The Last Fight
Capítulo 1
Lo odiaba. Odiaba no poder tener la vida cotidiana que la gente normal tenía. Odiaba tener que despertar en una celda, acostada en el piso, y no en una habitación, sobre una mullida cama. Odiaba no poder despertar y ver a su familia una vez más, o a lo que ella llamaba familia pues su padre las maltrataba. A ella y a su madre.
Odiaba su rutina, su calidad de vida y su trabajo. El trabajo era una de las cosas que más odiaba, pero estaba forzada a hacerlo. Ser una chica de pelea ilegal tenía su costo: pelear por su vida todos los días. Estaba lo suficientemente fuerte y entrenada como para sobrevivir, pero todos los días el reto aumentaba. Hacía todo lo posible para ganar, pues si perdía el castigo era peor que la pelea. No tenía lazo alguno con nadie. Después de aquel día se le complicó bastante comunicarse con gente, cualquier persona que no fuera su dueño.
–Escóndete, cariño, rápido, ya llegará papá– le decía su madre. Había pasado tanto tiempo –11 años para ser exacta– que su rostro se borró permanentemente de sus recuerdos.
Pasó corriendo lo más rápido posible con sus cortas piernas –a la edad de 5 años– a través del pasillo hasta llegar a su habitación, escondiéndose en su armario lleno de vestidos y abrigos esponjosos. Eran tantos que no se notaba su presencia detrás de la ropa.
El ruido del auto hizo que su corazón se acelerara. Ahora venía lo peor.
Su padre no era el más cariñoso de todos, ella se alegraba de que se ausentara de su casa por largo tiempo. Solo disfrutaba la compañía de su madre.
Pasó un largo tiempo acompañado de ruidos fuertes y gritos en la cocina que se iban trasladando a la habitación continua: la de sus padres. Estaba acostumbrada a eso, pero tuvo un pequeño presentimiento de que esta vez sería diferente.
Gritos de parte de su madre atormentaban sus oídos por lo que atinó a cubrirlos con sus pequeñas manos. Golpes cada vez más fuertes se escuchaban.
Silencio.
Unos pasos fuertes se aproximaban hacia donde ella estaba lo cual aceleró su corazón a tal velocidad que parecía salirse de su pecho. El armario se abrió de manera repentina mostrando la cara de serpiente de su padre llena de sangre. Sakura imaginó lo peor.
Un golpe la sacó de su recuerdo, de su pesadilla. Era hora, hora de ir a "trabajar".
–¿Preparada, Grumpy Bunny?–. Se había olvidado de otra cosa, también odiaba ese sobrenombre que le había puesto su dueño. Su padre la había vendido al mercado negro donde se traficaban personas y niños. El hombre que la compró era simplemente otro empleado de la sucia organización de peleas ilegales, y se podría decir que Sakura ganó fama como una de las mujeres más fuertes del lugar a pesar de todavía conservar una figura delicada.
–Cállate– le contestó tajante.–¿Quién es el idiota de hoy?–.
–Correción: la idiota– le contestó su entrenador. A él no lo odiaba, pero tampoco lo quería, le agradaba en cierto modo pues pasaba la mayor parte del tiempo entrenando con él.– Y tenemos a... Uzumaki Karin, mejor conocida como Laba Girl–. Rió ante su dramatización, y también sobre el nombre. "Laba Girl", ¿acaso no podía ser más original? –Ve a cambiarte, nos están esperando–. Ahora pasaría al vestíbulo.
Era un lugar bastante oscuro como las celdas. Su entrenador abrió un casillero que tenía su estúpido sobrenombre –como ella le decía– y sacó su ropa de pelea: un short negro con un conejo en la cadera y un corpiño deportivo color rosa como su cabello. Por una parte odiaba su color, pero por otra parte lo amaba porque le recordaba a su madre.
Salió del vestidor directamente a ponerse sus vendas en las muñecas. Nada de zapatos, no estaban permitidos, porque el líder de la maldita organización decía que debía ser una pelea limpia. Ella no tenía problema en pelear descalza.
Una vez terminada la elongación caminó directamente con su entrenador hasta el área de pelea. No se le hacía raro pelear con una mujer, ya había peleado así antes, pero últimamente estuvo peleando con hombres ligeramente más altos que ella.
El anunciador tomó el micrófono y se paró en medio del área y comenzó a relatar.
–Con un peso de 50 kilos 500 gramos, tenemos a... ¡Laba Girl!–. Y por fin salió a luz la mujer que pelearía con Sakura. Era una chica básicamente como ella, un poco más alta, con lentes de marco negro, con cabello y ojos rojo escarlata. Sakura ignoraba olímpicamente sus muecas e insultos.
–Y con un peso de 50 kilos 700 gramos, ¡Grumpy~ Bunny!–. Dicho esto Sakura salió de la oscuridad a estar abajo del reflector.
Las personas gritaban y hacían sus apuestas sobre las 2 peleadoras. Era un lugar bastante organizado para ser ilegal.
Antes de comenzar las peleadoras debían apretarse las manos. Cuando Sakura extendió su mano, Karin simplemente la rechazo y la escupió... Justo cuando la campana había sonado.
