Libro Fuego – El final de un cuento épico

Hola a todos! Mina san, decepcionada porque ya se que el libro fuego será el último de la saga y un poco triste por las imágenes que han pasado de Avatar, escribo este fic, ya que mi anterior Fic: El Gurú, basado en el final del Libro Tierra me gustó mucho aunque el final fue apresurado y lo hice bajo el calor de los acontecimientos que ya comente primero.

Doy vida a esta primera entrega ya siendo una fanática consumada de la serie y espero que este final les guste mucho, espero como siempre sus comentarios y muchas gracias por leer!

Aclarar que esta historia se puede interpretar como la continuación de mi historia: APRENDIENDO FUEGO CONTROL CON ZUKO

Nota: Todos los parlamentos en cursiva son palabras dichas por los personajes.

Voy a animar cada capitulo con canciones, espero gusten.

:Los personajes de Avatar no me pertenecen:

La Gran Batalla

Mírame...

quien sabe adonde llegaré

Tómame...

no hay sueño ya donde caer

Ven... llévame... del dolor

Esta oscuro y no oigo tu voz

Solo quiero respirar

que la noche me va a matar

Llévame – Kudai

La voracidad de los ataques iba en aumento, los maestros agua trataban por todos los medios de destruir las enormes barreras del imperio del fuego, la oscuridad de la noche les daba la ventaja y los sabios maestros tierra trataban de burlar la seguridad bajo tierra. El Avatar estaba preparado para enfrentar su destino: Combatir al emperador del fuego y liberar a las naciones de su yugo y tiranía.

La pelea era inevitable, el olor nauseabundo de muchos cuerpos rostizados de maestros tierra yacía a los pies de Anng, el pequeño se entristeció ¿Por qué debían morir tantos? Acaso era esto lo correcto. Morir y vivir siendo arrastrados por batallas tras batallas. Todas esas vidas, experiencias y vivencias le habían enseñado el valor de creer en la paz y la comprensión humana.

Pero siempre nacía algún villano dispuesto a destruir el equilibrio. Los ojos del pequeño se perdieron entre la ceniza y el humo que amenazaba con enturbiarlo todo. Una cálida y anciana mano se posó en su hombro.

Fuerza mi joven maestro, valor para cumplir con el destino...

El joven asintió, y se concentró en las ambarinas pupilas de su interlocutor, un anciano a ojos de muchos, un valiente y legendario guerrero a ojos de los que lo habían visto luchar en batalla. El Dragón del oeste, le había enseñado todo sus trucos al Avatar. El calvito estaba muy agradecido de toda la dedicación que el viejo de Iroh puso en su entrenamiento, fueron sólo un par de semanas, sin embargo, el fuego control que ejercía en el día de hoy, era completamente diferente, el joven podía sentirlo, las llamas azules escapando de sus manos, era un poder increíble.

De pronto notó como una gran ola sacudía a una docena de maestros fuego, de inmediato la imagen de una chica morena y valiente cruzó su cabeza: Katara...

La maestra agua de la que estaba perdidamente enamorado, estaba luchando con todo, y él no podía ser menos, tenía que seguir, pero la preocupación por ella, por su bienestar, lo seguía atormentando e interrumpía en su estado de concentración, necesaria para entrar en el estado Avatar.

Tómame...

Que el mundo se digne a mis pies

Llévame...

Que ya no me quiero esconder

Ven llévame

Del dolor...

Que esta oscuro y no oigo tu voz

solo quiero respirar

Que la noche me va a matar

Dame un beso

algo que me haga al fin regresar

Y llorar... en tus brazos... al final

Que aun hay tiempo para escapar...

Llévame – Kudai

Iroh lo guiaba por aquellos parajes llenos de desolación, conocía perfectamente el camino mas corto al palacio, y se había propuesto ayudar a Anng y acabar con toda la masacre de su hermano menor. No obstante, su alma estaba afligida, ya que le costaba mucho entender el porque su sobrino se había ido de su lado, sabiendo de antemano que ya el grupo de Anng lo habían aceptado. - Zuko eres exactamente igual a mi...- Un pensamiento que Iroh creía cierto, a veces, se culpaba por no impedir que su hermano tomara el poder. – Podría haber evitado esta guerra...- Pero de nada servía culparse ahora, debía actuar y ayudar a Anng a cumplir su cometido.

