¡Hola!

Vuelvo con otro One-Shot, aunque si quieren puedo hacerle una continuación, porque como que no me convence el final, es demasiado triste.

Bueno, como iba diciendo, es otro de esta pareja que me encanta (GaaMatsu) y contiene lemon obvio, así que ya están advertidos xD

Bueno, estaba escuchando el cover de la canción de Camilo Sexto "Piel de ángel" cantada por Alvaro Veliz, y se me vino este fic a la cabeza, espero que les guste ^^

Si quieren oírla mientras leen (es una canción hermosa, así que se los recomiendo) les dejo el link (recuerden, sin los espacios ^^) http : / www . Youtube . com / watch?v=Iy0o19Kpwz8

A escondidas

Hoy era un día cualquiera en la aldea de Sunagakure. El Kazekage estaba reunido con el consejo de ancianos, aquel molesto grupo de personajes que lo único que hacían era hostigarlo. Siempre había sido de esa forma.

—La reunión acaba aquí y es mi última palabra – Dijo el Kazekage levantándose de su asiento, mostrándose irritado. Uno de los del consejo trató de disuadirlo.

—Pero Kazekage-sama…

—Ya he dicho que no, me parece absurdo revivir una tradición tan antigua y sin sentido, así que no me convencerán, ya tuve suficiente con haber tenido que casarme porque ustedes lo quisieron – Espetó molesto el joven de cabello pelirrojo y ojos color aguamarina, saliendo de la sala.

Uno de los ancianos del consejo lo miró molesto, ya que él, era el padre de la esposa de ese joven, y gracias a él el Kazekage tuvo que casarse, por culpa de su absurda ley.

Gaara salió molesto de ese lugar, lo odiaba, odiaba a todos esos viejos que lo único que sabían hacer era revivir viejas tradiciones que sólo molestaban a todos. Había logrado salvar a su aldea de todo ello, pero lamentablemente él no corrió con la misma suerte.

Hace más de un año había contraído matrimonio con una mujer a la cual no amaba. Y no solo eso, sino que la despreciaba, era insoportable, escandalosa y superficial. Se creía la dueña del mundo sólo por ser la hija de uno de los ancianos del consejo. Se creía con derecho a todo, incluso de insultarla a ella. Gaara podría tolerarle todo a su "esposa", menos el hecho de que se atreviera a meterse con la persona más importante en su vida; su amada, la mujer a la que sólo podía ver a espaldas de todos, porque todo el mundo pensaba que su matrimonio era el más feliz. Pero que tontería.

Llegó hasta su oficina y ella estaba ahí afuera, apoyando su espalda contra la pared del pasillo. Su cabello había crecido en comparación a la primera vez que la vio, ahora aquel fino cabello castaño caía grácilmente hasta su cintura. Su rostro era más maduro al haber cumplido ya 19 años, y su cuerpo mucho más desarrollado también lo demostraba. Los ojos que tanto le gustaban al pelirrojo lo observaron fijamente, y esos labios que tantas veces había degustado esbozaron una leve sonrisa.

—Matsuri… - Dijo Gaara, también sonriendo levemente. Ella se le acercó, pero no lo suficiente, o al menos no de la forma que él esperaba.

—Buenos días Kazekage-sama ¿Cómo le fue en su reunión? – Preguntó, tan animada como siempre. Gaara frunció el ceño ante esta pregunta, y no precisamente por lo que preguntó, sino por como lo dijo.

—Sabes que no me gusta cuando me llamas de esa forma – Replicó el pelirrojo molesto, mientras la tomaba por la cintura para atraerla hacia su cuerpo, sin nada de delicadeza.

—Lo siento, pero así me ha dicho su esposa que debo llamarlo – Siguió la chica, mientras sonreía levemente al verlo enfadado.

—Matsuri… - Dijo él, en tono demandante, mientras se acercaba peligrosamente al cuello de la ahora Jouning y lo besaba con devoción – Te lo ordeno, te ordeno que me digas sólo Gaara…

—Pero Kazekage-sama… - Dijo Matsuri en un tono algo inocente, pero en el fondo divertida por la reacción que él tenía. Gaara metió su mano entre las piernas de la kunoichi –quien usaba una minifalda negra- y comenzó a tocar su parte íntima, por encima de su ropa interior, haciendo que el rostro de ella se sonrojara – No… aquí no…

—Dilo… - Exigió el Kage, mientras movía hábilmente sus dedos sobre esa zona, dándose cuenta de que ella comenzaba a humedecerse – Dilo y te dejaré ir.

