Basado en el excelente trabajo de ese escritor ROBCakeran53 (quien de momento creo es el escritor) que crease la obra de deconstrucción maestra de "My Little Dashie". Después de leerlo, lloré. Pero no fue hasta ver el trabajo del colectivo detrás de la mini película, publicada en Youtube por StormXF3 que sentí el corazón desmoronarse con el excelente trabajo de animación. Inspirado quise hacer una versión diferente, con un protagonista a quien adoro por sobre todas las demás ponys. Fluttershy es quizás el pony con quien más me identifico, por lo menos la que representa la primera mitad de mi vida. Una pony con suficiente seguridad para mostrarse tímida sin que esto afecte su forma de ser, buscando con su propia amabilidad ser alguien en quien se puede confiar. Sin más que decir, comienzo un spin off de esta obra maestra, la que espero no sea criticada por su falta de originalidad.

Disclaimer: No soy dueño de My Little pony, solo un fan con deseos de escribir sobre esta embriagante serie que ha llamado mi atención.

My Little Fluttershy

Vivo mi vida un día a la vez. Una buena parte de esos días no son especiales, siempre cayendo en la misma rutina: me despierto, trabajo en casa y mato el tiempo hasta caerme dormido. Siendo escritor no hay mucho que hacer realmente. Las veces que salgo de casa por motivos laborales son solo para ir a la editora a que me digan la próxima fecha de entrega para revisión y demás. Así, la mayor parte de mis días las paso frente a un ordenador, escribiendo novelas, cuentos y demás arte literario que pueda surgir de mi mente creativa. Como si realmente lo fuera. Mucho de lo que escribo lo hago presionado por un público que espera mucho más de mí que solo novelas rosas. A veces entretengo mí tiempo dibujando en mi tiempo libre, o viendo My Little Poni: la magia de la amistad. De vez en cuando algo interesante pasa en mi vida: me encuentro con una amistad del colegio, encuentro inspiración para plasmar en papel o soy señalado como un chico antisocial por quienes me conocen de lejos. Como nadie me ha visto socializando con nadie salvo con el ordenador, todos creen que soy uno de esos estereotípicos nerd que se la pasan todo el tiempo frente a una computadora. A saber lo que ellos puedan estar pensando de mí. Me da miedo incluso pensar en ello.

Vivir en un lugar tan apartado de la ciudad, un sitio casi en mitad de la nada no es del todo divertido o interesante. Alguna vez este sector del planeta fue vibrante, lleno de niños con los que solía jugar, ancianos en el pórtico charlando de sus épocas doradas… ahora la mayoría de las casas que aún quedan en pie no son sino ruinas que se caen en pedazos, negocios abandonados por la migración a la gran urbe a media hora de aquí, campos devotos de vida donde alguna vez hubo fabricas que ayudaban a la economía de este sector abandonado por el progreso. Nunca vi mi localidad en esos tiempos de desarrollo óptimo, o autosuficiente debería decir, en persona. Mis padres solían contarme lo felices que fueron en esa época, deseando lo mismo para mí mientras creciera.

Por desgracia no puedo decir que he cumplido con su deseo.

He caído en la rutina: despertar, trabajar, dormir y repetir. Tengo mis momentos de felicidad, pero las dificultades diarias que debo enfrentar opacan esos pocos momentos de gozo que tengo. My Little Poni me ha ayudado, pero solo es otra cosa en la que debo depositar mis esperanzas. Cada vez que veo el programa, o a uno de los ponis en los numerosos Fansite, retrocedo un poco por los colores brillantes, las expresiones joviales de cada poni, y el detalle en el manejo evolutivo de cada personalidad de las seis principales es sin duda lo que más me atrae del programa. Es tan difícil ver a estos personajes y no detenerse a pensar en la forma como cada uno de ellos reaccionará a cada pequeño o inmenso problema en el que pueden meterse. En lo personal, como escritor, prefiero el romance por sobre mucho del contenido en una historia, pero son los conflictos los que forman el carácter de los personajes. Es por eso que My Little Poni se ha vuelto mi nuevo favorito actual. Cada día gasto media hora analizando el programa, solo para ser detenido por la duración del programa.

