Disclaimer: el universo ficticio de Los Juegos del Hambre pertenece a la escritora Suzanne Collins.
Este fic participa en el "Duelo 1º ronda", para el "Torneo entre Distritos en la Arena", del foro "Hasta el final de la Pradera".
Alianza Distrito 1 - Distrito 11.
Prim sintió cómo la calidez del sol le teñía de rojo las mejillas bajo la brisa de la alborada. Se llevó los dedos a esas manos, toscas e inocentes, tapándole los ojos. Entonces el corazón le latió vertiginosamente; el hálito del joven Hawthorne le había acariciado los cabellos amarillos por detrás mientras hacían crepitar las hojas del sendero.
—Ro, ¿a dónde me llevas? —La delicada voz de la niña hizo eco entre los árboles.
—Es sorpresa, Prim —respondió él—. Te encantará, sólo espera.
—He esperado bastante tiempo.
El hermano de Gale sonrió.
—Te rapté, niña bonita —dijo, regocijándose en el floral aroma de ella—. ¿No te basta con estar conmigo?
La risita de la frágil Everdeen le hizo retozar el pecho.
—Estás loco, Hawthorne —Prim ronroneó.
—Sí, loco —le confirmó él, deteniendo el paso, destapándole los ojos—. Pero loco por ti.
El cielo rosáceo acompañó el destello de la mirada de Prim al ver ese jardín de rosas en forma de corazón. El aliento se le paró en seco, sintiéndose como si volara a través del celaje esponjoso. Percibió el revoloteo de las mariposas entre los finos pétalos, el abrazo de las centellas del sol con la tierra verde, el apasionante brillo de las matas, así como el melodioso cántico de los pájaros cerca de las flores.
—Es… precioso —Prim expresó.
El chico tomó las manos de la niña, inclinándose para besarle los dedos níveos.
—Todas las tardes vine a la pradera, sólo para levantar este jardín para ti. Lo hice con todo mi amor, Prim.
—Pero Ro…
—No, calla —los ojos grisáceos se encontraron con los de ella, mientras la brisa les acariciaba el rostro—. Déjame decirte algo, por favor.
Prim asintió, inclinando la cabeza con timidez, lisonjeándose las trenzas. El hermano de Gale le tomó de la barbilla, alzándole la mirada hasta arrancarle el jadeo.
—Primrose, eres el desvelo en mis noches estrelladas, la bella esperanza de las tardes si todo me hace falta. Eres el calor en las mañanas más frías, la hermosa razón para sonreír todos los días. Lo eres todo para mí, Prim, te amo.
