Resentimiento acumulado


Cuando acaba de darle al blanco y se seca el sudor de la frente, se pregunta qué hubiera sido de su vida si nadie en la ciudad donde trabajaba como prostituta infantil hubiese corrido la voz acerca de la buena puntería que esa niña de los bajos fondos tenía cuando se trataba de fulminar un gato callejero o una paloma sin motivo aparente (letal y limpia), hermanándola en seguida con la pequeña Caperucita que asesinó a su familia en el campo, ya que siempre vestía de rojo.

Pero siempre termina recordándose cómo sería sin ese Príncipe.

Y aprieta los dientes.


[Marzo, 2010]