este fic es la continuación de Eclipse, escrito por Stephenie Meyer. Adoro esta historia y espero que a ustedes les guste lo que escribí! :)
subiré un capítulo por semana masomenos..espero que lo disfruten y se enamoren tanto como yode Edward y Bella.
los que no hayan leído ni crepúsculo,ni luna nueva ni eclipse, no lean este fic pq les arruinaria los libros!
TODOS LOS PERSONAJES SON DE LA PROPIEDAD DE STEPHENIE MEYER :)
ahora sí, disfruten!
La gran noticia
Al llegar a la puerta de la casa de Charlie, suspiré. Los nervios me invadieron, haciendo que un nudo se formara en mi estómago. Pero en cuanto la mano de Edward tomó la mía, el nudo fue reemplazado por la falta de aire. Me contemplaba con dulzura infinita, centrando sus ojos dorados que tan loca me volvían en los míos, mientras una sonrisa cruzaba su perfecto rostro. Era conciente de lo que causaba en mí, y le encantaba hacérmelo notar.
-¿aún no te acostumbras?- dijo con su voz sedosa, mientras me daba un beso en mi cuello. El calor invadió mi cuerpo, arrasando con el frío que sentía hace unos minutos a causa de la lluvia que caía sobre nosotros.
-si yo fuera una semi diosa griega a ti también te sería difícil.-dije con todo el autocontrol del que fui capaz. Alejó sus labios de mi cuello y corrió un mechón de cabello húmedo con sus finos dedos para colocarlo detrás de mi oreja. El sonido melodioso de su risa me envolvió.
-¿quién dijo que me acostumbro a todo lo que me provocas, Bella?- acotó riendo mientras tomaba mi cara entre sus manos-honestamente, espero nunca acostumbrarme…me fascina lo humano que me haces sentir. Y todo sin siquiera proponértelo.-
Sorprendida por milésima vez de que ese ser tan perfecto me perteneciera, lo besé mientras el rubor inundaba mis mejillas blancas. Mi ritmo cardíaco aumentaba a toda velocidad mientras mis dedos se entrelazaban en su pelo y mis labios jugaban con los suyos. Edward me detuvo con ternura mientras algunas gotas caían por su rostro, haciendo que lo mirara con reproche.
-esta lloviendo más fuerte y tendríamos que entrar a darle la noticia a Charlie, ¿no crees?-
Un débil "está bien" salió de mi boca. Me dirigí hacia la puerta de la casa con Edward pisándome los talones, y golpeé tres veces. Charlie me abrazó al mismo tiempo que decía mi nombre en señal de bienvenida. Al ver a mi novio detrás de mí, su rostro pasó de alegre a ceñudo.
-Edward.- dijo usando el tono de comisario.
-Buenas tardes, Charlie.- respondió él con una sonrisa perfecta-Será mejor que te cambies, Bella. No quiero que te enfermes-
-estaba a punto de decirte lo mismo- dijo Charlie algo confuso y gruñendo un poco. Asentí.
Entramos a la casa mojando el piso. Odiaba la idea de dejar a Edward solo con Charlie en la sala, pero tenía que ponerme ropa seca, a menos que quisiera resfriarme. Y una novia que estornuda en vez de decir "acepto" no es exactamente agradable. Subí a mi habitación y cambié las prendas empapadas por una pollera negra y un sweater rojo. Fui al baño y sequé mi cabeza con una toalla para que dejara de chorrear agua. Tomé otra para Edward y regresé a la sala mientras tomaba aire. Esto no iba a ser nada fácil.
En cuanto aparecí y tomé asiento en el sillón enfrente del televisor, los dos se silenciaron. Charlie lucía un poco incómodo y miraba la punta de sus zapatos, mientras que Edward reprimía una sonrisa y me quitaba suavemente la toalla de mis manos.
-¿interrumpo algo?-
-No- dijeron al unísono.
-de acuerdo...-respondí no muy convencida. Edward, sentado a mi lado, tomó mi mano, ganándose una mirada dura de mi padre. Un silencio incómodo se apoderó de la sala. Qué útil hubiera sido que Jasper estuviera aquí. Los tres nos mirábamos. No sabía por donde empezar.
-Charlie, Bella quiere decirte algo.-
La voz de Edward llegó a mis oídos a la velocidad de la luz. ¿Por qué tenía la manía de tirarme a los tiburones? Aclaré mi garganta antes de hablar, mientras Charlie enderezaba la espalda en su asiento y se cruzaba de brazos.
