Titulo: Dulce Locura
Resumen: Un pequeño instante fuera de la realidad fue suficiente, adiós Lovino, adiós.
Claim: España x Italia del Sur
Advertencia:Muerte de un personaje.


—Te quiero —susurró el español, acercando sus labios hasta rosar el lóbulo de la oreja de Lovino—. No. Te amo. —se corrigió, sonriendo amorosamente, esparciendo besos por todo el rostro de Lovino, que no dejaba de moverse bajo el cuerpo de Antonio.

Las palabras de cariño en español e italiano abandonaban la boca de España como si fuesen sonidos atronadores que retumbaban en el silencioso y oscuro cuarto. El cuarto que había sido testigo de sus noches de ardiente pasión, el mismo que había sido refugió para las lágrimas que no podían dejar ver a los demás.

—Lovi, eres perfecto. Tan perfecto.

Italia del Sur se encontraba en la cama, mirando hacia el techo, había dejado de moverse. Sus ojos estaban dilatados y cristalizados, el miedo podía leerse claramente en ellos, más no era el único sentimiento. Miedo, dolor, tristeza, desesperación. Amor. Antonio dejó escapar una risa que hubiese sido alegre y melodiosa en la mayoría de las circunstancias, pero no esa vez. No cuando enviaba escalofríos de terror que recorrían la columna vertebral de Lovino, erizándole el bello de los brazos como si fuese un gato a punto de atacar, pero estaba indefenso.

—Lovi, te amo, ¿me amas Lovi? —preguntó con dulzura, la risa había cesado. Lovino no respondió, no movió la cabeza tampoco.

Las manos de Antonio, situadas en el cuello se Lovino se encontraban firmemente sujetas, impidiéndole respirar.

Lovino sabía que no podía morir tan fácilmente, no quería hacerlo tampoco, pero estaba cansado y dolorido, no podía respirar y sentía que sus pulmones explotaban por la falta de oxigeno, estaba desesperado, pero demasiado débil para luchar. No debía cerrar los ojos, pero tampoco deseaba ver aquella sonrisa trastornada en la cara de Antonio.

Un jadeo involuntario escapó del cuerpo del italiano, España apretó con más fuerza, enterrando sus dedos en la sensible piel del cuello, dejando la marca de sus dedos.

—Sh, todo está bien Lovino. Shh, tranquilo —las apalabras no fueron consuelo, y Lovino sentía las lágrimas escapar de sus ojos, en cualquier segundo sería el final, podía sentirlo.

Antonio aflojo la presión sobre el cuello de su amante por un segundo, su mirada era confusa, como si no supiese lo que estaba haciendo. —No llores Lovi, la tormenta pasará pronto y tendremos muchos tomates después —habló el español, como quien trata de consolar a un niño.

Lovino movió los labios, "Te amo" pudo leerse, después el sonido de los huesos tronando llenó la habitación, Antonio había reforzado su agarre en el último minuto. Las palabras amorosas que le propinaba el español a su amante prosiguieron aún después de que el corazón de éste había dejado de latir.

—Lovi, te amo —Antonio sonrió, besando las mejillas saladas por las lágrimas ya secas, después en un acto inconsciente le cerró los ojos. Había que respetar a los muertos.