Caminando de un lado hacía otro sin poder concentrarse en las cosas realmente importantes que tenía que hacer aquel hombre, considerado como un temible y poderoso guerrero en el mundo shinobi, se encontraba en el cuarto al cual muchos aspiraban llegar.
Tenía una extraña sensación, claramente eso se debía al nacimiento de su hijo, que ese mismo día iba a presenciar, sin embargo, existía la posibilidad de que ocurriera un hecho insólito, tal como la liberación del "Kyūbi no Yōko", aunque no tan insólito, debido a que si iba a ocurrir un hecho de ese magnitud, precisamente ese sería el momento ideal para que sucediera.
Y así pasó.
De un momento a otro se encontraba luchando contra la gran bestia de nueve colas, no podría catalogarlo como un zorro, era realmente algo mucho más… ¿Abominable?, supuso que esa sería la palabra, no tanto por su aspecto si no por su aterrador poder y presencia, estaba furioso, y supo que lo que haría iba a costarle algo mucho más preciado que su vida, y que traería grandes consecuencias para su propio hijo, y no solo a él sino que al mundo entero.
Y así ocurrió, la ejecución del "Shiki Fūin" y las despedida de él y su querida esposa, para luego ver como parte de la gran bestia fue a parar al cuerpo del pequeño, ya luego de las últimas palabras hacía su querido hijo, cuando solo les quedaban segundos de vida, pudieron ver algo extraño. Algo que no esperaban que sucediera, su pequeño hijo empezó a estremecerse, no lloraba o mejor dicho, al parecer no podía y le estaba costando respirar, sus padres estaban aterrados, tanto por el hecho que estaban viendo como por la situación en que se encontraban, imposibilitados de hacer algo, no les quedaban fuerzas y les quedaba muy poco tiempo de vida, entonces el pequeño se calmó, pero vieron que su cara perdió unas marcas que tenía, y que le creció un poco el pelo de forma extremadamente rápida, que ahora pasaba a ser de color rojo, entonces pasó algo que los dejo de cierta forma más calmados y un poco aterrados a la vez, el pequeño luego de parecer que estaba en un estado cercano a la muerte, lentamente abrió un poco sus pequeños ojos que seguían de color azul y lo miro.
-Estaré bien.-
No sabían si había hablado o no, después de todo solo tenía una pequeña sonrisa en su cara y no había abierto su boca, pero estaban seguros que habían escuchado esas palabras, pensaron también que no fue de su boca de donde salió esa frase, ya que por un momento, sus ojos fueron los que les hizo pensar que todo saldría bien. El pequeño luego siguió llorando pareciendo haber vuelto a la normalidad después de ese extraño suceso, conservando su reciente cambio de aspecto.
Y sin más ni menos, Kushina Uzumaki y Minato Namikaze murieron dando por todo lo que creían correcto, por su aldea y por sobre todo, su querido hijo… Naruto.
11 Años después
Se encontraba un pequeño niño recostado en un árbol, en un pequeño bosque cerca de un campo de entrenamiento en "Konohagakure no Sato", curando sus heridas con un pequeño kit médico que tenía, se veía levemente lastimado, y alguna que otra cicatriz en su cuello y brazos, que eran las partes visibles de su cuerpo ya que vestía una camiseta supuestamente "blanca", bastante sucia y con pequeñas y difusas manchas rojizas, un pantalón de buzo deportivo negro, bastante sucio también, había recibido otra golpiza más, la verdad en un principio recibía muchas, pero extrañamente junto con el paso del tiempo comenzó a crecer en muchos aspectos, nadie se escapa del progreso y evolución de la vida, su personalidad siempre fue un poco reservada, pero últimamente se estaba volviendo un poco más fría para ser un niño de su edad, su pelo rojizo se hacía cada vez más notorio en su aspecto junto con sus azules ojos, que parecieran que suspiraban con la mirada que siempre tenía el pequeño, tal vez estos pequeños cambios en él hacían que quien quiera que le tenga cierto rencor u odio al pequeño hiciera que lo pensará dos veces antes de golpear, no sabían porque, pero últimamente tenían la pequeña sensación de que no debían acercarse a él.
El suspiraba nuevamente, realmente estaba harto de esto, no sabía exactamente a qué se refería, si era a las golpizas, si era a que no tenía a nadie, si era la rutina o el hecho de no tener un sueño o meta definida.
Volvió a suspirar -Creo que un poco de meditación calmará mi ser.- Pensó sabiamente el pequeño, aun para su edad era un chico bastante inteligente, mas nadie lo sabía, aunque más que eso era perspicaz, astuto, tranquilo, que de vez en cuando le invadía ese deseo de ser alguien alegre, travieso y sonreír a todo momento, como si esa hubiera sido siempre su propia naturaleza, pero tenía ese lado reservado que a fin de cuentas, era el que prevalecía en la personalidad del pelirrojo.
No sabía de donde había adquirido esa práctica de la meditación, solo que un día, hace algunos meses, el Hokage al verlo en la pose del loto, despertó su curiosidad preguntándole que es lo que estaba haciendo.
