Bueno, ya sé que tengo otras historias que actualizar, pero la verdad es que tenía muchas ganas de escribir algo de SE xD Además, todavía no encuentro cómo seguirle a las demás, asi que... =p Mejor no forzar la historia, ¿no? El lado bueno de todo esto es que esta historia ya está terminada (si, lo sé, yo también me sorprendí), así que en uno o dos días subiré el siguiente (y último) capitulo. En cuanto al Rating, pues lo puse en T por una escena en el siguiente cap. Así que si pensaban que iba a tener mucho lemon, lo siento u.u

Como siempre, gracias por haber abierto esta historia, y si decides que merece dejar un review, pues mucho mejor ^_^. Ahí queda


No importaba cuantas veces le diese vuelta dentro de su cabeza, sabía que no podría hacerse a la idea de separarse de Soul.

Habían pasado tres meses desde la batalla en la guarida de Arachnophobia, y durante todo ese tiempo las cosas habían seguido más o menos igual para Maka y Soul. Había habido momentos difíciles, como la batalla con Gopher, pero al final todo había salido bien. Sin embargo, ahora se enfrentaba a algo que no había sabido prever, y la verdad era que su reacción la había dejado totalmente descolocada.

~~~~~~~Flashback~~~~~~~~

-Soul Evans, Maka Albarn- los saludó Sid-sensei, una vez que entraron a la enfermería. A su lado se encontraba Kniges, quien sostenía una tablilla de anotaciones médicas.

-¿Quería vernos, Sid-sensei?- preguntó Maka, regalándole una reverencia a su profesor.

-Por favor, siéntense- les pidió Kniges, con una actitud mucho más sería de lo usual.

-¿Pasa algo, Kniges-sensei?- preguntó Maka, sintiéndose cada vez más incómoda. Desde temprano, al despertarse, había sentido que algo no iba bien, y dado que últimamente Soul y ella habían tenido problemas a la hora de hacer la resonancia de almas, sus ánimos no estaban para andarse con misterios.

-Primero que nada, queremos saber de qué tanto están enterados ustedes dos- intervino Sid, mirándolos con sus vacios ojos de zombie. -¿Ambos están al corriente de la infección de sangre negra que sufre Soul, cierto?- preguntó.

-Sí- contestaron los dos chicos a la vez, Maka con un deje de nerviosismo, y Soul con una nota de fastidio en la voz.

-También están al corriente de la traición del Death Scythe Justin Law- volvió a hablar Sid, aunque esta vez no era una pregunta.

-Sí-

-Muy bien, entonces…- dijo Kniges, y a Maka le pareció que en sus ojos había un dolor difícil de describir.

~~~~~~~Flashback~~~~~~~~

-Tengo que ser fuerte…- pensó Maka, pero la verdad era que no entendía de dónde quería que sacase fuerzas. Lo que le habían dicho era lo peor que podía pasar, incluso peor que saber que Kid seguía sin despertar del coma.

-¡Maka, date prisa, o vamos a llegar tarde!- se escuchó el grito desde la cocina, interrumpiendo sus pensamientos. De inmediato, Maka sintió cómo el enojo y la frustración comenzaban a llenarla por dentro: cómo podía estar tan tranquilo, tan natural, como si nada de lo que pasaba le importase…

-¡Demonios, Maka, si no te das prisa, me iré sin ti!- insistió Soul, mientras asomaba la cabeza por la rendija de la puerta. Sin embargo, no se encontró con una Maka disgustada, o con una almohada volando hacia su cabeza. En vez de eso, lo que lo esperaba del otro lado de la puerta era una Maka realmente furiosa, algo que muy pocas veces había visto, y de lo cual nunca había sido víctima.

-¿Ahora vienes con que te importan las clases?- preguntó Maka, tratando de mantener su tono de voz en el nivel más bajo posible. -¿Ahora te conviertes en el rey de la puntualidad?- prosiguió, poniéndose lentamente de pié, y enfrentando a su compañero. -¿Pues sabes qué, Soul? ¡Por mí puedes irte delante, a la escuela o a donde te plazca!- explotó finalmente, mientras tomaba el objeto más a mano y lo lanzaba contra la puerta. El objeto, que era una lámpara de mesa, erró por mucho el lugar donde se había hallado la cabeza de Soul, pero el objetivo real no había sido golpearlo; lo único que quería era airear su frustración, dejar salir un poco del dolor que llevaba dentro, e imaginarse que los pequeños trozos de la lámpara eran en realidad pedazos de su vida, que poco a poco se iba derrumbando a pedazos.

