EL JUEGO DE LAS MENTIRAS
— Vamos a casa, ahora mismo. — Decía John por enésima vez pero lo que marco diferencia fue el tono, era el tono de padre enfadado apunto de quitarse el cinturón. Adam y Jeff no eran tan tontos como para no saberlo, así que se empezaron a caminar fuera del bar.
— Papá, yo... Nosotros... — Empezó a decir Adam apenas pisar la calle.
— Adam Michael Winchester, no quiero escuchar una sola palabra hasta que estemos en casa. — advirtió John entre dientes, había pasado más de 30 minutos en ese bar, escuchando como sus hijos peleaban con otros chicos. Sentía que había gritado las palabras "ya paren, es suficiente", demasiadas veces y se maldecía a sí mismo por no haber acabado rápido con la situación, un par de azotes a sus hijos y habrían salido de inmediato, sin embargo no lo hizo para no avergonzarlos y ponerse a sí mismo en la mira de un escándalo.
— Suban al coche. — Les ordenó, Adam que ya se sentía suficientemente mal, se subió de inmediato a la camioneta pero Jeff hizo todo lo contrario, se cruzó de brazos y camino en dirección opuesta. John no soporto más el descaro y la insubordinación de su hijo, así que camino rápido hasta poder tomarlo de la oreja y tirar de ella con fuerza.
— Auuuuu — grito Jeff, haciendo eco en la calle.
— Te dije que te subieras al auto, no sé qué cosa te has creído pero no te mandas sólo niñito. — Le regaño John mientras lo arrastraba de la oreja de vuelta a la camioneta.
— Auuuu, no ahahahay duele, déjame en paz. — Le grito Jeff pero John no hizo caso y lo metió a la camioneta. — Y agradece que no te doy la zurra que te mereces aquí mismo. — Dijo John, y se subió del lado del conductor.
— Hijo de puta. — Se escucho decir a Jeff, John se quedo helado al escucharlo y un cúmulo de emociones malas le recorrieron el cuerpo, hasta llegar a la ira máxima.
— ¿Que acabas de decir? — Pregunto hecho una fiera.
— ¿Es que también eres sordo? — Le reto Jeff, John estaba a dos segundos de abofetearlo cuando una fuerte palmada sonó en el vehículo. Adam acababa de pegarle a Jeff.
—Ya cállate, no seas idiota. — Le dijo Adam, no le había pegado tan fuerte pero Jeff estaba llorando y mirándolo con odio. Realmente no esperaba que su propio hermano le pegara.
— Basta ya, Adam Michael Winchester no tienes derecho a golpear a tu hermano. — Reprimió John, entendía que su hijo sólo trataba de defenderlo pero no por eso era correcto que le pegara a su hermano, no era su lugar.
— Lo siento señor. — Murmuró Adam muy apenado.
— Y tú jovencito. — Apuntando a Jeff. — Ya estás en un montón de problemas, así que te sugiero mantener esa boquita cerrada hasta llegar a casa o te juro que me saco el cinturón y te zurro a culo desnudo a media avenida. ¿Está claro? — Le advirtió John y Jeff sólo se limitó a asentir.
El viaje fue lo más callado posible y John de vez en cuando miraba de reojo a sus chicos. Adam ya tenía casi 19 pero parecía un niño de 9, asustado y distraído con la vista sobre su estómago. Jeff era una historia diferente, el tenía solo 15 años y hasta hacia unos meses, había sido el niño mas obediente y bien portado de la tierra, pero ahora era como un tigre enjaulado, mirando a su hermano y a su padre con odio, no parecía asustado de llegar a casa, parecía enojado y John no entendía el porqué.
El auto se detuvo y John bajo primero para ir a la parte de atrás y sacar a sus chicos. A Adam lo dejó caminar sólo pero a Jeff lo tomó del brazo y una vez dentro de casa, lo giró y le dio diez nalgadas bien fuertes. — Ve a tu cuarto, ponte el pijama y me esperas con la nariz en la esquina. — Le ordenó, Jeff lo miro con toda la rabia posible y se fue corriendo por las escaleras.
— Ahora tú me vas a explicar, ¿qué demonios estaban haciendo en ese bar? — Le grito a Adam que estaba detrás suyo.
— Papá, yo...
— No quiero excusas jovencito, quiero la maldita verdad. — Le volvió a gritar, Adam trago saliva ante la confirmación de que iba a despedirse de su capacidad de sentarse cómodamente unos días.
— Ha sido todo mi culpa, señor. — Murmuró.
