Advertencia: esto es un what if, o sea que Neji fue herido en la guerra pero continúa vivo, Maito Gai consiguió células de Hashirama como todo el mundo, y no, no sueñen con ver más parejas (tal vez subliminalmente shikatema) porque solo escribo mariconadas, imagínense escribir tanto hetero para un alma homo como la mía jajaja.
Aviso: Este fic participa en el Amigo Secreto de la Mansión Foster de la Weonas Imaginarias sjkdhsjkd. Ok no, este fic es parte del intercambio de Amigas weonas del whatsapp. It´s for you, bitch Senju, osea la Ana Maria la del Barrio.
Una Senju Marica cofRougecof fue mi auto-impuesta beta :3
Nota: No es todo romance, trata de la amistad también, así que dejen de ser tan pervertidos y dejen de imaginar un harem (?). Todo es contado desde el punto de vista de Tenten, así que es claro que hay cosas que se le escapan o no se entera, pero con el tiempo sabrá. Y claro, ustedes tampoco sabrán pero yo sí, muahaha. Y en mi defensa quedó muy extenso porque la perra pidió un amor lento, así que culpen a ella, no a mí (?)
*huye*
Quizás, tal vez, definitivamente
.
Neji se encontraba sentado en la posición de loto, completamente concentrado en su meditación e ignorando todo alrededor, Tenten se recostó a su costado, en completo silencio. Lo miraba de forma atenta, miraba sus largos y finos dedos, su piel blanca llena de pequeñas cicatrices por entrenamientos y peleas, quería pasar sus manos por cada marca, hacerlas desaparecer con solo besos, o quería en una noche a oscuras saber la creación de cada una, y esas noches ambos compartieran sus cicatrices para buscar lo hermoso de no ser perfecto. Recordó esa herida que ocultaba bajo su ropa y bajo vendas luego de la guerra, esa herida gigante en su pecho cuando el juubi lo atacó, quería tocar esa cicatriz y saber que Neji seguía vivo, quería fantasear que seguía vivo por ella y por nadie más, que esforzó a su corazón latir por ella y no por otra persona. Amaba su pelo, no era como el de ella que siempre era mejor mantenerlo atado porque un enredo de ondas, en cambio el de él caía completamente lacio hasta su cintura, quería pasar las manos por su pelo y buscar de forma curiosa si realmente era tan suave como lo aparentaba. Le encantaban sus pestañas completamente largas, esas pestañas que resguardaban unos ojos tan blancos pero tan difíciles de descifrar, descifrar el candado para ver su alma. Y como amaba sus labios, había perdido la cuenta cuantas veces se había quedado mirando esos labios y preguntando cómo se sentirían, y cómo se sentiría ella al besarlos. ¿Se sentiría flotar? ¿Se sentían como mariposas?, no lo sabía.
Y probablemente nunca lo sabría.
—Neji.
—¿Qué sucede? —respondió aún con los ojos cerrados.
—Yo...
Cerró los ojos y no continuó. Su burbuja de ensueño explotó con un rayo de felicidad juvenil, escuchó las pisadas rápidas de Lee hacia ellos. Sonrió de forma sincera al escuchar que venía con su sensei, que hacía solo unos pocos días le habían dado el alta en el hospital. Realmente los adoraba, adoraba a su equipo, no sabía qué haría sin ellos, eran ellos los que la hacían sentirse una persona; no tan rota y atemorizada por esas pesadillas de la guerra. Eran las que la hacían sentirse alguien real y no un ser sin importancia que se perdía entre la multitud. Y tal vez, si su sueño tonto nunca se cumplía; sabía que tendría a su equipo con ella, porque era su familia y le rompería el alma perder a su familia. Esa era la principal razón que callaba su corazón infantil y lo moldeaba con una capa de realidad para que se mantuviera sereno, adulto, apagado.
Abrió los ojos al sentir a los otros dos más cerca, y se topó con la sorpresa de que Neji la estaba observando. Él en realidad aún no tenía el alta, debía seguir en observación varios días más, pero ella —conociendo a su compañero— había aparecido esa mañana en su habitación con algo de su ropa, gracias a que Hanabi se la había facilitado, y lo ayudó a escaparse. Recordó toda la salida riendo como tonta, en parte por actuar como niña y otra parte muy oculta: por portarse como una fugitiva, escapando con su amante secreto que buscaban casarse sin las miradas o aprobación de los demás.
