Notas:

Bueno, comenzaré aclarando que esta serie no me pertenece, y créanme, es mejor así xD

Este fanfic es una entrega al pedido del usuario Gingana, en una de las actividades de nuestro querido foro "Comunidad del Cazador". Sí, pásense, es divertido 3

Y por último, gracias al apoyo y la paciencia de RedGlossyLips, sin ella yo no estaría aquí (?) –Saca su pañuelo-.

Los dejo con la historia, ojalá sea de su agrado ~


Gon se encontraba tirado sobre su cama, con la cara roja por la vergüenza y una expresión totalmente confundida. Llevaba ya varios minutos en ese estado, y es que no podía dejar de preguntarse qué era lo que le estaba ocurriendo últimamente. Hacia muchos meses que cosas extrañas le ocurrían durante algunos encuentros con Killua, pero todo había empeorado radicalmente desde que regresaron de ese viaje…

Muchas cosas habían ocurrido desde entonces, y varios años habían pasado desde la última vez que habían visitado a Mito-san en la isla ballena. Como era de imaginarse, la mujer estaba feliz de recibirlos y no tardó en mandarlos a darse un baño mientras preparaba una gran cena de bienvenida.

Los dos chicos entraron al cuarto de baño sin meditar, ya que sabían que difícilmente podrían negarse. Todo iba perfecto, hasta que el primer signo de que algo extraño pasaba apareció. Una vez que se encontraban en adentro, Gon se quedó pasmado allí mientras Killua se quitaba la ropa sin remordimientos. De pronto sintió una gran vergüenza al imaginarse desnudo ante su compañero, pero ¿Cómo podía ser? Ellos habían estado juntos durante años, y en más de una ocasión se habían visto desnudos. Apresurándose para no llamar la atención del albino, el moreno se quitó las prendas rápida y tímidamente para entrar en la bañera de una vez, y apartar de su mente esos extraños pensamientos. Pensó que lo había superado, pero su ilusión se rompió en cuanto el joven Zoldyck entró despreocupadamente en la bañera y se estiró sin cuidado alguno, rozando en varias ocasiones su piel con la del moreno.

-Que bien se siente-. Exclamó cerrando los ojos relajado. –La última vez que me bañé en una de estas fue… Vamos a ver… Ah, aquí mismo-. Hizo memoria para luego dirigir una interrogante mirada al moreno, quien no había dicho ni una sola palabra desde que entraron al baño.

-¿Te pasa algo?- Le preguntó al ver que no despegaba la mirada del agua, y no pudo evitar preocuparse un poco. Después de todo, Gon no era del tipo de personas que actuaba de esa forma sin motivo alguno.

El joven cazador tan solo negó con la cabeza, sintiéndose totalmente confundido.

-No es nada, Killua-. Agregó intentando averiguar que era aquello que estaba sintiendo. Cada vez que sus cuerpos rozaban, sentía un peculiar cosquilleo en la zona del vientre que lo tenía bastante intranquilo. Sin poder aguantar un segundo más en aquella incómoda situación, el moreno se puso de pie y tomó rápidamente una toalla para cubrirse.

-Creo que me adelantaré, te veo luego-. Comentó sin siquiera intentar hacer sonar natural su repentina huida, sentía que no podía quedarse allí más tiempo o algo malo ocurriría. Se secó rápidamente y antes de que Killua pudiera reaccionar, el joven ya se había puesto su ropa y había salido a toda velocidad de la habitación, dejando al asesino con una extraña y preocupante sensación.

El resto de las semanas que pasaron fueron más o menos normales, pero el moreno no podía evitar sentir que una pequeña tensión había aparecido entre él y su amigo después de ese incidente. Tensión que incluso había durado hasta ese momento, que se encontraban a kilómetros de la isla ballena, en un departamento de la ciudad de York esperando para reunirse con sus amigos. Según lo que habían conversado, Leorio llegaría aquella misma noche, mientras Kurapika intentaría aparecerse al día siguiente.

Golpeó sus mejillas con ambas manos, decidido a concentrarse. Debía despejar su mente de esos extraños pensamientos. Sus amigos dejarían lo que estaban haciendo para encontrarse con él y Killua después de muchos años, no podía comenzar a actuar raro en frente de ellos.

-¿Acabaste ya?- Escuchó el moreno que alguien hablaba dentro de la misma habitación, sobresaltándolo. No se había dado cuenta del momento en que el albino había entrado a al lugar.

-Killua, ¿Cuánto tiempo llevas allí?- Preguntó intentando sonar normal, cosa que según él, había funcionado. Según él.

-Un par de minutos-. Dijo el joven albino apoyado en la pared, comiéndose un trozo de chocolate despreocupadamente. –De todas formas, ya casi es hora de almorzar-. Mencionó acercándose para sentarse junto a su amigo.