-si, es cierto.-dije intentando mantenerme tranquila.
- bueno, entonces dímelo. ¿Qué sucede?-
-bueno…- de repente vi el pánico en al cara de Charlie y entendí lo que estaba pensando. La expresión divertida de Edward confirmó mi teoría.
-¿no estarás…?-
-¡no! ¡Dios mío, no estoy embarazada papá!-El rubor invadió mis mejillas mientras abría los ojos sorprendida.
-Bella, casi me matas del susto. Si no se trata de eso, estoy preparado para lo que sea.- dijo suspirando aliviado y sonriendo levemente.
-Lo diré rápido, así que presta atención.- inspiré- Edward y yo vamos a casarnos-
La sonrisa relajada que había en su rostro desapareció apenas terminé de hablar. Sujeté con fuerza la mano helada de Edward y esperé el veredicto. Charlie estaba completamente estupefacto mirándome con ojos sorprendidos y los labios tensos. Fueron los segundos más largos de mi vida.
-No puedes- soltó de repente apretando los dientes.
- no vamos a discutir esto, papá.- respondí con tono cansino intentando controlar mi genio, mientras Edward se limitaba a observar inmóvil la escena, imitando una estatua a la perfección.
-¡Eres demasiado joven!- la voz de Charlie aumentó haciendo que me sobresaltara. Fue lo peor que pudo decir. No pude contener más mi carácter, por lo cual me puse de pie, histérica.
-¡Tú y Reneé se casaron a mi edad! ¡No tienes…!-
-¡Por eso mismo te lo digo! A esta edad no sabes lo que quieres realmente- Charlie se agarraba la cabeza mientras caminaba de un lado a otro de la sala- Y puede que no funcione y luego termines como tu madre y yo y...
-vamos a hacer que funcione.- dije con seguridad calmándome un poco. Si Charlie supiera la verdad detrás de todo esto, vería que con Edward todo funcionaría a la perfección. Seguramente lo nuestro era parecido a la imprimación de los hombres lobos, pero mutuo. En ese instante agradecí que Edward no pudiera escuchar mis pensamientos porque le hubiera molestado la comparación. Él me amaba y yo a él de una manera poco común. Nuestro amor era, literalmente, eterno. Iba a serlo después de la boda. Ya no iba a tener que envejecer viendo como él se mantenía hermoso y perfecto para siempre.
-vas a cumplir diecinueve en poco tiempo.-dijo refunfuñando por lo bajo.
-¡ya soy mayor! Sé lo que quiero. Y lamento si esto no te hace tan feliz como a mí. Me gustaría que así fuera.-
-¿tu madre lo sabe?-
-no, se lo diré en cuanto termine contigo.-
Noté como le costaba juntar la fuerza para decir lo que sea que iba a decir. Vi la tez pálida, el nudo en la garganta, y el juego de manos y supe que diría algo que no era usual en él.
-Sabes que no soy bueno para estas cosas…pero solo deseo tu felicidad y si esto es lo que quieres, intentaré aceptarlo. Lo prometo, Bella.-
Soltando la mano de Edward, fui hacia donde él estaba, y lo abracé antes de que continuara intentando imitar el rol de padre comprensivo. Sonreí agradecida de que lo entendiera a su manera.
-Gracias, papá-
-esto de las demostraciones de afecto no son para nosotros, ¿verdad?- bromeó Charlie riendo y contagiándome. Dejó de abrazarme para dirigirse a Edward, quien sentado en el sofá contemplaba la escena con una leve sonrisa en el rostro.
-más vale que la cuides bien, muchacho.-Charlie había retomado el tono serio- a menos que quieras tener problemas.-
- Lo prometo Charlie. La protegería con mi vida si fuera necesario.- dijo honesto Edward con seriedad mirando a mi padre a los ojos. El rubor inundó mis mejillas nuevamente, como sucedía cada vez que él decía cosas de ese estilo.
-¿tienen fecha ya fijada?-
-Sí, el 13 de Agosto.-respondió cordial Edward.
