repugnante olor de la sangre. Mi jefe, al verme, sólo me hizo una seña con su mirada indicando el sitio del suceso. Caminó tras de mí sin decir una sola palabra. Pude ver a mis camaradas de laboratorio tomando fotografías, tratando de mantener lo más posible intacto el lugar. Cualquier modificación del sitio, podría dar resultados equivocados en la investigación.

El olor se hacía cada vez más fuerte a medida que avanzaba.

Mis ojos finalmente se detuvieron en el cuerpo de un hombre pequeño, con apariencia familiar, con el pecho completamente abierto y sus entrañas desgarradas. Era espeluznante. Macabro. El pasto bajo su cuerpo se encontraba cubierto con sangre.

Pude distinguir como algunos oficiales debían salir corriendo a voltear el contenido de sus estómagos luego de ver semejante crimen. Yo misma lo hubiese hecho si hubiese alcanzado a desayunar. Ahora puedo entender porque mi jefe se encontraba en semejante estado. Habían pasado catorce años desde el último homicidio violento en su ciudad. Yo era sólo una niña y mi padre fue condecorado injustamente por detener a semejante asesino. Ahí fue todo empezó a irse a la mierda para mí.

A mi izquierda, el forense Trunks Briefs apareció con su inconfundible cabello lavanda y una sonrisa forzada que buscaba engañar el pesar de su mirada. Ver a su padre Vegeta al parecer le resultaba incomodo, más de lo que le debía resultar salir de su laboratorio. No puedo culparlo, ambos vivíamos bajo la sombra de la carrera de nuestros padres.

- Señorita Videl – habló mirándome – Inspector Jefe – indicó con un tono de claro nerviosismo hacía su padre – la víctima es un individuo de sexo masculino, rondando los cuarenta a cincuenta años, cabello negro y buen estado físico. Fue claramente desollado vivo, se llevaron su pulmón derecho, manteniendo abierta su cavidad torácica. Al parecer fue atacado unos metros al norte y luego dejado aquí desangrándose.

Era aún más espeluznante de lo que parecía.

- ¿Saben la identidad de la víctima? – Pregunté tratando de parecer segura frente a mi jefe y su hijo.

- Es Krillin – mencionó finalmente Vegeta, quien se había mantenido mirando distante el cuerpo del difunto – se encontraba haciendo trabajo de encubierto en una pandilla y debía de interceptar un intercambio de drogas, no tenía acompañantes pues se suponía que era seguro y era además uno de los mejores miembros del Equipo Guerreros Z, por lo que se confiaba en que podría hacer frente solo a algo así.

Krillin. Un profundo pesar se sintió entre nosotros aunque por distintos motivos. Krillin era muy querido entre las fuerzas policiales, un hombre amable y que gustaba de gastar bromas al resto. Yo sabía que era un amigo cercano de Bulma Briefs, la mujer de mi jefe y por ello la melancolía que intentaba ocultar en su rostro. Trunks lo conocía aún mejor, pues de pequeño jugaba con la hija del fallecido colega, incluso muchos rumoreaban un romance entre ellos. Nadie en la estación conocía estos datos personales y si ellos no lo mencionaban, yo tampoco lo haría. Se suponía que yo tampoco debía saberlo después de todo.

Yo también conocía a Krillin. Él me lo había presentado aquellos tiempos que quería olvidar, cuando era una joven soñadora de dieciocho años, sólo una compañera de la Universidad, como solía presentarme. Fue Krillin quien me convenció con su amor por su trabajo que debía ser policía y no preocuparme porque la gente creyese que quería seguir los pasos de mi padre. Krillin, sin saberlo, fue parte de la reconstrucción emocional que sufrió mi vida después de él. Nunca se lo pude decir. Ya no podría decírselo.

Caminé hacia Krillin con temor. El fallecido no parecía al hombre que nos hacía reír en el cuartel y luego debía soportar los gritos del jefe por desconcentrar a sus subordinados. No tenía la sonrisa que lo caracterizada.

Puedo recordar perfectamente el día que me uní a la Policía de Satán City, con el temor que por mi padre no se reconocieran mis logros. Era difícil ser la hija del hombre que capturó a Cell, el mayor asesino en serie conocido de nuestra ciudad. Sólo era una oficial recién salida de la academia con el entusiasmo y esperanza de demostrar mi valía. Tuve que soportar las miradas de mis compañeros, escuchar sus murmullos en los pasillos, el desdén de mi nuevo jefe. Todos creían que estaba ahí solo por ser la hija del Gran Jefe. Estaba a punto de noquear a uno de estos habladores cuando Krillin apareció y me defendió. Él sabía quién era yo y quien era mi padre, y se alegró de verme en aquel lugar y me dio la mejor de las bienvenidas.

