1. Primera miradas.
-Matthew~…-El rubio se iba acercando a él hasta rozar sus labios con los…
El despertador sonaba con fuerza y el canadiense se hacía el remolón a la vez que un ovillo con las sábanas, otra vez había vuelto a tener un sueño con ese chico rubio del cual no sabía ni su nombre. Hasta que al final, una mano salió de entre las sábanas y algo desorientada, presionó el botón del despertador haciendo que el silencio volviera de nuevo a invadir la habitación y el sueño volviera a entrarle, hasta que otro ruido peor, volvió a romper el silencio.
-Matt~.-se echó encima de él riendo.- ¡Despiertaaaaaateeeee~!
Este ruido se llamaba Sey y sí, era su hermana pequeña que todas las mañanas hacía lo mismo. No había ni un solo día que no lo hiciera. Hasta llegó a acostumbrarse y todo.
-…Sey...m-me…haces…daño…
La joven reía sin hacerle mucho caso hasta que Maggie detuvo la juerga de la joven.
-Sey, bájate ahora mismo de encima de tu hermano.-La joven se bajó de él sin rechistar mientras Maggie pasaba acercándose al pobre Matt que lentamente se iba incorporando frotándose los ojos del sueño.
Maggie, de melena color miel y ondulada, de ojos violáceos, con gafas y bastante guapa que a pesar de sus 34 años, parecía tener 25 y como ninguna madre en la faz de la tierra, demostraba por todos los lados el amor y el cariño que tenía a sus dos hijos, su perdición eran las tortitas con sirope.
-Venga cielo, que vas a llegar tarde a tu primer día.-le dijo sonriendo mientras subía la persiana del todo, haciendo que el pobre volviera a echarse las sábanas por encima como si de un murciélago buscando la oscuridad se tratase.
Sey rió mientras salía del cuarto y bajaba las escaleras casi corriendo. Matt por fin salió de su escondite lentamente mientras se iba incorporando de nuevo, adaptándose a luminosidad que había ahora en el cuarto.
-Date prisa, o sino tu hermana se comerá todas las tortitas con sirope…-le guiñó un ojo sonriendo mientras salía.
Matt, tras oír aquello, se levantó de un tirón y se vistió todo lo deprisa que puedo, como si la vida le fuera en ellos y bajó corriendo hasta llegar a la cocina. Para entonces, Sey pasaba por la puerta de la cocina.
-¡Pero bueno qué rápido eres!.-le miraba su hermana incrédula.
Y la verdad es que cuando se trataba de tortitas con sirope…
Matthew se las terminó en apenas diez minutos mientras que Sey iba por la mitad. Miró la hora por última vez y por poco le da un ataque. Se levantó deprisa y corriendo y fue a por su abrigo y a por la mochila, que cada cosa estaba en una punta de la casa.
Sey, con más tranquilidad, se levantó cuando hubo terminado y cogió sus cosas mientras miraba a su hermano ir de un lugar para otro. Cuando Matt estuvo preparado, ambos se despidieron de su madre y juntos fueron hasta la estación de trenes.
El nerviosismo de Matt, le llevó al pobre a casi meterlo en otro tren que no era, si no llega a ser por su hermana, hubiera ido a… dios quiera donde.
Ya sentados, Matt miraba el uniforme de su hermana, el cual, el vestido era de un rojo suave y la chaqueta de un azul intenso, mientras que el suyo era completamente azul. Mientras se entretenía mirando los cuadrados de distintos colores de su pantalón, llegaron de un momento para otro. Las puertas del tren se abrieron y un montón de gente salía a la vez que otra entraba, ellos casi de milagro habían podido salir del tren.
El instituto no estaba muy lejos de la estación, porque nada más dar la vuelta a la esquina, se encontraron con una gran valla blanca que tenía como 30 metros de ancho. La puerta era inmensa y había cuatro escalones que seguían un camino de piedra hasta llegar a una fuente, la cual había que rodear para llegar a la puerta principal del edificio.
El edificio tenía forma triangular y era de dos plantas, pero en cada una habría como unas 75 aulas. Las ventanas eran muy viejas y las persianas eran verdes oscuras; y arriba se podía observan una vieja torre con un reloj, el cual parecía que estaba roto de lo viejo que parecía, pero que cuando sonó, se sobresaltó un poco. Todo estaba rodeado de vegetación y plantas, y a lo lejos había como un huertecillo vallado.
La gente iba de un lado para otro riendo con sus mochilas a los hombros. Matt no era muy partidario de hacer nuevos amigos, todo lo contrario de su hermana, que de que se dio cuenta, ya estaba rodeada por un grupo de chicas. El joven decidió alejarse un poco porque sabía que en breve sería perseguido por todas ellas, como había pasado en ocasiones interiores por ir con ella.