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-Buenas tardes- saludo Maka al entrar al salón, en medio de una explicación del doctor Stein acerca de la mejor manera de modificar un cuerpo humano. Su profesor la miró por un momento, sin la misma cara de asombro que sus alumnos tenían, al ver a Maka Albarn llegar tarde a una clase (o interrumpir en medio de una explicación, para el caso). Después de que el sensei asintiese con la cabeza, Maka se dirigió hacia su puesto habitual, aunque no le dirigió una sola mirada a Soul, ni este hizo ningún intento por hablar con ella.

-Maka… ¿estás bien?- preguntó Tsubaki, una fila más arriba. –Te ves… alterada- explicó, pero lo único que recibió fue una mirada de "ahora-no-es-el-momento". Soportando los murmullos y las miradas curiosas de los demás técnicos y armas, Maka sacó su libreta de apuntes, y rápidamente se puso a copiar de la libreta Liz.

-Que conste que tú me dijiste que viniese primero- murmuró Soul media hora más tarde, justo antes de que la campana sonase. En realidad, no podría haber sido en un mejor momento, puesto que el ruido de esta logró que nadie excepto Tsubaki y Black Star escuchasen el bufido de indignación de Maka. Previsoramente, Tsubaki saltó a la fila inferior y se llevó a Maka fuera antes de que pudiese desatarse el infierno. Mientras se dejaba arrastrar por su amiga, Maka lanzó una mirada mordaz hacia donde se encontraba su compañero, pero solo se encontró con un asiento vacío: el chico ya se había puesto de pié, y charlaba animadamente con Black Star y Kilrik.

-Maldito sea… es un estúpido, un…- comenzó a murmurar Maka con los ojos cerrados, aún sin oponer resistencia al arrastre de Tsubaki. Finalmente, sintió como su amiga aflojaba su agarre sobre su brazo, y al abrir los ojos se dio cuenta de que se encontraban en el balcón donde hacía unos meses había invitado a Soul a bailar. Aún recordaba parte de la conversación: algo acerca de la confianza que él le tenía, de cuánto confiaba en ella como compañera. Soltó una risita irónica, pues le parecía divertido darse cuenta de lo inútil que lucía esa plática ahora.

-Maka-chan…- dijo finalmente Tsubaki, y en su mirada Maka podía ver cuán preocupada estaba por ella. -¿Qué pasa?- preguntó finalmente, yendo directamente al grano.

La primera reacción de Maka fue comenzar a despotricar contra Soul, en decirle a Tsubaki lo idiota, desconsiderado y cabezota que era su arma, pero antes de que pudiese comenzar, se fijó en un grupo de figuras que iban saliendo del colegio: de nuevo con esa risa despreocupada, Soul caminaba junto con Black Star, Liz, Paty, Kim y Jackie hacia las canchas de basketball, mientras conversaban y se pasaban el balón de uno a otro. No supo si fue solamente la visión de Soul despreocupado, o el ver lo aparentemente sencillo que le había resultado suplantarla, pero el hecho es que en ese momento la ira de Maka se apagó como si le hubiesen echado encima un balde de agua helada, y de inmediato sucedió aquello que había estado tratando de evitar: todos su temores y sus dudas se abrieron paso hacia la superficie, y cuando el terremoto en su interior se calmó, se encontró a sí misma arrodillada, abrazada a Tsubaki y con lágrimas corriendo por su rostro.

-¡Maka-chan!- la llamaba Tsubaki, confundida por el repentino cambio de humor. Sin embargo, en cuanto se dio cuenta de que la mirada de Maka había recuperado el foco, se calló y la dejó llorar en silencio, sin soltar su abrazo ni apartarse de ella.

-Tsubaki-chan…- sollozó Maka, una vez hubo terminado de llorar. Normalmente le disgustaba que los demás la viesen de esa manera, pero esta vez no le importó. Lentamente fue poniéndose de pié, y después de secarse las lágrimas, clavó su mirada en la torre detrás de la cual se encontraban los campos de deportes.

-Perdón por hacerte ver esto, Tsubaki-chan- se disculpó Maka, sin encontrar ninguna otra manera de romper el silencio que se había formado. No era que estuviese incómoda, sino que sentía que si no hablaba, algo dentro de ella se rompería de manera irreparable. –Yo solo…- trató de agregar, pero Tsubaki la calló poniendo un dedo sobre sus labios, mientras le regalaba una sonrisa comprensiva.

