Título: Bienvenida a la sociedad
Sumary: —Oh, ya veo. Eres una rara, ¿verdad? Nadie te quiere hablar. Sí que tienes suerte Hinata, aún tengo que hacer mi buena acción del día y yo te voy a enseñar. Mi nombre es Namikaze Naruto. Bienvenida a la sociedad.
Advertencias: Aunque traté de hacerlo lo más sencillo posible, se hace mención de varios conceptos de psicología, la mayoría vendrán en el primer capítulo, los demás serán mucho menos.
Pareja: NaruHina
Cantidad de palabras: 1,637/Cortesía de Magic Word en complot con Microsoft para hacernos creer que de verdad hay esa cantidad de palabras en el capítulo.
Disclaimer: Naruto no me pertenece, todo registro legal y de derechos son de su autor Kishimoto. Y el NaruHina :3
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[La personalidad podría definirse como el conjunto de actitudes, comportamientos y características que tiene una persona y lo diferencia de los demás. Es decir, la manera individual de vivir y reaccionar. Se dice en la psicología que la base de la personalidad se construye en el aprendizaje desde el momento del nacimiento y alcanza su punto culminante alrededor de los siete años, esto sin embargo no quiere decir que sea imposible seguir modificándose conforme se adquieran nuevas experiencias.
En los niños se da por medio de su ambiente. Los ejemplos –y no las palabras- que dan los padres suelen ser fundamentales pues el infante copia todo lo que observa. Esta es la razón de que, aunque muchos de ellos hayan querido dar buenos consejos, la mayoría de las veces son ignorados porque no representan un ejemplo de éstos, causando que se imiten sus acciones consciente e inconscientemente.
Hay una diferencia importante entre temperamento y carácter. El primero proviene de un origen genético no modificable y el segundo se conjunta con la personalidad para dar forma a un individuo. Personas de una naturaleza tímida raramente pueden despegarse mucho de su apacibilidad social. Personas volubles necesitan de mucho autocontrol para no verse superados por sus emociones. A pesar de sus naturalezas contrarias a ambos suele representarle un problema integrarse a la sociedad.
No existen las sociedades de un solo individuo, si éstos no llegaran a integrarse, los conflictos empezarán a surgir…]
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Naruto observó el pizarrón, intentando dejar de parpadear. A pesar de que el sueño lo vencía y deseaba con todo su corazón dejarse llevar por el simpático señor gordito que producía los sueños, no lograba conseguir un descanso completo pues las palabras de Iruka entraban como un susurro violento que retumbaba en su mente y salían por su boca. No estaba seguro de haber captado ni el diez por ciento de toda la palabrería escrita y todo lo dictado por su maestro, pero sonaba bastante interesante… o algo así.
Según había entendido, la ciencia podía explicar de manera sencilla porque le era tan difícil controlar sus arrebatos, según la explicación que estaba escuchando él estaba enfermo de nacimiento. Tristemente, ya nada podían hacer por él. Estaba decidido, en cuánto lograra salir de ese infierno llamado clase escolar se lo haría saber a los profesores –en especial a Kakashi- y esperaba que dejaran de castigarlo. No era él, era la maldita… eso. La maldita.
— ¡Naruto! —Reclamó el tutor, golpeando deliberadamente su mesa-banco con un tono severo. Había sido pillado en medio de sus frecuentes divagaciones. El rubio saltó al instante, asustado, colocándose en posición de saludo militar como respuesta inmediata.
—Señor, sí señor. —Saludó. El castaño trató en vano de disimular su risa, al igual que el resto de sus alumnos.
—¿Qué se supone que estás haciendo?—Cuestionó con interés.
—Cumpliendo con mí castigo, Iruka-sensei. —Respondió de inmediato. Agregó, más relajado —pero esto es tan aburrido ´ttebayo.
—Eso es porque esta no es tu clase.
—¿¡Eh!?
—Esta es una clase especial de psicología para los del último año.
—¿¡Entonces porque me dejó entrar!?
—Quería que sufrieras un poco —Ignoró la mirada amenazante. —Ahora, vuelve al salón y espera a que termine, no te salvarás esta vez.
