Espero que disfruten leyendo esto tanto como me encantó escribirlo. Esta historia fue originalmente escrita en inglés... no sé por qué si mi idioma nativo es español, en fin, así es como pidió ser contada. Y luego pidió ser traducida... ;)

Descargo de responsabilidad: no se pretende ninguna violación de los derechos de autor, no poseo ninguno de los personajes o propiedades relacionadas con He-Man y los Amos del Universo. No obtengo beneficios económicos de esto, es sólo un tributo a la serie que tanto me gusta.

El aire era dulce y cálido. Todo el mundo estaba celebrando la cosecha. En el Palacio, el Gran Salón estaba repleto de gente de todas partes de Eternia, mientras que alegre música tocaba hasta el amanecer. Los Jardines Superiores, justo fuera del Gran Salón, estaban llenos de tiendas y vendedores de todo tipo, la mayoría de ellos vendían vino y comida y los mejores productos de la temporada. Cada año, esta era la noche cuando el Palacio sentía como un verdadero espacio público, en lugar de la vivienda privada de la familia real y las cabezas de estado.

Teela encontró un lugar tranquilo en la terraza, y se quedó mirando la noche estrellada, perdida en sus propios pensamientos.

Una alta figura encapuchada, se acercó a ella.

-Hola, Adam -dijo Teela sin voltear. Adam estaba parado justo al lado de ella.

-¿Cómo supiste que era yo?

-Te reconocería en cualquier lugar.

Él sonrió ante la broma privada, puesto que ella había estado muchas veces al lado de él sin saberlo, y luego dijo

-Es una muy buena fiesta, ¿no?

-Sí... No lo es.

Hasta ese punto, él no había notado que estaba borracha.

-Mira a tu alrededor, Adam. Todo el mundo se está divirtiendo, menos nosotros. Necesitas un disfraz para que puedas estar entre la gente sin que se aparten a un lado en reverencia. Y la interacción más estimulante que he tenido hasta ahora con esta botella de vino.

-Ustedes dos han estado interactuando bastante.

Ella entornó los ojos.

-Sí, abuelo...

Él le quitó la botella de las manos y bebió una buena cantidad de vino. Había perdido la cuenta de a cuántos brindis había bebido a en las últimas horas.

Dos guardias pasaron junto a Teela en su camino hacia el salón de baile y le hicieron un saludo militar. Cuando ya se habían ido, ella burlonamente los saludó también.

-Les he escuchado murmurar y hacer comentarios inapropiados sobre mi cuerpo, pero nadie actúa jamás de acuerdo a ello. A veces desearía que se olvidaran de que soy la Capitana Teela. Me siento solitaria.

Esta abrupta confesión tomó a Adam con la guardia baja. Nunca había escuchado a Teela decir algo tan íntimo.

-Nos merecemos vivir un poco, ¿no crees?

Ella tenía una sonrisa juguetona. Adam tragó saliva. ¿Teela lo estaba provocando... a él?

Ella ni siquiera esperó a que le respondiera.

-Mi cuerpo está hecho para la batalla, lo he entrenado arduas y largas horas... y sin embargo... a veces eso se siente inútil. Esta podría ser la oportunidad perfecta para que averigüemos para qué más sirve. ¿Te animas?

Adam tenía una expresión tonta, los ojos y la boca abierta de incredulidad.

Esto la hizo reír un poco.

-¡Oh, Adam, he visto cómo me miras las piernas!

Él se quedó inmóvil; petrificado, sería una mejor manera de describirlo, lo que pareció decepcionar a Teela. Entonces, algo llamó la atención de ella.

-Mira, de esa diversión estoy hablando -bromeó.

Teela apuntó a una pareja que hacía el amor a la luz de la luna, dos niveles más abajo, parcialmente ocultos por los arbustos del jardín. Adam miró hacia abajo a las figuras apenas distinguibles y de vuelta a Teela, sin saber qué decir. Ella inclinó su cuerpo peligrosamente sobre el balcón, para echar un mejor vistazo; por un momento, parecía que estaba a punto de perder el equilibrio.

-¡Cuidado!

Adam la tomó en sus brazos, alejándola de la terraza. Ella no se opuso. La joven se detuvo por un momento, luego ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo besó suavemente, antes de susurrar:

-Llévame a casa, Adam, ven conmigo...

-Sí, Teela -respondió él y la levantó en sus brazos, sin esfuerzo alguno.

Conforme Adam caminaba hacia la residencia de Teela, cuidadoso de que nadie los viera, recordó todas las veces había fantaseado con un momento como este. Las circunstancias eran diferentes cada vez, pero el resultado era siempre el mismo. De alguna manera terminaban haciendo el amor. Sólo que esta vez era de verdad. Por un momento se preguntó si ella había imaginado algo similar.

Cuando llegaron a casa de Teela, ella le entregó la llave y él por primera vez entró en el lugar. Todo estaba limpio y tranquilo. Casi en la entrada, había un pequeño recibidor que Teela utilizaba también para comer y leer, según parecía. Más allá, el dormitorio tenía una cama grande, uno de los pocos lujos a los que Teela no podía renunciar.

Él dejó a Teela sobre la cama y se sentó a su lado. Ella se quitó el tocado y todas las horquillas que mantenían su cabello recogido, liberando su pelo largo y castaño sobre la almohada. Entonces sonrió a Adam y le desató la capa en una forma que lo hizo sentir escalofríos recorriéndole la espalda.

La promesa de sus cuerpos desnudos bajo las sábanas era abrumadora.

Adam suspiró profundamente; todos sus sentimientos duraderos por ella resurgieron alto y claro. Él la miró durante largo tiempo.

Algo no encajaba.

Los ojos de ella sólo estaban abiertos hasta a la mitad, y se veía un poco desorientada.

Teela no era ella misma. Si él hubiera intentado besarla mientras estaba sobria, ella le habría dado un puñetazo en la cara. Seguro.

Esto era algo que él deseaba fuera de toda duda, y ella decía que lo quería también. Sin embargo, no se sentía bien.

Él se sentó derecho y Teela protestó.

-Déjame traerte un poco de agua -dijo Adam y luego caminó hasta el pequeño gabinete utilizado para guardar alimentos, cerca de la entrada. Había una jarra llena de agua, sobre la pequeña mesa. Adam notó que había una sola silla. "Ella no espera visitantes," pensó.

Bebió un vaso entero de agua, para aclarar su garganta y su mente.

-¡Adam! -gimió ella.

Él le entregó un vaso de agua que ella bebió con avidez.

Adam recogió su capa del piso, y Teela se dio cuenta de que estaba por irse.

-Quédate... -le rogó ella, de una manera que le hacía doler el corazón.

-Volveré mañana -fue la única promesa que él pudo hacer.

Luego salió. Antes de cerrar la puerta tras de sí, vaciló y se giró para entrar de nuevo.

Pero algo lo detuvo. Conocía bien a Teela, que odiaba ser vulnerable. Ella iba a estar resentida, incluso furiosa, tanto si él se quedaba como si se iba. Pero de esta forma, su vínculo no sería irreversiblemente corrompido por los efectos del alcohol.