No tan lejos de ahí una valiente muchacha de unos 15 años, se hallaba luchando con avezados maestros fuego, mostrando un valor y una fuerza formidables, los iba venciendo uno tras otro. Con sus cabellos crespos al viento y ropajes azul claros, parecía una diosa del mar, moviendo sus brazos al ritmo del viento.

Increíble... eres grandiosa Katara!...

La porras venían de un antiguo amigo del reino tierra, Teo, quien era un chico parapléjico que si bien no podía caminar, volaba con plena libertad en el aparato que había inventado su padre. El muchacho de antiparras se hallaba en una de sus máquinas de guerra, especie de tanque, que servía tanto para defender como para atacar.

Katara sólo asintió y vio como el chico arrastraba a un par de maestros fuego, en una especie de red que había incorporado a su tanque.

Cuidado!...

Una flecha rozó peligrosamente el cabello de la maestra agua, mientras su hermano montado en un enorme dragón azul, le advertía del peligro.

Ten mas cuidado, no sueñes despierta!

Nadie está soñando estúpido...

Soka se alejó al ver la mirada casi asesina de Katara que rápidamente recuperó el tiempo perdido y mandaba a volar a los maestros fuego que la rodeaban.

No vas a encontrar novio con ese carácter muchacha...

La voz impertinente era de su querida amiga Toph, que al mismo tiempo que Soka, trataba de barrer a un grupo de tanques de la armada de fuego que estaban provocando muchos daños a las legiones aliadas.

Katara se rió del comentario, un novio, parecía una preocupación algo trivial en plena guerra. Ella soñaba con casarse y ser una buena esposa y madre, pero primero había que asegurarse que el futuro de sus hijos sería pacífico. Rápidamente avanzó un trecho amplio para situarse en un empinada depresión que servía de trampolín para su agua control. Pero aunque tenía reservas enormes de agua, a medida que se adentraban en terreno enemigo el calor y la tierra seca comenzaban a perjudicar el desempeño de la tribu de agua.

Recuerdos...que llevo en la piel

Las noches frías del ayer

Tu sombra... que amo mi fe

No existe nada que perder

Déjame Gritar – Kudai

Todos estaban al límite, estaba por amanecer y el enemigo no cedía terreno. La maestra se tropezó y los crueles maestros fuego la tomaron por sorpresa arruinando su hermoso vestido, una manga vaporosa quedó destruido mientras Katara se quejaba de la quemadura de su brazo derecho.

Es el fin...

La niña se cubrió su rostro cuando vio una bola de fuego dirigiéndose hacia ella, pudo sentir el roce de las chispas en su piel desnuda aunque la explosión nunca llegó a tocarla. Asustada se dio cuenta que alguien había contenido el ataque de fuego y ahora comenzaba a alimentar una enorme llama azul que luego lanzó con maestría al enemigo.

Pero que diablos...

Unos ojos acaramelados la miraron con temor y odio a la vez.

Recuerdos..Y sueños...

Que se apagaron con el sol

Sin nadie... sin nada

Que me ilumine el corazón

Déjame Gritar – Kudai

¿Puedes levantarte?

La niña asintió pero la luz de la llama y la oscuridad del lugar impedían que viera claramente ese rostro que la había protegido. Poco a poco se incorporó y comenzó de nuevo a usar su agua control, pero su brazo poco y nada le respondía y un dolor punzante comenzaba a recorrerle el cuerpo. Las mas de 24 horas de batalla estaban pasándole la cuenta a su cuerpo.

No intentes usarlo mas, te vas a lastimar niña tonta...

Al escuchar ese reproche se sintió bastante enojada¿quién era ese hombre? Y quien se creía para decirle tonta en sus propias narices.

Oye tu no me mandas!...

Cállate campesina y ve a cubrirte...

¿Campesina? A quien crees que ...

Pero se detuvo, repentinamente su corazón comenzó a latir con ferocidad, había solo una persona que la llamaba de esa forma y ese era...

Vamos!

El muchacho la tomó de la cintura y la apretó contra su cuerpo, con fuerza y agilidad trepó a un gran árbol y la depositó en él. La niña no salía de su asombro, una mezcla de sentimientos se apoderaban de su mente, y una pregunta retumbaba punzante en sus oídos¿Por qué?

