Los personajes de esta historia son propiedad de E.L. James, a quien agradezco la bondad de permitir que estos sean usados por personas ociosas como yo.

Hoooolaa, este es un invento loco, producto de una idea descabellada que ha invadido mi no muy cuerda cabeza. El fic se sitúa después de la graduación de las chicas, suponiendo que Kate nunca enfermó, y que fue ella quien entrevistó a bello de Christian Grey.

Anastasia se muda con su mejor amiga a Seattle donde sus padres le han comprado un lujoso apartamento en el Escala… ¿Qué pasará cuando la casualidad termine por cruzar a Anastasia en el camino de Christian?... Lean y entérense

Besitos para aquellos que se atrevan a leer

Jo

Capítulo 1

Un día gris, y unos desconcertantes ojos grises

Gracias a Katherine Kavanagh y su llamada de último momento para contarme los pormenores de su viaje, ahora corro desaforada contra el reloj, tomó lo primero que encuentro en el closet, sin percatarme si la falda y camisa seleccionadas hacen buena combinación. Me miro en el espejo y lanzo un bufido decepcionada ante la imagen que me devuelve, ¿Y qué puedo hacer?, supongo que eso es lo mejor que puedo lograr… Tampoco es que soy una chica muy atractiva, en realidad lo único que considero interesante en mi rostro son mis ojos, siempre me ha gustado el azul de estos, un suspiro de resignación escapa de mis labios, y me devuelve a la realidad: ¡voy retrasada!. Salgo disparada de mi habitación y me dirijo a toda prisa hacia el estacionamiento.

Hace poco más de tres semanas que Kate y yo culminamos la universidad, y nos mudamos a Seattle, sus padres le compraron como regalo un lujoso apartamento en el Escala, unos de los edificios más ostentosos y elegantes del estado, definitivamente yo desentonaba totalmente en aquel lugar, sin embargo no había podido rechazar la generosa oferta de mi amiga de mudarme con ella, ya que me cobraba una miseria de alquiler. Kate se había ido de vacaciones a Barbados con sus padres y su hermano Ethan, así que de momentos aquel monstruoso apartamento era todo para mí.

En mi aparatoso trayecto intento correr a la par que registro a fondo mi bolso buscando las llaves de mi coche. ¡Por Dios! Cuando se está apurado una cartera puede convertirse en todo un agujero negro, me da la impresión de que mis llaves han sido enviadas a otra dimensión. Camino distraída y choco de frente con alguien

-Disculpe- alzo la vista apenada, y el enfocarme en semejante personaje me resulta intimidante, es alto, lleva el cabello rapado y viste un traje todo negro, al más puro estilo de los hombres de negro

-No se preocupe- responde una voz gruesa, y sin embargo me resulta reconfortante escucharla

Le dirijo una sonrisa a aquel extraño que de seguro debe ser el guardaespaldas de alguno de los grandes magnates que vivían allí, quizás por eso me dio la sensación de que debía ser una persona agradable, porque sentí empatía con él, tal vez él también se sentía como pez fuera del agua. Al fin doy con mis llaves, así que abro la puerta y Lanzo el bolso en el asiento del copiloto de Wanda, mi adorado Wolkswagen, quien a todas luces desencajaba en aquel estacionamiento, donde los autos aparcados eran último modelo. Encendí el coche, y sonreí al pensar en la cara de desconcierto que debían poner los ricachones que ahí vivían al observar al pequeño Wanda ocupar un puesto en aquel exclusivo estacionamiento. Pisé el acelerador, y en la intersección hacia la salida un lujoso audi negro me dio el paso, reconocí que lo iba conduciendo aquel sujeto con el que acababa de tropezar… Uau, trabajar con millonarios puede llegar a tener sus ventajas, le hago un gesto con la mano en agradecimiento y salgo de aquel lugar, donde la simplicidad e insignificancia nos hacía desentonar totalmente a Wanda y a mí.

