Como verán, he REEDITADO el fanfic. ¿Por qué? No era de mi gusto.

Advertencias: Puede lemon.

Género: Romance, comedia, parodia.

Disclaimer: Los personajes de SK no me pertenecen, son propiedad de Hiroyuki Takei. Los tomo prestado con el fin de entretenimiento y sin ánimos de lucro. EL FANFIC ES MÍO, POR LO TANTO QUEDA PROHIBIDO EL PLAGIO. Y LA PUBLICACIÓN DE ESTE EN OTROS SITIOS SIN MI PERMISO.

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Capítulo 1: Preparatoria.

-o-oPilika Usui-o-o

Otro año más, otra mudanza ¿Qué no podían quedarse quietos en un solo lugar? Entendía que el negocio de los autos de su padre funcionaba en todo el mundo, pero no podian quedarse más de un año en el mismo lugar. Ser la hija del dueño de "Ford" era dificil. Codearse con ricachones cínicos y amigos interesados no era precisamente lo que le gustaba.

Extrañaba a sus primeros amigos, a su primaria, a su casa, a Hokkaido. Era tan aburrido tener que mudarse de nuevo... Lo único bueno que había es que estaría en el mismo instituto que Ren, así tendría un conocido con el cual hablar. Ah, recordó que el año pasado también se había mudado esa chica amiga de Horo ¿Damuko? Era un año mayor que ella, pero otra conocida más.

Su hermano golpeó levemente su rodilla sacándola de sus pensamientos para avisarle que ya habían llegado a su nueva residencia y por lo tanto debía bajar de la camioneta.

—Bájate enano—sonrió

Al bajar, sus tacones azules quedaron enganchados en la estúpida goma de la puerta, y como no, se cayó. Lo más doloroso fué oir el "crack" que indicaba que sus zapatos favoritos se habían quedado sin taco.

No tardó en oir una carcajada.

—Jajaja, te caíste hermana—burló el chico

— ¿En serio hermanito? Te juro que ni lo noté—respondió con ironía.

—Silencio Horokeu—oyó la imponente voz de Lycan, al oír su nombre Horo frunció el seño—entren de una vez, no quiero estar dando espectaculos como en cada mudanza.

Su italo-japonesa madre paliducha y menuda, al igual que ella, salió detrás de su tremendo padre como una hormiguita. Su bello kimono plateado se arrastró un poco por el asfalto. Le sonrió a su mamá, quien caminaba siempre en silencio detrás de su padre. A veces le daba gracia, ¿como una mujer tan pequeña podría haber estado con un oso (alias, papá) y parir sin problema alguno a dos hijos? Salió de su ensimismamiento cuando su mami dijo un pequeño "Bonita casa". Hace mucho que no la oía hablar. Siempre caminaba atrás de su padre, como una damisela de companía.

—Apúrate Giulianna—ella asintió y aceleró sus pasos de tortuguita.

Entró a su casa, sí que era bonita. Había un salón gigante, era como una recepción. Sus instintos le indicaron el camino a su cuarto.

Subió las altas escaleras que dirigían al primer piso notando con una sonrisa los bellos adornos de porcelana y marmol. Su pieza era tal como le había pedido a los decoradores: grande, cama de dos plazas, varios espejos, una peinadora y otra cama marinera, por si acaso. Buscó su caja de pertenencias y empezó a acomodar las cosas, una por una. Al terminar se arrojó en la cama y en lo que menos se dio cuenta, se quedó dormida.

-o-Lyserg Diethel-o-

Miró una vez más a través de la ventana, no veía las horas de bajar de ese maldito avión, ya no sentía el trasero. De repente se sintió nostálgico, ya no estaba en su amada Inglaterra…

— ¿Señor Lyserg…p-puedo ofrecerle algo?—levó la mirada hacia la sobrecargo, que presentaba un tenue sonrojo sobre sus mejillas.

—No gracias—contestó neutro.