—Por favor no… G-Gaara… - Pidió Matsuri, casi gimiendo de placer. Gaara la soltó y la miró con una sonrisa algo lujuriosa. Siempre era así, casi desde el mismo momento en que Gaara se había casado, Matsuri se había convertido en su amante.

A ella la amaba, la amaba más que a su propia vida, y estaba dispuesto a darlo todo por ella. Sin embargo, si dejaba a su esposa perdería su posición como Kazekage, ya que el padre de ella tenía mucho peso en las decisiones del consejo. Amaba también a su aldea. Y no sabía si estaba bien sacrificar a la persona que amaba por seguir siendo el Kazekage, muchas veces había querido renunciar, pero Matsuri jamás se lo permitió.

—Eres un pervertido – Le reclamó la chica, separándose de él para dirigirse a un escritorio que estaba justo afuera de la oficina de Gaara, ya que ella era su secretaria.

—Sabes que tú me vuelves así – Dijo el pelirrojo sonriendo, para después entrar a su oficina y sentarse en su puesto, a firmar papeles y observar las misiones pendientes.

Era frustrante. No podía estar con ella abiertamente aunque la amara, porque simplemente temía dejar de ser el Kazekage, algo que le había costado tanto trabajo conseguir.

Pero deseaba poder gritar a los cuatro vientos que estaba con ella. Que esa mujer que decía ser su esposa no era mas que una fachada, que cada vez que la tocaba era un acto tan repugnante para él, que no significaba nada. En cambio tocar a Matsuri era como tocar el cielo con la punta de los dedos, era alcanzar las estrellas cada vez que la oída gemir en sus brazos, cada vez que su frágil cuerpo desnudo temblaba debajo de él.

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Ahí se encontraba ella ahora, observando aquella puerta cerrada donde él había entrado hace unos minutos.

Aunque sabía que ella era la mujer que él amaba, aunque sabía que él sólo la deseaba a ella, le dolía no ser la persona que estuviera a su lado. Le dolía saber que su amor debía llevarse a cabo a escondidas de todo el mundo, y le aterraba el hecho de que pudiesen descubrirlos y de que él perdiera lo más preciado para él; su aldea.

Matsuri no iba a permitir que su amado Gaara perdiera algo tan importante sólo por ella, por eso le había prohibido decirle una palabra de su relación secreta a su esposa, hermanos, o al consejo mismo. No se conformaba con ser sólo su amante, pero tampoco quería dañarlo.

De pronto desvió su atención hacia la entrada. Una escandalosa mujer rubia y de ojos verdes, vistiendo ropa fina y de marca, entraba al lugar con su típica mirada de desdén hacia todo el mundo, como si ella fuese lo mejor que había en ese lugar.

—¿Mi marido está en su oficina? – Preguntó la mujer, dirigiéndose a Matsuri, quien sólo la miró de forma desinteresada.

—Kazekage-sama está en su oficina – Respondió la castaña mientras tomaba unos papeles de su escritorio. Miró de reojo a Sayuri, la cual sonrió altivamente.

—Me alegra que le estés llamando como te dije, después de todo no eres más que una mocosa igualada, sólo yo puedo llamarlo Gaara – Dijo Sayuri, para luego entrar a la oficina de Gaara.

—Di lo que quieras… - Susurró Matsuri en un tono de voz muy bajo – Pero sé que Gaara me ama a mí.

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—Hola mi amor – Dijo Sayuri entrando a la oficina de Gaara, sin siquiera golpear la puerta primero, lo que sólo lo exasperaba.

Ahí estaba otra vez esa molesta mujer. Como la despreciaba, al igual que su padre.

—¿Qué quieres Sayuri? – Preguntó sin ánimos de nada. Lo único que le daba consuelo era saber que hoy, después de terminar sus deberes, podría estar con Matsuri, aunque fuese sólo un rato.