Miraba un pequeño papelito algo arrugado y con algún que otro pico doblado, en el, se encontraba su aula y algunas más direcciones por si se le olvidaban.
Sonó el timbre y Matt iba de un lado para otro perdido, ¿dónde estaría el aula? Ha decir verdad, no era muy bueno con la orientación...Pensaba mientras subía y bajaba las escaleras. Ahora estaba casi solo, todavía quedaba algunos chicos que se quedaban en los pasillos esperando al profesor y otros que querían perderse algo de clase e iban más despacio por las escaleras
Todas las miradas iban para él y algunas chicas no paraban de murmuran dejando escapar alguna que otra risilla. Por fin, llegó a su clase, por suerte el profesor aún o había llegado, algo que le hizo suspirar aliviado mientras iba a sentarse a una mesa que parecía desierta.
Enseguida, el revuelo que había en la clase, se fue disuadiendo y casi todos le miraban, otra vez. Vale que fuera nuevo ¿pero que tenía de raro? Menos mal que el profesor llegó instantes después y se disculpó por llegar un poco tarde mientras pedía a todos que guardasen los móviles y se fijaba en Matt cerrando la puerta. Al cual le dedicó una sonrisa y fue hasta su mesa.
-Bueno, como os habéis podido ver, tenemos a un alumno nuevo, ¿podrías venir y presentarte?
Matt asintió nervioso mientras se levantaba haciendo que todos de nuevo, le volvieran a mirar, sobre todo las chicas.
Llegó hasta la pizarra y mientras tomaba aire empezó.-H-Hola mi nombre es…-en ese momento se abrió la puerta casi de un portazo y apareció un chico bastante alto, de ojos azules como el cielo, el pelo rubio y con un pequeño singular rizo que destacaba a su izquierda. Su uniforme era distinto que al de los demás y tenía pinta de ser bastante popular…
-Alfred F. Jones, llega tarde otra vez, a la próxima falta de impuntualidad, le echaré a la biblioteca, anda váyase a su sitio. El joven asintió mientras iba hacia su mesa refunfuñando mientras que algunos compañeros le chocaban las manos, a la vez que miraba a Matt una y otra vez, haciendo que el pobre se sonrojase y se pusiera aún más nervioso.
-Por favor, continúe.-le sonrió el profesor.
Matt asintió mientras cogía de nuevo aire.-…Bueno…m-mi nombre es Matthew…Matthew Williams y-y…aunque nací en Montreal, estuve viviendo varios años en…en Marsella … y ahora me mudé aquí, a Chicago con mi hermana menor…
El profesor le sonrió.-Mi nombre es Sadiq Karpusy, y soy el profesor de filosofía, espero que nos llevemos bien.
-Vee~ ¿entonces hablas también en francés?-Dijo un joven con un curioso rizo a la derecha, parecía majo. Pero lo que dijo no tenía mucho sentido, lo que hizo que sus compañeros se rieran.
-Pues claro que sí, hermano estúpido…-le contestó otro chico que estaba a su lado, este, con el rizo a la izquierda. Ha decir verdad eran gemelos pero se notaba que muy diferentes.
El profesor le pidió a Matt que volviera a su sitio sonriendo mientras sacaba las cosas de su bandolera.
Matt volvió de nuevo a su mesa algo más tranquilo que antes, además ahora todas las miradas iban para el profesor, que sacaba los libros y un portátil. Cogió su mochila y fue sacando sus cosas con calma, ante la atenta mirada de Alfred, su compañero de al lado. Matthew se no dio cuenta hasta que el joven acercó la mesa un poco más.
-…¿Q-Qué pasa?.-dijo Matt en voz baja y algo tembloroso ante la atenta mirada de Alfred.
El joven negó sonriendo divertido.-No pasa nada~ bueno… ¿tienes un boli? Es que se me olvidó el estuche…
Matt asintió sonriendo nervioso, pero por otra parte aliviado, mientras cogía su estuche y sacaba algunos bolis.- Toma, coge el que quieras.-se los acercó.
Alfred cogió el azul sonriendo.-Gracias!, ¡el héroe te devolverá el favor cuando necesites su ayuda!
Matt se quedó pensativo.- ¿Por qué lo de héroe? ¿Acaso has salvado a alguien?-le miraba entusiasmado.
Estoy hizo que el joven se decayera un poco.-…Bueno, no importa.-le dedicó una sonrisa algo nerviosa mientras volvía a sus apuntes.
Matthew pensó que la había liado, pero prefirió confiar en él y empezar a copias lo que rápidamente decía Sadiq sobre la revolución copernicana de Kant.
Pero en la otra punta de la clase, un chico también bastante algo y que una bufanda que le llegaba hasta el suelo, miraba a Matt muy atentamente mientras repetía en voz baja Kol kol kol, haciendo que su compañero de atrás casi se pusiera a llorar prediciendo que algo malo iba a salir de todo aquello.
