Capítulo 1: En la boca del lobo.

Me miro en el espejo y no reconozco a la persona que me devuelve la mirada. Yo, que siempre había sido una niña alegre y despreocupada, me observaba como a un fantasma, de un pálido enfermizo, ojerosa y triste. Claro que, esto solo parecía verlo yo. Todo el mundo se empeñaba en decirme lo hermosa que me veía, lo reluciente que lucía.

"Su hija es magnífica". Le decían a mi padre y él, que siempre había sido un hombre orgulloso de su progenie se hinchaba como un globo de pura dicha.

Mi padre, Kojiro Kamiya, es un hombre de negocios, dedicado a su trabajo. Aunque no me ha dejado nunca de lado, tampoco ha sido uno de esos padres que se pasan el día con sus hijos al salir del trabajo. Mi padre siempre tiene cosas más importantes que hacer que estar conmigo. Durante un tiempo he sido feliz con eso. Tengo todo cuanto deseo o pido. Es lo bueno de ser la hija de un magnate del petróleo. ¿Lo malo? Continuamente estoy sola.

Aquellos que se hacen llamar mis amigos no son más que un puñado de interesados. El dinero de mi padre es lo que les llama la atención, no yo. Eso lo he descubierto no hace mucho, cuando intenté comportarme como ellos, es decir, sin invitar a nada nunca. Entonces la única que había demostrado quererme un poco era Misao.

Misao es mi única amiga, se puede decir. Al menos la única en la que puedo confiar. Ella es feliz por sí misma sin todos esos lujos de los que yo disfruto. La envidio. Quisiera ser como ella. Cuando Misao sale a la calle siempre es en busca de alguna aventura. Así es su vida, llena de pasión y misterios, sin nadie que le diga lo que hacer. ¿Mi vida en cambio? Está llena de normas y directrices. De toques de queda y guardaespaldas. La verdad, estoy cansada. Solo deseo cerrar los ojos y que todo cambie de una vez por todas. Despertar mañana y ser otra persona. Una persona libre, como Misao.

-¡Me encanta este vestido, Kaoru!

Miro a través del espejo y veo a Misao rebuscando en mi armario y sacando todo lo que le parece interesante. Es un torbellino inquieto y a mí me encanta. Sonrió, ella siempre es capaz de conseguir que sonría.

-Si te gusta puedes quedártelo, Misao.

Misao me mira como si estuviera loca. Ella sabe que es un vestido que cuesta más de lo que podría cobrar ella en dos meses. Resto importancia encogiéndome de hombros. Para mí no es más que una prenda más de mi costoso vestuario.

- No puedo aceptarlo Kaoru. Esto es demasiado.

Y por esto es que la quiero tanto. Ella nunca intenta aprovecharse de mí. Me acerco a ella y se lo coloco por delante. Hago que se mire en el espejo.

-Piensa en cómo te va a quedar. Con tu cuerpo y este vestido seguro que te ganas a todos los hombres.

Veo como Misao empieza a sonreír, como si estuviera viendo el efecto de eso y asiente enérgicamente. Me da un beso sonoro en la mejilla y un abrazo apretado, de esos que te cortan la respiración. Tengo que detenerla antes de ahogarme. Río, ella es tan impulsiva...

Se abre la puerta, es papá. Nos mira con una sonrisa dulce y sus ojos negros tallados en una expresión cariñosa.

-Niñas, me marcho. Tenéis todo lo que necesitáis.

Le sonrío y asiento con la cabeza. Antes de irse, se para y me mira, como si acabara de acordarse de algo. Su expresión se vuelve seria.

-Mañana tiene que venir el nuevo empleado, no podré atenderlo, estaré varios días fuera. ¿Lo harás por mi?

Su mirada es elocuente. No es una pregunta, es una orden.

-Sí papá.

-Esa es mi chica. No lo dejes entrar en casa, le explicas sus tareas en el jardín, le muestras su cuarto y le presentas al resto del personal. Si te incomoda, dice algo intolerable o no va bien vestido, lo echas.

Intento quedarme con todo lo que dice mi padre, que es, a mi parecer, una larga lista de cosas a tener en cuenta con una persona que vas a conocer. Asiento y mi padre se marcha. Me giro a mirar a Misao y hago un gesto de desaprobación con los labios.

-Te apuesto a que el nuevo empleado será como el señor Miyamoto, un hombre educado, bien vestido, calvo y con pinta de tener un palo metido en el culo.

-¡Misao!

La reprendo, ella siempre suelta lo primero que se le viene en mente, pero una vez más, seguro que tiene razón. Así son todos los empleados de su padre, no vaya a ser que contrate a alguien divertido que a ella le pueda gustar... Según su padre, los empleados deben tan solo hacer su trabajo sin distraerse ni distraerme a mí de mis quehaceres.

- ¿Qué? Es la verdad, tienes una banda de músicos tan divertida en esta casa que es todo juerga y desenfreno. No sé cómo puedes vivir con tanto vejestorio suelto.

Yo tampoco lo sé. Es uno de los tantos motivos de mi cada vez más exagerada tristeza. Misao me lo nota y sonríe.

-No pienses en ello, mañana será otro día. Hoy tu y yo vamos a salir y a pasarlo en grande. Tu padre no está y yo tengo un vestido que estrenar.

Se la ve contenta, yo no lo estoy tanto. Librarme de los guardaespaldas para poder salir siempre es un problema. Tengo mis mañas, por supuesto, pero siempre es agotador tener que inventar excusas para poder salir.

Nos arreglamos entre risas y bromas. Oigo a Misao bendecir el hidromasaje de la bañera mientras me coloco un vestido de mi colección, elegante, como todos los que tengo.

Misao sale del baño con la toalla en la cabeza y mi albornoz. Lo acaricia como si fuera seda y se regocija en él. Hago una mueca.

-¡Misao! Ahora tendré que lavarlo.

A ella no le importan mis escrúpulos, me saca la lengua y se empieza a vestir.

Después de varias horas estamos en la puerta de entrada, preparadas para salir mientras dos de los guardias de mi padre nos cierran el paso.

-Me voy a dormir a casa de Misao.

No me creen, lo veo en sus caras. Tardamos media hora en convencerlos y cuando salimos de la casa nos dirigimos al centro de la ciudad. Misao me dirige mientras yo conduzco.

Paramos junto a una zona de bares y estira de mi hacia un local pequeño, con grafitis en las paredes y puertas negras.

-Me han dicho que este sitio es lo más.

A Misao se la ve encantada, nerviosa y yo rio. Nos adentramos en el local y rápidamente el olor a tabaco, sudor y alcohol inunda mis fosas nasales. La gente va vestida de negro, con el pelo de punta, rapado o demasiado largo. Me doy cuenta en seguida que nos hemos metido en la boca del lobo.

Y nosotras vestidas de Channel...

CONTINUARÁ

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