La mujer y la viajera del tiempo
Prologo
Nanoha: Es duro quedarte siempre atrás. Toda mi vida he esperado siempre por Fate-chan; no sé dónde está y me pregunto si se encontrará bien. Es duro ser la que se queda.
Trato de mantenerme ocupada. Porque el tiempo pasa mas rápido de ese modo.
Me voy a dormir sola, y despierto sola. Doy paseos. Trabajo hasta agotarme. Observo el viento juguetear con los escombros que arrastran el invierno bajo la nieve. Todo parece simple hasta que piensas en ello. ¿Por qué la ausencia intensifica el amor?
Ahora yo espero a Fate-chan, ella se desvanece sin quererlo, y yo la espero, veo que el tiempo pasa tan lento como si fuera un año o una eternidad. A través de cada instante puedo ver infinitos instantes alineados, aguardando. ¿Por qué se ha marchado a donde yo no puedo seguirla?
Fate: ¿Qué se siente? A veces es como si tu atención errara un instante y luego con un sobresalto te das cuenta de que el libro que sostenías, la ropa que llevas puesta e incluso la sala de estar han desaparecido y te encuentra de pie, desnuda como Dios te trajo al mundo, metida hasta los tobillos en el agua helada de una zanja junto a una carretera rural, tiemblas y deseas por todos los demonios poder desaparecer porque lo único que te queda por hacer es robar o explicarte, el robo te conduce a la prisión, pero explicarte resulta tedioso y debes invertir tiempo en ello y al final terminas mintiendo y como resultado acabas en la cárcel, luego sientes un cosquilleo en tus manos y pies y tus extremidades desaparecen Y estas de nuevo en un lugar erróneo. Solo se tarda un minuto
¿Qué se siente? exactamente lo mismo que en esos sueños en los que de pronto te das cuenta de que tienes que hacer un examen para el cual no has estudiado nada, cuando estoy allí afuera, en el tiempo, me convierto en un ladrón, un animal que huye y se esconde; soy un truco, una ilusión que sorprende a los niños y asusto a las ancianas. Aparezco de la nada, y nunca he sido capaz de llevarme nada conmigo.
Es irónico porque en realidad los placeres que me gustan son los caseros. La comodidad de la vida doméstica, leer una novela, el olor del cabello rojizo de Nanoha, mojado y limpio, Y Nanoha, Nanoha por la mañana, somnolienta o por las noches leyendo, con el pelo cayéndole por el respaldo de la silla, Nanoha aplicándose crema con un suave masaje odio estar donde ella me falta, pero soy yo quien siempre se marcha, y ella no puede seguirme.