A veces le gustaban los sueños así, muy tontos, nada que ver con ella, pero la ayudan a soportar esos días lúgubres.
Le sonrió a Neji como respuesta a su pregunta silenciosa, se sentó y buscó en su bolso los bentos que había hecho antes de salir. Todos eran nutritivos, no eran lo más sabroso del mundo, pero tenían a personas que necesitan cuidados específicos con ellos. Gai-sensei andaría en silla de ruedas hasta que Tsunade-sama hiciera un implante con el injerto de células Senju, de igual manera aún su cuerpo se notaba cansado por abrir todas las puertas en la batalla, y luego estaba el Hyuuga, que aún le seguían monitoreando sus órganos vitales y necesitaba unas pastillas diarias, tal vez las necesitara de por vida. Ella no sabía mucho del tema porque no era buena en medicina y él no quería hablar de eso porque era un golpe a su orgullo. Mordió su labio y espantó esa nube triste que amenazaba con cubrirla, Lee venía corriendo, mientras llevaba a cuestas la silla de ruedas de su maestro, Gai gritaba que corriera más rápido y su alumno no sería menos obediente.
—¡Corre, Lee!
—¡Sí!, ¡Gai-sensei!
—¡Lee!
—¡Gai-sensei!
Tenten negó divertida mientras los veía aterrizar de una forma exagerada a centímetros de ellos, Neji solo bufó, pero presentía que también adoraba esos momentos. Tal vez en medio de la guerra soñó que fueran diferentes, pero… se arrepentía; los quería así, ya no imaginaba un mundo con ellos tranquilos, o con un Neji diferente. Neji era perfecto hasta con sus pequeñas imperfecciones.
—Debería dejar de soñar —farfulló, pero al notar que su compañero la miraba raro, se sonrojó, y se dio cuenta que aún no le daba su bento.
Neji no mostró ademán de reírse de ella, solo asintió la cabeza en agradecimiento cuando se lo entregó, mientras los de las mallas verdes le gritaban que era la hermosa flor a la cual ella nunca se comparó o quisiera compararse. Estiró sus piernas en su lugar y comenzó a comer de forma pausada, disfrutando ese pequeño momento de todos juntos luego de la guerra. Escuchaba de forma atenta la gran conversación de su maestro, y los gritos entusiasmados de Lee, al igual que las pequeñas palabras que lanzaba su otro compañero.
En solo dos días ya tenía que ir a Suna a hacer papeleo y actuar como embajadora, entonces volvería a pasar semanas o tal vez meses sin verlos a todos, los demás ya sabían que ella iría, más no el tiempo que estaría ausente. Lee se había ofrecido a cuidar a su sensei hasta que estuviera totalmente recuperado, mientras Hinata —desde que volvieron de la guerra— estaba cuidando a Neji, ya que vivían en el mismo clan y a pocos metros de distancia.
Eso lo molestaba. Ella no era una Hyuuga, y no vivía cerca —al contrario—, vivía en la otra punta de la aldea y siempre había sido así, tampoco tenía mucho dinero ya que vivía por su propia cuenta, estaba bastante endeudada pero no lo diría en voz alta. Así que lisa y llanamente, no estaba estratégicamente, ni financieramente, en posición de ayudar completamente a Neji. Aunque había comenzado a ahorrar de a poco para mudarse más al centro de la aldea, y quien sabe, algún día tener su propia tienda de armas.
Al pensar en Hinata, miró la frente de Neji, que ahora estaba totalmente libre, no había bandana que la cubriera porque no estaba en servicio, ya no había un sello que ocultar, esos pocos minutos con su corazón detenido habían hecho posible que el sello desapareciera. Ahora Neji era libre de la rama secundaria y de su destino. Tenía tantas cosas que preguntarle, sobre que quería en su futuro, pero a él nunca le gustó hablar de ello, siempre era bastante fatalista y negado a aceptar ser el guardián de por vida del futuro líder del clan, pero ahora era diferente, era como esas aves libres que tanto amaba observar.
Como si unas cadenas imaginarias que lo ataban se hubieran quebrado, pero también como si una pequeña cadena se atara a ella y le diera una pequeña esperanza que en un futuro algo podría pasar.
—¿Tenten, cuándo sales para la misión? —Ella miró con la boca llena a Lee, el cual en algún momento había dejado de gritar y ahora centraba su atención en ella.