Por esas acciones Karin iba a pagar. Sin esperar Sakura tiró un derechazo en su mejilla izquierda. Ahí fue cuando los gritos se hicieron más fuertes. Karin se apartó retrocediendo mientras Sakura se acercaba en pose defensiva. Grumpy Bunny se exasperó por la espera de Karin y empezó a golpearla con izquierda y derecha esquivando los golpes al aire que pegaba Karin.
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–¿Entramos? Estoy seguro que es aquí– habló un chico de cabello y ojos color negro azabache. Sasuke.
–¡A eso vinimos, teme!– le replicó en forma de regaño un chico rubio de ojos azules y tatuajes como bigotes las mejillas. Naruto.
–S-sería mejor a-apresurarnos–les contestó una chica tímida de cabello oscuro y largo con ojos blancos raramente sin pupilas. Hinata.
–¡Vayan de una vez!– esta vez habló una chica rubia con el cabello largo recogido en una coleta dejando que un mechón cubiera su ojo izquierdo de color celeste. Ino.
Los dos chicos se bajaron de la camioneta en dirección a una clase de estadio o galpón donde, según los reportes, se llevan a cabo peleas ilegales de hombres y mujeres, hasta de niños.
Una vez que ingresaron ningún ojo se posó sobre ellos ya que habían dos personas peleando. Se sorprendieron al ver que eran mujeres, al parecer la pelirrosa iba ganando pues estaba sentada sobre la otra mujer golpeándola en la cara. La de pelo rojo no se movía.
Uno de los chicos, Naruto, salió sigilosamente del galpón e hizo señales a la camioneta donde se encontraban las chicas para que el plan se ejecutara: Clausurar el lugar, liberar a las personas que trabajaban ahí y llevar a prisión a los dueños del lugar y de la organización.
El grupo de chicos era parte de la O.G.P.I.T.P.: Organización Gubernamental contra las Peleas Ilegales y Tráfico de Personas. No era un trabajo fácil estar ahí, hay que estar atentos los rumores y noticias.
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No quería seguir golpeándola, pero la última vez que no lo hizo Laba Girl la golpeó bastante fuerte en la boca lo cual le produjo un sangrado. Su entrenador le dijo que si no la dejaba Knock Out en el ring podrían castigarme porque podría ser considerado como que perdió la pelea. Y perder una pelea significa perder dinero y a su dueño no le gustaba perder dinero.
Cuando terminó el combate, sus manos estaban bañadas en sangre y estaba exhausta. La gente hacía coro al nombre de Grumpy Bunny.
Cuando menos se lo esperaba, las puertas del lugar fueron derrumbadas. Una patrulla de hombres armados con la típica vestimenta de los policías, solo que estos llevaban armas, estaban dispuestos a disparar cualquier cosa que se moviera o huyera del lugar.
Empezó a mirar a todos lados de reojo, y sus ojos se posaron sobre los de un chico de ojos color negro profundo, que la miraban a tentamente.
Se quedó paralizada en su lugar, inmóvil. No sabía si lo que estaba pasando era algo bueno o algo malo, solo atinó a fruncir el ceño y correr hacia el interior del lugar, hacia una celda en especial.
–Pts... Konohamaru...– susurró Sakura lo suficientemente alto como para que solo él la escuchara.
Konohamary era un pequeño niño de uno años, pequeño y de cabello y ojos color café, llevaba consigo una bufanda muy larga, según él era de su padre. Aparentemente él no recuerda a su madre.
–Hmm... ¿Sakura-chan?– murmuró Konohamaru algo adormecido porque estaba descansando después de un día lleno de trabajo, a él lo obligaban a trabajar en una cosecha a unos kilómetros del lugar donde se encontraban.
–Konoraharu, despierta, ya vinieron...– le comentó Sakura con una alegría que no sentía desde hace mucho tiempo.
–¿V-vinieron...?– contestó con la misma alegría. Hacía mucho tiempo que Sakura no lo veía sonreír de una manera tan ámplia. Él le regalaba sonrisas pequeñas todos los días, las cuales le alegraban el día.
-Sí, están interniviendo en el frente, hay que apresurarnos...– dijo Sakura. Se dio cuenta que no tenía la llave de la celda de Konohamaru, pero no era problema para ella.
Sakura había intentado innumerables veces escapar, y lo habría conseguido de no ser porque siempre la atrapaban saliendo por la puerta trasera y llevango consigo a Konohamaru. Ella sabía las consecuencias de escaparse: castigo, el cual implicaba algo de tortura física y psicológica. Y no solo la castigaban a ella, sino que a Konohamaru también, pero ella pedía que solo aplicaran el castigo a ella, Konohamaru no tenía la culpa.
Tomó un clip para el cabello que tenía escondido en su corpiño y lo abrió de tal forma que podría abrir la cerradura de la celda.
Cuando terminó de abrirla, movió la puerta hecha de barrotes y Konohamaru se colgó de ella como un koala, ella lo cargó abrazándolo y se dirigieron al frente para ver qué pasaba.