Me estacioné lo mejor que pude, sólo Dios sabe lo mucho que me costaba aparcar el carro correctamente en condiciones normales, y el hecho de llevar el reloj en mi contra no me ayudó para nada, así que no me concentré mucho en el resultado, simplemente lo estacioné en un lugar vacio y bajé a toda prisa, estaba a sólo 5 min para las 9, así que aceleré el paso hasta la sede de Seattle Independent Publishing, odio llegar tarde, odio llevar tacones y tener que correr. Afortunadamente llegué a tiempo, puse las cosas en mi escritorio y me apresuré a preparar el café, en ese instante mi jefe, Jack Hyde, atraviesa el pasillo en dirección a su oficina, me hace un gesto a modo de saludo, y en lo que está listo el café me apresuro a llevarle una taza junto con los reportes que me dejó pendientes el día anterior.

-Buenos días Jack- digo con suavidad, a pesar de que siempre me ha tratado bien, hay algo en su personalidad que me parece volátil, así que la mayoría del tiempo, cuando estoy cerca de él, me comporto con cautela

- Buenos días Ana- responde distraído tomando las carpetas y la taza- Eh gracias, en tu correo tienes los nuevos borradores a los que hacer revisión, los necesito en mi escritorio a las 4:00 pm a más tardar

-Enseguida me pongo en eso

La mañana pasó volando, tengo un montón de cosas que hacer, en un momento me siento un tanto asfixiada y agobiada por el volumen de trabajo… no voy a terminar a tiempo, como no puedo pensar en otra cosa, decido brincarme la hora del almuerzo, total no siento ni un poco de hambre.

-Ana ¿Puedes ir a comprarme un sándwich a la tienda de la esquina?

¡QUEEEEE!, me digo mentalmente, respira Steele, respira, como me he quedado muda ante el cinismo de este tipo, opto por emitirle una sonrisa forzada

-¿De pavo sin mayonesa?- digo con un tono de voz que pretende ser sosegado

-Si por favor, y un jugo de naranja, fíjate que sea natural y que no le pongan azúcar

Tomo el billete que me tiende y salgo, reprimiendo las ganas de hacer una mueca, ¡yo me brinqué el almuerzo para poder terminar las revisiones!, ahora me encuentro despilfarrando mi precioso tiempo en una cola que se me antoja interminable. Los niveles de estrés me están matando, siento que soy una gaseosa que acaba de ser agitada… espero no explotar.

Cuando por fin logro llegar al frente un tipo se me adelanta, no sé de dónde ha salido, pero esa fue la gota que colmó el vaso, ya había tenido que soportar suficiente mierda ese día como para que encima de tono viniera un tipo a coleársele

-Señor, la cola es allá atrás- digo con acidez

-Es un pedido para el señor Grey- respondió con voz monótona y extrañamente familiar, pero sin siquiera dignarse a darme la cara

-¡Oh! Eso lo explica todo- digo con sorna, pero al ver que todos me miran con desconcierto, sin emitir palabra, decido callarme, esa tal Grey debe ser en verdad importante, para que nadie diga ni haga nada por sacar a ese tipo de la cola. Así que simplemente me cruzo de brazos, intentando ignorar el nudo que se ha formado en mi pecho como consecuencia de la rabia, y que me ha dejado un amargo sabor en la boca.

-10 sandwich de pollo, de tamaño regular- le escucho ordenar, y me entra la desesperación, aún tengo 3 borradores que revisar, y ya casi es la una, ¡maldito sea el dichoso señor Grey!

Intento respirar pausadamente para reprimir el impulso de meterle un puñetazo a aquel hombre que se encontraba delante de mí en la fila… inspiro 1,2,3… contengo 1,2,3…exhalo 1,2,3.