-Siempre he dicho que entre amigos no se necesitan disculpas- explicó Tsubaki, mientras se sentaba en el suelo y se recargaba contra el pasa-manos del balcón. -¿Quieres decirme qué pasa?- preguntó, mientras clavaba la vista en el cielo.

-La verdad…- comenzó a decir Maka, dándose cuenta de que, aún con todo lo que había pasado, seguía sabiéndole mal contarle a Tsubaki lo que había pasado sin que Soul estuviese presente. Sin embargo, se recordó a sí misma que también era su asunto, y que la afectaba a ella igual que lo hacía con Soul; por ello, tomo aire, y comenzó a relatarle a Tsubaki lo que había pasado con Sid y Kniges.

~~~~~~~Flashback~~~~~~~~

-Muy bien, entonces…- dijo Kniges, con un dejo de tristeza en la voz. –Tenemos algo que comunicarles, y probablemente no sea de su agrado- explicó, haciendo frente a las miradas serias de los chicos.

-Ustedes saben que, a pesar de la gran cantidad de alumnos que tiene el Shibusen, no existen demasiadas Death Scythes- explicó Sid, mientras paseaba su vista de uno a otro chico. –Con la traición de Justin, nos encontramos en una situación crítica. Justin se ha aliado con el demonio Asura, y junto a él se encuentran el hechicero Noah, el arma Giriko, además de esa persona de nombre Gopher con la que ustedes se enfrentaron- contó Sid, alzando un dedo con cada nuevo nombre. –Además, debemos recordar que Medusa todavía sigue en activo, y al haberse hecho con el cuerpo de Arachne, sus poderes son por lo menos iguales a los que tenía antes de enfrentarse con Death Scythe y el profesor Stein-

-¡Pero, ahora Soul es un Death Scythe!- exclamó Maka, sin poder ocultar del todo la nota de orgullo en su voz. -¡De esa manera, es como si estuviésemos igual que antes!-

-Lamento decir esto, Maka- la interrumpió Kniges –pero, por muy poderoso que sea Soul, no podemos comparar sus habilidades con las de Justin- sentenció, ganándose una mirada irritada de parte de Soul.

-Si el problema son mis habilidades, entonces solo tenemos que entrenar más- opinó Soul, alternando su mirada entre sus dos maestros.

-Tienes que tener en cuenta que hay muchas cosas que hacer, y se necesitan de todos los Death Scythes para ello- explicó Sid, recargándose en el respaldo del asiento. –Con Death Scythe aquí, y Tezca Tlipoca en Sudamérica, este continente está seguro. Sin embargo, Azuza está tratando de rastrear a Asura, y Shinigami-sama cree que en estos momentos, lo mejor es tener a Marie-san como sensei en el Shibusen- agregó, para después mirar a sus alumnos de manera significativa.

-Eso significa que Europa, Asia y Oceanía no tienen ningún Death Scythe…- comentó Maka, y de repente la certeza de qué era lo que querían Sid y Kniges la golpeó de lleno. -¡No!- exclamó poniéndose de pié, y haciendo que tanto los profesores como Soul diesen un pequeño brinco por la sorpresa.

-Maka…- trató de tranquilizarla Kniges, pero la chica no dejo siquiera que se acercase.

-¿Cómo pueden hacer eso?- les exigió, sin darse cuenta de que en el rostro de Soul comenzaba a aparecer una sonrisa. –Ustedes mismos acaban de decir que Soul no está preparado para tomar sus responsabilidades como Death Scythe, y es obvio que yo tampoco soy lo suficientemente fuerte para ello...-

-Maka- exclamó de pronto Sid, interrumpiendo a la chica y ganándose una mirada furiosa de esta. –Por favor, déjanos terminar- le pidió, y espero hasta que la chica se hubo sentado de nuevo para continuar. –Estamos conscientes de que no podemos mandar a Soul solo, y tú no estás lista para actuar como agente independiente- se explicó, y después volteó a ver a Kniges, pidiéndole que interviniese.

