Twoshot


—Comienza por el inicio. — sonrió.

—Nico y yo peleábamos a diario, en cada segundo que podíamos. Nuestra rivalidad era gigante y nuestros insultos creativos y divertidos, muy en el fondo nosotras éramos conscientes de que los decíamos con cariño. Pero yo estaba enamorada de ella, y como siempre, fui deshonesta. Sentía profundamente la ausencia de Nico, amaba sus coletas moverse cuando la pequeña diablillo salía corriendo aterrada de ti, pervertida. Sus ojos de expresiones comúnmente traviesas o enojadas. La forma en que ella pensaba, se desenvolvía, como de ser una chica totalmente infantil en cuestión de segundos tomaba el cargo y daba lo mejor de sí, inspirando a todos a su alrededor. Amaba cómo me hacía sentir. Mi corazón nunca dejaba de latir en ritmos desproporcionados cuando estaba a su lado. Los nervios, y la alegría que me envolvían en un manto de buenos momentos. ¿Qué era eso? Me preguntaba en ocasiones. Se sentía bien, se sentía perfecto.

En un principio darme cuenta de este hecho me costó horrores. Y por más que analizaba los hechos, no quería aceptar para nada la conclusión. ¿Cómo podía yo enamorarme de una enana irritante? ¿Cómo? Pero tenía sentido, todo el mundo lo sabía excepto yo. Lo que sentíamos. Para ese entonces, y sin ser consciente, era capaz de dar todo por Nico. Tenía sentido porque nosotras éramos, sorprendentemente, un complemento desastroso, llenas de deficiencias pero de forma asombrosa nos encontrábamos, irremediablemente, atraídas una por la otra. Todo lo que yo no tenía ella tampoco. Y lo que a ella le faltaba tampoco lo tenía yo, pero conforme nuestros caminos se entrecruzaron entre las dos lográbamos conseguirlo. Con ella a mi lado encontré la paz y la fuerza necesaria para seguir adelante en los días grises. Yo siempre desee protegerla, y así lo hice desde que la conocí. Y… para sorpresa de todos, como si ambas estuviéramos bajo un hechizo, nos dimos cuenta de que las dos estábamos locamente enamoradas bastante tarde. Nico y yo vivíamos en una especia de burbuja, nadie entraba, y las dos nos mostrábamos reacias a salir.

Cuando llegó el momento, la realidad pinchó esa burbuja y nos obligó a ser honestas con nosotras mismas.

La frustración que sentía yo por no poder entender qué era lo que sentía por Nico me golpeó con fuerza. Éramos las tontas más grandes que podía haber. — Terminé de decir, apretando los puños y conteniéndome para no llorar. Sentí frío y el cansancio quería ganarme. Pero necesitaba decirlo, así como también necesitaba una solución.

—Hablas de Nico como si estuviera muerta o como si ya no hubiera posibilidad de volver a verla, Maki-chan. —comentó Nozomi despreocupadamente. Me sorprendí un poquito, era cierto. —Probablemente pienses que ya no hay arreglo pero estás muy equivocada. — continuó. Asentí esperando de forma casi obsesiva una respuesta para mis problemas. —… Maki-chan por una vez en las vidas tan alocadas que tú y Nico cargan, sean honestas. Desde el inicio ustedes sintieron esa conexión tan dulce que no les permitía mantenerse alejadas. Pero ahora que sus formas de vivir están descontroladas no hay forma que esto vaya a terminar en un final feliz. Nico tiene muchos ligues y tú, saliendo con los chicos que tus padres te presentan. Las dos se lastiman tanto. Incluso a nosotras nos duele verlas así, Maki-chan. Nico es mi hermanita. Y cómo sigan así, haré lo que sea necesario para que acabe. —Me asusté por lo que Nozomi dijo, su rostro determinado solo me hacía notar lo enserio que iba.

Aturdida por la idea de perder a Nico, con los ojos llorosos miré a Nozomi. Ella me devolvió la mirada con cariño y pesar.

—Sé que Nicochi y tú están espantadas por lo que significa dar este paso. Es desconocido por ustedes dos, pero cómo podrán saber lo que es ser verdaderamente feliz si no lo intentan, Maki-chan. El miedo del que ustedes se aferran las está haciendo caer.

—La amo. —Fue lo único que pude decir.

2

Salí del departamento de Eli y Nozomi sin saber cómo arreglar el desastre que causé. Nozomi no me dijo dónde se encontraba Nico. Lo prometió, supongo. Subí rápidamente a mi auto y me dirigí a una cafetería.

Cuando llegué la mesera me sonrió y me indicó dónde sentarme. El aroma a café pegó de lleno en mí. Era delicioso y tranquilizador. Me senté apaciblemente y saque mi laptop. Tecleé Nico Yazawa en el navegador.

¡La canción Nico Puri todo un éxito!

No, no, no, no.

¡Nico Yazawa, ¿tendrá nuevo amor?!

No, no, no, no.

