Hola, inicio el año agradeciendo infinitamente a cada una de las personas que están pendientes de mis actualizaciones, en su mayoría traducciones; a aquellos que comparten con comentarios lo que les provocan dichas historias; a todas esas personas que simplemente disfrutan/optan por leer; todos y cada uno de ustedes que hicieron de mi 2014 un año espectacular, ¡GRACIAS!

El año pasado trajo bastantes cambios a mi vida y, como me gusta creer que los cambios son buenos, diré que todo va de maravilla; sin embargo, el tiempo que invertía en mi historia, que sigo escribiendo, se vio drásticamente reducido, aunque espero poder terminarla. Inicio este proyecto dado que sentí (literalmente) la necesidad publicar esto.

Lo que a continuación van a leer es una historia que escribí en Abril de 2011, y que hasta ahora sigue esperando que continúe trabajando en ella. Este escrito ya fue publicado por mí mismo en otro sitio bajo la etiqueta de Historia Original, pero ahora me permito hacer una adaptación del mismo y añadirle algo que vino a cambiar mi vida, y trasformarlo en una historia Klaine, que desde mi punto de vista encaja perfectamente.

Con el pasar de los capítulos verán, lo que quiero considerar así, un progreso en mi manera de escribir. La esencia de la historia sigue intacta, solamente me permití darle una leída y añadir pequeñas cosas que sentí necesarias. Ya que tal cual lo dice en mi perfil, "Me considero un aprendiz en todo esto y lo único que espero es nunca dejar de aprender".

Espero de todo corazón que se encuentren fenomenalmente bien, que este nuevo año se permitan hacer lo que les gusta y que den lo mejor se sí mismos en todo.

Una vez más, GRACIAS por todo.

Aclaración: No me pertenece Glee o ninguno de los personajes. No estoy afiliado con nadie, no genero ganancia de esta historia. No me pertenece absolutamente nada y solo estoy complaciendo mi propia locura. No conozco o me pertenecen los actores que interpretan a los personajes. Todo pertenece a Ryan Murpyn, Glee, Fox y cualquiera más que tenga patente sobre Glee y sus personajes. Cualquier parecido o semejanza con alguna situación/persona real, es mera coincidencia.


** TODOS PLANEAMOS ALGO, PERO LAS COSAS NO SIEMPRE SALEN TAL CUAL LAS PENSAMOS **

La música no paraba, es más parecía que siempre había estado ahí y no planeaba irse. Era una fiesta, llena de personas, amigos, conocidos, desconocidos, novios, matrimonios; todos reían, brindaban, bailaban, pensaban…

«Relájate, hoy se acaba todo», se decía un joven hombre de cabello castaño mientras bebía de su copa.

—Salud —le dijo otro hombre de cabello negro y gelificado, tocándole el hombro en un gesto bastante afectivo.

Él volteó, sonriendo alzó la copa y tras chocarlas, bebieron un sorbo de las respectivas bebidas.

—¿Disfrutando la fiesta? —le preguntó el hombre de ojos avellana.

—¿Por qué no? —fue la respuesta, con ese particular brillo en los ojos azules. «Hoy, todo va a cambiar ».

Continuaron bebiendo, tan sólo bebiendo. Hasta que el primero le dijo al segundo.

—Hm… creo que iré a saludar a unos conocidos —comentó sonriendo y alejándose sin mayor explicación.

El otro hombre sólo asintió y disimuladamente le susurró al oído mientras se marchaba:

—Tenemos que hablar.

El castaño no se inmutó, simplemente siguió con su camino, como si no hubiera escuchado nada.

Se dirigió a ningún lugar en particular, simplemente dando una vuelta y haciendo una seña a otro sujeto de entre la multitud para que lo siguiera.

Por fin se detuvo en un sitio alejado de la fiesta, un pasillo corto, donde esperó a que le alcanzasen mientras dejaba la bebida en un mueble cercano.

Al llegar el otro sujeto, tomó al castaño firmemente del cuello, sin embargo no le estaba haciendo daño y dijo:

—Deja de jugar —exigió hablando entre dientes. Fijando la mirada con los ojos de aquel rostro de gesto burlón.

—Tú eres el que quiere ahorcarme —le respondió el castaño, zafándose del agarre con tanta facilidad e incluso un poco de gracia.

—No sé porque vine, simplemente soy uno más para ti —dijo alejándose despacio, dejando ver que en realidad no quería irse.

—Viniste porque te gusto; y no lo puedes evitar —dijo muy seguro de sí mismo el castaño, el tono de voz denotaba la risa que amenazaba con escapársele.

Al escuchar esto, en un movimiento muy rápido giró y volvió a tomar por el cuello, aunque esta vez de manera más aprensiva.