El joven príncipe la observó con interés, aquella chiquilla de la tribu agua se había vuelto muy fuerte, y ahora al verla enfrentarse a todos esos maestros fuego, vio nacer en él, un deseo que desconocía, un valor que recorría sus venas. Por fin entendía que la guerra debía terminar, que todo el sufrimiento de las naciones debía acabar. Que su deber era ir en contra de la voluntad casi maníaca de su padre. Además ella le había enseñado amar, todo el tiempo que estuvo junto a ella en el templo aire, se dio cuenta de que no era solo un muñeco, tenía sentimientos, y también sufrir, sufrir porque no podía quedarse junto a ella.

Ey... déjame ver tu herida...

¿Qué haces aquí Zuko?

Le divertía que la chica lo viera con esa expresión molesta y agresiva, lo llamaba por su nombre, sin miramientos de ningún tipo, aunque esa joven había cambiado, algo en sus ojos se había apagado, cuando la vio por primera vez era una cría que estaba llena de esperanza pero que no conocía el verdadero dolor. La mujer que estaba en frente había experimentado todo eso, sus ojos le recordaron los suyos hace algún tiempo atrás en Ba Sing Se.

Estoy aquí porque es mi deber Katara

Tú... maldito! Por que me dejaste sola!

Miles de imágenes cruzaron la mente de Katara, Zuko traicionando a su Tío, atacando salvajemente a Anng, eligiendo a la maldita de Azula. Anng grave en sus brazos, todos esos días rezando para que el Avatar despertara. Y luego ella junto a él en el templo del aire, la pasión el amor, todo fundiéndose, para despuñes quedar sola y abandonada odiando a todo el mundo por su suerte.

Soy un maldito lo se..., pero ahora estoy de tu lado...

No puedo confiar en ti déjame ir...

Pero Zuko tomó su brazo sano y la miró directo a los ojos.

Estas muy débil si te dejo ir así te matarían y ese error pesaría en mi conciencia para siempre.

Yo...No te necesito solo vete! Vete de mi vida de una vez por todas... Katara estaba dolida, ese hombre, ahora estaba frente a ella, tantas noches soñando que volvería soñando que su huída era solo una pesadilla de la que debía despertarse.

Lo se...

Ambos jóvenes luchadores se quedaron mirando a los ojos, mientras a su alrededor la destrucción era patente, los primeros rayos del sol hizo que los maestros agua se agruparan en un sitio lejos de las catapultas enemigas, para rearmarse y continuar su lucha al atardecer.

Déjame gritar..

Déjame volar...

No voy a llorar...

Y recomenzar...

Ir hasta el final...

Que nada ya nos pueda alcanzar...

Déjame Gritar – Kudai

Katara quédate...

La joven no pudo evitar adentrarse en la profundidad de los ojos de aquel príncipe renegado. Recordó fugazmente su encuentro en la cueva, como supo que su madre también había sido víctima de Ozay, como su obsesión por atrapar al Avatar nacía quizás de una necesidad de reconocimiento que nunca tuvo por parte de su familia.

Yo... esta bien...

La niña sólo se recostó un poco para que Zuko pudiera examinarla, el muchacho rasgó un poco sus ropas y fabricó hábilmente un venda. Luego se puso de pie y se aprestó a bajar, pero la niña reaccionó tomándolo de su brazo, con mirada cristalina le preguntó si la iba a abandonar.

No me abandones...por favor...no me abandones...

Gritos en su cabeza, dolor, abandono, muchas cosas pasaron por su mente, el recuerdo patente de su madre. Los ojos de Katara le recordaban a ella.

Sólo bajaré para vigilar mejor...

La niña negó con la cabeza.

Quédate si ellos te atrapan...

No te preocupes mi suerte no sería la misma tuya.

Katara estaba a punto de soltar una lagrima de dolor, la fuerza que hacía para retener a Zuko le hacía también forzar su herida.

Y además aquí no cabemos ambos.

La depresión del gran árbol donde estaban era efectivamente muy reducida pero si se apretaban podrían caber.

Con agilidad Katara lo obligó a recostarse junto a ella.

No podemos movernos hasta que caiga la noche.

El muchacho sólo le obedeció, pero el contacto con la maestro agua comenzó a sofocarlo, no estaba acostumbrado a estar tan cerca de Katara, era cierto ambos se habían acercado bastante en el templo aire pero ahora todo era diferente...

El estaba comprometido.