El pesar por su muerte no debía dominarme. Debía observar el lugar para poder darle justicia a su muerte. Debía concentrarme y dejar el pasado atrás.

Donde se encontraba el cuerpo estaba todo cubierto con sangre. Trunks tenía razón, no fue aquí donde lo atacaron. La mancha sangrienta bajo el cuerpo mostraba que había sido dejado ahí, pero no había indicios que mostraran la agresión. No había salpicaduras de sangre. El pasto estaba húmedo pero no se había llevado la sangre del lugar, por lo tanto Krillin fue dejado allí luego que el jardinero del parque hubiese regado esta mañana.

Camine unos metros al norte como Trunks había señalado, aún dentro del perímetro acordonado. Tomé nota mental que en el camino recorrido tampoco había rastro de sangre pero si en uno de los arboles. Le pedí a un oficial un par de guantes quirúrgicos y me acerqué. Krillin fue atacado en dicho árbol.

La evidencia hasta este punto era consistente. El problema era quien y porque había sido tan sádico. Esto iba a ser un desafío para el cuerpo de policía.

Había algo en la orilla de aquel árbol, algo brillante. Me agaché a recogerlo con cuidado luego de pedirle a uno de los oficiales que tomase una fotografía de donde estaba dicho objeto.

- ¿Algo interesante detective? – Preguntó mi jefe con su voz habitual, llena de repulsión a mi persona.

- Parece un pendiente jefe – respondí con una fuerza inusual – al parecer nuestro asesino fue repelido por la victima y dejó una pequeña pista.

- Krillin no se iría sin luchar – respondió él con un extraño orgullo por nuestro colega – aún si su rival era más fuerte, el muy idiota siempre luchaba hasta el final.

Entregué el pendiente con cuidado a Trunks, quien seguía a su padre y me quité los guantes de látex.

- Nuestra victima definitivamente no utiliza aretes, por lo que es bastante probable que sea de su agresor – indiqué – me gustaría hablar con quien encontró a Krillin.

- Se encuentra en la ambulancia – indicó el hombre con cabello negro con desdén – al parecer sufrió un pequeño colapso luego de ver de cerca lo ocurrido.

La ambulancia estaba cerca del sector donde se encontraba reunida la prensa, con sus cámaras y gritos infernales. Claramente querían obtener una imagen exclusiva. Nuestros colegas no lo iban a permitir. El homicidio de un oficial no debía ser comida de esos carroñeros.

El hombre se encontraba con ambas manos a los costados de su cabeza, como si intensase quitar de su mente lo visto ese día. Honestamente, yo también quería hacerlo, pero sabía que esas imágenes jamás se iban.

- Buenos días – dije suavemente tratando de no colapsarlo aun más – soy la detective Videl Satán y me gustaría hacerle unas preguntas.

Me miró con confusión. Me resultó familiar de algún lugar y cuando pude recordar, desee huir de ahí. Era el chico del pub de ayer. Su indiscutible cabello largo y rubio, su cuerpo marcado por el ejercicio, sus ojos cafés mirándome fijamente. Él también me reconoció, aunque supo que este no era el momento ni el lugar.

- No vi a nadie – habló con una voz cortada – iba corriendo por el parque y vi al hombre en el piso, llamé solicitando ayuda y cuando me acerqué… – su voz desapareció y su rostro se hundió entre sus manos.

- Tranquilo, por ahora no te haré más preguntas – indiqué según el protocolo, suspirando para continuar – si recuerdas haber visto algo anormal puedes llamar a este número – saqué una de mis tarjetas y se la entregue – sólo por asuntos del caso – remarqué.

- Me llamó Shapner Storm – me respondió finalmente – ya que no me lo preguntaste anoche, ni hoy.

Debía huir de ahí. No podía permitir que alguien descubriese que había estado involucrada de alguna manera con el testigo del caso. Esta era una gran oportunidad para mi carrera, más allá de encontrar un culpable, para mí esto significaba demostrar que valgo mucho más que mi padre.

- No, no lo hice.

Salí de la ambulancia fijándome que nadie hubiese escuchado mi intercambio con Shapner, rogando a Kami piedad.