-Después de la batalla con Arachne, se les realizaron unas pruebas a ambos, para determinar hasta qué grado había cambiado su relación usuario-arma después de haber conseguido el alma de una bruja- explicó Kniges, mientras que comenzaba a pasarles varias hojas con gráficas que los chicos no entendían. –Después de recibir los resultados, tanto yo como el profesor Stein acordamos que, cuando mucho, la resonancia de sus almas solo sufrió un incremento como consecuencia de esto-.

-Entonces, ¿por qué tanto alboroto?- preguntó Soul, quien parecía estar cansándose de tanto misterio. –Si la resonancia es mayor, entonces es algo bueno- agregó, clavando su mirada en Sid-sensei.

-Normalmente, esto sería algo bueno- concedió este, y algo en su tono de voz les hizo entender que eso no era todo lo que tenía que decir. –Sin embargo…-

-¿Qué?- escupió Maka abruptamente, con un tono de voz más alto del que jamás había usado con un profesor.

-Sin embargo, en su caso, tenemos que tomar en cuenta los efectos de la Sangre Negra- soltó finalmente Sid, lo que hizo que ambos chicos cayesen en cuenta de a dónde iba la conversación.-Al aumentar el nivel de resonancia, también aumenta el riesgo de que ambos caigan presa de la locura, y nadie en el Shibusen ve de buena manera que se tomen semejantes riesgos-.

-Sid-sensei… está diciendo que…- comenzó a preguntar Soul, pero la mirada culpable de Kniges y de Sid lo frenó antes de que pudiese terminar.

-Si las circunstancias fuesen otras, dejaríamos pasar algo más de tiempo antes de tomar una decisión, pero la verdad es que necesitamos que Soul entre en servicio cuando antes, y Maka no puede salir de Death City, dado que es el objetivo primordial de ambos bandos enemigos-.

Después de esto, ambos senseis esperaron la reacción de los chicos, pero ninguno de ellos fue capaz de decir nada. Simplemente voltearon a verse entre ellos, y Maka se dio cuenta de que algo había cambiado cuando veía a Soul.

-Tienen que tener en cuenta que no es un cambio permanente…- trató de tranquilizarlos Kniges, pero un gesto de Sid la detuvo. Después, con la misma mirada seria que había mantenido a lo largo de la conversación, se dirigió a los chicos.

-Por orden de Shinigami-sama, el Death Scythe Soul Evans ha de presentarse en París, Francia dentro de siete días a partir de esta notificación- declaró, con la voz que usaba siempre que tenía que impartir órdenes oficiales a los alumnos. –Dado el estado de excepción en el que nos encontramos, la técnica de arma Maka Albarn ha de permanecer dentro de los límites de Death City, y debe de informar a Sid Barett, Death the Kid o Shinigami- sama de su paradero a todas horas- sentenció, y ambos chicos sintieron como si una nube de tormenta se cerniese sobre sus cabezas. –Al Death Scythe Soul Evans se le asignará un técnico en cuanto llegue a su destino. Por su parte, la técnica de arma Maka Albarn permanecerá en espera de un nuevo compañero y nuevas órdenes- terminó finalmente, dedicándoles a los chicos un gesto de disculpa.

-¿Por qué no nos lo ha dicho Shinigami-sama en persona?- preguntó Maka, sin poder pensar en nada más que no la hiciese gritar de frustración. Con una parte de su mente, registró el hecho de que Sid y Kniges intercambiaban una mirada divertida, antes de que la enfermera contestase su pregunta.

-Verás, Sid y yo pensamos…- se explicó, y un asomo de sonrisa pareció cruzar por su rostro. –Pensamos que lo mejor era que no recibiesen estas noticias en medio de las bromas de Shinigami-sama, o de los gritos de alegría de tu padre-.