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Las chicas que estaban en la camioneta, al recibir la señal de Naruto, llamaron a todas las unidades disponibles para detener el crimen que se estaba cometiendo en el galpón.
Aproximadamente cinco o seis camionetas rodearon el lugar desde la entrada delantera, trasera y lateral. Todo el galpón estaba rodeado, no había manera de que alguna persona saliera de ahí. Decenas de hombres armados salieron de las camionetas hacia el lugar.
–Solo espero que todo salga bien– dijo Ino mirando por la ventana.
Hinata solo atinó a asentir y seguir mirando atentamente el galpón.
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Sasuke miraba atentamente a la pelirrosa que estaba parada mirando a la otra luchadora tirada en el piso con la cara ensangrientada. Se sorprendió de lo fuerte que podía llegar a ser esa chica incluso teniendo esa figura tan delicada.
Y cuando menos se lo esperaba, las puertas del lugar fueron abiertas de una manera brutal dejando paso a decenas de policías armados que ingresaban al galpón.
A pesar de eso, Sasuke seguía mirando a la chica, la cual le dio una mirada atenta y rápida. Después apartó sus ojos de él, y se dirigió corriendo hacia adentro del lugar.
Sasuke se dirigió hacia donde estaba Naruto.
–Dobe, de las chicas que estaban peleando, la roja parece muerta y la rosada se fue a la parte trasera del galpón–. Dicho esto Naruto le dijo que sería mejor que Hinata e Ino se encargaran de sacarla de ahí.
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Hinata sintió que su teléfono vibraba, y la llamada era de Naruto.
–¿N-Naruto-kun?– contestó.
–Hinata-chan, hay una chica que estaba peleando, el Teme la vio irse hacia la parte trasera del galpón, queríamos que Ino y tú fueran a buscarla–
–C-Claro, ya le digo–. Dicho esto, le contó a Ino lo que Naruto le pidió y se dirigieron hacia donde Naruto les dijo.
Ingresaron al galpón, el aire era pesado, y olía a óxido: sangre. Lo que vieron las impactó demasiado: una chica medio muerta en el piso, era una de las luchadoras.
–¿Por dónde dijeron que se fue?– preguntó Ino a los chicos.
–Por el fondo– dijo Sasuke apuntando hacia una puerta enorme que se dirigía hacia la parte trasera del galpón.
Las chicas se dirigieron hacia ahí cuando la encontraron.
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Sakura seguía corriendo por los pasillos tratando de encontrar la habitación con las llaves. Cuando las encontró, corrió hasta la entrada trasera del lugar.
Cuando llegó tomó la llave de la puerta y la abrió, pero la puerta era muy pesada, así que tuvo que soltar a Konohamaru para poder moverla. Cuando estaba moviéndola, aparecieron unas chias al final del pasillo, a unos 5 metros de donde ellos se encontraban. .
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Ahí fue donde vieron a la chica, estaba en shorts y un corpiño deportivo. Aparte de eso notaron que estaba descalza y bañana en sangre, estaba esparcida sobre sus manos, brazos, ppiernas y cara. Su cabello era... ¿Rosa? Sí, era rosa. Nunca habían visto algo así.
En cuanto la chica notó su presencia, se puso en pose de ataque por delante del pequeño que la acompañaba. Se notaba que nunca estuvieron en contacto con otra gente porque las miraban con desconfianza. Sakura estaba dispuesta a atacar hasta que una de las chicas habló.
–N-No te preocupes... Solo vinimos a ayudar– dijo Hinata con algo de nerviosismo.
Sakura todavía no se tranquilizaba.
–Ya están deteniendo a las personas de ahí afuera– dijo Ino apuntanto hacia afuera
Sakura se paró en manera recta, analizandolas con la mirada. Todavía desconfiaba, pero como no tenían ningun objeto contundente les pareció inofensivas.
–¿Qué nos van a hacer?– fue lo único que Sakura atinó a responder.
–Por ahora, los llevaremos en camioneta hacia un hospital para que te atiendan y después veremos qué deciden hacer– respondió Ino con seguridad
A Sakura le pareció bien, aunque seguía dudando. Lo único que hizo fue abrir la enorme y pesada puerta, cargar a Konohamaru y salir por primera vez en 10 años a la luz del día.
Le costó demasiado acostumbrarse a la luz, pero era lo de menos. Cuando logró acomodar la vista vio varias camionetas, al chico que había visto en la platea del lugar junto a otro chico rubio que le sonreía.
Konohamaru estaba algo nervioso así que abrazó a Sakura escondiendo su cara en su cuello.
Las chicas le dijeron a Sakura que subiera a la camioneta, así les dieron una frazada y algo para comer y beber. Sakura estaba tan contenta de que alguien por fin los había sacado de ese oscuro lugar, pero no se permitía a sonreír delante de otras personas que no fueran Konohamaru.
La camioneta empezó a andar. Sakura mantenía su mirada en el suelo, y cuando la levantaba miraba a las personas que la acompañaban regalándole sonrisas de confianza y calidez. Por último miró a Konohamaru, la única persona que era de su importancia.
Lo que vio la tranquilizó como si hubieran sacado un peso enorme de sus hombros: vio a Konohamaru feliz.