—¿Cómo sabes que no le diré nada a Blaine? —dijo sin soltarlo y sintiéndose en ventaja con lo que dijo.

Tan sólo lo veía a los ojos, esa mirada vidriosa que asemejaba al cielo en un día de tormenta, digna de un desamparado que necesita ser auxiliado; unas manos pálidas y suaves fueron colocadas suavemente sobre las del agresor.

—No me lastimes, por favor —dijo ahora con una voz muy suave, delicada e hipnotizante, completando con ello el acto de la víctima.

Dudoso fue aflojando el agarre, hasta que lo soltó y las manos cayeron inertes a sus costados.

—Lo ves, lo nuestro es más fuerte que una simple amistad —dijo ahora altivo, dio una pequeña sonrisa sarcástica y continuó—. Ups, olvidé que no son amigos.

Lo tomó por las solapas de su traje y lo jaló para quedar entre él y la pared. Al momento de haberlo tomado por sorpresa, lo besó por un momento y luego casi como en acto reflejo lo alejó de sí y comenzó a reír.

—¿De qué te ríes? —le dijo al ahora desconcertado sujeto.

—Hm… de ti, de tu vida —dijo con ese característico brillo en los ojos azules y luego de un momento en silencio, prosiguió—. Debe ser tan fácil… solamente hacer lo que te digo —y luego continúo carcajeándose.

El otro tan simplemente bajó la mirada.

—Vamos, no me digas que te disgusta hacerme feliz —haciendo un puchero con esos labios rosados.

—Me disgusta que continúes engañándolo —respondió todavía con la cabeza agachada. Moviendo los pies en señal de impaciencia.

—Eso se acaba hoy, ya me harté de Blaine, es más ya me había tardado en dejarlo —dijo con tanta naturalidad y tono de auténtico cansancio.

—¿Y yo? —preguntó alzando la vista y comenzando a mover las manos inconscientemente.

—¿Te preocupas por ti o por Blaine? —Respondió ladeando la cabeza a la par que comenzó a dar unos pasos alrededor del cuestionado hombre y al no ver respuesta continuó—. Tan sólo disfruta el tiempo que pasemos juntos… tal vez tú seas el indicado —antes de terminar la frase ya había comenzado a irse.

Dejando al otro solo, pensativo, con remordimientos y anhelos, deseos.

• • •

La fiesta, bueno lo que había sido una fiesta se esfumaba en cada invitado como el agua entre las manos.

Junto a ellos, una pareja, que despacio se acercaban a una camioneta. Uno de ellos caminaba como si todavía hubiera música que le dictara el ritmo de algún baile y el otro con las manos en los bolsillos y mirando al piso.

—Y ¿de qué quieres hablar? —dijo tras un jadeo de aparente fatiga y dejando de bailar.

—Ahora no. En la casa hablamos Kurt —le respondió en lo que debió ser un tono seco y cortante, pero lo único que salió parecía más una gentil respuesta.

«Si acabo con esto rápido, podré irme esta misma noche», pensó a la par fijó la mirada en el hombre de cabello azabache que iba a su lado y esto le produjo una amplia sonrisa.

—El que solo se ríe, de sus diabluras se acuerda —dijo Blaine en un tono que planeaba fuera juguetón, pero resultó una voz entrecortada.

Lo cual simplemente provocó que Kurt mesurara la expresión.

Arrancando y tomando rumbo a casa, con el estéreo apagado. Durante buena parte del viaje en total silencio.

—Y, ¿dónde te metiste? —preguntó haciendo un gran esfuerzo por mantener la vista al frente y las manos firmes en el volante.

—Hm… —fue la muy expresiva respuesta, tras lo cuál comenzó a aproximarsele al hombro y con voz seductora le susurró—. Bajo tus sábanas —gimió mordiéndose el labio inferior lascivamente y luego rió nuevamente.

El otro hizo caso omiso al chiste e intentó no exteriorizar el claro estremecimiento que esa acción le había provocado. Y aclarándose las ideas dijo:

—Me refiero a durante la fiesta, no te vi por mucho tiempo —todavía sin voltear a verlo, con la vista en el camino.

—¿Celoso? —preguntó infantilmente mientras que por un segundo la mirada se le perdió en el reflejo que proyectaba el empañado cristal de la ventana—. No tienes motivo…

En esas palabras hubo vacilación. Blaine fue consciente de ello, pero eligió dejarlo pasar. Kurt nunca había vacilado, al menos no antes de...

—Ya lo sé —le interrumpió, con una voz que pareció ahogársele en la garganta.

—Ay tontito, yo sería incapaz de hacerte eso —dijo con voz melosa y volviendo la vista lo tomó de la mano, que estaba en el volante.