Él era Lyserg Diethel, el hijo del famoso abogado Liam Diethel y de la Duquesa Ammaia Bennet. A sus cortos dieciséis años, poseía todo lo que un adolescente deseaba; una vasta fortuna y una buena posición social. Su naricita aristocrática recíbia el nombre de Lord, oh si, Lord Lyserg. Sus padres murieron en un voraz incendio, todos le decían que fue un accidente, pero él no lo creía.

Había llegado de un paseo y se asustó al ver su casa incendiada. Fue el único testigo en ver a un sujeto de cabellos azabaches huir de ahí. Y como a todo niño de seis años, no le creyeron.

Luego de la defunción de sus padres quedó a cargo de una abuela de la familia. Tenía un techo y comida, más una tonelada de dinero. ¿Quién no sería feliz con eso? ¿Pensaron que el chico era feliz con eso? Jamás lo fue. La "humilde" señora se hacía cargo de malgastar el dinero en ropas y alhajas, ahora que cuidaba al heredero Diethel era parte de la realeza y debía verse como tal. Adoró el día en que fué considerado grande y esa señora lo dejó tranquilo.

Ahora al punto. Se mudaba a Japón por una sola cosa: descubrir el asesinato de sus padres. Investigando había notado unos papeles que se habían salvado del incendio, era el último caso de su padre. Si bien, no lograba entender gracias a la tinta corrida, había identificado la frase "Empresa Japonesa contra..." solo eso.

Miró el cartel que le aseguraba permiso para desabrocharse el cinturón y desembarcar. Por fin pisaba tierra.

—Dylan—la sobrecargo rubia lo miró—la el auto no tardará en llegar, ¿cierto?

—Por supuesto que no, Mi Lord. Es mas, ahí está.

Volteó a mirar como el coche se le acercaba. Bajó de las escalinatas metálicas y saludó al chofer con un leve asentimiento.

—Amo Lyserg, bienvenido a Japón—el chofer abrió la puerta de la limosina ónix dándole paso al joven.

—Gracias James—el apuesto chico agradeció al mayor e ingresó al auto, que arrancó veloz tras cerrar la puerta.

-o-Ren Tao -o-o

—Querido hermano—Jun lo miró—los Usui se mudaron a Japón, ¿Vas a ir a saludar a la familia?

—Lo dejo a tu disposición. Avísale a madre—la voluptuosa chica asintió alegre y se fué.

El estruendo de la puerta lo aturdió un poco, luego retaría a su hermana. Volvió su vista a su libro de cálculo, luego de un rato de estudiar se sintió tonto ¿Quién estudiaba en vacaciones? Solo él. Pero esos pensamientos fueron cambiados al segundo que a su mente acudió la razón: él era un genio y era perfecto, así que para mantener esa perfección debía seguir siendo un genio. Jun y su madre le reclamaban lo soso que era, pero padre le decía "es tu responsabilidad"

Ren Tao, hijo menor del matrimonio de Yuan y Ran Tao. Su hermana mayor era Jun(que obvio) Bendecido con un intelecto superior y un singular atractivo, él era el mejor.

Al terminar de estudiar iría a la casa de Usui, saludaría y luego tenía que ir a clase de king boxing. Recordaba el día en que se había inscripto en la actividad. Su padre le había reclamado por la pérdida de tiempo y la ordinariez del deporte, y él, con todo el respeto posible le contestó que lo que hacia no era de su incumbencia.

Toda la vida había reprimido su verdadero comportamiento y se había vuelto un hombre antes de tiempo solo para agradarle a su padre, para que lo quisiera, lo amara.

¿Acaso no podía decirle siquiera un "te quiero" o un abrazo?

Jamás logró que el empresario al que llamaba padre le diese siquiera un abrazo. La puerta se abrió y su "família" apareció.

—Levántate Ren, ya nos vamos.

Hablando de visitar a los Usui, ese hombre le recordaba a su mismísima familia.

Su enorme padre, duro, estricto y respetado. Siempre caminando altivo y poderoso. Atrás de él venía como una pequeña laucha de cabellos púrpuras ataviada en un qi pao largo rojo y dorado, su paliducha madre. Ah, y Jun.