Cabe añadir que ninguno de estos personajes me pertenece. (bueno algunos sí xD pero los reconocibles no). Son propiedad de Yamaha y el creador de todas las versiones del vocaloid.
Capitulo I: El Encuentro
Voces sonaban a su alrededor. El murmullo de los gritos de los compañeros de clase y colegio que corrían por el patio del recero mientras él gastaba su tiempo frente a una enorme muralla. Varios niños gritaron su nombre pero él no se movió.
- Por que no vienes? - Llamó uno de sus mejores amigos haciendolo girar ladeando la cabeza
- Estoy esperando a alguien - Hizo un gesto de "shh" como si fuese un secreto antes de volver a mirar la enorme altura del muro, que para un adulto no es tan imponente como para la altura de un niño de 6 años de edad.
- Deja de hacer eso. Siempre te pierdes todos los recreos - El chico no contestó, no se molestó en hacerlo. Nadie le comprendería por mucho que se lo explicara porque ya lo había intentado con su madre y le había llamado tonto.
Casi sintió su corazón salirse del pecho cuando un avión de papel apareció por lo alto de la muralla. Corrió siguiendo su trayectoria como si una parte de él se negara que ese gran tesoro tocara el suelo y corriese el riesgo de ensuciarse. Consigió tomarlo antes de que cayera, quedando un poco mal ubicado en medio del patio de basquet donde le atropellaron tempestivamente los alumnos de cursos superiores.
- Que te quites de en medio pringado!! - Le espetó uno con gran brusquedad, pegandole un empujón bastante ordinario que le lanzó sentado contra el suelo mientras apretaba aquel avión de papel contra su pecho.
- Perdona - Se disculpó por lo bajo levantandose como pudo intentando ser invisible y echando a correr cuando aquel matón que le doblaba la edad levantó un puño para arrearle sin llegar a golpearlo por suerte gracias al salvador grito de la maestra de guardia.
Cuando estuvo a salvo en uno de los rincones mas inóspitos de su patio del recreo, separó el avión de papel de su pecho, algo dañado por el trayecto que había tenido que recorrer, pero al mismo tiempo bastante intacto para haber pasado por todo ello. Una sonrisa emocionada se le escapó y casi podría haberse oído un suspiro de alegría y júbilo, pero la escena fue interrumpida por un susurro que se hacía cada vez mas fuerte.
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- Len... Len despierta.... Len Howard despierta ahora! - El joven de 15 años se despertó violentamente cuando el golpe de una almohada le robó parte del poco aire que su cuerpo reservaba para respirar. Se dobló sobre si mismo poniendose en pie mirando a la mujer rubia que tenía en frente bastante enfadada.
- Mamá! estate quieta! - Le chilló en cuanto pudo quitandose las sabanas de encima con un brusco movimiento, apoyando los codos en las rodillas y despeinandose bastante irritado. - Con un "despierta" me valía! - añadió antes de que su madre le diese un suave golpe en el mentón para obligarle a miararla.
- Te he llamado 8 veces - Se inclinó hacia él para darle un beso en la mejilla como castigo sabiendo que se alborotaría ante el gesto dulce por su parte por mucho que en ese instante estuviesen solo ellos dos. Y así fue. El chico se levantó de golpe de la cama murmurando "estas loca!" antes de salir de la habitación dando un portazo metiendose al baño del pasillo olvidandose por completo de que tenía uno propio en su habitación. Pero era de esperarse. Habían llegado a Nueva York la noche anterior y esa era la primera vez que se duchaba en aquella casa. Su padre había muerto cuando él apenas tenía unos 2 años de edad. Lo suficiente como para "conocerlo" pero al mismo tiempo lo poco como para no echarle de menos; su familia aún así se componía de 3 miembros, su madre, él y por último su padrastro, un General Militar con muy mal caracter que había sido trasladado desde Toronto hace un par de meses de los cuales gastó gran parte buscando un hogar para traerse al resto de la familia.
Sería una vida totalmente perfecta de no ser por el mal caracter que este tenía. Pero esa es otra historia, no adelantemos acontesimientos.
- LEN! Desayuno!! - Gritó su madre desde la cocina, preparando un par de tostadas y chocolate caliente para el primer día de instituto de su único hijo viendole entrar con el nuevo uniforme enteramente negro salvo la camisa manga larga de color blanco y la corbata a juego con el resto del traje.
- Parezco un pingüino - murmuró maldiciendo por lo bajo intentando acomodarse la ropa lo mejor posible sin terminar de verlo, mirando a su madre cuando chistaba para desmentir eso del pingüino pero sin poder hablar. - Riete, no me importa - Acto seguido su madre empezó a descojonarse en sus narices mientras este simplemente rodaba los ojos. En parte no le importaba de verdad, total... era su madre, le había visto con ropa mas ridícula que esa. Por otro lado se alegraba de que riera, los últimos años habían sido bastante complicados y los momentos para reirse eran escasos.