- No creas que no estoy molesta por haberme abandonado ayer por aquel muchacho en el pub– habló una voz irritante que apareció a mi lado, sorprendiéndome, y que reconocí como la de mi mejor amiga Erasa – pero te perdonaré sólo si tú me perdonas por mi atraso hoy al trabajo.

Erasa se había vuelto mi amiga en la niñez luego de la muerte de mi madre. Nos conocíamos de toda la vida y nunca comprendí como una mujer tan dulce y delicada como ella me perseguiría a la academia policial. No tuvo buenos resultados, pero aún así con los años y gracias a su perseverancia, logró convertirse en mi asistente.

- No te preocupes por ello – reprendí a mi amiga intentando realizar una sonrisa que no resultó.

- El Fiscal de Distrito te está buscando – me dijo finalmente preocupada - estuvo por aquí hace unos minutos mientras hablabas con el testigo y ahora se encuentra calmando los carroñeros.

Fije mi mirada en la multitud de periodistas que no paraban de gritar y sentí un poco de pena por aquel hombre.

- ¿Por qué el Fiscal Piccolo estaría buscándome? – le pregunté a mi amiga masajeando mi sien por mi resaca que no dejaba de aumentar.

- No es él quien se encuentra a cargo del caso- respondió con nerviosismo.

No.

La cara de mi amiga y su reacción había sido suficiente para mí. Si no era Piccolo quien trabajaría con nosotros en el caso, sólo quedaba una alternativa.

Él.

Me dirigí veloz donde mi jefe. Sabía que había algo extraño desde que contesté el teléfono. Vegeta jamás me asigna para casos importantes. Jamás. Aún cuando él estuviese a cargo de la investigación formalmente, él siempre manifestó no confiar en mí y en mis habilidades. Debí suponerlo. Un caso tan importante para una detective seudo novata solo podía deberse a tres motivos. El primero, que el jefe confiase en mí, lo cual no era del caso; el segundo, que mi padre hubiese intercedido, lo cual era imposible considerando que no nos hablamos hace siete años; y el último, que un fiscal hubiese solicitado a un detective determinado para la investigación.

La ira comenzó a apoderarse de mí. Mi buen juicio se había visto nublado por mi resaca y no había analizado lo obvio de la situación. No era una buena detective si dejaba pasar detalles tan básicos.

Vi a Vegeta observarme con una sonrisa ladeada y orgullo en su mirada.

- Puedo ver que la heredera abrió los ojos por su nombramiento – me indicó con su acostumbrado menosprecio hacía mi.

Odio cuando se refiere a mí como la heredera.

- No voy a tomar el caso – mascullé con rabia.

- Sabes la grandiosa oportunidad que es esto para tu carrera – me respondió – la gran oportunidad que siempre has esperado y la vas a rechazar, creo que eres más valiente de lo que imaginé – terminó con soberbia de decir.

- No trabajaré con él – pronuncié tratando de ocultar mi rencor. Vegeta sabía mis motivos, debía de saberlos. Investigaba a todos sus trabajadores y me vio en aquella ocasión que él me presentó a los amigos de su padre.

- Una pena que pienses eso Videl.

La voz de mi verdugo personal se escuchó a mis espaldas. Mis piernas flaquearon pero no permití que mi cuerpo demostrase la debilidad que sentía ante él. Giré lentamente antes de encontrarme con aquellos ojos negros que me miraban con odio. Con el mismo odio que yo lo miraba a él.

Era él. Era Gohan.


Hola! Aquí Yuki otra vez con una historia nueva! Lo sé, tengo otras dos que debo continuar y sigo escribiendo, pero no pude resistir. Antes de irme al largo hiatus, tenía el borrador de un fic llamado "Quien mato a Trunks" que nunca subí. He reformulado la historia y matado a Krillin. Cambié la comedia inicial por algo un poco más oscuro. Necesitaba algo así. Quiero mostrar un poco lo que estudié en realidad. Puede que algunas cosas les parezcan equivocadas, respecto a la investigación del crimen, pero es porque estoy tratando que sea entendible para todos los lectores. Por ello no pondré mucho lenguaje técnico y haré simples algunos procedimientos.

Será principalmente un PoV de Videl, quizás más delante de Gohan para aclarar la historia. Quizás. Al principio verán a un Gohan algo OoC, mucho más serio, que espero no los moleste.

Evidentemente no hay poderes, es un universo alterno con los personajes.

No sé cada cuanto suba capítulos. No puedo asegurar nada por ahora.

Espero que les guste y cualquier sugerencia siempre es bien recibida.