El moreno hizo el esfuerzo de tomarla con la mayor firmeza posible y la acarició con el pulgar, sin soltar el volante.

Continuaron el viaje sin más palabras. Y después de unos minutos llegaron al edificio. Bajaron del vehículo y se dirigieron a la entrada, el moreno esperaba ver al portero, pero era evidente que no estaba ahí.

Subieron por el ascensor, con la misma crisis de siempre por parte de Kurt, y al llegar al departamento Kurt iluminó el lugar al accionar el interruptor cercano a la puerta y se tumbó sobre el sillón, suspirando de cansancio. Y luego de un momento la luz se apagó, todo el departamento quedó en penumbra. El castaño podía escuchar los pasos de Blaine, pronto la débil luz de una vela sobre un pequeño candelabro que llegó junto con Blaine iluminó lo suficiente como para verse los rostros.

—¿Por qué apagaste la luz? —le preguntó el castaño.

—Quería que fuera más íntimo, especial. Pero al casero se le olvidó cortarnos la luz como se lo indiqué —confesó—. Pero si quieres la luz, por favor sostén la vela —le indicó con algo especial en la voz y se la dio.

Cuando estaba a punto de irse sopló levemente la vela y esta se apagó. La penumbra duró el tiempo que le tomó a él prender la luz nuevamente.

—¿Y porque querías estar sin luz? —Le preguntó, con poca energía como para mantener una conversación.

Blaine se acercó tan rápido como pudo, temiendo perder la atención de Kurt.

—Para poder usar la vela, apagarla y pedir un deseo —dijo con una sonrisa nerviosa, se acercó al castaño tomando la vela y mostrándole la base del candelabro donde había un anillo.

Un pequeño anillo de oro blanco, con una piedrecilla brillante. Elegante, sofisticado.

—¿Kurt quisieras casarte conmigo? —dijo hincado ante él. En rostro era toda mezcla de emociones, la ligera sonrisa en los labios que temblaba insegura de poder convertirse en una más amplia, los ojos que con la reflexión de la luz parecían color miel, vidriosos y ligeramente acuosos. Era evidente que la respuesta indicada haría explotar a este hombre de una manera figurativa bastante realista.

«Contrólate. No te vayas a reír», se dijo a sí mismo, esforzándose al máximo. A pesar de la ola de emociones que lo encargaban, de un modo casi magistral logró controlarse.

—Yo… hm… bueno, me tomas por sorpresa —dijo mostrando un control abominable de su sentir real. O quizás no tanto, ya que la expresión del rostro mostraba algo de emoción.

—Quiero poder decir a los demás que tú ya tienes quien te quiera, y que soy yo —continuó aun de hincado, impresionado de sí mismo por lograr articular una sola palabra.

—Todos saben que andamos juntos —replicó con humor, sin saber la mejor manera de escapar, obtener un poco de espacio, alejarse de Blaine antes de que...

—Sí, pero quiero evitar problemas futuros —dijo sintiendo que por un momento se perdía la esencia del momento.

—¿Qué insinúas, que te engaño? —dijo logrando hacer un ademán que le brindó un poco de espacio, y como siempre le encantaba jugar el papel más cómodo, ahora sería la víctima.

—Yo sé que tú… —se detuvo justo a tiempo y sacudió la cabeza para aclararse—. Quiero que sepas que yo de verdad te amo y…

Kurt se incorporó repentinamente del sillón, ágilmente evitando contacto con Blaine y totalmente diferente a antes dijo:

—Sinceramente, me gustaría jugar más contigo; pero tengo a alguien que me está esperando —empezó el camino a la salida y al llegar a la puerta, la abrió—. No te preocupes mandaré o vendré cuando no estés, por mis cosas —y se fue cerrando la puerta tras de sí.

«Hm… que fácil, me hubiese gustado saber qué hubiera pasado si… No, yo no estoy hecho para eso», el pensamiento se le cruzó mientras se dirigía a su automóvil, la idea lo había golpeado de repente, luego se una huida bastante silenciosa, mentalmente hablando.

Como si nada hubiese pasado, bueno nada había pasado para él, encendió el automóvil, salió del estacionamiento y entró en la carretera, ya en camino tomó el móvil para realizar una llamada.

—Bueno, espérame, voy en camino… Te dije que sería fácil… Te cuento mejor allá —y colgó, todavía luchando por contener las emociones y el cansancio.

Divagando se puso a recordar la ruptura, si así se le podía llamar, con Blaine. Bostezó y luego sintió lágrimas en los ojos, obviamente se dijo que eran a causa del sueño, pero al parecer había tantas que le nublaron la visión y, de la nada, una luz lo cegó completamente, como acto reflejo intentó mantener el rumbo, tratando de evitar la colisión, pero fue inútil.


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