Salió, pisando con fuerza para crear el mayor escándalo.
— ¡Todos los que estén aquí seguro van a reprobar!
El salón entero estalló en carcajadas.
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—Estúpido Iruka… —Masculló con molestia mientras recorría los pasillos de la escuela.
La luz del Sol se estaba marchando, anunciando la llegada del anochecer. Naruto miró su alrededor con fastidio, maldiciendo constantemente su torpeza y la broma cruel. Aunque estaba tratando no se le ocurría nada tan genial para devolvérselo.
Quizás, por esta vez se lo dejaría pasar, después de todo él siempre lo salvaba. Como la vez que Sasuke y él habían inundado el gimnasio en respuesta a la expulsión de ambos por pelearse cómo normalmente ocurría. No entendía el escándalo, era común que por lo menos un día a la semana el amargado o él pasearan por ahí con un ojo morado, eran cosas de hombres.
Abrió la puerta del salón, percatándose que aún quedaban un par de personas conversando entre ellos. Dos pequeños grupos mixtos con varios de sus conocidos –Sakura, la chica que lo rechazó antes, Kiba el perro; Chouji, al que nunca debes llamar gordo, Ino la insoportable, Shikamaru, el genio vago- y una chica rara en la esquina a la que nadie parecía notar.
— ¡Hola chicos! —Saludó alegre. —Pensé que a estas horas no habría nadie.
—Algunos tenemos actividades del club. —Reclamó "la rubia sexy del salón" como se había auto denominado esa bruja. No es que la odiara pero, nunca era bueno meterse en sus planes y él, por alguna extraña razón, terminaba interfiriendo en ellos siempre. Bien decían que los rubios eran enemigos naturales. —Y la escuela es libre, puedo estar aquí cuánto quiera.
—Tranquilízate Ino.
—A mí no me vas a callar Shikamaru.
—Yo no dije eso, pero ¿sabes qué? olvídalo, eres demasiado molesta…
—Eres un…
El rubio decidió sabiamente dejar que fueran los demás y no él quienes detuvieran la pelea. La vida era realmente bella y a él le gustaba demasiado vivir como para arriesgarse.
Decidió sentarse en la esquina contraria a la chica solitaria y esperar.
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[Las personas suelen comentar muchas cosas, pendientes de las palabras de los demás. Conviven, sonríen y viven, construyendo relaciones, caretas y emociones, recolectando la experiencia necesaria para vivir como un ser social.
Instintivamente, los humanos, forman grupos relacionados por intereses comunes, cambiando constantemente su entorno, perdiendo lentamente, adaptándose. Y sin embargo, lo único que no pueden evitar es desear estar en compañía.]
Nadie es capaz de vivir sin necesitar ayuda en algún momento.
Hinata era consciente de ello, desde la primera vez que entendió que la mano cálida y fuerte de su primo no volvería a ayudarla jamás. Su espalda yaciendo lejana, el sonido de sus gritos siendo ignorado, y las risas abundantes de los demás niños, mirándola con desprecio, asegurando que ella había sido la causante de la muerte de su mamá.
Aún podía ver con la claridad que le permitieron las lágrimas el rostro de cada uno de ellos, burlándose de su dolor, clamando que había algo malvado y oscuro en ella, que era una niña maldita, porque a su alrededor las desgracias ocurrían con frecuencia.
Su naturaleza tímida junto a los desprecios que sufrió la hicieron un ente gris que despreciaba la compañía. Se quedó sola. Nunca se adaptó. Y lamentablemente, en un mundo de todos contra todos, sin un grupo que la apoyara o defendiera, el daño que recibía –si es que lo hacía- resultaba más doloroso.
No era culpa del mundo que se encontrara desterrada de toda actividad social. Ignorada por maestros, desvanecida ante compañeros y un ser invisible para los transeúntes de cualquier lugar era cómo vivía, percatándose demasiado tarde que sus propias acciones la habían llevado a ese mismo lugar.