-Señor, sé que el señor Grey debe ser un hombre súper importante- digo en falso tono de súplica- quizás algún zar, o presidente, pero en serio necesito ordenar un mísero sándwich de jamón de pavo sin mayonesa, y volver a prisa a mi puesto de trabajo, déjeme pasar por favor, si espero a que preparen su monstruosa orden esta tarde seguramente perderé mi trabajo- dije poniéndole un poco de drama a la situación

Al menos esta vez el hombre se dignó a mirarme, y me sorprendí al reconocer al hombre con el que había tropezado esta mañana. ¡Entonces el tal Grey, es uno de los tipos estirados que vivían en el escala!... Algún nacido en cuna de oro, al que nunca le falto nada en la vida

-Tal parece que usted vive en una sola carrera, señorita- dijo de forma educada y formal- Por favor Amanda, atiéndala primero a ella

Suspiré aliviada, hice el pedido, y me despedí de aquel hombre con una sonrisa, antes de volver a mi lucha contra el reloj… Tengo mucho trabajo que terminar, y sólo dos horas para lograrlo.

Estoy concentrada en mi trabajo, sólo me resta hacer la revisión de uno de los borradores, imprimir y meter en carpetas cada uno de ellos. Cuando al fin logro terminar me miro el reloj 3:45 pm, ya estoy sobre la hora, y sé que Jack es de todo menos paciente, así que sin dar una última ojeada mando a imprimir los documentos, y mientras voy a buscar las carpetas. Cuando regreso a mi oficina, ahogo un grito de frustración, una hoja se había atascado en la impresora… ¡Qué desastre!

Intentando calmarme me dispongo a sacar la hoja que ha quedado trabada, y nuevamente mando a imprimir, esta vez observando cuidadosamente como sale cada hoja para evitar sorpresitas. A las 4:05 pm estoy en la oficina de Jack entregando lo pedido

-¡Oh Ana, gracias!- dice bajando las piernas del escritorio sin despegar la mirada del celular- eres muy eficiente, tómate el resto de la tarde

Mascullo un "gracias" y salgo de ese lugar a toda prisa, aunque no me puedo quejar, al menos me dejó salir temprano, y Dios sabe como necesito un momento de relax, así que decido ir al cine

-Buenas tardes, me da una entrada para votos de amor, en la función de las 4:45 pm- digo entregándole el dinero

-Revise su boleto y que disfrute la función- responde la cajera con voz monótona

Miro mi reloj, son las 4:30 pm, y respiro con felicidad, voy con tiempo de sobra, así que antes de dirigirme a la sala paso comprando un té Lipton de durazno, doy un sorbo y la sensación del líquido frío recorrer mi garganta me reconforta, ¡Delicioso!

Ocupo mi asiento, en una de las filas más altas, y mientras espero que arranque la función me percato en el montón de parejitas que se encuentran en la sala, y la sensación de ser una patética mujer solterona se posó en su pecho, así que recuesto el rostro sobre mi mano y lanzo un suspiro frustrada. Kate siempre me decía que era patético ir al cine sin compañía, y sin embargo hasta ahora no le había visto el sentido a estas palabras.

Siempre me definí a mí misma como una mujer independiente, jamás me mostré vulnerable, ni necesitada de la compañía de un hombre, de hecho, nunca había tenido una relación verdadera, y hasta entonces había creído que era porque no había sentido la necesidad, pero aquel día gris, me cuestioné si en realidad se debía a que no lo había querido, o si eran los hombres los que no se habían visto atraídos hacia mí… esa idea me resultó deprimente

Cuando arrancó la película mis negros pensamientos se dispersaron, y centré mi atención en lo bueno que estaba el protagonista, pero al terminar la película un anhelo creció en mi pecho, yo quería ser amada con locura, quería vivir una historia romántica junto a un hombre que me hiciera sentir el centro de su universo.