—En dos días —respondió orgullosa, ya que muy pocos estaban en buen estado físico como para volver a ejercer, y señaló a todos con los palillos— no importa que no esté en la aldea, deberán mandarme informes de su alimentación y rehabilitación, sino vendré para castigarlos a todos.
Lee asintió de forma energética y avisó que cumpliría todo lo que pidió, a pesar de él sí estuviera en perfecto estado de salud y no necesitaba darle seguimiento de nada. Su sensei lloraba a lágrima viva y no paraba de decir cuán orgulloso estaba de ella, lo cual la hacía sentir entre incómoda y halagada. Neji por su lado, no armó una escena, sino que continuó comiendo, hasta que en un momento se dio cuenta que ella la miraba y levantó la vista.
—Estaré bien, no necesitas preocuparte.
Su sonrisa tambaleó por un segundo, pero no demostró dolor, esperaba también una pequeña despedida de él. Aunque tal vez el otro lo hubiera presentido, porque lo escuchó suspirar cansado antes de acercarse y susurrar.
—No tardes tanto.
—¿Me extrañarás?, me siento halagada —dijo en broma y medio jugando.
Neji le dio una pequeña sonrisa en respuesta, y ella solo lo observó como tonta por unos segundos. Deseó que realmente él la quisiera de vuelta pronto y no solo la quisiera para salvarlo de los futuros entrenamientos al cual lo pondría su sensei en modo rehabilitación. Al sentir que su cara iba a enrojecer, saltó en su lugar y se dio golpes suaves en las mejillas con las palmas, al ver que todos pararon a verla, comenzó a reír para no tener que gritar de la vergüenza.
Dos días después fue un día nublado, ventoso, con indicios de una tormenta, las pequeñas gotas que comenzaban a caer lo anunciaban. Hacía unos minutos había recibido unos pergaminos importantes del actual Hokage (aún no se acostumbraba a ver a un sensei tan perezoso como Kakashi como líder, pero sabía que sus alumnos estarían orgulloso de él) y le deseaba un buen viaje. Ahora se encontraba en la puerta, cubierta de la lluvia gracias a un paraguas que tenía Lee, los otros por su salud, no podían salir y ella lo comprendía. Su compañero lloró a lágrima viva como si no la fuese a volver a ver, y ella lo abrazó y le prometió que solo iría de embajadora por pocas semanas, aunque realmente no sabía cuánto tardaría.
Debería sentirse más triste —eso suponía— pero aún se sentía malhumorada, la noche anterior quiso visitar a Neji, ya que gracias a su pequeño escape a los campos de entrenamiento lo habían puesto de nuevo en el hospital, pero Hinata con sus tartamudeos le avisó que estaba durmiendo y no podía pasar. Sabía que no tenía que molestarse con alguien tan dulce como Hinata, pero esa molestia en su pecho al verla muy cercana a él, cuando ella solo estaba en la categoría de compañera de equipo, le molestaba. Pensar que algunos de esos sonrojos eran para su primo, aunque sonara enfermizo. ¿Era malo estar celosa de alguien tan femenina y dulce como Hinata?, sabía que no era muy femenina, ni aunque usara vestido, que no sabía cuidar de una casa, válgame, ni siquiera tenía conocimientos de niños. A diferencia de la Hyuuga, ella no era femenina y delicada, Tenten era el perfecto estereotipo de kunoichi, una marimacha.
Se dio cuenta tarde que Lee la miraba preocupado, ella negó y aclaró que solo tuvo un momento de melancolía, pero el chico de las mallas puso un rostro serio y la tomó de los hombros.
—No sé lo que es lo que te agobia querida Tenten, ¡Pero yo, el guapo más guapo de esta aldea, te protegeré de lo que te cause dolor!
Tenten sonrió de forma dulce y le dio un beso en la mejilla al chico, haciendo que el otro le diera una gran sonrisa. Le palmeó el brazo, limpió una pequeña lágrima rebelde y puso una gran sonrisa de alegría.
—Definitivamente el más guapo de todos. Cuida bien a Gai-sensei mientras no esté, y no lo dejes correr con las manos de nuevo —lo amenazó con el dedo.
—¡Pero Tenten…!