-bueno, deberías llamar a Jake para contarle las noticias, Bella.- dijo mi padre con expresión amable y lastimera. Clavó el dedo en la llaga. En cuanto el nombre de Jacob llegó a mis oídos, mi estómago se cerró por completo, y la sangre que hace segundos estaba en mi rostro desapareció dejándome blanca como el papel. Giré sobre mi misma y fui a la cocina. No quería que Charlie notara lo que me pasaba.
-¿estás bien, hija?-
-Sí, solo tengo sed. Voy a preparar limonada. Ahora regresó.-
Recordar a Jacob me dolía demasiado. Y pensar que lo había perdido me resultaba completamente desolador. Él era mi Jake, mi sol personal. Había pasado días enteros con él en la Push, conversando en el garage mientras arreglaba las motos, caminando por la playa mientras aprendía las leyendas de los quileute. Él había sido mi mejor amigo, el que me había ayudado a recuperar la sonrisa durante el período más negro de mi vida, en el que pensé que morir era la única felicidad posible. Y ahora, me sentía exactamente igual. El comentario de Charlie hizo que viniera a mi mente lo inevitable. Después del casamiento, seríamos enemigos mortales. Vampiros contra hombres lobos. Me iba a convertir en lo que él más odiaba: una chupasangre. Me estremecí con solo pensar en ver la repulsión de sus ojos. No podía imaginarme una vida en al que no estuviera mi mejor amigo. Pero tampoco podía concebir la vida sin Edward. Estaba dispuesta a sacrificar lo que fuera si eso significaba estar atada a Edward durante toda la eternidad. Ya había tomado mi decisión por mucho que doliera.
Terminé de cortar los limones, cuando noté como unos brazos fuertes me tomaban por detrás de la cintura. Sonreí intentando que no me viera. Con una mano deslizó mi cabello hacia un lado y acercó su boca a mi oreja haciendo que un escalofrío me recorriera la espalda.
-¿estás bien, Bella?- sonaba preocupado. Casi podía ver en mi cabeza su expresión.
-si.- giré, enfrentándole mientras colocaba mis manos alrededor de su cuello.
-se que es por Jacob y si deseas invitarlo a la boda no hay problema alguno.- dijo sonriendo con vos ronca y sincera mirándome a los ojos, mientras comenzaba a sentirme un poco mareada.
-no se si él podrá manejarlo. No quiero invitarlo a la boda. No quiero hacerlo sufrir más, Edward.- mi voz se quebró un poco y él con los reflejos de un lince, me abrazó enseguida. Sentí su pecho helado y me aferré más a él, arrugándole la remera que usaba.- ¿por qué es todo tan difícil?-
-sabes que si prefieres conservar tu condición humana lo entiendo perfectamente. Entiendo la relación que tienes con él y no quiero ser un obstáculo.-susurró asegurándose que Charlie no escuchara mientras su cuerpo se tensaba ligeramente.
-no seas tonto-dije mirándolo a los ojos con determinación- Ya elegí lo mejor para mí. Sé de quien puedo prescindir, Edward.-
Acercó su boca a la mía sin que tuviera tiempo de reaccionar y me besó con ternura. Me aferré a su cuello con fuerza, intentando que la distancia no existente entre nosotros dos fuera más corta aún. El beso se hizo más profundo, mientras él acariciaba mi espalda causándome estremecimientos leves y yo jugaba con su cabello castaño. Con suavidad, se alejó de mí, haciendo que me sintiera vacía.
-Gracias- dijo con su voz musical.
-¿por qué si puedo saberlo?- pregunté entre divertida y enfadada por la interrupción. Edward rió.
-Por elegirme a mí.-su sonrisa se hizo aún más ancha mientras me daba un beso fugaz.-me encanta cuando te ruborizas.-
-vas a tener que intentar no aburrirte de esto entonces-acoté señalando con mi dedo el color en mis pómulos.- porque nos queda toda una eternidad juntos-
-nunca podría aburrirme de ti, Bella Swan.-respondió con dulzura y agregó divertido antes de besarme de nuevo- o debería decir Bella Cullen-
Mientras su aliento frío se introducía en mi boca, no podía dejar de pensar en esas dos últimas palabras mientras sonreía dentro del beso. Bella Cullen. Qué bien sonaban con aquella melodiosa voz. Su voz.
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ojala les haya gustado y quieran leer mas :)
espero ansiosa por leer reviews porque es la primera vez que publico algo, asi que agradeceré todo tipo de mensajes!
criticas o lo que sea :)
gracias!!