Llegué al Escala con los ánimos por el suelo, a tal punto que me sentía tentada a entrar en la habitación de Kate, tomar su horroroso pijama de conejitos y sentarme frente al televisor con un pote de helado a ver alguna novela dramática. Estacioné a Wanda, y bajé cuidadosamente, las piernas me estaban matando, no estoy para nada familiarizada con eso de llevar tacones. Me dirijo hacia el ascensor cuando en mi campo visual aparece el hombre más sexy que haya visto en mi vida, es imposible no fijarse en él, hasta podría decir que la belleza de su rostro es casi divina, enmarcada por un cabello de color azabache de apariencia sedosa- ¿Qué se sentirá pasar los dedos por él? ¿Será tan suave como aparenta- detengo mi escrutinio, negando con la cabeza ante la dirección que han tomado mis descarados pensamientos. Una espectacular mujer delgada de cabello oscuro va agarrada de su brazo, ¡Claro! Es imposible que un hombre así esté soltero… aparto la mirada de ellos y busco las llaves del apartamento en mi bolso, pero no puedo concentrarme en mi tarea porque siento el peso de una mirada puesta en mi, levanto la vista, y en mi cara debió reflejarse mi desconcierto pues el sonríe de lado, sin despegar sus ojos grises, fríos como el hielo y a la vez ardientes como el metal fundido, de mi rostro… ¿Qué mira? ¿Estaré despeinada? ¿O será que mi simplicidad le ha hecho preguntarse qué hago en un lugar como este? Desvío la mirada avergonzada y cruzo a mi derecha caminando apresuradamente, queriendo llegar al buen resguardo del ascensor.

Azoto la puerta del apartamento, mi mal humor va en aumento, y en mi mente miles de teorías sobre lo que ha estado pensando aquel hombre sobre mí empiezan a formularse, y de mis labios escapa una risa sarcástica cuando la diosa que llevo por dentro susurra tímidamente: Tal vez le gustaste. Niego con la cabeza ante lo descabellado de esta afirmación ¡No seas tonta! Me digo, cómo iba a fijarse en ti, cuando una mujer con cuerpo de modelo iba colgando de su brazo, de seguro le pareció descabellado que alguien como yo estuviera arrastrando sus pies por el lujoso pavimento del estacionamiento del Escala… ¡Ja! Y eso que no tuvo el placer de conocer a Wanda, este pensamiento me hace sonreír sinceramente, y me hace poner los pies sobre la tierra ¿Qué mierda importa la impresión que haya podido tener ese hombre de mí?

Con un mejor estado de ánimo, me dispongo a darme una ducha, abro la llave de agua caliente, y el vapor empieza a inundar el baño, suelto un gemido al sentir el agua recorrer mi cuerpo, aliviando las tensiones de mis agarrotados músculos. Tomo la pastilla de jabón, y empiezo a lavar mi cuerpo, y por mi mente pasan las imágenes de aquel hombre recorriendo mi cuerpo con sus manos… ¡Oh Dios!

La verdad es que era un hombre apuesto, de esos que parecían salidos de una revista, es natural que haya quedado un poco deslumbrada… ya se me pasara

Quité el exceso de humedad de mi cabello con un toalla, y luego me coloqué mis pantalones de pijamas azules con rayas moradas, mis favoritos, súper cómodos.

Voy a la cocina y saco un tazón, lo lleno de cereales y vierto un poco de leche, me voy al estar y me siento frente al televisor, hago un repaso de todos los canales, sin poner interés especial en ninguno. Abro mi boca para soltar un enorme bostezo, y el cansancio hace que mis párpados se pongan pesados, dejo el tazón a un lado y con las últimas reservas de mi energía paso uno, o dos canales más, hasta dejarme vencer por el sueño.

La luz del sol se coló a través de la ventana, me removí cuando el reflejo dio de lleno en mi cara, gruñí, ¡Por Dios, es sábado! Quise acomodarme para reanudar mi sueño, pero sentía un dolor punzante en el cuello, ¿Dónde diantres me dormí?, me removí incómoda, me incorporé y me senté en el sofá estirando mis brazos y moviendo el cuello de un lado a otro, haciéndolo sonar. El ruido del televisor me perturbaba, había olvidado apagarlo, ¡Cómo pude dormir así!, el sonido que caracterizaba el inicio del noticiero matutino, me hizo centrar la atención en el televisor, olvidando momentáneamente mis dolencias

"En las últimas noticias, esta tarde se dio a conocer que el millonario Christian Grey ha decidido incursionar en el mundo editorial, pero sigue permaneciendo en incógnita los planes del magnate, puesto que en la rueda de prensa no quiso dar detalles sobre su siguiente movida. ¿Qué nuevas sorpresas se ocultarán tras este anuncio? ¿Fusiones, compras?"