—Nada de peros —se cruzó e hizo ademán de ponerse seria, pero no pudo, y terminó sonriendo de nuevo—, esperaré con ansias las cartas de todos, yo también enviaré alguna cada vez que pueda.
—¿No dirás que también cuide a Neji? —preguntó de forma casi inocente su compañero.
—Neji… —intentó que su voz continuara normal—Tiene a Hinata, y a todo su clan, estará bien.
Y con esto, se alejó por la puerta, llevando a cuestas pergaminos importantes para entregar al Hokage, un bolso con su ropa, pergaminos sellados con sus queridas armas, unas mallas verdes que le regaló su sensei para que entrenara de forma cómoda —porque los vestidos no eran cómodos para él—, una flor de las más hermosas flores de la pradera más guapa de las guapas de parte de Lee para que le hiciera compañía en el viaje y el aroma le recordara a su hogar, y de Neji solo llevaba un corazón roto que le susurraba que no tardara tanto.
Salió sola, sin escolta alguna, sin una gran despedida.
Tardó tres días exactos en llegar, a un paso firme y constante, el cual solo la hizo llegar completamente agotada y soñando con grandes camas suaves, comidas eternas, grandes vasos de agua helada. Kankuro es quien la recibió en la puerta, sin nada de lo que soñó, pero con una gran sonrisa en forma de bienvenida, y por un momento creyó que hizo bien en hacerse voluntaria para ser la nueva embajadora de Konoha.
El marionetista la recibió como si fuera una vieja y gran amiga de muchos años, y no una agradable conocida del fatídico examen chunnin en su aldea, o como una buena compañera en la última guerra. A pesar de todas las protestas, llevó su bolso e ignoró que ella era hasta más fuerte que él, y por un momento, Tenten no pudo evitar hacer una comparación con Neji; el cual la dejaría cargando el bolso porque sabía que ella era extremadamente fuerte, por un lado alguien que reconocía su fuerza y por otro lado, el caballerismo, y el caballerismo en un mundo lleno de shinobis era algo para tomar en cuenta, apreciar. La acompañó todo el transcurso a su futuro departamento, entre risas, anécdotas tontas, charlas emocionadas de Tenten con sus nuevas armas y charlas efusivas de un Kankuro con nuevas marionetas, y en esas cuadras, Tenten llegó a pensar que tal vez el muchacho tenía razón y era como encontrarse después de tanto tiempo con un gran amigo.
Cuando abrió la puerta, Kankuro esperó en la puerta, le preguntó de forma divertida si necesitaba ayuda de nuevo con su bolso, ella de forma divertida bromeó un poco, pero quería estar un momento a solas. Se despidió de forma efusiva, sabía que a la mañana siguiente deberá encontrarse con el Kazekage, y el muchacho la obligó a prometer que a la salida de la reunión, saldrían a almorzar.
—Me debes una cita y lo sabes—dijo de forma orgullosa, haciendo que la chica lo mirara confundida.
—Nunca me pediste una cita Kankuro, y estoy completamente segura, a menos que la pidieras mientras peleábamos con los zetsus y…
—Sí, exactamente.
—¿¡En serio!? —no pudo evitar gritar y soltar la botella de agua que había tomado.
—Sí —dijo de forma petulante y se dio la vuelta para irse.
—¿¡Y yo acepté!?
La respuesta fue la risa de Kankuro que se perdía mientras bajaba las escaleras. Ella se quedó en la puerta de lo que sería su hogar por unos meses, sin comprender bien del todo lo que acababa de suceder. Aún seguía aquello en su cabeza a la mañana siguiente cuando habló con el Kazekage y le daba unas cuantas órdenes —deberes como embajadora— para que siguiera mientras se hospedaba en su país. Tenten sabía que el chico tenía su misma edad, pero no actuaba como uno, sino como el Kage que era y eso la intimidaba un poco, y que Temari estuviera como su ANBU personal y viera cómo intentaba no reírse de ella —o de algo, no comprendía que era tan gracioso para la rubia— la hacía sentir torpe y pequeña.
Miró con pena y empatía como pasaba Matsuri corriendo con una gran cantidad de papeles, también como en un momento tartamudeó y cayó, los papeles volaron y sintió que estaba en navidad.
—Me ofrezco a ayudar a Matsuri en este tiempo —dijo de forma tranquila y segura, luego de que le aclarara todo sobre su hospedaje.