— No quiero culpas, quiero hechos.
— Bueno, empezó hace... Una semana.
Una semana antes.
Denver, California.
Adam había estado comprobando los últimos augurios demoniacos, todo había estado muy tranquilo en los últimos meses y eso era extraño. Adam no encontró ningún caso sobrenatural cerca, así que su vida era perfecta, John estaba en Cartage por una banshee y Sam y Deán seguían de gira por el país, no había nadie para tratarlo como niño y vigilarlo como a un ex convicto, sólo estaban él y Jeff, su hermano menor.
Adam llevaba conociendo a Jeff desde hacía dos años atrás y pese a que tuvieron fuertes riñas por saber quien era el favorito de John y el asunto de haber sido vasijas del Arcángel Michael, ahora eran los mejores amigos y Adam disfrutaba poder cuidar del chico, enseñarle cosas y claro... También aprender cosas de él.
Esa tarde llego un correo de un viejo amigo de Adam.
Winchester, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, me encontré con tu papá en Cartage y me dio tu dirección, así que voy a pasar por Denver mañana, por si te interesa tomar un trago.
Adam estaba que daba brincos de emoción, tenía más de dos años sin ver a Blaine y aun era su mejor amigo de secundaria, así que no podía negarse a su invitación… además, el ya era mayor para poder beber, ni su padre ni sus hermanos estaban para oponerse… todo estaba de maravilla, bueno… excepto una cosa, tenía que cuidar de Jeff.
Jeff, no había manera posible de hacer que Jeffrey fuera a un bar a escondidas de su padre, no después de que un año antes intento hacerlo y cuando John lo supo, le había dado una memorable zurra.
Adam pensaba que su salida estaba estropeada, bueno Jeff ya no era un niñito que necesitaba que lo cuidaran las 24 horas del día, sin embargo en los últimos días había estado bastante raro y seguro que se metería en algún lio, si no estaba cerca… ¿Cómo iba a hacer para salir con su amigo? Era una oportunidad de una sola vez y no la podía dejar pasar, ni siquiera por Jeff… bueno, tal vez había una forma de sacarlo de la casa, era algo cruel pero al final iba a resultar como una trágica equivocación.
Así que Adam se metió en la laptop de Sam y se puso a crear falsas pistas sobre un caso, una vampira llamada Katherine que llevaba semanas bebiendo de gente inocente de los bares de Denver... luego espero hasta que Jeff llegara a casa y le mostro la información de la red.
— Es ella, ¿no? — Decía Adam a Jeff que no dejaba de mirar el ordenador con cierto odio, Katherine era la vampiro que mato a su madre.
— No sé, no sería la primera vez que me engaña. — Murmuró Jeff.
— Vale no, pero no perdemos nada con revisarlo. — Insistió Adam.
— En eso tienes razón Ady, pero... No creo que papá este de acuerdo.
— No, por eso no le diremos nada, ni a él ni a los chicos... Lo haremos nosotros dos, juntos. —Dijo Adam, lo cierto es que si todo hubiera sido verdadero, hubiera dicho exactamente lo mismo, quizás apoyaba mas a Jeff porque los dos eran iguales, hijos ilegítimos de John y ambos venían de hogares maternos destruidos por la muerte.
— No sé, ¿y si no estoy listo? — Pregunto Jeff en pánico.
— Toda tu vida has querido matar a esa perra, claro que estás listo, Jeff. — Aseguró Adam y el chico asintió.
— Ok, tomo mi chaqueta y nos vamos. — Dijo Jeff, Adam se puso pálido y se maldijo a sí mismo por no haber pensado en el día en que vivía.
— Espera, espera... No podemos ir hoy. — Aseguró, poniéndose en el camino de Jeff para cortarle paso.
— ¿Por qué no? — Pregunto Jeff, cruzado de brazos lo que no era una buena señal, siempre lo hacía cuando se ponía a pensar en teorías de la conspiración.
— Bueno, no podemos porque... No tenemos un plan, ni... Ni armas listas, además si papá llama como prometió y no nos encuentra... — Adam no se atrevió a terminar la frase para añadirle realismo a la situación. Jeff pensó unos segundos y termino por suspirar fuerte.
— Pfff, tienes razón... No quiero tener el culo adolorido otra vez, mañana será mejor. — Dijo Jeff rendido y Adam sonrío para sus adentros, le estaba resultando muy fácil manipular a ese chico.
