Cállate, Tsukishima
Summary: Kei Tsukishima no quiere creer en la enfermedad Hanahaki. O, "La lista de motivos por los cuales Tadashi Yamaguchi podría dejar de ser amigo de Kei Tsukishima, por Kei Tsukishima".
Pairings: Main: TsukiYama. Background: DaiSuga, AsaNoya, ShimiYachi, KuroKen, KageHina.
Rating: T
Warning: Spoilers del manga.
TW: Desorden de personalidad dependiente. Vómito inducido y no inducido. Problemas de autoestima. (Enfermedad ficticia) Hanahaki.
Disclaimer: Haikyuu! y obras relacionadas no me pertenecen. Solo poseo la idea de esta historia.
Parte 1: Enfermo de amor
Kei Tsukishima realmente no creía en la enfermedad de Hanahaki. Toda la idea de que una flor –una flor, que requería agua, sol y tierra– creciera en los pulmones de una persona que sufriera de amor no correspondido, le parecía absurda hasta límites que no comprendía.
No tenía interés en investigar sus orígenes, o sus "síntomas", porque era más o menos el equivalente de investigar el origen y significado del culto occidental al monstruo del espagueti volador.
Aunque, lo último quizás era un poco más probable. Las personas occidentales le parecían, cuanto menos, curiosas.
Según Kuroo, el irritante-pero-no-tanto-como-Bokuto capitán del equipo Nekoma, la enfermedad era real, y fue investigada después del caso Otome Hanahaki en el año 2009. Al día de hoy, Kei creía que se trataba de una noticia falsa.
Después de todo, los rechazos ocurrían cada día, cada minuto y en cualquier esquina del mundo, y la gente no comenzaba a estornudar y vomitar pétalos amarillos en plena luz del día. Y, si así fuera, definitivamente la OMS estaba tardando en poner sus manos en el asunto.
«—Y, según tú, cómo se cura el Hanahaki —preguntó Kei, intentando no sonar tan interesado en la conversación como realmente estaba.
—Según yo no, Tsukki, según la ciencia —Kuroo le sonrió felinamente. Kei se abofeteó mentalmente. Todos en Nekoma parecían tener tendencias felinas y aún no lo encontraba lógico.
—Bien, según la ciencia, cómo se cura el Hanahaki.
—Obviamente con la magia del amor correspondido —Kei luchó contra su deseo de golpear a Kuroo, quien estaba demasiado ocupado riéndose para notar el aura asesina que comenzaba a desprender—. O, mediante una cirugía que remueve la planta y todos los recuerdos de la persona a la cuales corresponden esos sentimientos.
—Exactamente cómo es que una planta que crece en tus pulmones, acaba borrándote la memoria —un día, un día dejaría de intentar buscarle el lado lógico a las conversaciones con Tetsurou Kuroo. Ese día aparentemente no era hoy.
—De la misma forma en la que la planta comienza a crecer allí en primer lugar, es la magia del amor.»
Durante mucho tiempo, juró que Kuroo solamente lo estaba jodiendo con esa conversación.
Hasta que un día Hinata llegó tarde al entrenamiento, llorando como si el mundo fuera a acabarse, porque Kozume estaba hospitalizado y vomitando pétalos de flores.
Y Kei rio, porque tenía que ser un chiste, porque no había forma que la enfermedad de Hanahaki fuera real y que Kenma Kozume, de todas las personas, la estuviera padeciendo.
Y entonces Kenma fue operado.
Y olvidó a Kuroo.
Pasaron semanas antes que el equipo Nekoma regresara a su forma anterior, porque, por supuesto que la mayoría de los recuerdos de Kozume en el equipo estaban fuertemente relacionados con el capitán, su ex mejor amigo y la aparente causa de su enfermedad.
Kei no expresaría en voz alta la tremenda admiración que sentía por Kuroo en ese momento, quien ante el escenario de que su mejor amigo casi hubiera muerto y luego hubiera olvidado completamente 10 años de su relación, hacía su mayor esfuerzo por continuar.