—¿Estas segura, niña? —Temari es quien le habla, el pelirrojo observaba todo en silencio.
—Claro.
Miró un poco orgullosa las caras incrédulas de todos, hasta de la propia chica a la que se ofreció a ayudar.
Entonces los días comenzaron a pasar de forma rápida. Sus días se resumían en despertarse, intentar peinarse, resignarse y hacerse unos rodetes, intentar no volar por culpa de las tormentas de arena mientras llegaba la torre del Kazekage, hablar un poco de forma amena con Gaara, ayudar a Matsuri por la mañana e intentar no tirar todos los papeles para firmar, interactuar de forma seria sobre los pergaminos que trajo, enviar mensajes al Hokage con reportes semanales, soportar las bromas de Temari, y todo se suavizaba a la tarde, cuando la esperaba en la puerta Kankuro para salir.
—¡Pásalo lindo con tu novia!
Tenten se ponía roja cada vez que le gritaba eso la rubia, aunque siempre negase y dijese que ellos dos solo eran buenos amigos, Temari hacía oídos sordos a sus protestas. Normalmente Kankuro gritaba, y se volvió con el tiempo una pelea tonta de gritos sin sentido, hasta que ella o Gaara los frenaban.
—Yo no vivo molestando con que tiene el novio más vago de la historia… —Le decía Kankuro molesto, como un niño pequeño, al ser regañado por su hermano menor.
—Creo que la llegaste a molestar mucho con Shikamaru, ella solo te está dando una cuchara de tu propia medicina—respondió en voz baja, un poco sonriendo, y aún con las mejillas coloradas.
—Eres demasiado buena, Tenten.
—También eres bueno, no pienses en lo contrario, es solo que te gusta hacer bromas.
Kankuro le sonrió y le prometió que ese día no se había olvidado de llevar la billetera. Ese día la llevó a un lugar no tan rústico, sino más elegante, haciéndola sentir cohibida ya que no se sentía arreglada para la ocasión, pero las bromas y las charlas de armas con el muchacho lentamente la hicieron olvidar cómo estaba vestida. Él la acompañó hasta la puerta y le dijo que esa semana saldría a una misión tranquila al país de la Hierba, pero cuando volviera, le traería algún arma nueva y extraña, ella en un arrebato de felicidad saltó sobre él y le dio un beso rápido en los labios. Pero cuando se dio cuenta de lo que hizo, se quedó blanca, toda su sangre bajó de su cara por la tontería que hizo, Kankuro por su lado la miró asombrado y algo incómodo, pero le sonrió como si nada malo hubiera pasado. Ella quería disculparse, pero no podía, no le salía la voz. El marionetista se encogió de hombros.
—No me molesta ser despedido todas las noches de esta manera.
—Kankuro, lo siento, yo… —murmuró cohibida.
—No necesitas disculparte, en serio. Hasta dentro de unas semanas, Tenten.
—Suerte en tu viaje, Kankuro.
Ella no esperó como las otras veces hasta perderlo de vista, si no que cerró la puerta y se lanzó a su sillón, miró la pared, y se sintió mal, como si hubiera hecho algo horrible. Corrió y buscó en su dormitorio un cajón lleno de cartas que recibió estos meses fuera de Konoha, había cartas casi diarias de Lee, cartas semanales de su sensei, algunas cartas aleatorias de otras personas, pero rebuscaba y solo encontró ocho cartas que estaban separadas de las demás, las cartas que recibió de Neji. Esa noche sus ojos se llenaron de lágrimas, releyó esas cartas casi sin demostración de cariño y deseó volver su hogar, ese lugar que hacía meses no extrañaba y se sintió mal, se sentía ahogada. Cuando cayó dormida, soñó con esas cartas a las cuales se durmió abrazada, soñó que Neji iba a buscarla y le pedía volver juntos a la aldea.
Se preguntó si Neji la extrañaba tanto como ella lo extrañaba a él, y una vocecita en su cabeza le decía que no, mientras una en su pecho le gritaba que sí.