Recordaba con tanta nostalgia como arrepentimiento la primera vez que una persona trató de integrarla a un círculo de amigos. Una compañera de escuela, tan amable como linda a la que se negó a aceptar, pensado que a su padre no le agradaría verla rodearse de gente de diferente clase social. Pasó la primaria vagando en los recesos, encadenada al remordimiento.
La segunda vez que rechazó a alguien fue durante la siguiente etapa escolar, en la secundaria cuándo la gente se le acercaba a platicar se dio cuenta de que tenía demasiado miedo de las personas y prefería estar en soledad. Esquivó a todos, hasta que dejaron de buscarla. A pesar de que a veces –en muy pequeñas y contadas ocasiones- sentía la necesidad de tener compañía se reprimía, pues se sentía más segura sin ella.
La tercera vez ya era considerada una niña arrogante y pretenciosa que despreciaba a los demás, se creía superior a todos y a partir de entonces nadie volvió a intentar acercarse. Las personas se cansaron, naturalmente, de invitarla y ser refutados, de hablar y ser "ignorados"-por timidez muchas veces la voz no salía de su garganta y no podía responder-, poco a poco la dejaron en lo que creía que quería, un mundo en aislamiento.
Comenzó con un "no gracias, no quiero molestar" que lentamente se convirtió en un "me dan miedo los demás". Pasó del terror insano a pretender amigos, pero ya era demasiado tarde para ello, por haber evadido las conversaciones normales entre adolescentes por tanto tiempo carecía completamente de habilidad social. No podía ponerse frente a nadie sin sonrojarse, bajar la cabeza y huir.
La gente pensaba que era una rara y la incomunicaban aún más. Se limitaban a detestarla, e incluso insultarla, y pasaba a ser un mal recuerdo en la memoria de los demás.
—Hinata…
Suspiró, dándose cuenta de su extraño carácter. Si no encontraba una solución pronto, su futuro sería la peor probabilidad.
—Hinata…—Un par de ojos azules la sorprendieron, causando que diera un pequeño brinco hacia atrás. —Tú eres Hinata ¿verdad? —Ella asintió, desconcertada, tratando de discernir si eso era real. Observó el salón casi vacío, al profesor Iruka en la puerta y a Namikaze Naruto frente a ella, mirándola con curiosidad. —Tenemos que irnos, la escuela va a cerrar.
—Ah…
— ¿Por qué no te has ido con los demás? —Cuestionó, algo ansioso el chico de cabello rubio, tan cerca que tuvo que levantarse de la silla para acceder a un mayor espacio personal. —Oh, ya veo. Eres una rara, ¿verdad? Nadie te quiere hablar.
Aunque se sintió herida pretendió no escucharlo, de todos modos no tenía el suficiente valor para decirle algo o tan siquiera mirarlo. Lo escuchó suspirar con desgano, y casi se desmaya al sentir que tomaba su mano y empezaba a guiarla rumbo a la salida. El tutor se hizo a un lado para dejarlos pasar, compartiendo una sonrisa cómplice con el chico, incrementando sus deseos de salir corriendo, lamentablemente las piernas apenas y le respondían, su garganta raspaba y lograba soltarse.
—N-no…—Masculló despacio, él no pareció haberla oído.
—Sí que tienes suerte Hinata, aún tengo que hacer mi buena acción del día y yo te voy a enseñar. —Ella le miró sin entender, él sonrió radiantemente, causando un extraño golpeteo en su pecho. —Mi nombre es Namikaze Naruto. Bienvenida a la sociedad.
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Notas de Kou: Sé que esto podría ser lo más extraño que leerán en la vida pero tenía ganas de hacer algo diferente de todo lo que he escrito hasta ahora y… creo que no me ha quedado tan mal xD No pretendo hacer de esta historia algo muy pesado ni largo, quizás muchas personas no lleguen a este punto con tanta palabrería de seudo psicología pero trataré de que lo siguiente sean conceptos ligeros, ya que todo es necesario para el desarrollo. Siempre he querido hacer algo así, que explique de otra manera la personalidad de Hinata sin hacerla una pobre víctima –pero que se apegue a su carácter original-, espero conseguirlo.