Vuelvo a la realidad. Llegó al punto en que apago mi ordenador y salgo un rato a caminar para volver a sentir mis piernas. Con la exposición prolongada de mi cuerpo a una silla frente a una pantalla es necesario usar mis piernas un rato para evitar perderlas por falta de uso. Salgo a caminar, simplemente a caminar. Hago esto desde hace tiempo, desde la muerte de mis padres. Al hacerlo me siento triste, remembrando esos momento en que caminar en compañía de ellos era mi pasatiempo favorito. En cierta forma, caminar se ha vuelto un "borrador" de estrés, tranquilizándome para volver a mi rutina sin tanto hastío. Paso al menos la mitad de mí tiempo libre caminando entre campos desprovistos de vida humana y edificios a punto de derrumbarse. Comienzo a notar la aparición de animales de campo en los alrededores. Nada de preocuparse, claro está.

He sido testigo del abandono sistemático de estos campos, he visto gente venir e irse. He visto edificios venirse abajo, quemarse hasta los cimientos, o con tantas señales de vandalismo en su estructura que es difícil imaginárselos con el color original. Ya ni siquiera sé si estaban pintados en algún momento. Raramente me encuentro con otras personas durante mis caminatas, fuera de los pocos residentes de los que les hablé. Esos que me conocen por ser antisocial. La mayoría no desean voltear a ver a su una vez hermosa comunidad, sus viejos lugares de trabajo o residencia. No los culpo. De hecho, los envidio. Vieron este sitio con sus propios ojos, con sus edificios alzándose orgullosamente, los jardines arreglados y las veredas y calles aún intactas.

Lo único que recuerdo de esos días eran las canciones de mi madre, todas ellas: canciones de cuna, de desamor, románticas… canciones que llenaban de color todo su alrededor. Ella cantaba en una fonda cuando todo comenzó a decaer. Mi canción favorita… una canción de cuna que solía cantarme cuando era pequeño. Tenía una voz tan dulce que podía encantar a cualquier bestia sin importar lo salvaje que pueda ser. Tal vez es por eso que siento cierto apego por Fluttershy, mi poni favorita por sobre cualquier otra. Ese capítulo en especial, cuando les canta a las Cutiemark Crusaders, me hizo relacionarla con mi madre. La adoro por sobre todas las demás.

Hubo ocasiones en las que desee tener mi propia Fluttershy, o cuanto menos un peluche de ella, para poder acurrucarme con ella durante las noches. Incluso convertí un pequeño peluche de conejo en un reemplazo temporal, hasta que ahorré lo suficiente para comprarme un peluche de calidad. En cierta forma, me ayuda. Es como si hiciera que mis heridas, mi dolor y mi sufrimiento sanaran. Mis pies, tras de muchas caminatas, palpitan bajo mi sábana, mientras me aferro al peluche mucho más que un hijo necesitado de su madre. El la única cosa en la que puedo ver y sentir alegría, aun cuando no es la Fluttershy que deseo.

Hoy, como algunas veces lo hago, caminé de regreso de la editorial. Más preciso sería decir que venía de regreso de la parada del autobús que me introduce en el centro de la ciudad, donde están las oficinas de la editorial. La misma pocilga de siempre, sólo un día más en el calendario, viendo a la gente, tomar su mercancía y pagar, marchándose pronto con sus compras a cuestas. Decidí tomar una ruta panorámica, para sacarme de la cabeza los regaños de mi editor. Varias horas discutiendo cual era la mejor forma de continuar, insatisfecho de mi labor como creador de un universo al que deseaba pertenecer. Sin embargo solo pude deprimirme más. De todas, esta ruta fue la más afectada por la ausencia de habitantes. Con unas pocas casas aún de pie, y ninguna ocupada. Es un triste espectáculo, siendo honesto. Por otra parte, no es como si el resto de mi localidad fuera diferente a esto.

O al menos eso pensaba.

Me detuve en el camino por algo inusual: una solitaria caja de cartón a mitad de la vereda. Viviendo en esta zona no es raro ver basura arrastrada por el viento todo el tiempo. Cajas, volantes arrojados al aire o bolsas de plástico llenaban lotes de propiedades abandonadas. Pero raramente veo una caja de cartón que no esté aplastada o golpeada de alguna forma. Me di cuenta de esta caja porque estaba justo en mitad de mi camino. En mi juventud hice todo lo posible para ayudar a mi comunidad, recogiendo basura y dándole un nuevo uso. Así alentaba a los pocos que me observaban a reusar la basura. Una batalla perdida, si lo vemos a largo plazo. Ahora he perdido la esperanza de limpiar mi comunidad, pues no tardará ni diez minutos en volver a llenarse de desperdicios y escombro. Solo puedo esperar que los pocos que quedamos en la localidad tengan su espacio limpio, aunque no siempre puedo tener esperanza en mis vecinos, aquellos que de seguro me señalan con el dedo.