Cuando cayeron esos tres meses sin Kankuro, pasó más tiempo con Matsuri e intentaba encontrar un tema de charla con Temari que no fuera sobre su amigo vago de Shikamaru, se dio cuenta que a pesar de que se hizo amiga de muchos vendedores, de otros inquilinos del departamento, extrañaba mucho la presencia de su amigo. Se mordió el labio al pensar que lo extrañaba como reemplazo de Neji, y se sentía un monstruo, no quería hacerle algo así a alguien, al cual quería como uno de sus amigos más preciados. Pero no sabía con quién hablar, Matsuri siempre soñaba despierta con Gaara y más que ayudarle, ella terminaría ayudando a la muchacha enamorada, los shinobis amigos estaban descartados, así que aunque sonaba horrible y una odiosa idea, buscó a Temari.
Porque era súper normal hablar de problemas de corazón con la propia hermana mayor de uno de los chicos de los que iba a tratar el inconveniente.
—El Kazekage es tan lindo —suspiró emocionada Yukata.
—Pero yo soy su asistente personal —declaró orgullosa Matsuri.
—¡Vayan a trabajar y dejen de hablar de mi hermano!
Ese día, Tenten estaba ayudando a llevar algo de café y té a las reuniones, vio cómo las dos pobres chicas temblaban de miedo y literalmente salían corriendo de los celos de hermana sobreprotectora que sufría Temari. Observó cómo la mujer entraba a la oficina de su hermano, aquél día no lo acompañaba como guardaespaldas —no era como si Gaara necesitara guardia personal, pero era la ilusión que daba—, sabía que el pelirrojo estaba en una reunión en otra habitación, así que pensó en sus posibilidades de hablar.
Normalmente no encontraba el momento, o la ocasión, también muchas veces su cerebro la traicionaba y salía huyendo. Si su sensei la viera en estos momentos se sentía decepcionado de ella y la haría correr seiscientas vueltas de Suna a Konoha con una bolsa llena de gatos mojados en la espalda. Así que no iba a desaprovechar el tener sola a Temari en el despacho de su hermano.
—Temari-san…
La Sabaku No dejó de mirar los pergaminos que llegaron al despacho y la miró intrigada, ella volvió a sentirse torpe y pequeña. Se movió incómoda en su lugar, y para evitar problemas, dejó con suavidad la bandeja en el escritorio.
—¿Puedo pedirle un consejo?
—¿De armas?, en esas cosas puede ayudarte más Kankuro, aunque me siento algo halagada de que me lo pidas a mí.
—No, es por otra cosa, —sintió las mejillas arder— problemas amorosos
—Temari suelta el pergamino de la impresión y comienza a reír nerviosa.
—¿Yo?, ¿Piensas que yo puedo ayudarte?
—Bueno, sé que está de pareja con Shika…
—¡No es mi novio!
—¡No! ¡Lo decía por todos sus pretendientes! —dijo yéndose por la tangente al ver la negativa de la chica que se muestra alerta, y esperó a que se calmara para continuar— ¿Qué haría si está enamorada de alguien pero es imposible, buscaría a alguien más?
—Pelearía por él, si lo quiero, será mío y de nadie más —le respondió seria.
—Pero... ¿Y si hubiera barreras que les impidiera estar juntos?
—Traería ese culo vago para Suna quiera o no.
Tenten miró divertida a Temari y no la corrigió, era la primera vez que la veía sonrojada e intentando excusarse, así que ella hizo ademán de no haber escuchado la respuesta y le pidió que se la repitiera. Claro que esta vez, dio una respuesta diferente, pareció que la rubia se sintió un poco más tranquila, sin deseos de continuar la conversación, tomó la bandeja y se marchó. Aunque se quedó pensando en esas palabras que le dijo. ¿Debería pelear por Neji?
Se alejó del lugar y fue a dar una vuelta por los locales. Lo de pelear, la hacía dudar, ¿Tendría la misma fuerza de voluntad que Temari, como ella sería capaz de sacar el culo vago de Shikamaru de Konoha, ella sería capaz de sacar el culo arrogante de Neji del clan Hyuuga?, no lo sabía, ese clan siempre le daba mala espina, le agradaba mucha gente de ahí dentro pero eso no significaba que siempre aprobara su forma de tratar a la gente de su propio clan, siempre le dolió ver a Neji sufrir por la marca en su frente y sentirse impotente por no poder eliminar ese sello de la faz de la tierra. Cuando esa noche llegó a su departamento, vio tres cartas en su buzón, una de Ino, la cual le pedía urgentemente la nueva tendencia en moda en Suna y que le diera chismes jugosos, lamentablemente ella no sabía nada de esos dos temas, no le importaba mucho la ropa de moda y era torpe con los chismes. Aunque podría contarle de Shikamaru, pero no era mala, no le haría eso al Nara. Pero era curiosa y quería ver la repercusión, estaba segura que la primera boda que verían, sería la de ellos. Decidió no responder, primero hablaría con Yukata que sabía más de moda, cuando le dijera bien qué era lo que se perdía, le daría una buena respuesta a la carta de Ino.