~~~~~~~Flashback~~~~~~~~

Cuando terminó de contarle a Tsubaki la conversación con Sid-sensei y Kniges-sensei, Maka se dio cuenta de que, de alguna manera, había pasado una línea divisoria. Desde que saliesen de la enfermería, ninguno de los dos había dicho media palabra acerca del asunto, como si de alguna manera estuviesen tratando de negar lo que sucedía. Habían pasado dos días desde entonces, pero gracias a que el día anterior había sido dedicado al entrenamiento de Soul como Death Scythe, no habían tenido que ver a sus compañeros hasta entonces.

-Entonces…- dijo finalmente Tsubaki, y Maka se dio cuenta de que la chica intentaba no dejar ver su propio dolor ante las noticias. Después de todo, recordó Maka, Tsubaki también era amiga de Soul, lo mismo que Black Star, Kid, Liz o Paty. Sin embargo, una parte de ella le recriminó a su amiga, pues de alguna manera sentía que ese dolor era algo solo de ella, y no estaba demasiado dispuesta a compartirlo.

-Así es- contestó Maka sin dejarla terminar, tratando de que no se notase en su voz su irritación. ¿Por qué tendría que molestarse de que más personas lamentasen la partida de Soul? Después de todo, no era como si él fuese propiedad suya. –Dentro de cinco días, Soul parte a Francia, y no tenemos idea de cuándo vaya a poder regresar. Seguramente, no será hasta que derrotemos a alguno de los dos grupos, ya sea al de Asura o al de Medusa- razonó Maka, y se dio cuenta de que al decirlo en voz alta sonaba mucho más difícil de lo que parecía en su mente.

-Pero, si falta tan poco… ¿por qué han peleado?- preguntó Tsubaki, con el tono de voz de quien sabe que tal vez está presionando un poco más allá de lo debido. Sin embargo, Maka no cambió de tema ni trató de invadir la pregunta, sino que le dedico una sonrisa entre cansada y resignada.

-El idiota de Soul actúa como si no pasase nada- explicó –y eso es algo que me pone de los nervios. Pareciese que no…- trató de seguir, pero de nuevo ese nudo en la garganta le cortó la voz. Haciendo un esfuerzo, dio un suspiro, y con toda la entereza de que era capaz, continuó. –Pareciese que no le importa, que para él todo esto del cambio de sede y de compañero no le interesa- dijo Maka, y sintió como, por fin, las lágrimas que había estado aguantando durante toda la mañana pugnaban por salir. –Por momentos, incluso me pregunto si…-

-¿Si qué?- la animó Tsubaki, mientras se acercaba un poco más a ella.

-Si no se alegrará de que le asignen un nuevo compañero- terminó Maka después de unos segundos, en apenas un poco más que un susurro. Apenada, volteó a ver a Tsubaki, y se encontró con que esta la miraba de manera divertida.

-Tonta- dijo de pronto Tsubaki, alargando las letras, mientras que le daba un pequeño golpe con el puño en la cabeza. -¿Realmente crees que, para Soul, eres solamente una técnica de medio pelo con la que se alió demasiado pronto?- le preguntó Tsubaki, y la manera en que lo expuso logró que el rostro de Maka se tornase de un rojo intenso. –Para Soul eres mucho más que su compañera; te aseguro que lo debe estar pasando igual o peor- sentenció Tsubaki, mientras se ponía de pié y miraba hacia el horizonte. –Ustedes han estado siempre juntos, pero el cambio de compañeros era algo que iba a suceder tarde o temprano- explicó, y Maka estuvo a punto de decirle que pensaría diferente si fuese Black Star quien se fuese. –Sin embargo, aunque se separen, tú seguirás aquí, probablemente te colocarán con alguien a quien conozcas, y nos tendrás a todos nosotros para ayudarte. En cambio Soul…- Tsubaki se detuvo a media frase, y de repente Maka se dio cuenta de que su amiga tenía los ojos empañados. –Él estará solo, en un lugar que no conoce, y sin ningún amigo alrededor- explicó, haciendo que el rubor volviese a las mejillas de Maka. –Además, él será quien se lleve a peor parte: sus deberes serán los de cualquier otro Death Scythe, pero tú vas a seguir siendo el enemigo número uno, y él no va a estar cerca para protegerte- terminó, con una risita.

-Tsubaki-chan…- murmuró Maka, y de repente se dio cuenta de lo infantil que había sido: ella no era la única a quien le estaban quitando su compañero, Soul estaba pasando exactamente por lo mismo y, tal como decía Tsubaki, lo suyo era incluso peor. Sin embargo, una parte de ella se negaba a aceptar su actitud, así que soltó el único argumento que, inconscientemente, se había negado a admitir.

-¡Pero, si tan mal se lo está pasando, ¿por qué demonios se va a jugar con Kim y Jackie?!- preguntó, ignorando el sentimiento de vergüenza que sus palabras le hacían sentir. -¡Deberíamos ser nosotras las que estuviesen jugando! ¡No debería ser capaz de suplantarme tan fácilmente!-.

-Recuerda que ellas también son amigas de Soul, Maka-chan- le pidió Tsubaki, al tiempo que volvía a hincarse y la tomaba por los hombros. –Además, cuando alguien tiene que despedirse de sus seres queridos, la gente a la que más se quiere siempre es a la que más nos cuesta decir adiós- explicó, y Maka se dio cuenta de que había en sus palabras más de lo que había entendido a la primera. –Por ahora, deberías ir a donde Soul, y disculparte por lo que has hecho- le aconsejó, poniéndose de pié. –Piénsalo un poco, Maka. Estaré donde ellos- le dijo, despidiéndose con un movimiento de cabeza y entrando al edificio principal.