Agarró una de las tostadas ya preparadas para metersela a la boca fijandose en las manos de su madre que intentaban preparar mas y limpiarse las lagrimas de la risa al mismo tiempo. Pegó el primer mordisco suavemente sintiendo que se le fue el hambre de golpe al ver las marcas amoratadas de sus antebrazos.
- Te ha pegado de nuevo no? - Preguntó por lo bajo viendo a su madre tensarse de golpe.
- No... me he caído -
- Ya... como esa vez que te has caído sobre el puño de alguien? -
- Len, las cosa son son así -
- No son así? Me quieres decir entonces como son? -
- Quieres bajar la voz? - Intentó soltar algo bastante hiriente, conteniendose lo suficientemente a tiempo cuando el autobus escolar tocó el claxon. Agarró su bolso de la silla del comedor, colgandoselo al hombro de modo bastante brusco tirando la tostada sobre la mesa. - Cariño no vas a comer? - Preguntó su madre mientras Len soltó como respuesta un tajante "no" saliendo de la casa cerrando de un portazo.
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La chica suspiró. Había llegado temprano como todos los días de su vida, su padre era el director del colegio y por algún extraño motivo que no comprendía muy bien, este tenía la manía de llegar una hora antes por muy el jefe que fuese.
Y ahí estaba ella, sentada en el parquecillo de la entrada esperando a que llegasen los demás, Kaito, Miku, Luka... sacó de su bosillo la consola portatil encendiendola comenzando a tiritar cuando tuvo que quitarse los guantes tras que el mismo malvado la matase por tercera vez. Sacudió la consola por enfado reclamandole el porque la odiaba tanto, levantandose al oir el alboroto del primero autobus que llegaba a la escuela. Guardó el aparato colgandose el bolso en el hombro avanzando por el jardín hasta llegar a la parada poniendo su mejor sonrisa.
- Miku! - saludó encantada al ver a su mejor amiga bajarse tomando su mano y tirando de ella hacia el interior del colegio mientras cotilleaban mutuamente de las cosas que habían pasado mientras no estaban juntas.
- Rin! Tengo vecino nuevo!. Estuve llamandote anoche pero no habia manera de contactar contigo chica - Le doy un tirón a su mano como reclamo, abriendo la puerta del colegio avanzando por los pasillos sin soltarla
- No tenia cobertura. Mi padre y sus jugueteos raros con los cables de la electricidad - Chisto haciendo un gesto de "No tiene importancia" abriendo la taquilla cuando llegaron a esta. - Cuando llegaron? -
- Anoche. Hubo un agetreo bastante grande, el padre no hacía mas que gritar - hizo un gesto de "shh" a modo de secreto bajando la voz excesivamente. - Además si no me equivoco, tienen un hijo de 15 años. Por lo que irá a clase con nosotros - La rubia asintió poniendo su mejor pose de delegada de clase haciendo un gesto con el pulgar
- Mi padre me lo ha dicho esta mañana. Hay un nuevo alumno en mi curso y hay que hacerle adaptarse a Nueva York porque viene de Canadá - Ambas rieron empezando a hacer chistes al respecto hasta que la propia Rin decidió frenarlos entrando al salón de clase y tomando asiento en la silla de siempre.
El maestro no se hizo esperar y tan pronto como ingresó en el aula de clase todos los alumnos adoptaron la misma postura de disciplina.
- Buenos días jóvenes promesas del futuro! - Soltó a modo de broma señalando hacia la puerta - Tengo que presentaros a un nuevo alumno -
- Mucho gusto señora puerta! - Toda la clase río ante la broma del mismo de siempre.
- Quieres callarte Shion? - Soltó el maestro para el peliazul de Kaito que solo hizo un gesto con su mano como diciendo "si". - Puedes entrar - Dijo con voz alta sin conseguir que quien fuese que estuviese al otro lado de la puerta, consiguiera oirle. Murmuró un "que extraño" por lo bajo, abriendo la puerta y mirando el pasillo totalmente vacio. - pero que demonios? - Salió del todo del salón mientras el 99% de los alumnos se levantaban de sus puestos para echar un vistazo fuera también murmurando cosas sobre la habilidad mágica del nuevo estudiante para ser invisible o bien la mala costumbre del maestro de ver cosas que no hay.
- Kagamine! - Llamó el profesor de modo firme a la única chica sentada en medio del salón que levantó la cabeza de inmediato de su libro de lectura a modo de pregunta. - Puedes ir a buscar al muchacho? - Ella asintió saliendo del salón antes de darse cuenta de que se había olvidado por completo de preguntar a quien buscaba casi medio enormemente largo pasillo, muy lejos de su salón de clases.
- pero seré... - Se empezó a dar de golpes con la mano en la frente bastante molesta consigo misma soltando de vez en cuando un par de gemidos ante la sola idea de tener que devolverse solo para preguntar eso y luego regresar a donde estaba y seguir su camino. - Solo puede haber un chico perdido por el mundo, o eso espero - Siguió vagando al menos unos 10 minutos empezando a meditar si no habría sido mejor ir a preguntar a quien buscaba.