–No lo sé Hokage-san, acostumbro a colocarme en ciertas posiciones y reflexionar un poco sobre la vida, sobre lo que pasó y lo que pasará, sobre los libros que usted me trae, y pues no sé… simplemente no sé porque lo hago, pero es una costumbre que he estado cultivado consciente e inconscientemente… ¿Es acaso algo malo eso, Hokage-san?-
El anciano soltó un leve suspiro antes de hablar –No Naruto, lo que tú haces es lo que se le conoce como meditación, es un antiguo arte que hasta el día de hoy se emplea pero no muchos lo hacen de la manera correcta…-
-Por favor Hokage-san hábleme más sobre la meditación- Dijo levemente animado el menor
El anciano volvió a suspirar –Mejor te traeré algunos libros respecto al tema, lamentablemente no tengo mucho tiempo, y conociéndote posiblemente estemos horas y horas hablando… y el papeleo no espera a nadie.- Diciendo esto último con un aire de tristeza cómica.
Después de ese encuentro el anciano volvió a sus quehaceres, realmente no le agradaba mucho al anciano ser tratado de esa manera, era demasiado "cuadrado" para alguien de su edad, rayos… ¿Se suponía que un niño hablará así? Pues no, debió ser por tantos libros que el pequeño leía, sin duda sería algún día un shinobi magnífico, no resaltaba mucho en la academia, debido a que él le gustaba estudiar lo que él quería, y lo que enseñaban en la academia ninja no era cosas que realmente le interesaban, no de momento, cultivaba su mente con libros como "Teoría básica del Genjustu" o libros que como "Mundo shinobi: Situación y respuesta", realmente los primeros años de la academia no eran bastante interesantes para él, más que todo los primeros años se basaban en materia de relación y fidelidad para y por sus compañeros shinobis y fomentar la lealtad a los principios de la aldea y la nación.
Así fue como el pequeño entro en el arte de la meditación, aunque últimamente oía una voz en su cabeza, una voz que lo llamaba cada vez con más y más fuerza, una voz fuerte y clara, calmada y algo ronca a la vez, una extraña sensación le envolvía cada que vez que la escuchaba, y cada vez era más clara y cuando creía que había alcanzado el origen de esa voz despertaba de su estado de meditación, sin haberse dado cuenta que llego a un punto en que pasó más de media hora meditando en el mundo exterior pensando que había pasado solo unos segundos, cuando así fue en su "interioridad".
Luego de emplear el kit médico y curarse completamente, comenzó con su meditación habitual, pero esta vez fue diferente.
Se encontraba en un pasillo con baldosas de cerámica, cosa que nunca había visto en la lamentable vida que tenía, solo en fotos creyó haber visto algo como eso debido a una tecnología de la construcción algo costosa y rara de ver en la actualidad, bastante iluminado con lámparas bastante curiosas, con diversas puertas con diferentes palabras en ellas: "Infancia", "Matemáticas", "Amor", y los nombres seguían.
Estaba asustado, algo que no entraba en la lógica, algo que estaba fuera de su conocimiento, un suceso increíblemente extraño acontecía enfrente de sus narices, respiro hondo una y otra vez.
-No se debe temer a lo que se desconoce, ¿Cómo temer a algo que ni siquiera sabes lo qué es?, lo desconocido no se teme, se le respeta por regla general.- se dijo mentalmente el pelirrojo, en un buen intento de darse fuerzas para sobrevivir a lo desconocido.
-Naru…to.- Escucho decir, lenta y calmadamente a una voz, muy conocida para él, que en el momento de escuchar aquella voz y más al oír su nombre, sus pensamientos se despejaron, corrió y corrió por los pasillos, doblando en cada esquina que podía, mientras esa voz seguía hablándole, llamándolo, como si miles y miles de personas corearan su nombre en voz casi inaudible para cualquier persona, sentía que su llamada no venía de ninguna dirección en específico, entonces se paró y pensó la situación en la cual estaba, la cual era bastante rara.
-Yo estaba meditando y aparecí aquí, en este lugar… será acaso este lugar… ¿mi mundo interior?, ¿Mi corazón?... ¿Mi mente?- Entonces abrió los ojos y se dijo desilusionado- Genjustu.-
-No… n… no… no es… un… genjustu…- Decía la voz con mucho esfuerzo, al parecer se encontraba en problemas, o tenía dificultades para comunicarse en donde estaba.
No lo pensó dos veces y se recostó sobre el suelo, entrelazo sus piernas y se tomó las manos, comenzó a meditar, cerró los ojos, y pues… ahí se quedó… por lo menos por dos segundos hasta que sintió agua a sus pies.
El lugar había cambio en un abrir y cerrar de ojos… literalmente.
Se encontraba en una especie de sistema de alcantarillado gigante, mucho más grande que el de Konoha que él conocía bastante bien, muchas veces le sirvió como vía de escape, a pesar de lo asqueroso que era el lugar preferiría mil veces pasar por allí que enfrentar a las turbas que constantemente lo golpeaban. Había antorchas a los lados y se podía divisar una especie de reja gigante con una especie de… ¿Sello? Sí, al parecer era un sello que estaba en la reja, muchas preguntas fueron las que se hizo el pelirrojo en ese momento pero solo se limitó a preguntar una sola.
-¿Quién es usted?.- pregunto el pequeño, pensando que por la voz sería un hombre de mediana edad y bastante rudo, demasiado para el gusto de Naruto.
-Entre ustedes basura, soy conocido como… el Kyubi.-
