¿Ray quería morir?
Sí.
—Mátame —profirió por enésima vez, Ray.
—Luego —contestó Zack, despechándola.
—¿Eso cuando seria? —preguntó.
—Cuando tenga ganas —articuló.
—Hicimos un juramento.
Él la miró fijo, se puso las manos en cada costado de su cadera y se inclinó a la muchacha, antes de responder: Lo sé.
Pero a pesar del juramento...
—¿Cómo quieres que te mate?—cuestionó en esa posición.
—No lo sé—respondió—Pero, eso no importa —añadió—Con que muera, está bien.
Él sonrió o más bien, se obligó a sonreír.
…Zack no podía matarla.
No quería matarla, no de la forma común. Quería matarla a besos, si eso estaría bien.
Tendría que acercarse un poco más...
Al sentir como su corazón palpitaba locamente y sus mejillas se pusieron calientes debajo de las vendas. Se apartó.
—¿Me mataras?
—Nop, ahora —(No en esta vida) —¡Me largo!
No podía matarla.
Aunque quizás podría hacerla morir de amor.
Por su mano, por sus labios.
...
¿Qué mierda? —masculló al sentir que estaba desfalleciendo ante cada gesto ¿Romántico? que intentaba hacerle a la muchacha ¡Diablos! ¡Demonios! ¡Eso era una tortura! ¡Y él era un masoquista al provocarlo el mismo!
Heridas en el estómago, sillas eléctricas, balazos. No iba a morir por eso, él no era tan fácil de matar. Pero las cursilerías. ¡Agh, mierda! podría morir por esa porquería.
Ni en un millón de años, le diría ese pedazo de basura.
(Te amo)
Sus labios no terminaban de formular esa palabra y su puto corazón, ya emocionado latía como un desquiciado. Se clavaría su propia guadaña solo para que pare. Únicamente, si no supiera que hacer eso, lo mataría de un instante.
Luego de entregarle las flores, debía, debía ¡Maldición!
—¿Te gustan? — (Si, maldita sea, di sí)
—Sí, son bonitas —espetó—Gracias.
Y sonrió, al individuo al ver esa sonrisa. Se le olvido como respirar ¿Dónde estaba su maldita guadaña para clavársela?
—Son perfectas para mi tumba.
Zack hizo una expresión horrorizada.
—¡No te las traje para eso!
—¿No? Entonces… ¿Por qué?
Los ojos azules de ella, se posaron en los de él. Tragó saliva sintiendo que se estaba muriendo a cada segundo de su presencia.
—Yo tengo algo que decirte... —murmuró entre dientes.
—¿Qué es?
Ella lo miró y Zack sintió que su corazón iba a explotar. Sus dedos vendados rozaron su mentón... estaba tan cerca de sus labios... tan cerca.
Pasaron largos segundos...
—¿Que me ibas a decir?
—Te...
(Decirle, besarle ¡Vamos, pedazo de basura!)
—¡Nada! —finalizó avergonzado hasta la médula. Se alejó de ella y al fin pudo respirar.
Al final, ¿Quien carajo iba a morir de amor?