La otra carta era de Kankuro, la primera luego de ese momento incómodo, por suerte no decía nada sobre eso, le escribía emocionado que encontró tres tipos de armas geniales y que una o dos ya pensaba agregarlas a una marioneta, pero antes de instalarlas se las mostraría, hasta le dejaría la que le sobraba, y que no se preocupara porque las armas eran geniales. Ella se emocionó como colegiala soñando cómo serían esas armas y escribió una respuesta exigiendo más información. La última carta la hizo sonreír como boba, era una carta de Neji, de esas pocas que mandaba, pero eran tan extensas que sentía que recompensaba lo demás.
Le decía de todo y a la vez de nada, le contaba un poco de todos, algo de su clan, como iba su rehabilitación —parecía que ya le habían quitado las pastillas del tratamiento— y podía en poco volver a ejercer de shinobi, le contaba de las fangirls que había ganado Naruto, le contaba que le molestaba como Hinata parecía que estaba en el club. Pero luego le contaba más de su grupo, de cómo Gai ya podía correr y ya tenía peleas épicas de piedra papel y tijera con el Hokage-sama, y de él, le contaba que desde la guerra Hiashi tenía un ojo puesto en él. Ella deseó atravesar el papel, porque sabía que no lo escribió y no lo demostró, pero sabía que el chico tenía miedo y algo de rencor aún, pero se encontraba lejos, muy lejos, y no podía hacer nada para ayudarlo, ni para animarlo. Escribió por horas una respuesta, desbordando en líneas ese amor que el otro no demostraba, como si él amor que sentía ella fuera suficiente para ambos.
Dejó de escribir, soltó la lapicera, y se sintió masoquista, recordó ese amor unilateral de Sakura para con Sasuke, ese amor unilateral de Kiba para con Hinata, y ese amor correspondido de Shikamaru para con Temari, y ella no quería algo unilateral sino que quería ser correspondida. A pesar de recordar las palabras de la rubia, ya no se sentía con fuerzas para pelear otra guerra contra un corazón de hielo, y la respuesta a esa carta nunca la mandó, quedó abandonada en un cesto de basura.
Un mes y medio después, se encontraba en la puerta de Suna en compañía de Gaara y Matsuri, Kankuro volvía con su grupo, y ella había decidido sí o sí esperarlo, como él hizo en su momento. Sonrío de felicidad al ver que venía en compañía de un grupo de Konoha. Lee, Naruto e Ino venían a pocos metros, río en voz alta al comprender la carta de Ino y por qué le preguntaba por la moda de Suna. Pero dejó de reír, tuvo un mal presentimiento cuando el marionetista vio a todos socarrón y le guiñó un ojo, un mal presentimiento que se intensificó cuando Kankuro atravesó a todo el grupo y se paró enfrente de ella con una sonrisa diferente, tonta. Se quedó en shock cuando pasó su mano por su nuca y se acercó hasta darle un beso en los labios en modo de bienvenida en frente de todos. Sabe que todo se torció, el grito de sus amigos y el de los de Suna lo sintió como la alarma para la futura catástrofe.
—Te extrañé, cariño.
Y no se equivocó.
.
Continuara...
Notas finales: *Sufre arcadas y convulsiona por escribir tanto hetero*. Kami perra, tienes suerte que me guste el nejiten y quiera a los personajes de Suna. Se nota que todo el bulling que te hacemos por hetero rindió sus frutos, terminaste con dos amigas secretas jajaj, aunque eres una Senju perra y hamo molestarte, sabes que te quieroh :3
Ok, lamento si se ve ooc, pero no suelo escribir de ellos y lamento la futura mariconada que verán con Gaara jaja (mentira, no me arrepiento de eso, culpa a mi amiga secreta que me dejo). Más adelante subo la continuación, tres capítulos o dos más, maldita perra suertuda...
*se ahoga en yaoi*
A los demás ojala les guste esta historia, espero verlos pronto.
¡Hasta luego!