Rodeo la caja, apenas dándole una mirada. En ese momento nada llamó mi atención fuera de la caja en perfectas condiciones. Continúe, mi hogar no estaba muy lejos de allí. Al llegar, me senté sobre mi restirador, tratando de enajenarme un rato con un dibujo al que nunca termino de iluminar. Sin embargo, esa caja no dejaba de dar vueltas en mi cabeza. Pronto, la imagen de esa caja me motivó a levantarme para dar una nueva caminata. Dirán que me volví loco por pensar en una caja, pero su estado me traía muchas dudas a mi cabeza. ¿Qué había dentro de esa caja? ¿Por qué me llamaba tanto la atención? Di la vuelta a mi casa y tomé una ruta que suelo recorrer cuando la noche trae consigo una luna llena, tratando de obtener respuestas.

Pocos minutos más tarde, sin saber cómo, me reencuentro con esa caja en el mismo sitio de antes, triste y solo en mitad de un camino de terracería y hierbas. No se movía, no tenía nada que la marcara como especial. Una simple, ordinaria y marrón caja de cartón. No quería sentir que había llegado hasta aquí para contemplarla, así que me acerque a ella. A medida que la distancia se reducía, comencé a notar algo dentro. Tenía un color brillante que matizaba con la luz de la luna. Era pequeño. Tal vez del tamaño de un huski de pocos meses de vida.

Me detuve frente a la caja contemplando a la criatura. Aquí es donde me encuentro de noche, iluminado solo por la luz de la luna contemplando a una pequeña creatura dentro de una caja. No tengo idea que lo que será, pero mi cerebro no me permite pensar con claridad. Por instantes pensé que se trataba de un juguete, abandonado junto al resto de las pertenencias de las casas. Sin embargo noté que respiraba. Más aún, me parece que duerme. Mis manos sudaban, mi respiración se alteró y el sudor de mi frente me impide mantener los ojos completamente abiertos.

Dentro de esa caja hay una… una pequeña potra… Fluttershy.

Me agacho, intentando ver más de cerca el interior. No puedo creer lo que veo. No hay ninguna forma física, mental, metafísica o alucinante para explicar esto… como ella puede terminar en este lugar, tan sombrío, oscuro y marginado como lo es mi mundo. Examinando un poco más la caja, noto una leyenda en un lado de la caja: "Dar un buen hogar".

El primer pensamiento que viene a mi cabeza, además de "Hay una pequeña Fluttershy en la caja" es "¿Quién abandonaría a una pequeña Fluttershy?". Mi mente es ahora una tormenta de preguntas. ¿Cómo llegó aquí? ¿Por qué está aquí? ¿Por qué es solo una potra? Ni siquiera posee su Cutiemark, así que realmente se trata de una pequeña potra. Mientras me levanto, accidentalmente le doy un ligero golpe con la rodilla a la caja, y así pasa lo inevitable: ella despierta.

Lo primero que hizo fue mirar a su alrededor, frotándose los ojos con sus cascos intentando espantar la pereza. Al principio lo único que ve son paredes de color marrón, pero pronto posa su mirada en mí. Esos ojos negros de gran tamaño, junto con el borde calipso oscuro que los rodea, hace que mi corazón explote… dos veces. La ternura pura que emana hace que vuelva a arrodillarme esbozando una sonrisa. No he sonreído así en años, desde la última vez que mis padres y yo visitamos uno de los únicos parques de la zona.

Sus ojos siguieron mirándome un rato, encontrándose con los míos en un cruce de atención. No tengo idea de que hacer o qué decir, pero debo comenzar con algo.

–Hola.

Al escuchar mi voz, retrocedió temerosa hasta el extremo más lejano que encontró en la caja.

–No, descuida. No tienes por qué temer. ¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejó aquí?

Mira a todas partes, y luego vuelve su mirada a mí. Más la observo, y más me convenzo de su edad. Es años más joven de su aparición en el episodio 23, cuando obtiene su Cutiemark. Ni siquiera parece poder hablar, aunque no es de las ponis más conversadoras de la serie. Ni siquiera sé si puede hablar en este plano, en este mundo. El hecho de que ella siga frente a mi hace que mi mente entre en un estado de confusión absoluta. La miro más de cerca, y noto un ligero temblor en su cuerpo. Es primavera, pero aún puede sentirse esa ligera brisa del invierno pasado.