—Sólo quería saber a que hora sales hoy, es que tengo algo que decirte – Dijo la rubia mujer con una sonrisa. Sabía que él no la quería, sabía que él tenía a otra mujer, pero eso jamás lo iba a permitir. No iba a ser humillada por el Kazekage ni por nadie. Él estaría condenado a estar a su lado por siempre, jamás iba a dejarla.

—Hoy saldré muy tarde – Respondió Gaara sin quitar su fría expresión - ¿Qué quieres decirme?

—Sé que te vas a poner muy feliz… - Habló Sayuri, completamente segura de que de esta forma, lo tendría sólo para ella.

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Matsuri estaba en su casa. Eran las seis de la tarde y el sol comenzaba a ponerse en lo alto. Buscó una toalla en su armario y se dirigió al baño. Abrió la llave de la ducha, y observó las gotas transparentes del agua caer rápidamente. Se despojó de sus ropas y se metió debajo del chorro tibio del agua, sintiendo su cuerpo relajado.

Después de acabar su ducha, se cubrió el cuerpo con la toalla blanca. Cuando se disponía a salir escuchó un ruido desde su habitación, como si alguien hubiese entrado por la ventana, y así fue. Al llegar a su cuarto notó al Kazekage sentado en su ventana, observando la luna que acababa de salir. Él la observó, y su mirada la penetró por completo.

—Parece que llego en el momento justo – Dijo el pelirrojo, esbozando una leve sonrisa al encontrar a la chica en esa facha.

—No me avisaste que vendrías… tal vez debería vestirme – Dijo Matsuri bajando la cabeza un poco sonrojada, pero Gaara de un momento a otro se apareció frente a ella, dejándola sorprendida, y la empujó sobre la cama – G-Gaara… - Reclamó algo molesta.

Hoy como mañana

Y como siempre

Y de enero a diciembre

—Así estás bien – Dijo Gaara recostándose en la cama sobre ella – Al menos no tendré que desvestirte – Susurró a su oído, haciendo que ella se sintiera muy avergonzada y a la vez excitada.

Y ella aferró sus manos a las sábanas blancas de su cama.

Gaara comenzó a besar el cuello de la chica. No era nada del otro mundo para ellos, siempre que se encontraban no era más que para satisfacer sus deseos carnales, porque no podían hacer otra cosa, porque no podían mostrarse ante la gente.

Una cama blanca como la nieve

Será nuestro refugio de seis a nueve

De seis a nueve...

—Gaara… ahh… - Gimió levemente Matsuri, mientras Gaara dirigía una de sus manos hasta su intimidad. Le encantaba hacerla sufrir, por eso la tocaba lentamente, masajeando con esmero cada parte de su intimidad de mujer. Matsuri cerró sus ojos al sentir como él introducía uno de sus dedos, y se aferró a la espalda del pelirrojo.

Gaara comenzó a meter y a sacar su dedo de forma pausada, escuchando con deleite como ella le pedía que lo hiciera más rápido, pero él decidió que quería hacer otra cosa.

Entonces alejó su mano de ahí y le quitó la toalla a Matsuri, para apreciar su cuerpo desnudo. La chica se sonrojó al notar como él la miraba, con ese deseo intenso que sentía que le quemaba la piel.

—No me mires así Gaara, estás haciendo que me avergüence – Le reclamó Matsuri mientras se cubría los senos con sus manos, pero el pelirrojo le hizo descubrirlos otra vez, y se acercó peligrosamente a sus labios.

—No tienes que hacer eso Matsuri, tú eres hermosa, y sabes que me encanta mirarte – Le susurró, justo antes de besarla. Matsuri le correspondió ese beso con intensidad, mientras ambos enredaban sus lenguas, sin embargo ella sintió algo diferente esta vez. Gaara no la besaba como todas las veces anteriores, esta vez era con cierta nostalgia, como si esta fuese una despedida o algo por el estilo, pero ella trató de ignorar eso.

Tiempo de amor

Amor a oscuras

Que tan solo un cigarrillo

De vez en cuando

Alumbra

—Gaara… - Habló cuando se separaron, mirándolo directamente a los ojos - ¿Te sucede algo? – Le preguntó con cierta preocupación, pero él negó con la cabeza, mientras le sonreía.

—No me pasa nada, es que estoy ansioso por hacerte mía – Respondió Gaara volviendo a besarla, y esta vez comenzando a recorrer lentamente el cuerpo de su compañera con sus manos, sintiendo la suavidad de su piel.