Ese nombre quedó retumbando en mi mente, ¿Dónde lo había escuchado antes?

Como era sábado, me mudé a mi cuarto y me dispuse a ver una película, emití un gemido de satisfacción al acostarme en mi cómoda y cálida cama, el letargo se fue apoderando de mí y nuevamente caí en un profundo sueño.

Me levanté nuevamente a eso de las doce, y los gruñidos de mi estómago hicieron que me levantara de un respingo, me dirigí al baño a lavarme los dientes y la cara, tomé de closet una playera sin mangas holgada, y como el día estaba soleado opté también por un short y unas sandalias. Me miré al espejo, tan pálida como siempre, y con mi cabello esponjado, ¡Debo recordar secarlo bien antes de dormir!, como no puedo hacer nada para aplacarlo lo recojo en una rosca, tomo mis lentes imitación de Ray-Ban y agrego un poco de brillo en mis labios, sonrío satisfecha ante el resultado logrado, así que con un aura de confianza salgo del apartamento.

-¡Buenos días Wanda!- canturreo con alegría, ¡Cómo se nota que es sábado! El solo hecho de no tener que ir a sentarme en un escritorio todo el día me hace sentir plena

Me dispongo a encender el auto, mientras espero que caliente, enciendo la radio, y sonrío al reconocer la canción que está sonando, como estoy de buen humor entono imitando el tono agudo de Maroon 5:

I'm at a payphone trying to call home
All of my change I've spent it on you
Where are the times gone baby
It's all wrong, we're at the place we made for two

Yeah, I, I know it's hard to remember
The people we used to be
It's even harder to picture
That you're not here next to me
You said it's too late to make it
But is it too late to try?
And then that time that you wasted
All of our bridges burnt down

Cierro los ojos y me muevo al ritmo de la música, interrumpiendo el silencio que inunda el estacionamiento con mis agudos y falsetes. Es gratificante el cantar a todo cañón, abro los ojos para iniciar la marcha y me quedo paralizada al ver que en frente de mí sentado en nada más y nada menos que en un audi R3 color plateado se encuentra el hombre con el que me topé ayer por la noche. En sus labios se muestra una sonrisa divertida, pero sus ojos son fríos, y no sé como descifrar lo que estos reflejan, su mirada es intensa, y me atrapa, en mi mente dejó d existir el mundo, ya no oigo a Maroon 5, me he olvidado del lugar hacia donde me dirigía a comer, incluso el hambre se ha esfumado, en ese instante mi mundo se reduce a esos ojos grises. Salgo de mi ensoñación cuando escucho sonar el teléfono, así que rebusco en mi cartera, y afortunadamente logro contestar antes de que se caiga la llamada

-¿Aló, Mamá?

-¡Ana querida!, cuánto tiempo sin hablar ¿ya estás instalada en Seattle?

-Sí mamá, más que instalada diría yo

Mi mamá empieza una larga charla sobre lo bueno que vivir en Seattle, me cuenta sobre Bob, yo alzo nuevamente la mirada y me sorprendo al comprobar que él sigue ahí, decido salir de ese estacionamiento antes de que esa apabullante mirada termine por consumirme, pongo en marcha a Wanda y avanzo cuidadosamente, a la par que le cuento a mi mamá sobre mi semana de trabajo, dirijo una mirada furtiva al dueño del audi R3, y me quedo helada, pues me da la impresión de que sus ojos se han vuelto más oscuros, y me parece notar cierta molestia en estos.

Una vez lejos del Escala, me olvido de mi extraño encuentro y de las preguntas inquisidoras de mi madre, y canto a todo pulmón Last Friday night de Katy Perry.