No estoy seguro de cómo puedo manejar esta situación. ¿La llevo a casa? ¿Llamo a alguien? ¿A quién llamo? ¿Se lo cuento a alguien? El hecho de tener a una pequeña potra Pegaso atraería la atención de tanta gente, que al final terminaría en un zoológico siendo observada por cientos de curiosos. Con su timidez, la misma que me muestra ahora mientras me ve, convertiría su vida en pesadilla. Tampoco puedo llevarla a un refugio, es estúpido confiarle a alguien su seguridad. ¡Es una potra de Pegaso! No solo atraería la atención de un zoológico, sino la de muchos científicos que terminarían investigándola y experimentando con ella.

Nuevamente la veo temblar con la brisa primaveral que toca su pelo. Pega sus alas a su cuerpo, acurrucándose en sus piernas, intentando mantenerse cálida. Recibo la reacción más normal para ella: miedo. Intenta retroceder aún más sin saber qué voy a hacer con ella. Aún no puede volar, pero mueve con energía sus alas, rezando por que pueda alejarse volando del peligro. Con cuidado de no alertarla más, la tomo entre mis brazos, la rodeo con mi abrigo dejando al descubierto su cabeza únicamente, y la pongo bajo mi brazo. Por supuesto que sigue intentando escapar, pero cuando el calor de mi cuerpo comienza a filtrarse por la delgada chaqueta comienza a calmarse.

–Está bien. Vamos a buscar un lugar más cálido.

Vuelvo a sonreírle. Ella responde mirándome con unos ojos de temor y confusión, procesando lo ocurrido.

–No te preocupes. No te haré daño. Se hace tarde, y tal vez tengas hambre.

Al parecer puede entenderme. Sus ojos, que reflejaban temor, ahora volvían a su normalidad, acurrucándose después entre la tela para estar más cómoda. Puedo sentir sus pesuñas revolcando la chaqueta para tener una mejor postura. Finalmente, respalda su cabeza en mi brazo y suelta un profundo suspiro, cayendo dormida poco después.

Mi corazón vuelve a explotar.

Durante mi camino de regreso, presto atención a todas partes, preocupado por encontrarme con alguien. No quiero que nadie más la vea, dado que no tengo idea de cómo reaccionará. Como de costumbre, nada. Para cuando llegamos a casa ya era muy tarde por la noche. Por eso dejé la luz del pórtico encendida. De otra forma habría pasado de mi casa sin saberlo. Una de las pocas casas habitadas en la zona equivale a muchas sombras y obscuridad. La ciudad incluso dejó de enviar energía al alumbrado público. Daba gracias al cielo que estuviera dormida, o de lo contrario habríamos pasado un mal rato. La miro dormir. Ya no tiembla, y su temperatura parece haberse regulado.

Me acerco a mi puerta, tratando de no hacer mucho ruido mientras intento extraer mis llaves. Destrabo los dos seguros ocultos, la cerradura principal y finalmente la perilla de la puerta, e ingreso a mi hogar. Está oscuro dentro, más quenada por haber dejado la casa durante el atardecer. Con un interruptor enciendo la bombilla del recibidor. Casi todos los muebles del interior fueron de mis padres, así como la casa en sí. Pasé a ser el único dueño tras de su muerte, y hago lo posible para mantener las cosas así.

Todavía con la potra en mis brazos avanzo hasta la sala. Al pasar por un retrato de mi familia, me quedo mirando ambos rostros recordándolos con cariño. Sé que los perdí, pero de alguna forma sé que aún cuento con ellos para charlar. Saber que me amaban me ayuda a mantener mi cordura sobre la soledad. Aunque posiblemente ya no me encuentre solo. Ya en la sala, siento cómo algo se mueve en mis brazos. Se despertó. Lo más probable era que fuese cuando encendí la luz, y ahora se está poniendo algo ansiosa. Sin idea de cómo manejar la situación, la acomodé en el sillón.

Abandonó la chaqueta casi de inmediato, revisando su entorno con curiosidad. La observo mientras camina por el sillón hacia la mesa de café.

–¿Qué haces en mi mundo?

Intentaba no hablar tan fuerte, aunque mi voz no fuera exactamente la de un tenor. Al no tener amigos que visitar, me veo en la falta de necesidad de hablar con un volumen potente, pues solo soy yo en mi mundo cerrado. No tengo mascotas, pues eso implica gastos extra, los que de momento no me puedo permitir.