Maka permaneció ahí durante más de dos hora, mirando a través de los pilares del pasa-manos, pensando en todo lo que le había dicho Tsubaki, y en lo que ella misma había deducido. Sin duda, había sido una egoísta al tratar así a Soul, pero sentía que el pedirle disculpas sería al mismo tiempo aceptar su partida, y eso era algo que no estaba dispuesta a hacer.

Cuando el sol estaba a punto de ponerse, Maka escuchó pasos provenientes de adentro, pero no se molestó en tratar de averiguar quién era, o incluso en cambiar su postura. Sin embargo, cuando estuvo claro que los pasos se dirigían hacia ella, estuvo segura de a quién iba a encontrar.

-Tsubaki-chan me dijo que estabas aquí- dijo Soul, con el mismo tono que usaba siempre que discutían. Sin embargo, se acercó a ella, y recargó los codos en la baranda, mirando hacia el sol que se escondía detrás de las montañas. –Me dijo que tenías algo que decirme- agregó, mirándola de reojo.

-No tengo nada que hablar contigo- contestó Maka de inmediato, consciente de que esa pelea era precisamente lo que Soul había estado tratando de evitar, pero sin ninguna intención de detenerla. Después de todo, era mejor pelear que la otra alternativa. –Ya te lo he dicho en la mañana; por mí, puedes hacer lo que quieras, cuando quieras, y donde quieras- remató Maka, y se turbó al darse cuenta de que, a diferencia de la vez anterior, ahora Soul había reaccionado ante sus palabras.

-¿En verdad eso es lo que sientes?- preguntó este, sin dejar de mirar al babeante sol.

-Si- contestó ella, girando la cara para que su compañero no viese temblar sus labios.

-Muy bien…- contestó e chico, y después dio un par de pasos hacia atrás, quedando fuera del campo de visión de Maka.

-En serio- comenzó a decir Maka, al darse cuenta de que él todavía seguía ahí de pié. -Por mí, puedes irte cuando…- trató de continuar, pero la detuvieron un par de brazos que se cerraron alrededor de ella. Totalmente confundida, giró un poco la cabeza, y se encontró con que, efectivamente, era Soul quien la estaba abrazando, con la cabeza hundida en su cabello.

-Adiós, tonta ratón de biblioteca- le susurró al oído, y después de un par de segundos más, soltó su abrazo y se dio la vuelta, caminando hacia la oscuridad de dentro del edificio. Aunque quería ir tras él, Maka sentía como si sus brazos y piernas fuesen de plomo, y por más que lo intentó, no pudo moverse de donde estaba.

Una hora después, cuando abrió la puerta de su casa, todavía seguía dándole vueltas a lo que había sucedido: el tono herido de Soul, el abrazo, y el sentimiento que había despertado en ella cuando él se había despedido: era como si tuviese cientos de espinas clavadas debajo de cada uña.

-Tadaima…- exclamó en cuanto entró al departamento, que se encontraba a oscuras, pero la única respuesta fue la de su voz devuelta por las vacías paredes. Un poco alarmada, se acercó al cuarto de Soul, y se sorprendió al encontrar la puerta abierta y las luces y el televisor apagados. Cuando por fin traspuso el umbral, se dio cuenta con horror de que el cuarto estaba completamente vacío: no había ropa regada por el suelo, ni revistas en el escritorio, y la cama se encontraba perfectamente hecha, como si fuese la de un hotel. Un segundo más tarde, una solitaria hoja de papel captó su atención, y con paso inseguro se acercó a leerla.

Quiero investigar unas cosas, y Liz me ha ofrecido usar la biblioteca de Shinigami-sama para
ello. He decidido salir mañana a medio día, así que me llevo mis cosas de una vez.
Gracias por todo; saluda a tu padre de mi parte.

Soul

Maka leyó una y otra vez la nota, pero no fue capaz de encontrarle sentido. ¿Salía mañana? Pero si tenía hasta la próxima semana para presentarse. Además, ¿qué clase de nota era esa? Ni siquiera un "nos vemos en el aeropuerto", o un "hasta luego". En realidad, la manera en que le agradecía daba a entender que era una despedida definitiva, como si no quisiese volver a verla.

Sin hacer ningún ruido, dio media vuelta y salió de la habitación con la hoja aún aferrada en su mano, se dirigió hacia su propia habitación, y sin quitarse la ropa o soltarse el pelo, se echó en su cama y comenzó a llorar en silencio, deseando con todas sus fuerzas que esa noche no terminase nunca.