— Vale, vamos a ver una película... Tu puedes escogerla pequeño. — Dijo Adam, parte de él ya se sentía mal por estar jugando con los sentimientos de venganza de Jeff, y eso lo hacía querer compensarlo.
— Odio que me digas pequeño, no soy pequeño. — Se quejo Jeff con un puchero y eso hizo a Adam sonreír.
— Vale, Jeffrey Eric Winchester... Escoge la peli. — Le dijo con una palmadita en el trasero para que se moviera.
— No uses mi nombre completo, lo odio. — Reprochó Jeff mientras se iba a buscar que ver en la tv.
Presente.
John permanecía estoico y con una mirada indescifrable, parecía tener enojo, decepción o ira contra Adam, quizá las tres cosas.
— Y, bueno... Eso fue ayer, hoy tu llamaste temprano, mientras me estaba bañando y Jeff contesto, no sé qué le dijiste pero se enojo mucho. — Dijo Adam y esta vez fue John quien recordó el momento.
Horas antes.
John terminaba de matar a la banshee, estaba sucio y cansado pero antes de ducharse prefirió llamar a sus chicos y saber como estaban.
— Hola papi. — Dijo la voz al otro lado del teléfono, no era Adam y eso sorprendió un poco a John.
—Hola, Jeff... ¿y tu hermano? —Pregunto.
—Antes se acostumbraba hablar con quien atiende, pero no te preocupes, Yo estoy bien. — Dijo Jeff en tono de reproche, en los últimos tiempos su padre ya no le llamaba a él, sólo a su hermano. John le pasaba las órdenes a Adam y este a Jeff.
— Antes se acostumbraba respetar los teléfonos de los demás. — murmuro John entre dientes, estaba cansado de la ironía con la que hablaba su hijito en los últimos tiempos.
— SI bueno, el dientes de ardilla se está bañando, por eso conteste su teléfono, pero tu como siempre… juzgas antes de saber… que idiota — dijo Jeff muy molesto y colgó el teléfono.
John estaba estupefacto por lo que acababa de escuchar y de pasar, nadie jamás en la vida le había colgado el teléfono de esa manera tan grosera y seria un verdadero idiota si dejara que su propio hijo lo hiciera. Espero unos segundos para calmarse un poco y volvió a llamar al celular de Adam, tardaron en responder pero al final solo pudo escuchar respiros por la bocina, por lo que supuso que Jeff ya estaba arrepentido por su comportamiento tan malo.
— Jovencito, ya rebasaste el límite de mi paciencia contigo… Discúlpate conmigo, ahora mismo. — Rugió John y durante unos segundos no escucho nada, primero se alivio al pensar que Jeff estaba buscando las palabras correctas, pero estaba muy equivocado.
— El ya no está, papá. — Dijo Adam que recientemente tomo la llamada.
— ¿Adam? — Pregunto John alucinado, pero que agallas las de ese mocoso como para dejarlo colgado en la línea. —Adam, pon a tu hermano en la línea por favor. — Pidió John, Adam camino por el pasillo hasta la habitación y toco a la puerta.
— Jeff, es papá... Te quiere hablar y no creo que sea buena idea desobedecerlo. — Sugirió Adam al borde de la puerta.
— Que se joda, no voy a hablarle. — Grito Jeff desde dentro, Adam estaba realmente sorprendido pero volvió a alzar el teléfono.
—Papá, él...
—Ya lo escuche Adam, por favor ponme en alta voz. — Pidió John con una tranquilidad que claramente no sentía. Adam hizo una mueca por el destino de Jeff y obedeció.
— Jovencito, tienes una última oportunidad para abrir la puerta y hablar como personas civilizadas. — dijo John. — Uno. — empezó a contar, dejando pasar 4 segundos entre cada número. — Dos. — no había respuestas y era en esos momentos que John odiaba que su hijo fuera igual de testarudo que el mismo. — Tres. — dijo con un suspiro de derrota y se paso la mano por el rostro para calmarse y no gritarle.
— Esta bien, estas castigado hasta nuevo aviso… Y cuando regrese, vamos a tener una larga, muy larga conversación. — dijo John, claramente no hubo respuesta pero estaba seguro de que Jeff no se atrevería a ir tras el castigo.
Presente.
— Y esa es otra cosita que debo sumarle al castigo de tu hermano… me ha desobedecido y ha salido de casa, aun cuando estaba castigado. — reafirmo John, un poco mas tranquilo que antes mismo.
— Bueno, no fue así exactamente. — murmuro Adam y empezó a contar otra parte de la historia...