La gran idol Nico Yazawa, ahora puesta en el número uno en los top ten de la música pop, dará concierto esté jueves en…

Dejé de leer. Ella no estaba aquí.

Envolviéndome en mi chaqueta, guardé mi laptop, y me fui rápidamente. Antes de que la mesera viniese a tomar mi pedido.

Nico estaba… Nico se había ido, no, no. La noticia decía el jueves. Ella debe estar… por supuesto. Subí al auto con prisa. Estaba un poco exaltada, quería decirle la verdad de una vez por todas a Nico-chan. Decirle que deseo estar a su lado. Que, aunque no estemos listas para el amor, lo intentáramos, como siempre lo hemos hecho.

Fui a la casa de la madre de Nico, toqué un poco ansiosa la puerta. Me imaginaba muchos caminos que podrían pasar. Nico se había ido, Nico no querría recibirme, Nico tenía… pareja, Nico, probablemente, no me quería como yo a ella.

Su hermana, Cocoa, se presentó ante mí sonriente.

— ¡Maki-onee-san! ¡Qué sorpresa! No te hemos visto por un largo tiempo. —Ella se movió permitiéndome la entrada. Me sonrojé un poquito, fue descortés no haberlos visitado. — Supongo que buscas a mi hermana, ¿cierto?

Asentí emocionada. Ella se rió. Aún era muy pequeña, pero sin duda se notaba que iba a ser más alta que su hermana mayor cuando creciera.

—Maki-onee-san, luces igual de triste que mi hermana. Espero que resuelvan sus peleas y vengas más seguido. Extraño cuando nos ayudabas a hacer nuestra tarea. — formó un puchero adorable. Volví a sentir mi rostro arder. No pensé que me querían tanto. Pero ahora que lo pienso cuando Yazawa-san no se encontraba en casa, que era muy seguido gracias al trabajo, Nico-chan y yo actuábamos como una verdadera pareja… ella cocinaba y yo les ayudaba a los niños en la tarea mientras ella estaba ocupada…, ella siempre hacía platillos que me encantan. Les agregaba más tomate y parecía que se esforzaba en hacerlo con más cariño y empeño mientras yo jugaba con los niños. Recuerdo que salía esas noches tratando de disimular mis sonrisas que eran gigantescas y no iban con mi estilo.

—Lo sé, Cocoa… es sólo que hemos tenido unos cuantos problemas. Perdona por no poder ir a visitarlos. Pero tienes que decirme dónde puedo encontrar a tu hermana. — Ella me miró con sus grandes ojos amables y me sonrió.

—Perdona Maki-onee-san, ella no está. Salió hace unas horas, no ha vuelto. — Me decepcioné, era como si una nube lluviosa flotara sobre mí.

—Está bien Cocoa. Iré a buscarla y la traeré, estoy planeando revivir los viejos tiempos con Cotaro y Cocoro. Será genial.

— ¡Eso Maki-onee-san! Las esperaremos. —

Decepcionada, decidí caminar por la calle, quería creer que la encontraría en el parque. Mientras caminaba pateé una piedra. Quería distraerme de alguna manera. Tomé unas vacaciones del hospital para estar con Nico-chan. ¿Qué haría ahora?

El viento pacifico daba a mi rostro una brisa amable que me permitía estar tranquila y me impedía echarme a llorar por la frustración.

— ¿Por qué tan triste tomate-chan?— escuché una voz divertida detrás de mí. Volteé rápidamente. Con mi corazón latiendo al mil.

— ¡Nico-chan!—

—Maki-chan. Ha pasado un tiempo. —dijo, y me sentí culpable por verla triste. —

—S-Sólo quería verte. —Suspiré, tratando de ser valiente. —Te extraño diablillo irritante. — le respondí con todo el cariño que podía expresarle.

Nico me miró raro.

— ¿Qué te ha pasado? Actúas extraño, ¿desde cuándo me dices así? ¿Desde cuándo sonríes así?— mencionó después de notar mi sonrisa de oreja a oreja.

Decidí sincerarme. —Porque ya te extrañaba, no me di cuenta de lo mucho que te necesitaba en mi vida, Nico-chan. Debo confesarte algo…—

Nunca lo esperé, pero no me sorprendí. Sabía muy bien que Nico lo necesitaba igual que yo puesto que ella en dos zancadas se acercó con rapidez y me abrazo lo más fuerte que pudo. Nunca había sentido tanta felicidad como en ese abrazo que pareció volver a reconstruir mi vida. Le devolví el abrazo con la misma intensidad.

—Nico… yo… uhm…—

—Cállate. —

—Pero yo necesito…— ella me miró con el ceño fruncido, cuando cortó el abrazo, sujetó con suavidad mi mano y caminé a su lado hacia un árbol frondoso. Con un rostro considerablemente más sereno, afable y feliz, Nico me sonrió. Nos acostamos bajo ese árbol tan bonito mientras veíamos sus hojas moverse al compás del viento. Admiré, por primera vez, los colores que veía, tan vivos. ¿Cómo es que no lo había notado antes? Nico-chan causa esté efecto en mí. Decidí disfrutar el cómodo silencio en el que estábamos hundidas y esperar a que ella empezara a hablar.