«Quizás él me olvidó, pero yo no, así que no está todo perdido —lo escuchó decir un día—. Aún somos jóvenes, podemos empezar de nuevo»
Y lo hicieron. Y, poco después de que Kuroo iniciara la universidad, la memoria de Kozume estaba restaurada –en su mayor parte, al menos–, y ambos iniciaban una relación.
Y Kei, estaba bastante asustado ante la realidad de la enfermedad. Porque ¿qué tal si un día su hermano comenzaba a estornudar flores? El idiota posiblemente mentiría y pretendería que todo estaba bien, tal y como le había hecho cuando era un niño. Y luego se enfermaría y acabaría en un hospital y olvidaría a una persona importante.
Porque, para Kei, el problema del amor no correspondido es que simplemente no puedes forzarlo a existir. Y, no importa cuánto ames a alguien, si el sentimiento no es reciprocado, no hay nada que hacer al respecto. Sólo, escupir flores y olvidarlos. Aparentemente.
—¡Tsukki! —Su tren de pensamientos se vio interrumpido por el alegre llamado de su mejor amigo, Tadashi Yamaguchi.
—Yamaguchi ¿no puedes ser más silencioso? —Preguntó, sabiendo la respuesta de memoria.
—¡Lo siento, Tsukki! —Le respondió, todavía más fuertemente.
Iniciando su segundo año, las cosas siguieron su curso natural. Los de tercer año se graduaron, dejando un premio a nivel nacional en su currículo y como 10 niños que actuaban como si sus padres –y su tío nervioso– los abandonaran. Dos confesiones románticas por parte de Sawamura a Sugawara –predecible–, y Azumane a Nishinoya –sorprendente, considerando el manojo de nervios que era Asahi Azumane–.
Se preguntó si lo hicieron ante el miedo del Hanahaki. Se preguntó si no habría sido peor en caso de un rechazo.
Decidió que sus senpais o bien estaban demasiado confiados, o definitivamente no tenían miedo a la muerte.
—¿No tienes un examen justo después del almuerzo, Yamaguchi? ¿Por qué no estás estudiando con tus amigos? —Preguntó Kei, interrumpiendo la historia de su amigo de cómo podría jurar que Hitoka Yachi estaba mandando mensajes bajo la mesa a Kiyoko Shimizu.
—¡Quería almorzar contigo, Tsukki! —Por supuesto.
En segundo año, a él y Yamaguchi los separaron de aulas. Según los profesores, un año de risillas bajo el aliento, chistes internos y el insoportable sarcasmo de Tsukishima, siempre acompañado de las risas de Yamaguchi, eran más que suficientes. Y, de cualquier forma, mientras que Yamaguchi había rendido lo suficiente como para avanzar a la clase 5 junto con Hitoka Yachi, Kei había dado un salto a la clase 6.
Y el primer día había estado bien, todo había transcurrido con normalidad. Hasta que se inclinó hacia atrás en su asiento para susurrarle uno de sus comentarios sarcásticos de mierda a Yamaguchi, para recordar que no, este año no hay un Tadashi Yamaguchi a su espalda que escuche la versión comentada de la clase.
Creyó que el pensamiento no le molestaba. Más bien, se esforzó en que ese pensamiento no le molestara. Después de todo, todavía tenían el resto del día para juntarse.
Excepto que no.
Porque, a diferencia de él, Yamaguchi estaba creciendo y convirtiéndose en alguien realmente social y amigable, en la persona que acompaña a Yachi y la ayuda con sus libros, en la voz de la cordura que aparece para evitar que Hinata y Kageyama se saquen los ojos. Tenía un círculo social ajeno a él en su clase, personas a las que dar tutoría y su propia carga académica.