"podría llamarle por el megafono" Pensó sacudiendo la cabeza haciendo un gesto con su puño cerrado - no! ya no regreso. Esto es por orgullo - Asintió de modo firme arriesgandose a salir de ese edificio para trasladarse al del comedor, deteniendose antes de llegar a las maquinas despensadoras cuando divisó a un chico parado frente a estas mirandolas fijamente.
Avanzó hasta llegar a él, reduciendo el ritmo de sus pasos conforme lo distinguía, parandose de golpe en cuanto este le devolvió la mirada, sintiendo como si se estuviese mirando en un espejo inverso que en vez de mostrarla como chica, la transformaba en un chico. - Quien eres tu? - Fueron las palabras que rompieron el silencio. Len se separó de la máquina señalandola con la mano con un gesto bastante desinteresado sin que pareciese importarle la similitud de él con respecto a la de ella.
- Tenía hambre pero no... no he traído dinero - Hizo una mueca sentandose en el banco de junto a la máquina dando golpes con el zapato en el suelo. Rin sacudió la cabeza recuperandose de su shock inicial, terminando de recorrer el camino para pararse frente a él.
- Oye... mira, no puedes estar aquí vale? es sancionable - Le explicó con su yo delegada en modo on haciendo luego un gesto con su mano. - Debemos estar en las aulas de clase - él negó apoyando su codo en el posabrazos del asiento y su mentón en la mano mirando hacia otra parte. - como que... - negó para explicarse a que se refería oyendo la risa de este por lo bajo.
- No tengo mucho ánimo de marcharme a clase - Quitó su postura despreocupada echandose un poco hacia atrás cuando cuando esta le señaló de aquel modo tan repentino.
- Me da igual! tienes que ir! - Dijo medio histérica soltando luego una exclamación bastante frustrada. - Venga, que es tu primer día. No puedes faltar a clase tu primer día -
Tras esa frase el mundo pareció congelarse un instante. Ambos chicos se miraban fijamente el uno a otro manteniendo en todo momento su postura y oyendo como único ruido el tictac del reloj que había en una de las paredes del pasillo.
La chica soltó un suspiro mientras él rompiía el silencio un par de segundos después. - como te llamas? -
- Rin... Rin Kagamine - Len se levantó tan de golpe que casi se chocan sus cabezas de no ser por la habilidad de la chica para moverse hacia atrás antes de que eso pasase. - Te... pasa algo? - susurró dudosa, él negó levemente agarrando su maleta y saliendo del edificio andando a toda prisa dejando a Rin algo colgada. - oye!!! pero será... -
Maldijo todo el camino hacia el salón de clases, abriendo la puerta con algo de brusquedad arrepintiendose al darse cuenta de que el chico nuevo había llegado antes.
- Oh Rin sientate. Llegas justo a tiempo. Clase, os presento a Len, Len Howard - Ahora fue el turno de la rubia para sorprenderse.
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- Papá me enseñas a hacer volar los avioncitos de papel? -
Una rin de 6 años irrumpió en el despacho de su padre viendo a este alzar la vista desentendido, deteniendo lo que fuese que estuviera haciendo en su puesto como Director de un colegio en el centro de Toronto.
- Para que? - Preguntó levantandose cuando su hija se lo pidió, guiandole por todo el patio del recreo de la zona de las chicas hasta llegar a una alta muralla que para ella era bastante imponente dada su baja estatura.
- Quiero que pasen al otro lado pero es un secreto - Su padre se agachó colocando las manos en su cintura echando un vistazo a su pequeña hija durante un largo rato como si con eso consiguiera averiguar que se le pasaba por la cabeza.
- Y... por que? - Añadió una vez mas mirando los aviones de papel del suelo algo destrozados que estaba señalando su pequeña
- Porque yo no se como. A él le vuelan sus aviones pero yo no he podido decirle que no tengo tanta suerte con los míos - Hizo un gesto bastante frustrado por lo bajo mientras su padre tomaba uno de los aviones para reciclarlo y lo arreglaba un poco viendo las letras del avión e intentando leerlo antes de continuar. Su hija puso sus manos sobre él negando. - No la leas! - reclamó.
- Para quien es? - Siguió doblando un poco el papel hasta que lo creyó listo mirandolo desde varios angulos.
- Hay un niño al otro lado. Se llama Len y me he enamorado de él - Su padre tardó varios segundos en buscar una manera para reaccionar. Optó por reirse de modo que no pareciese una burla propiamente dicha, puesto que la frase tenía su gracia desde su perspectiva.
"niños... " Pensó antes de levantarse, echarse un poco hacia atrás y lanzar el avión de papel que consiguió pasar al otro lado de la muralla por primera vez, donde un pequeño de 6 años esperaba ansioso desde hace días una respuesta.