A Matsuri le gustaban mucho sus caricias, siempre que estaban juntos él la hacía sentir verdaderamente amada, aunque sólo pudiese ser de esa forma.

Ese amor que vive en penumbra

Que vive en penumbra

La chica enredaba sus finos dedos entre los cabellos del Kazekage, y con su otra mano acariciaba su espalda, mientras que Gaara bajaba con húmedos besos por su cuello, luego a sus hombros, y finalmente comenzó a besar sus pechos.

Mordía uno de los senos de Matsuri, mientras que con su mano masajeaba el otro, haciendo que de los labios de ella escapasen leves pero intensos gemidos que excitaban al pelirrojo, haciéndolo querer desesperadamente más de ella.

Cuando ya no aguantó más el calor de su cuerpo, se deshizo de todas sus molestas prendas, quedando completamente desnudo, pero ella lo sorprendió dándole la vuelta, para quedar sobre él. Comenzó a besar su pecho, bajando cada vez más, mientras Gaara sólo la observaba con una pequeña sonrisa en sus labios.

Matsuri besó su abdomen por completo, hasta llegar al miembro erecto del joven Kazekage, el cual tomó con una mano, y comenzó a masajearlo con la misma suavemente.

—Mat… ahh Matsuri – Dijo Gaara, casi gruñendo ante lo que ella hacía.

Después, la castaña acercó su lengua lentamente hasta el sexo de su compañero, y comenzó a lamerlo con delicadeza, para después introducirlo por completo en su boca.

Gaara sentía que iba a llegar al clímax después de que Matsuri estuviese un buen rato haciendo esto, y ahora le tocaba a él otra vez.

Cuando la chica acabó, Gaara la jaló de la muñeca y la hizo quedar debajo de él; ya no quería esperar más para sentirla por completo, y la penetró de una sola vez, haciéndola soltar un gemido de placer. Y al mismo tiempo, se sentía un imbécil por lo que estaba a punto de hacerle.

A escondidas

Tengo que amarte

A escondidas

Como un cobarde

A Matsuri no le dolió, pues él, hace tiempo se había llevado su virginidad, aquel día en que ella pensó que lo había perdido para siempre. Cuando Gaara se había casado, Matsuri pensó que ya jamás podría decirle que lo amaba, creyó que él de verdad estaba enamorado de esa mujer que era ahora su esposa, y lloró, y sufrió por él, y sintió como su corazón se destrozaba. Sin embargo una semana después de esa boda, Gaara le había confesado lo que los del consejo le habían obligado a hacer, al mismo tiempo que le declaraba el estar enamorado de ella desde hace tiempo, y eso la hizo realmente feliz, y desde entonces ellos estaban juntos.

—Gaara… - Gimió la chica al sentirlo moverse dentro de ella, mientras aferraba sus manos a la ancha espalda del pelirrojo – Hazlo más rápido… - Pidió – Por favor.

—Como quieras – Respondió él, comenzando a darle violentas envestidas que en pocos segundos llenaron aquella habitación de gritos provenientes de la chica, la cual sentía que en cualquier momento iba a estallar en placer.

Gaara siempre había sido muy apasionado cada vez que hacían el amor, y eso la volvía loca, y no podía soportarlo por mucho tiempo, ya que sentía que se iba a derretir con el calor que emanaba de sus cuerpos. Y él simplemente sentía que esto era lo más maravilloso que existía en el mundo, poder estar con ella, hacerla suya, y no permitir que nadie más la tocara.

A escondidas

Cada tarde

Mi alma vibra

Mi cuerpo arde

Matsuri lo besó en los labios, haciendo que se dieran la vuelta, para quedar encima de él, y mientras Gaara la tomaba por la cintura, ella se movía con rapidez, haciendo que las penetraciones se volvieran aún más profundas que antes y mucho más placenteras para ambos. Ella se acercó al oído de Gaara, para susurrarle algo, mientras se seguía moviendo.

—Te amo… - Él no contestó, simplemente la besó apasionadamente mientras le daba las últimas envestidas, antes de correrse en su interior, ahogando así el grito de Matsuri en sus labios.