-¿Te parece si vamos a comer algo al restaurante del hotel?-. Se apresuró a ofrecer Gon, evitando así estar a solas con su mejor amigo. Últimamente había adquirido ese incontrolable hábito que, por supuesto, no pasaba desapercibido para Killua.

El albino había tenido ciertas sospechas de que algo malo ocurría con Gon, pero desde aquel viaje a la isla ballena, no le cabía ninguna clase de duda. Su amigo estaba actuando de una manera extremadamente extraña, y lo peor de todo, era que el problema parecía ser él.

Los dos cazadores bajaron al primer piso y se sentaron en una de las mesas, decidiendo que iban a pedir. Una vez que la comida estuvo servida, el ambiente se puso algo tenso nuevamente. Ninguno de los dos emitía un sonido más allá de los cubiertos chocando con los platos, y eso les sacaba de quicio.

Hubo un fugaz cruce de miradas, a lo que el moreno sintió un innegable cosquilleo en el estómago. Y fue ahí cuando recordó de golpe. Su razonamiento fue de tal impacto, que incluso dejó de comer para concentrarse totalmente en sus recuerdos.

Había tenido montones de citas con chicas que llegaban en barcos a la isla ballena, y en más de una ocasión lo había escuchado. Aquellos famosos cosquilleos en el estómago. Pero… No podía ser. ¿Killua? Su amigo, su mejor amigo. ¿Sería esa la explicación de por qué se sentía de esa manera? Sin poder contenerse más, se atrevió a preguntar.

-Oye, Killua…- El albino no respondió, pero lo miró atentamente como respuesta. -¿Alguna vez… Te ha gustado alguien?- Preguntó esperando obtener más pistas acerca de ello.

El aludido se sonrojó ligeramente, pero actuó con indiferencia. –Pues la verdad no. Como ya te dije, estuve toda mi vida concentrado en mi entrenamiento para convertirme en asesino. No tuve tiempo para ese tipo de cosas-. Exclamó entre avergonzado y extrañado. Primero, su amigo le contaba que había tenido numerosas citas con mujeres. Y ahora, salía con este tipo de preguntas. Qué, ¿Acaso era un adulto disfrazado de niño pequeño? ¿Por qué parecía estar madurando más rápido que él? No tenía sentido alguno, pero aquellos pensamientos le molestaban. ¿Acaso a Gon le gustaba alguien? ¿Era por eso que había estado actuando tan raro durante meses?

-Ya veo…-Murmuró el menor decepcionado. Por un momento había tenido el impulso de sincerarse con su compañero, pero se contuvo. Killua había dicho que nunca le había gustado nadie, así que probablemente no sería la mejor de las ideas plantear un sentimiento del cual ni él mismo se encontraba seguro.

Killua por su parte, sintió un montón de dudas aflorar en su mente, pero últimamente, intentar preguntarle algo a su amigo era inútil. Casi parecía otra persona, su seguridad se iba perdiendo poco a poco y constantemente se veía sumergido en sus propios pensamientos. Aquella última semana Gon se había convertido en un manojo de incertidumbre y confusión.

Por supuesto que esto afectaba increíblemente al joven asesino, pero si algo había descubierto sobre Gon tras todos esos años, era que en ocasiones el moreno necesitaba resolver ciertos problemas por su cuenta. Y este era uno de ellos. Por mucho que lo torturara la incertidumbre de no saber que le ocurría.

El resto de la cena transcurrió tranquilamente. Esta vez, ambos chicos se encontraban demasiado sumergidos en sus pensamientos como para volver a cruzar una palabra. En cuanto terminaron de comer, ambos decidieron pasar el resto de la tarde explorando el resto de las atracciones del hotel, y vaya que tenía montones. Ellos habían escogido ese lugar tan solo por la ubicación, y no se habían dedicado a averiguar nada más, por lo que fue una sorpresa cuando se encontraron con un gimnasio en uno de los pisos inferiores. Estaban decidiendo si deberían entrar o no, cuando de pronto el teléfono de Gon sonó

-¿Hola?- Habló el moreno.

-Hola chicos, soy yo-. Saludo el joven del otro lado.

-¡Leorio!- Exclamó el menor con una sonrisa de oreja a oreja. -¿Ya estás aquí?- El albino no pudo evitar que una mueca de frustración apareciera en sus labios. Aquella semana Gon no había sonreído ni una sola vez en su compañía, mientras el solo hecho de hablar con Leorio le sacaba una sonrisa con suma facilidad. Cerró los ojos, intentando mantener sus irracionales sentimientos al margen para poder oír la conversación.

-Así es, el vuelo llego hace unos diez minutos-. Relató el casi médico. –En este momento estoy en el taxi, voy de camino a la dirección que me dieron-.