De mi pregunta anterior solo obtengo la imagen de una potra olfateando una taza de café. Eso me dice que ella tampoco tiene idea de lo que le ocurrió. No esperaba tampoco que me contestara inmediatamente, pues aún no tengo idea si puede hablar.

–¿Estás perdida?

En ese momento volvió su mirada a mi rostro, con las orejas decaídas y la mirada triste.

–Oh…

Solo puedo concluir su falta de comprensión de su situación. No sabía dónde estaba, quien era o cualquier otra cosa que le diera una ligera idea de lo que ocurría. Estaba más allá de la palabra "perdida": está completamente fuera de lugar.

–Muy bien. Hasta que algo ocurra, me encargaré de ti.

Veo como levanta su cabeza, sus orejas se alzaban en todo lo alto y su mirada denotaba sorpresa y alegría. Mis palabras no suenan convincentes o decididas, así que con una sonrisa le digo:

–Descuida. Seguro que lo que te pasó se arreglará con el tiempo. Solo podemos esperar. ¿Está bien?

No estoy seguro de por qué le dije eso, pero parece que la tranquilizó un poco. Su rostro comenzó a iluminarse y una sonrisa apareció en su rostro.

Las siguientes horas las pasamos dándole un pequeño tour por mi casa. Nada impresionante, y evito por completo llevarla a mi habitación por miedo a perderla en el desorden que mina mi espacio. Podría desaparecer entre la ropa sucia o quedar sepultada entre las bolas de papel que arrojo cuando organizo una lluvia de ideas. Algo más tarde decido darle algo de comer. He partido algunas zanahorias, las que sé que les gusta a los caballos reales. Al dárselas, descubro su dentadura. Ya tiene dientes. Supuse erróneamente que era solo un bebé. Aun así, no estaba seguro de si podía darle alimento solido o algo un tanto procesado, así que experimento un poco al darle las zanahorias.

Satisfecha con la comida, ella encuentra un sitio cómodo en el reclinable de papá y se sienta. No me importa, no es que yo lo use. Cuando él estaba vivo ese sillón era exclusivo de mi padre, y nadie más se sentaba. Así que, ¿Por qué iba a cambiar tras su muerte? Es su silla, pero no voy a ser cruel con ella. No lo sabe aún. Tiene libertad de recostarse donde quiera y pueda. Le dejo además una manta, ya que la casa suele ser fría de noche.

Debo de haberme quedado dormido en algún momento. Esperaba quedarme despierto con este evento tan impresionante, pero entre las largas horas en la editorial, ambas caminatas que se extendieron y el cuidar de Fluttershy, le dio a mi cuerpo otros deseos. No tengo idea de cuánto tiempo he dormido, pero honestamente no importa. Cuando cerré mis ojos para retomar el sueño, siento algo respirando a mi lado. Durmiendo a mi lado está la pequeña potra color crema, con su crin de color rosado y su cabeza apoyada en mi pierna. Ayer perdí dos corazones, y hoy el de reserva ha vuelto a explotar. Acostada, durmiendo y acurrucada a mi lado hizo que sonriera de oreja a oreja. Apenas puedo oír su suave respiración. Su crin hace cosquillas, pero evito hacer cualquier movimiento con tal de contemplarla un poco más. El calor de su cuerpo con mi rodilla calienta a mí ya debilitado corazón. Aunque unos cuantos meses no es mucho tiempo, es el tiempo que he esperado por un momento como este. Mi pequeña poni, un peluche de Fluttershy que puedo abrazar al dormir. Y ahora una Fluttershy real. Una potra, durmiendo feliz como si me conociera desde que nació.

Ahora mismo no hay nada más que me importe. Mi desesperación, mis cansados pies y mi dolido corazón son nada comparados con lo que siento en este momento, esta alegría que estoy experimentando despierto en mi sofá. Ella está aquí. Ella es real. Ella es mi pequeña pony. Ella es mi pequeña Fluttershy.

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Al ser este un trabajo de decostruccion de una decostruccion (el fic de un fic) me resulta injusto pedir comentarios. Solo me permito recomendar el fic original. "My Little Dashie" fue escrito por ROBCakeran53. Este fue el primero de lo que pienso serán tal vez cuatro capitulos, aunque no estoy seguro de cuantos serán. Nos leeremos luego.