La miré de reojo y lo que vi me robó el aliento. Se le veía tan tranquila. Su belleza ahora había adquirido un aire de madurez, su mirada lucía más decidida, sus mejillas sonrojadas, su perfil tierno…— ¿Nico-chan?

—Ne, Maki-chan. —se giró a verme. Tragué saliva por lo qué me diría. —Comencemos de nuevo.

Abrí mis ojos con sorpresa.

La sonrisa que le dedique después era la promesa de un futuro lleno de posibilidades para nosotras. Con los ojos brillosos y nuestras manos jugueteando con la hierba, nuestros rostros sonrojados, y los pensamientos e ideas llenos de un futuro romántico y prometedor, entrelazamos nuestras manos y volvimos a ser las chiquillas de preparatoria torpes y enamoradas.

3

Sin decir una palabra subimos a mi auto y nos dirigimos a mi casa. Nunca dejó de sonreírme. Cuando llegamos Nico había esperado impacientemente a que abriera la puerta. Le sonreí de manera burlona.

Pero cuando la abrí y me adentré ella se aventó a mí. Abrazándome como un koala.

— ¡Nico…!—exclamé. Ella alzó su rostro, me miró como una niña pequeña y me sacó la lengua.

—Es hora de que me mimes, Maki-chan. — Colocó una de sus manos en su rostro y fingió estar triste. Me divertía mucho. —Nico ha estado tanto tiempo sin ti, merece ser recompensada. —Alzó las cejas y una de sus manos paró en mi mejilla. Su gesto era coqueto… sentí mi rostro arder pero no dije nada. Sólo desvíe un poquito la vista para no quedarme embobada con su expresión. Y por mi cabeza pasaron tantas cosas que quería hacer que me avergoncé. Cuando Nico-chan notó que no decía nada soltó una risita burlona.

—Pero el gatito es agresivo en ocasiones y luego, otras veces, se acobarda. — fruncí el ceño. ¿Me estaba retando?

—Mira como me acobardo, enana. — la tomé del rostro con firmeza y la besé con fuerza. Me sentí en el cielo. Nico se colgó de mi cuello y yo bajé mis manos a su cintura estrecha, casi cargándola la llevé al sillón. Donde me senté y ella subió a mi regazo y eso sin parar de besarnos. Nos separamos lentamente. La miré con apreciación. La quería tanto.

Mis manos pararon en sus muslos y Nico me sonrió con coquetería.

—Uh… Maki-chan. Sé agradable con Nico-chan, ¿sí?— ¡¿Qué?!

— ¡¿Qué?!—Ella se río. Se tomó unos segundos para mirarme y otros pocos para acercarse a besarme, pero de una forma diferente. Ella me besó con profundidad. Su lengua explorando mi boca, sus manos recargadas en mi pecho, me besaba con lentitud. Con los ojos cerrados, me encontraba yo ahogada en ese pequeño placer. Su aroma y su contacto dejándome perdida de cualquier sentido que pudiese tener y con mi corazón martilleando como nunca, no estaba nerviosa. Ella también sentía lo mismo que yo. Me encontré llena de una felicidad plena. La acerqué lo más que podía a mí. Corté su beso para morder con gusto su cuello de forma suave. Esparciendo besos y lamidas.

Ella poco a poco comenzó a soltar jadeos a un lado de mí oído, provocando que mi piel se erizara.

—Nico te hará sentir bien, Maki-chan, solo déjate llevar. —Yo no pude más que asentir, demasiado aturdida y excitada para decir algo ingenioso. Ella se frotó un poco contra mi vientre, me pareció sentir un poco de su excitación puesto que ella tenía falda. Sin poder contenerme más la cargué, ella hizo lo suyo enredando sus piernas en mi cintura y entrelazando sus manos detrás de mi cuello. Sentí su lengua recorrer mi cuello al igual que yo lo hice unos momentos atrás. Mordí mi labio para no rendirme al placer que eso me causaba.

La llevé a mi cuarto y la recosté en la gran cama. Ella se sentó y se deshizo de las coletas fijando su mirada en la mía. Lo hacía a propósito, Nico-chan no paraba ni un momento de seducirme. Tragué saliva. Ella se quitaba la playera hasta que yo la paré.

—Lo hago yo. —le dije. Y así lo hice, la desnudé sin titubear ni un momento. Nico-chan era muy bella y me dejaba sin aliento. Ya no podía contenerme más, sin duda alguna aventé su sujetador por ahí y decidí mimar sus pechos que se me antojaban como nunca. Ella enredó sus manos en mi cabello acercándome aún más si era posible.

—Maki-chan…— me dijo entre jadeos. —Te quiero.

Yo había sonreído.

—Yo amo mucho a Nico-chan. —