-Está bien, te estaremos esperando en la recepción-. Dijo por último antes de despedirse y cortar. Se giró animadamente hacia su amigo, quien tenía cara de pocos amigos. -¡Leorio viene en camino!-

-Entonces será mejor que lo esperemos abajo-. Sentenció aun haciendo un esfuerzo por quitarse aquella antipática actitud. Era obvio que Gon estaría contento, hace años que no veían a sus amigos. Sin embargo, si era capaz de sonreír así con alguien más, ¿Por qué no podía con él? ¿Eso quería decir que efectivamente, era él el problema?

-¡Killua, te dejo atrás!- Exclamó el menor ya al fondo del pasillo, sacando al albino de sus pensamientos. Sería mejor que dejara de pensar tanto en ello, al menos por el momento.

Luego de que ambos jóvenes se reunieran con el futuro médico, los tres cazadores decidieron ir a cenar, ya que Leorio moría de hambre.

-En serio, la comida del avión era horrible-. Relató el recién llegado mientras esperaban que la camarera les trajera su pedido. –No pagué un viaje en primera clase para que me trajeran semejante basura. Cielos, el servicio público está cada vez peor…- Se quejaba enérgicamente, mientras Gon soltaba una pequeña risita.

-Realmente, no has cambiado nada, Leorio-. Afirmó el menor, sin quitar la sonrisa de su rostro.

-Sí, sigues siendo un llorón, Riolio-. Agregó el albino con la pura intención de molestarlo, pero Leorio decidió pasar por alto aquel comentario. Después de todo, en cierta forma, incluso había extrañado las constantes insolencias por parte del menor.

Los minutos pasaron entre conversaciones a las que incluso Killua no pudo evitar involucrarse, y mientras más tiempo pasaba, más eran las copas de alcohol que habían pasado por la mesa para luego terminar dañando el hígado de Leorio. Después de lo que fueron aproximadamente unas dos horas, el estudiante de medicina ya se encontraba en un estado en donde su lucidez mental se ponía totalmente a duda, por lo que los dos menores decidieron meterlo en su habitación antes de que comenzara a hablar demasiado explícitamente sobre temas de adultos. En algún momento de la noche, la conversación había comenzado a tomar ese rumbo.

Luego de prácticamente arrojarlo dentro de su habitación, Gon y Killua regresaron a la propia y se prepararon para dormir. El moreno comenzó a sacar un par de cosas desde su maleta mientras hablaba alegremente.

-Espero que Kurapika pueda venir mañana. Nos dijo que llamaría para avisar, pero no lo ha hecho. ¿Tú qué crees Killua?-

-No lo sé-. Respondió en un tono algo desanimado. Dejó pasar un par de segundos antes de interrumpir a su amigo, quien se había puesto a hablar nuevamente. –Gon-. Dijo en seco, haciendo que el moreno se diera vuelta para mirarlo.

-¿Qué pasa?- Preguntó el aludido, pero no pudo sostener la mirada de su amigo por mucho tiempo. Nuevamente, ese cosquilleo hacía su aparición. El albino se quedó callado durante unos segundos, y luego soltó un suspiro resignado.

-No es nada-. Dijo caminando hacia el cuarto de baño. –Tomaré un baño-. Le avisó a su amigo antes de desaparecer tras la puerta. Gon se quedó de pie, pensativo. Nuevamente había aparecido ese extraño sentimiento que no lo dejaba actuar normalmente con Killua. Había podido hablar perfectamente con Leorio, pero al estar nuevamente solo con el albino, había tenido una vez más esa reacción. Comenzaba a molestarle. Tenía que hacer algo pronto, o se volvería loco. La única persona que se le venía a la mente para pedir ayuda era el medico semi-ebrio que se encontraba en la habitación del lado. Sí, no sonaba una buena idea en lo absoluto. Habría esperado al rubio para consultar con él, pero no sabría si podría aguantar más tiempo sintiéndose de esa forma. Al parecer no tenía otra opción…

-Leorio…-

-Vamos, léelo antes de decir cualquier cosa-.

El moreno miraba dudoso la revista que se encontraba sobre la mesita de centro del doctor, la cual había sido bautizada como "la solución a todos sus problemas". No dudaba de las buenas intenciones de su amigo, pero tan solo el encabezado lo hacía poner en duda la credibilidad del asunto. "4 pasos infalibles para enamorar a tu chico".

-La compré antes de abordar el avión. Pensé que era una revista para adultos por la foto de la portada, ya sabes. Pero resultó ser una revista para chicas adolescentes. – El estudiante de medicina se llevó una mano a la barbilla, pensativamente. –Bueno, eso explica por qué el vendedor me miró raro cuando se la pedí. Como sea, la leí durante el viaje, ya que no tenía nada más que ver. Te digo, Gon, ese artículo es la respuesta a todos tus problemas.

El menor suspiró. Quizás no era el más listo, sabía que esa idea no podía terminar bien. Sin embargo, no tenía ningún otro plan, ni nadie más que lo ayudara.

-Está bien, lo intentaré-. Soltó sacándole una gran sonrisa al mayor.