A escondidas

Cada tarde

Te siento

Piel de ángel

Cuando terminaron, ella se recostó sobre el pecho del pelirrojo, en verdad lo había notado extraño esta vez, lo que la tenía un tanto inquieta.

—¿Qué sucede mi amor? – Preguntó mientras que con su dedo índice, hacía circulitos en el pecho de Gaara, quien de un momento a otro se levantó y se sentó en la orilla de la cama. Esto si le pareció extraño, así que ella también se sentó, pero en el mismo lugar donde se encontraba, y se cubrió el cuerpo desnudo con las sábanas blancas.

—Lo siento Matsuri… - Dijo él, y se le escuchó hablar tristemente, por lo que ella lo miró extrañada, sin poder adivinar la expresión de su rostro, ya que Gaara le estaba dando la espalda.

Somos conversación predilecta

De gente que se cree perfecta

—¿Por qué te disculpas mi amor? – Le preguntó Matsuri con una dulce sonrisa. Gaara se volteó, y ella se sorprendió al ver unas cuantas lágrimas en esos ojos que antes de estar con ella no habían demostrado ninguna expresión, esos ojos que solían ser tan fríos como el hielo - ¿Qué sucede Gaara? – Volvió a preguntar más preocupada.

—Ya no podremos vernos más – Respondió él, y ella sintió como si una daga atravesara su corazón, y de una sola y certera estocada se lo arrancara por completo.

—¿Q-que dices?

—Matsuri hoy… - Gaara bajó su mirada, ya que no quería verla a los ojos cuando le dijera esta terrible noticia – Hoy Sayuri me ha dicho que está embarazada, ella tendrá un hijo mío… así que no podemos seguir viéndonos de esta forma.

Las lágrimas no tardaron en salir de los ojos de la chica, quien ahora se sentía morir, ya que jamás volvería a estar con él, porque no podría estarle quitando el padre a un pequeño bebé.

Ella jamás haría algo así, por eso iba a renunciar a su amor, y ahora Gaara tampoco se sentiría amenazado con perder su puesto, ahora ya no sería una carga para él.

Somos de esos amores

Prohibidos a menores

Por ser como son...

—Entiendo… - Susurró Matsuri, sintiendo como su interior se desgarraba, y le dolía terriblemente – Por favor déjame sola.

—Matsuri yo…

—Por favor Kazekage-sama, váyase y no regrese nunca más aquí por favor, se lo suplico – Decía ella, sin mirarlo a los ojos.

Gaara sintió como un intenso dolor lo recorría por dentro, y bajó su mirada también. La luz de la luna entraba por la ventana, iluminando a la hermosa mujer que él amaba, y a la cual no tenía el derecho de amar.

Se alejó de ella a pasos lentos, después de haberse vestido, y saltó por la ventana, perdiéndose en la oscuridad de la noche fría, mientras las lágrimas de ella no paraban de salir, y a él se le rompía el corazón de dejarla así.

—Perdóname mi amor… - Susurró mientras apretaba sus puños con rabia, porque él no deseaba que esto pasara, pero ya estaba cansado, no podía condenarla a vivir un amor que ella jamás podría gritar, no podía condenarla a ser por siempre "la otra".

A escondidas

Tengo que amarte

A escondidas

Como un cobarde

Y Matsuri, simplemente se dejó caer sobre su cama, aún envuelta entre sus sábanas blancas, sufriendo por haber perdido al amor de su vida, pero siempre lo supo, que eso no iba a durar para siempre, siempre supo que algún día todo iba a terminar, tal y como empezó; a escondidas de todos.

A escondidas

Cada tarde

Mi alma vibra

Mi cuerpo arde

—Porque sé… que sólo fui una aventura… - Susurró, antes de cerrar sus ojos y quedarse profundamente dormida.

Hoy sólo quería descansar y no pensar en nada más, y quedarse así para siempre, para ya no verle nunca, pero sabía que mañana lo vería otra vez, y tendría que fingir que nada había pasado, y tendría que hacer como si no lo amara con todo el corazón.

A escondidas

Cada tarde

Te siento

Piel de ángel

Y tendría que seguir amándolo en silencio.

¿Fin?

Bueno, ya saben, si quieren una continuación me dicen, por ahora será un One-shot ^^

Gracias a todos por leerlo ^^

Bye ^^