DISCLAIMER: Todo lo reconocible pertenece a J.K. Rowling, el resto es mío.
AVISO: Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible 2016" del foro " Hogwarts a través de los años".
¡Y mi regalo es para... Nochedeinvierno13-Friki! Creo que tenías razón cuando dijiste que tu petición era de las difíciles, pero me ha gustado escribirlo, y mucho. Lo que no sé es si a ti te gustará escribirlo, pero quiero que sepas que lo he hecho con todo mi cariño y lo mejor que he podido :) Como tu petición decía que querías que sucediera en Francia, se me ha ocurrido poner los títulos en francés, aunque no sé nada del idioma, así que perdón de antemano si hay algún error.
NOTA: Relación incestuosa. Avisad s quedáis.
L' AMOUR, APRÈS TOUT
CAPÍTULO 1:
La ville de l'amour
Cuando por fin dejaron el océano atrás, Dominique pegó el rostro a la ventanilla, emocionada. Al principio, se había mostrado reticente a viajar en un medio de transporte muggle, pero debía reconocer que su prima había acertado, como siempre. Le encantaba la sensación de tener mil mariposas recorriendo su estómago cuando habían despegado y los nervios que la inundaban sin previo aviso cada vez que el avión pasaba por una corriente de aire o el cambio de presión.
Por no hablar de las vistas.
La costa francesa se extendía a sus pies, a varios miles de quilómetros de distancia. Los ojos azules de Dominique vagaron por la estrecha franja de arena, imaginándose mil posibles escenarios. Seguro que a aquellas alturas los niños ya no tendrían escuela y habrían insistido a sus padres para pasar un día en la playa, o una pareja de treintañeros habían pedido unos días libres en sus estresantes trabajos para enamorarse de nuevo...
―La tierra llamando a Dominique. Dom, ¿estás ahí? ―La rubia parpadeó, saliendo de golpe de su ensoñación.
Su prima, Rose, la miró divertida. Las dos chicas llevaban siendo mejores amigas prácticamente desde que nacieron, con meses de diferencia, y descubrieron que a las dos les parecía gracioso ver a la abuela Molly enfadada porque habían pintarrajeado las paredes por enésima vez aquella semana. Desgraciadamente, fue Dominique quien desarrolló su talento para el dibujo, mientras Rose pasaba a otras cosas, como leer o ser la mejor en todo, como lo fue su madre. Pero a pesar de la divergencia de gustos, su vínculo no había hecho más que crecer. Se complementaban a la perfección: Rose era la lógica, la realista, mientras que Dominique era la soñadora, la artista.
―Creo que ya llegamos ―añadió Rose, ligeramente emocionada.
―¡Oh, Paris! ―exclamó Dominique en un francés perfecto. Su madre se hubiera cortado una mano antes de permitir que sus hijos no aprendieran su lengua materna.
―¡La ville de l'amour! ―dijo Rose en un francés bastante aceptable. La pelirroja se había empeñado cuando era pequeña en que, si la prima Dom hablaría francés, ella también.
Dominique cogió a Rose de las manos y le dio un apretón bien fuerte.
―¿No estás emocionada? ¡Aún no me creo que papá y mamá hayan permitido que viniera!
―Bueno... Tal vez ‹‹alguien›› se ha pasado medio año insistiendo a mi madre para que hablara con tus padres. ―Rose guiñó un ojo a su prima―. Además, ¡solo nos graduamos una vez en la vida!
Dominique puso cara de preocupación
―No me lo recuerdes; aún no sé qué voy a hacer en septiembre.
Rose sonrió de forma enigmática.
―No nos preocupemos por eso ahora. ―Señaló por la ventana―. ¡Vamos a pasar un mes entero en Francia!
Media hora después el avión aterrizó en Paris Beauvais. Las dos chicas recogieron sus maletas, cogieron un taxi y se dirigieron al apartamento que la familia materna de Dominique tenía cerca del centro y que, muy amablemente, les había cedido.
El pisito no era muy grande, de hecho, solo tenía dos habitaciones, cocina, baño y salón. Sin embargo, Dominique quedó enamorada en cuanto entró: el salón contaba con un gran balcón que daba a la calle. El barrio entero estaba compuesto de casas altas, con balcones llenos de flores que colgaban, en ocasiones, hasta el suelo. El alma de artista de la rubia ya estaba pensando en los maravillosos dibujos que sacaría de allí. Qué lástima que no tuviera su caballete, lienzos y pinturas con ella...
―Aún no hemos sacado la ropa de la maleta y tu pequeña cabecita ya ha empezado a pintar, ¿eh? ―Rose sonrió y salió al balcón, admirando las vistas. Se volvió hacia su prima―. Esto es precioso ―admitió.
Dominique miró a Rose: parecía un ángel sacado de un cuadro. En la familia, los descendientes del matrimonio Weasley-Delacour eran considerados los más atractivos de su generación, posiblemente por la ascendencia veela de su madre. Sin embargo, viendo a Rose, nadie la consideraría fea, por mucho que tuviera al lado a Dominique para comparar. Llevaba el pelo suelto, y los rayos de sol se filtraban entre los rizos alborotados por el viento, haciendo que su melena se convirtiera en puro fuego. Su prima tenía una bonita figura, aunque había perdido bastante peso por culpa de los EXTASIS. Eso, sumado a los ojos azules oscuros, herencia de tío Ron, hacían de Rose una verdadera belleza de dieciocho años.
