Disclaimer: Galactik Football no me pertenece.
He recurrido a un pequeño pasaje de la Biblia (haber sido educada en el catolicismo a veces aporta momentos de lucidez así xd) y las canciones El trapecio de Marea y Opposite de Biffy Clyro. Dos pequeñas obras de arte.
[No quiero ser más que el esqueleto de lo que he sido.]
Cuenta la parábola del hijo pródigo que, al volver éste a casa arrepentido, el padre le dijo a sus siervos que sacaran el mejor vestido y le vistieran, y pusieran un anillo en su mano y calzado en sus pies, y que trajeran un becerro, lo mataran, y entonces todos lo comieran y festejaran; porque su hijo muerto era, y había revivido; estaba perdido, y había sido hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Era una de las viejas historias que Norata solía contarle a Rocket, sentado en su regazo, las pocas veces que rompía el silencio con palabras. Probablemente al hacerlo pensara en su hermano, aunque eso Rocket es algo que nunca se atrevió a preguntar. Como tantas otras cosas.
Cuando Rocket volvió a casa, tuvo que lidiar con algo completamente distinto. Sólo pudo disculparse y agachar la cabeza – seguía siendo un experto en agachar la cabeza y aguantar, mientras que otros embestían de frente.
Tuvo que soportar el rencor y la desconfianza. Y lo peor no fueron las amenazas de D'Jok con ese complejo suyo de héroe ni sus promesas de intentar tolerarle (por ella, siempre por ella). No fue la mirada de hielo en los ojos de Mei - ¿cómo una chica tan bonita podía estar llena de tanta amargura – ni sus palabras como cuchillos, advirtiéndole de no atreverse jamás a hacerle daño de nuevo. No fue Micro-ice guardándose las manos en los bolsillos, dando una patada a una piedra del camino y poniéndose serio por una vez en su vida para murmura Vas a tener que hacerlo bien a partir de ahora. No fue el silencio de Thran, que, igual que Norata, no necesitaba las palabras para golpearle con sus mudos reproches. No fue Ahito despertando de repente, abriendo los ojos y mirándole como si no pudiera creer que estuviera allí, recordándolo todo para entonces mascullar un Menos mal, sigues aquí y volver a dormirse.
No fueron los padres de Tia ni los suyos ni mucho menos su tío Aarch y esa maldita manía de todos los adultos de seguir tratándoles como críos.
No, eso no fue lo peor a lo que tuvo que hacer frente.
Porque, ya que Tia le había perdonado, todos tuvieron que acabar haciéndolo tambien. Claro que Tia, como siempre, era mejor que el resto.
Lo peor a lo que Rocket tuvo que enfrentarse, eso que a veces hacía que se encogiera de puro nerviosismo y mirara a ambos lados para asegurarse de que Tia seguía a su lado – como si ella se planteara siquiera a irse a alguna parte – era el miedo a que se diera cuenta de que Rocket no se la merecía.
Era la única que aún no lo había hecho.
[Estás enamorada de una sombra que no volverá.
Tarde o temprano todos tenemos que despertar y tratar de olvidarlo todo.
Detrás, hay un cielo perfecto.]
Sencillamente tenía ganas de publicar algo sobre Rocket y Tia. Pero me sentía incapaz de hacer nada que no fuera esto. Hace tiempo que perdí la fe en esa pareja.
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