Por primera vez, la vida le dio una cachetada para recordarle que, Tadashi Yamaguchi es un individuo ajeno a Kei Tsukishima, y no exclusivamente su mejor amigo.
Por supuesto que no estaba teniendo problemas para digerirlo. No es como si se hubiera acostumbrado a monopolizar el tiempo y la atención de su amigo. No es como si en algún momento hubiera pensado que Yamaguchi solo le sonreiría a él de esa forma.
—¿No vas a almorzar con tus compañeros de clase? —Preguntó Kei, intentando no sonar tan enfadado como realmente se sentía.
—¿Por qué siempre preguntas eso cada vez que vengo, Tsukki? —Preguntó.
Usualmente iba así. Yamaguchi pedía permiso para entrar y se sentaba junto a Kei. Kei le preguntaría si no iba a almorzar con sus compañeros de clase, y Yamaguchi contestaría "¡Tu eres más importante, Tsukki!". Kei se mordería el interior de las mejillas para evitar sonrojarse, rodaría los ojos y diría "Cállate Yamaguchi". Yamaguchi sonreiría y diría, en voz muy alta para que todos en la clase escucharan "¡Lo siento, Tsukki!".
Pero, hoy no. Por supuesto que hoy no.
—Solo tengo curiosidad —mintió.
—Nu-uh —le dijo Yamaguchi en un tono cantarín—. Tsukki nunca pregunta cosas por pura curiosidad de su corazón, siempre tienes un motivo.
—Quizás he cambiado —como tú, quiso decir. Pero lo silenció.
—Quizás —canturreó nuevamente, alargando la a y arrastrando la s como siempre hacía cuando usaba ese tono juguetón con él—. O quizás, hay un chico ¿Hay un chico, Tsukki?
—¿Te parece que hay un chico? —Preguntó, intentando colocar "Idiota" en la entonación de cada palabra.
—Cada vez que entro, pones una expresión que dice claramente "no esperaba que vinieras hoy".
—Quizás porque no lo esperaba.
—¿Hay un motivo por el cual yo dejaría de venir, Tsukki?
Muchos, pensó Kei. Una infinidad de motivos. Podría hacer una lista. Podría escribir un libro, publicarlo y entregarle "La lista de motivos por los cuales Tadashi Yamaguchi podría dejar de ser amigo de Kei Tsukishima, por Kei Tsukishima" en un envoltorio de regalo lleno de estrellas y dinosaurios.
Posiblemente el motivo número uno fuera "Soy una reina del drama" y el segundo "Literalmente escribí un libro solo para remarcar lo dramático que soy".
Sin embargo Yamaguchi no le estaba preguntando por "los motivos", sino por "un motivo", así que su amigo –mejor amigo, solo por énfasis– quizás no estaba pensando que existían decenas de esos, sino uno solo.
Quizás.
—Bueno, ahora tienes amigos en tu clase —contestó, intentando no sonar patético.
—Tsukki, siempre he tenido amigos, pero tú eres mi mejor amigo, eso te da mi privilegio de almuerzo —Yamaguchi le sonrió como si no fuera la gran cosa. Realmente, no era la gran cosa, y Kei no tenía ni la más remota idea de por qué le estaba dando tantas vueltas a una situación tan simple.
—Oh...
—Esta es la parte donde tú dices "También eres mi mejor amigo, Yamaguchi"
—Cállate, Yamaguchi.
—Eso también sirve.
Kei intentó dejar de pensar en el asunto. Las clases lo ayudaban en tanto no pensara en la falta constante de Yamaguchi a sus espaldas. La hora del almuerzo era casi un calmante. Los entrenamientos se sentían como el cielo. Caminar a su lado a casa le era el constante recordatorio de que las cosas realmente no habían cambiado.
Ese recordatorio le bastó, hasta que semanas más tarde, las cosas comenzaron a cambiar.
Empezó por un almuerzo donde Yamaguchi no pudo presentarse, y Kei repentinamente perdió todo el apetito.