Dominique siempre había sentido un poco de envidia de sus primas: Rose y Lily habían heredado los genes Weasley y Roxanne tenía una piel color chocolate de ensueño. En cambio, ¿qué le había quedado a ella? Pelo rubio, lacio, y ojos de un azul cielo. De hecho, estaba seguro de que sin sus genes veela, sería una chica del montón.
—Tienes que dejar que te dibuje —dijo Dominique impulsivamente.
Rose se giró para mirarla con sorpresa. Sonrió con picardía.
―¿Qué pasa? ¿Temes no tener material suficiente para tu entrevista con los profesores?
Dominique la miró como si estuviera loca.
―¿De qué hablas? ¿Qué entrevista?
Rose entró en el salón y rebuscó en su bolso. Sacó un sobre blanco. La miró con una mezcla de culpa y expectación mientras se mordía el labio. Aquel gesto siempre la había hecho muy atractiva a ojos de los demás. Hasta Dominique caía en su embrujo. Podía entender perfectamente por qué Scorpius Malfoy llevaba años detrás de su prima, aunque la pelirroja no mostrara el menor interés en él. Mejor, pensó Dom en un arranque de celos, no le gustaba aquel chico para su prima.
―Puede que me hiciera pasar por ti y mandara un par de tus dibujos a la École Nationale Superieure des Beaux-arts de París.
Dominique abrió mucho la boca.
―¿¡Que has hecho qué!?
Arrebató el sobre de las manos de Rose y sacó los papeles que había dentro.
Estimada señorita Weasley:
Nos place comunicarle que ha sido aceptada en la fase preliminar de aceptación en l'École. Por favor, acuda a la dirección adjuntada abajo para la fase 2 el día 26 de julio a las 11:30 horas.
Un cordial saludo,
Pierre Cusseau, Director del Departamento de Artes gráficas.
Dom miró a Rose con severidad.
—Rose Weasley, ¿qué has hecho?
—¡Lo que tú no has sido capaz de hacer, gallina!
Dominique se puso a hacer aspavientos.
—¿¡Pero… pero… y qué voy a hacer con mis padres!? ¡Ellos no…!
La pelirroja se acercó a ella y la sujetó por los hombros. Clavó sus pupilas azul oscuro en las azul cielo de la rubia.
—¿Y qué quieres tú? —preguntó.
Dom se quedó pensando. Soltó un suspiro y se sentó en el sofá.
—Yo solo quiero pintar —confesó—. Me gusta plasmar la vida en el lienzo. No me imagino una vida sin mis pinturas. No creo que me aburra de eso. De todo lo demás, puede, pero no de pintar.
—¡Pues no hay más que hablar!
—¿Y qué les diré a mis padres? —insistió.
—Vamos a hacer una cosa: si te admiten, de lo cual estoy segura, porque serían unos verdaderos estúpidos si no reconocieran todo tu potencial —aseguró la pelirroja—, yo iré contigo a hablar con los tíos. Si no, siempre puedes estudiar la aburrida carrera que hayan elegido para ti y volver a intentarlo más adelante.
Rose sonrió. La cogió de la mano, la levantó y empezó a rodar por la habitación. Al principio, Dom se resistió, pero después, contagiándose de la alegría de su prima, empezó a reír y a dar vueltas más rápido. Terminaron por sentarse en el sofá, mareadas y sin poder parar de reír.
De repente, Dominique se dio cuenta de algo.
—¡Pero no me he traído ni pinturas ni lienzos ni pinceles! —Miró a Rose con resentimiento fingido—. Si ‹‹alguien›› me hubiera avisado de a qué veníamos…
—¡Si te lo hubiera contado, me apuesto diez galeones a que no hubieras venido! —replicó la pelirroja con sorna. Se levantó de un salto—. Venga, arriba, ¡tenemos muchas cosas que hacer! ¡Esos cachivaches no se comprarán solos!
A Dom le encantaba cuando Rose se refería a sus utensilios de pintura como ‹‹cachivaches››. Habían aprendido la palabra cuando tenían siete u ocho años. Por aquel entonces, Dominique ya pintaba como una loca, tanto que su madre ya no sabía dónde guardar sus dibujos. Un día, la mujer exclamó:
—¡No sé dónde vamos a guagdag tantos cachivaches!
A las dos primas les hizo gracia la palabra, y a partir de ahí Rose se quedó con el término, que empleaba siempre que Dom pintaba.
Las chicas cogieron sus bolsos y salieron a la calle, emocionadas. La rubia cerró los ojos, dejando que el aroma a flores de la calle inundara sus sentidos.
—¡París, allá vamos!
Es la primera vez que escribo sobre la Tercera Generación y una relación no hetero, por lo que un poco de indulgencia no iría mal ;) Mañana habrá nuevo capítulo :)
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MrsDarfoy
